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Libro Feminismo para principiantes

Varela, Nuria, Barcelona, Ediciones B., 2005, 410 pp.

¿Quiénes eran las sufragistas? ¿De dónde sale el feminismo radical? ¿Por qué se habla de marxismo y feminismo como de un matrimonio mal avenido? ¿Por qué el feminismo ha sido vilipendiado y ridiculizado? ¿Por qué las feministas han sido tratadas de «marimachos», feas o mujeres insatisfechas sexualmente? ¿Cómo y dónde surge la expresión «violencia de género»? ¿Qué relación existe entre el feminismo y los accidentes de tráfico?¿En qué consiste la masculinidad? A partir de estos interrogantes, y otros muchos, la autora repasa tres siglos de hacer y deshacer el mundo y de alumbrar líderes fascinantes, y narra la aventura de una agitación social que ningún otro movimiento ha conseguido mantener durante tanto tiempo.

El principal aporte de “Feminismo para Principiantes” es que su lectura amplía la comprensión de muchos aspectos históricos que dan contexto a las acciones que realizamos hoy en el movimiento feminista. Como la misma Nuria lo introduce: «El feminismo es la linterna que revela las sombras de todas las grandes ideas gestadas y desarrolladas sin las mujeres y, en ocasiones, a costa de ellas […] Las feministas empuñamos esa linterna con orgullo por ser la herencia de millones de mujeres que, partiendo de la sumisión forzada y mientras eran atacadas, ridiculizadas y vilipendiadas, supieron construir una cultura, una ética y una ideología nuevas y revolucionarias para enriquecer y democratizar el mundo»

Es un libro no sólo para conocer y recibir información, sino además para hermanarse, solidarizarse y rendir tributo a tantas mujeres que a costa de su propia vida lucharon por todas nosotras, con una visión de vanguardia y mucha valentía al enfrentarse a un entramado patriarcal que lucía incólume e imbatible. Si es difícil ahora no me quiero imaginar cómo fue en siglos pasados.

Descargar aqui; Varela-Nuria—Feminismo-Para-Principiantes

Fuente: https://mujerfariana.org/images/pdf/Varela-Nuria—Feminismo-Para-Principiantes.pdf

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Financiar la escuela que segrega por razón de sexo

Por: Pedro Uruñuela

Si en lugar de separar a los chicos y a las chicas, propusiéramos una separación del alumnado en función de su rendimiento o de su origen social o su nacionalidad, pondríamos el grito en el cielo.

La violencia de género es un tema que crea gran preocupación en nuestra sociedad a todos los niveles. Recientemente, y con independencia de la valoración que nos merezca, se ha firmado un pacto entre partidos políticos para hacer frente a este tipo de violencia. Como educadores y educadoras, nos preocupa especialmente su incidencia y presencia en la escuela, así como las formas de abordar su prevención y erradicación. Por eso no acabamos de entender la reciente sentencia del Tribunal Constitucional declarando conforme con los mandatos de la Constitución la “enseñanza diferenciada” que separa a los chicos y a las chicas, reconociendo además su derecho a ser financiada por el Estado.

Son numerosos los estudios que analizan la incidencia de la violencia de género en la adolescencia, de los que sólo podemos recoger algunos datos. Llama la atención, en concreto, los casos de violencia de género en menores de 18 años investigados por la Fiscalía, apenas conocidos: en el año 2016, los casos de violencia de género investigados pasaron de 433 a 543, un 25% más, y los de agresiones y abusos sexuales de 1.081 a 1.271, un 17% de incremento. Todo esto sin contar los casos de ciberacoso, de amenazas y extorsiones sexuales a través de las nuevas tecnologías, exigiendo fotografías y amenazando con su exhibición cuando finalizan la relación. Un modo de violencia de la que muchas chicas no acaban de ser conscientes.

A su vez, es en la etapa de la adolescencia cuando se consolidan y arraigan determinados estereotipos de género, reflejo de las ideas y prejuicios presentes en la sociedad. Estas ideas simplificadas sobre las características y papeles sociales de los hombres y mujeres impregnan el tejido social, se concretan en mitos, valores y creencias, y apenas son visibles dada su normalización y universalización. Es una tarea educativa identificarlos, analizarlos críticamente, mostrar sus consecuencias y trabajar por su sustitución desde otras ideas, valores y creencias basadas en la igualdad hombre y mujer.

Los estereotipos y expectativas sobre los roles de género afectan a la vida afectiva, familiar, laboral, al ocio y a la participación en la vida social o política de cada persona. Los hombres y las mujeres que se alejan del estereotipo se ven obligados a superar la reprobación social. Desde el modelo estereotipado de masculinidad se insta a los chicos a dominar y/o proteger a las mujeres, a no sentir miedo, a ser “malotes”… Y, a la vez, se les insta a las chicas a obedecer, les exige ser sumisas y buenas hijas, buenas esposas, buenas madres, a cuidar del hogar, de las personas dependientes, y se espera de ellas que sean conciliadoras, pacíficas, delicadas y débiles.

De particular interés para la etapa adolescente resulta la aparición de los mitos románticos que dibujan a ambos sexos como complementarios, medias naranjas, seres incompletos que sólo lograrán su plenitud si encuentran “al amor de su vida”. Simultáneamente plantea el antagonismo entre los sexos, con una concepción dual jerarquizada de la realidad, hombres y mujeres no pueden entenderse puesto que son opuestos, son “enemigos” a la vez que dependientes para ser completos, haciéndose así muy difícil el establecimiento de relaciones igualitarias y el desarrollo de una convivencia pacífica. Los estereotipos determinan una desigual distribución de las relaciones de poder, una concepción dual y jerarquizada de la realidad social.

Como respuesta a estas situaciones, muchos pensamos que la educación puede y debe jugar un papel fundamental para la erradicación de actitudes sexistas y la adquisición de las competencias necesarias para mantener una relación de igualdad desde el respeto a la dignidad, la paz positiva y los derechos humanos. Por ello, es necesario situar en primer plano de la institución escolar el desarrollo de una convivencia positiva entre hombres y mujeres y la erradicación de toda forma de violencia de género. El plan de igualdad hombre-mujer, las acciones para la coeducación deben ocupar un lugar destacado en los planes de convivencia y en las acciones educativas diarias de los centros.

Sin embargo, la sentencia del Tribunal Constitucional justifica la legitimidad de la educación diferenciada, que separa a los chicos y a las chicas considerándola conforme y ajustada a la Constitución, reconociendo además su derecho a ser financiada por el Estado. Supone una vuelta atrás, a años y planteamientos que ya creíamos superados, y aporta unos argumentos que no acabamos de comprender.

Sin ser expertos en derecho, nos llama la atención que se apoye en una Convención de la UNESCO del 14/12/1960, relativa a las discriminaciones en la esfera de la enseñanza. Con posterioridad, en el año 1979 se aprobó la Convención sobre eliminación de la discriminación a la mujer, ratificada por España en el año 1984 (BOE de 21 de marzo), que, entre otras disposiciones, recoge las medidas apropiadas que deben poner en marcha los Estados, entre ellas “el estímulo de la educación mixta”, algo que, además de derogar la Convención de 1960, difícilmente casa con la aceptación de la enseñanza diferenciada.

Es lo que señalan los tres votos particulares que ponen de manifiesto que la enseñanza diferenciada vulnera de manera frontal el artículo 27.2 de la Constitución, ya que la segregación por sexo impide “educar a partir de una percepción democrática de los acusados conflictos de género que en nuestra sociedad aún se mantienen”, así como el papel de la escuela “como espacio de excelencia de socialización y convivencia en la igualdad desde la infancia más temprana”. La educación diferenciada “lesiona el ideario educativo constitucional en uno de sus pilares: el de la igualdad”, “vulnera la prohibición constitucional de la discriminación por razón de sexo e identidad sexual” y carece de justificación por “basarse en el tópico de la diferencia de talento y capacidades entre los sexos”. Y es que la educación diferenciada es algo más que una mera opción pedagógica, tal y como nos la presenta la sentencia.

Desde un punto de vista estrictamente educativo, no podemos olvidar el doble papel que juega la organización: es una manera de conseguir los objetivos y, a la vez, es una potente transmisora de determinados valores. ¿Qué valores transmite este modo de organizar de forma separada a los chicos de las chicas? ¿Qué objetivos quiere conseguir con esta forma de organización del alumnado?

Intentar separar a los chicos de las chicas supone ‘querer poner puertas al campo’. Lejos de prejuicios de todo tipo, religiosos o antropológicos, sólo desde la convivencia de ambos sexos es posible superar los graves problemas de violencia de género que afectan a nuestra sociedad. No existen argumentos técnicos que justifiquen la idoneidad de la educación diferenciada y sus argumentos son sólo una burda tapadera para ocultar la realidad.

Dos principios básicos conforman hoy los planteamientos educativos: la inclusión y la igualdad. Si en lugar de separar a los chicos y a las chicas, propusiéramos una separación del alumnado en función de su rendimiento o de su origen social o su nacionalidad, pondríamos el grito en el cielo, denunciando esa situación. ¿Por qué no sucede lo mismo ante la educación segregada? Son muchos los intereses de todo tipo que existen en estos casos, intereses que, lamentablemente, siguen condicionando nuestro sistema educativo.

Desde el punto de vista de la convivencia, consideramos que esta sentencia es un claro paso atrás, que no va a beneficiar el desarrollo de la igualdad entre hombres y mujeres y que, aunque sea inconscientemente, va a contribuir a la permanencia de las actitudes, estereotipos y comportamientos sexistas. Se acata, pero no se comparte. Y nos reafirma en la necesidad de seguir trabajando por conseguir la igualdad real entre hombres y mujeres y la desaparición de la violencia entre ambos sexos. Pero, para ello, es fundamental la coeducación en la escuela a lo largo de todo el proceso de escolarización, enseñando a convivir juntos a chicos y chicas.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/convivenciayeducacionenvalores/2018/05/03/financiar-la-escuela-que-segrega-por-razon-de-sexo/

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España: IU reclama una educación afectivo-sexual “basada en la igualdad y la libertad” para prevenir las “agresiones sexuales que siguen siendo un grave problema social en pleno siglo XXI”

España/ 01 de mayo de 2018/Fuente: http://www.izquierda-unida.es

Enrique Díez, coordinador del Área Federal de Educación, señala que “son demasiadas las decisiones judiciales que estiman que una mujer miente al denunciar una violación o que incluyen interpretaciones ‘sui generis’ sobre cuándo existe disfrute, coacción, miedo o violencia, sin tener los conocimientos necesarios sobre relaciones entre los géneros”

Izquierda Unida, a través de su Área Federal de Educación, reclama una “educación afectivo-sexual basada en el respeto, la igualdad y la libertad” que sirva para prevenir de manera efectiva y evitar a través de la educación las “agresiones sexuales que en pleno siglo XXI siguen siendo un grave problema social”.

Enrique Díez, coordinador de este área federal, señala que “para las mujeres y los hombres que integramos Izquierda Unida la educación sexual  no puede entenderse al  margen de una concepción de los géneros que respete la  diversidad y cuestione la ideología patriarcal dominante, que ha impregnado también los programas de educación sexual”.

“Cualquier propuesta de educación afectivo-sexual ofrecida desde la perspectiva de género -señala- debe abordar las  relaciones de poder asimétricas, la división de los espacios público-privado en función del género, la construcción social del deseo o el aprendizaje de la masculinidad y la feminidad desde modelos de dominación-sumisión”.

La sentencia emitida la semana pasada por el tribunal de la Audiencia de Navarra que juzgó a los cinco hombres del grupo conocido como ‘La Manada’, que IU rechazó de forma contundente desde el primer momento, “no es un caso aislado”.

Enrique Díez explica que “son demasiadas las decisiones judiciales que estiman que una mujer miente al denunciar una violación, que incluyen interpretaciones ‘sui generis’ sobre cuándo existe disfrute, coacción, miedo o violencia, sin tener los conocimientos necesarios sobre relaciones entre los géneros o sobre cómo la pornografía es la verdadera escuela de sexualidad, desigualdad y dominación en la que se forma buena parte de la población joven y adulta en nuestro país, presentando como normales o deseados por las mujeres unos parámetros de actuación que están absolutamente lejos de la realidad”.

Considera que “la educación, en su más amplio sentido, no sólo se desarrolla en el ámbito escolar. Partimos del principio de que para educar se necesita a toda la sociedad, pero también nos reafirmarnos en el papel esencial que los centros educativos pueden y deben desempeñar en la construcción de unas relaciones afectivo-sexuales basadas en el respeto, la igualdad entre sexos y la libertad personal”.

Izquierda Unida reclama que “es  urgente dar un impulso decidido a los  programas de educación sexual en los centros escolares y abordar desde la educación todas estas cuestiones. Aún está pendiente que la legislación sobre violencia de género recoja las violaciones como una de sus manifestaciones habituales, aunque la Ley Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva de 2010 establece que la salud sexual requiere un entorno libre de coerción, discriminación y violencia, y establece en su capítulo III la responsabilidad del sistema educativo en la construcción de nuevos modelos de sexualidad”.

Desde el Área Federal de Educación de IU se destaca también que “la educación permanente se refiere al aprendizaje a lo largo de la vida. Los poderes públicos deben asegurar la formación necesaria para el cumplimiento de las normas que obligan a diferentes profesionales a formarse sobre cuestiones de género que afectan al ejercicio directo de sus tareas. Ello incluye al profesorado, la judicatura, administración, cuerpos de seguridad, personal sanitario, etc”.

Respecto al ámbito escolar, todas las leyes educativas han integrado con mayor o menor relevancia contenidos sobre educación sexual en los currículos de Educación Primaria y Secundaria. “Pero ha faltado y falta para su efectiva puesta en marcha -apunta Díez- el compromiso decidido de  las administraciones educativas para impulsar estos programas con la implicación de las  direcciones, los claustros  y el conjunto de  la  comunidad educativa. Los centros escolares necesitan contar con profesionales específicos en Educación para la Salud  (EpS), que de manera  permanente actúen en los colegios e institutos”.

El responsable del Área Federal de Educación de IU denuncia que todo lo anterior “supone un incremento de las plantillas y, por tanto, de la inversión educativa, al que a día de hoy es incompatible con la cicatera financiación pública educativa. Esto se vuelve a confirmar con los Presupuestos Generales del Estado para 2018 que el Gobierno del PP trata de sacar adelante en el Congreso, así como con los brutales recortes  presupuestarios que la Escuela Pública sufre en los últimos años”.

Fuente de la Noticia:

http://www.izquierda-unida.es/node/17138

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Femicidio vinculado

Por: Miguel Lorente Acosta

La violencia de género es el resultado de todo lo que no se puede negar ni ocultar, aquello que no queda más remedio que admitir ante la evidencia de los hechos y la tozuda objetividad de la realidad, porque si hay opción para esconder algunas de sus manifestaciones, sin duda se hará.

Es lo que comprobamos cuando los datos sobre los homicidios por violencia de género de la Fiscalía General del Estado no coinciden y son más altos que los del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, una situación similar a lo que ocurre con las estadísticas de las organizaciones de mujeres.También sucede cuando el año termina con una serie de casos oficiales en investigación que de pronto “desaparecen” y no se vuelve a saber nada más de ellos, o lo que ha pasado ante determinados homicidios de mujeres con indicios objetivos de haber sido cometidos en un contexto de violencia de género, pero ni siquiera fueron considerados “en investigación”. Esta situación no es ajena a la actitud adoptada la pasada semana por el Ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, ante el caso de la mujer atropellada en la A-5. No le faltó tiempo para decir que la era víctima de un accidente de tráfico, cuando todo apuntaba por las declaraciones de las personas que presenciaron los hechos, que se trataba de un homicidio por violencia de género. Ni siquiera dijo lo de “no se descarta ninguna hipótesis”.

Como se puede ver, hay prisa para descartar la violencia de género y mucha lentitud para confirmarla.

Esta misma actitud también se aprecia con las personas del entorno de las mujeres que son asesinadas como consecuencia de la violencia de género. Ha ocurrido estos días en Castellón cuando el maltratador se ha dirigido a la casa de los padres de su expareja al no poder localizarla ella por estar en un centro de acogida, y ha asesinado al padre de la mujer. Pero sucedió también en Medina del Campo el pasado diciembre cuando su nueva pareja acompañó a la mujer al domicilio para recoger a la hija y fue asesinado. O como pasó en Cuenca con Laura del Hoyo, amiga de Marina Okarynska expareja de Sergio Morate, asesinada junto a ella al acompañarla a casa, sin embargo, nunca fue considerada víctima de la violencia de género, como si su homicidio hubiera sido consecuencia de un robo o por narcotráfico.

La fragmentación de la violencia de género es consecuencia de esa necesidad de restarle trascendencia para tranquilizar sobre las consecuencias, y pensar que no es una situación tan grave ni, sobre todo, producto de una decisión meditada y planificada por el agresor. De ese modo se hace valer el mito que la presenta como situaciones puntales producto de una “pérdida de control”propiciada por el alcohol, las drogas, la alteración psicológica o el resultado de una “fuerte discusión”. Y de alguna manera se logra ese efecto cuando los Barómetros del CIS recogen que sólo alrededor del 1% de la población considera esta violencia, con sus 60 homicidios de media al año, como un problema grave.

Y todo eso tiene sus consecuencias en el día a día, pues cuando la violencia de género se presenta como producto de las circunstancias, bien por el contexto de la relación o bien por las características del agresor, y se divide y separa entre cada uno de esos elementos, la respuesta se elabora sobre esos estereotipos que le restan gravedad y trascendencia. Es lo que sucedió con Andrea, asesinada en Benicàssim tras múltiples situaciones que reflejaban la grave violencia que sufría, y lo vemos cuando con frecuencia la primera referencia que se utiliza para ver lo ocurrido ante una denuncia es la sospecha. Se sospecha de la denuncia que hacen las mujeres y luego, cuando “aparecen muertas”, se llega a sospechar de que hayan sido asesinadas por violencia de género.

Y claro, si la situación es así con las mujeres que sufren esta violencia, con las personas de su entorno es mucho más grave.

¿Se imaginan que no se hubieran considerado víctimas de terrorismo de ETA a las personas civiles que murieron en atentados con coche bomba dirigidos a acabar con la vida de un militar o de un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado? Nadie lo habría aceptado, es más, a nadie se le habría ocurrido hacerlo, como tampoco se dudó en considerar a los padres y madres de los asesinados por ETA como víctimas del terrorismo, mientras que en violencia de género las madres y padres de las víctimas han pasado a considerarse como tales en el reciente Pacto de Estado que aún no se aplica.

Una de las características diferenciales de la violencia de género respeto a otras violencias interpersonales es que se trata de una “violencia extendida”, es decir, que el agresor utiliza de manera estructural la violencia contra otras personas para dañar a la mujer y facilitar su control y sometimiento. Y lo hacen durante la relación de forma habitual, y lo pueden hacer con el homicidio.Es lo que en algunas legislaciones latinoamericanas, de las que tenemos mucho que aprender, se denomina “femicidio vinculado” o “femicidio ampliado”  para referirse al homicidio de personas relacionadas con las mujeres que sufren la violencia de género, a quienes el agresor asesina bajo una doble referencia y buscando dos objetivos.

Las referencias que utilizan para llevar a cabo este “femicidio vinculado” son, por un lado, el lazo afectivo con la mujer, y por otro considerar que la “han ayudado” o “han intervenido” en el proceso de separación desde el ejercicio profesional o como apoyo emocional o material. Y el objetivo también es doble, por una parte, dañar a la mujer por la pérdida de ese ser querido y hacerla responsable de su muerte, y por otra, lanzar el mensaje de que las personas que “ayuden” o “intervengan” ante la violencia de género pueden ser también víctimas de ella.

Son homicidios que forman parte estructural de la violencia de género y, por tanto, deben ser considerados como parte de esta violencia, tanto por justicia como por el significado de una violencia que va dirigida contra las mujeres y su mundo. Y del mismo modo que esta violencia se inicia atacando ese mundo y rompiendo sus elementos de identidad y sus fuentes de apoyo externo (familia, amistades y trabajo), puede terminar acabando con esas otras vidas que toda persona vive junto a sus seres queridos. No son homicidios ajenos a la violencia de género, y en el momento actual son una posibilidad aún más cercana ante el cambio adoptado por los agresores para herir a las mujeres bajo estas nuevas referencias de extender la violencia asesina a otras personas de su entorno.

En violencia de género duelen más las cicatrices que los golpes, los maltratadores lo saben, el resto no podemos ignorarlo ni permitir que desde el machismo se continúe fragmentando y ocultando esta violencia.

*Fuente: Fuente:https://miguelorenteautopsia.wordpress.com/2018/03/29/femicidio-vinculado/amp/?__twitter_impression=true

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Aprender 2017: los chicos piden más educación sexual en las aulas

Argentina/Por: Luciana Vázquez 

Ocho de cada 10 chicos del último año de secundaria dicen que educación sexual y violencia de género son temas que la escuela debería abordar y no lo hace. Así surge de los resultados de las pruebas Aprender 2017 que se acaban de dar a conocer en todo el país.

Este año, Finocchiaro planea llevar al Consejo Federal, donde se reúnen los 24 ministros de educación de todo el país, además del ministro nacional, una propuesta para convertir a la educación sexual integral en un contenido curricular mucho mas fuerte en las escuelas. «Hemos decidido triplicar los fondos para la Educación Sexual Integral (ESI), que debe ser integral y abarcar todas las dimensiones de las personas», anunció Finocchiaro.

Según datos aportados por el ministro, el presupuesto actual dedicado a este tema en el sistema educativo es de 30 millones de pesos que este año pasarán a ser 100 millones de pesos.

En otras áreas curriculares, los alumnos de quinto o sexto año también señalaron que la escuela no aborda lo que ellos esperan. El 74% cree que falta más contenido sobre el uso de nuevs tecnologías. El 67% espera y no encuentra más trabajos por proyectos y el 65% más expresión artística.

En general, los alumnos de secundaria parecen estar esperando saberes y contenidos que la escuela no les ofrece: un 75% dice que la escuela no les ofrece temas que son de su interés.

Fuente del Documento:

https://www.lanacion.com.ar/2118910-aprender-2017-los-chicos-mas-educacion-sexual-en-las-aulas

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Educando en la igualdad

Por: Pedro Uruñuela

La escuela puede jugar un papel muy importante para la detección de la violencia de género y de sus diversas manifestaciones, así como de las ideas y valores que la sustentan y defienden.

Acabamos de celebrar el “Día de la mujer trabajadora” el pasado día 8 de marzo, que este año ha tenido especial importancia por la movilización y huelga de mujeres en todo el mundo, culminando un movimiento ascendente de denuncia de las situaciones de discriminación de todo tipo que padece la mujer, así como la presencia de estereotipos que apoyan un determinado tipo de conducta hacia ellas. Puede decirse que, impulsado por las diversas iniciativas desarrolladas a lo largo del último año, como las iniciadas por las actrices en Hollywood, el movimiento se ha hecho aún más visible y ha alcanzado un nivel superior al de años anteriores, poniendo una vez más de manifiesto la situación de discriminación en que viven las mujeres en nuestra sociedad.

Sin duda, es importante celebrar estas jornadas de reivindicación, pero, desde un punto de vista educativo, tal vez resulte más significativo preguntarnos cómo trabajamos todo lo relativo a la igualdad en las relaciones de género en nuestros centros educativos. ¿Se reduce a una actuación puntual, del día 8 de marzo o del 25 de noviembre? ¿Hay continuidad en las actuaciones y siguen presentes a lo largo de todo el curso?

El asunto es muy importante. Los estudios sobre este tema señalan con claridad cómo es en la etapa escolar donde se aprenden y consolidan en el alumnado determinados comportamientos en relación con las mujeres, cómo se adquieren y desarrollan determinadas actitudes y estereotipos hacia ellas, que van a permanecer durante toda la vida. Es cierto que la escuela no es el único lugar donde se desarrollan estas actitudes y que es muy importante la influencia de la propia familia, de los grupos de iguales, de los medios de comunicación, de la comunidad religiosa o étnica. Sin embargo, la escuela puede jugar un papel muy importante para la detección de la violencia de género y de sus diversas manifestaciones, así como de las ideas y valores que la sustentan y defienden.

Muchas veces nos cuesta ver lo que está pasando en las relaciones de género. Como señalaba P. Bourdieu, la violencia simbólica está presente a todos los niveles, ofreciendo una visión normalizada de la presencia de la violencia en la sociedad, que es así aceptada por quienes la sufren y por el resto de la ciudadanía. Por ello es necesario desarrollar y educar nuestra mirada y nuestra sensibilidad para ser capaces de ver qué es lo que está pasando y poder, en consecuencia, actuar contra las situaciones de violencia de género.

Desarrollando esta mirada caeremos en la cuenta, en primer lugar, de la presencia de violencia física hacia las adolescentes en nuestros centros, algo que nos choca y sorprende, convencidos de que sólo tiene lugar entre mujeres de más edad. Así, según datos oficiales presentados por el INE, fueron 968 las chicas menores de edad que presentaron denuncias por malos tratos a lo largo del año 2016, destacando igualmente cómo ha sido el tramo de mujeres más jóvenes, entre 18 y 20 años, quienes más han visto incrementadas las formas de violencia de género. Y son varias las formas en las que puede presentarse esta violencia directa, desde la agresión física a la violencia social manifestada en forma de aislamiento, pasando por la psicológica en forma de amenazas y de desarrollo del miedo en la chica por parte de su pareja.

Especial importancia tiene, en esta etapa de la adolescencia, la detección de los estereotipos que se desarrollan en los chicos y chicas, y que van a marcar y condicionar las formas de relacionarse entre ellos y ellas. Llaman la atención, en primer lugar, los llamados “mitos del amor romántico”, ideas y opiniones impuestos culturalmente, que se consolidan a una edad temprana, son reforzados culturalmente y hacen que determinadas conductas aparezcan como normales. Se tratan de modelos de conducta amorosa que estipulan y señalan qué es enamorarse de verdad, qué sentimientos han de experimentarse, cómo han de relacionarse con la pareja. Se trata de creencias que dificultan establecer relaciones sanas y provocan tolerancia hacia comportamientos claramente abusivos.

Ahí podemos encontrar ideas como la de que “el amor es lo más importante y requiere entrega total”, idea que limita y restringe la independencia y la autonomía de la chica, centrada en el chico con quien mantiene relación. O la idea de que “el amor es posesión y exclusividad”, afirmación que justifica los celos y las consecuencias de estos. Lo mismo podría decirse de que “el amor todo lo puede” (la omnipotencia del amor), “la necesidad de estar en pareja” (mejor que quedarse para vestir santos) o “la compatibilidad entre amor y sufrimiento” (quien bien te quiere, te hará llorar). Y, sobre todo, debemos descubrir aquellos estereotipos que asignan roles sociales basados en el sexo, reservando a los hombres el ámbito público y a la mujer el ámbito privado del hogar.

A todo esto es necesario añadir cómo las tecnologías y las redes sociales reproducen la violencia psicológica en la pareja, especialmente, en la adolescencia. El cibercontrol lleva a las redes sociales el control presencial con las mismas consecuencias o incluso mayores, por la vigilancia continua (a todas horas y en todo momento), la cantidad de mensajes o comentarios recibidos o el riesgo de que la impulsividad y la dificultad de valorar las consecuencias abra la comunicación de pareja a la comunidad digital.

La educación en y para la igualdad no puede quedar reducida a actuaciones puntuales, a días de reivindicación relacionada con la mujer. Debe estar presente en el día a día de los centros, ocupando un lugar central en la tarea educativa. La educación debe jugar un papel crucial en el cambio de actitudes y conductas sexistas, contrarrestando las influencias que vienen de la sociedad y del modelo ancestral de relación basada en el dominio-sumisión, siendo un objetivo educativo prioritario erradicar el abuso y el empleo de la fuerza como modelo de relación.

Para ello, debemos plantearnos, en primer lugar, de dónde partimos, cuál es la situación que se vive en el centro: ¿tenemos el profesorado una definición compartida de los que es la violencia de género y sus principales manifestaciones? ¿qué lugar ocupa la educación por la igualdad en el Proyecto Educativo, en el Plan de Convivencia y en la Programación General Anual? Será necesario, igualmente, analizar de forma periódica la incidencia de la violencia y, de manera especial, la presencia de la violencia de género en sus diversas manifestaciones, los micromachismos presentes en el centro.

Debemos plantearnos, igualmente, la formación y preparación que, como docentes, tenemos para trabajar la erradicación de la violencia de género: ¿qué sabemos sobre ella y sobre la forma de erradicarla? ¿qué más necesitamos saber, qué formación complementaria reclamamos? Y lo mismo respecto de los alumnos y alumnas, ¿cuál es su nivel de desarrollo de las competencias de pensamiento, emocionales, sociales y éticas imprescindibles para la convivencia en cualquier escenario, sea presencial o virtual? ¿cómo han aprendido a resolver pacíficamente los conflictos?

Reforzar el papel del alumnado, como en toda acción de fomento de la convivencia, resulta imprescindible para la erradicación de la violencia de género y la educación en igualdad. Igualmente, concienciar a toda la comunidad educativa e implicarla en este trabajo es algo que se debe fomentar y desarrollar. Y, sobre todo, elaborar un Proyecto que tenga en cuenta las relaciones positivas e igualitarias de género, en el que se marquen claramente los objetivos que se buscan, las acciones que se van a llevar a cabo, los responsables de estas, los recursos, su seguimiento y evaluación, etc. Algo tan importante como la educación para la igualdad y la erradicación de la violencia de género no puede dejarse a la improvisación.

Hay muchas más acciones que pueden llevarse a cabo y no se deben olvidar. Una vez más, el convencimiento de la importancia de esta tarea resulta fundamental para la educación en igualdad. En nuestra sociedad llaman más la atención los episodios de maltrato o ciberacoso que los de violencia de género. Nos hemos acostumbrado a ellos, los damos ya por naturales. Sin embargo, y aunque sea una opinión discutible, pienso que es mucho más grave y tiene peores consecuencias para la convivencia la falta de educación para la igualdad que los problemas derivados de la violencia entre iguales. Pongamos el empeño y la atención que merece la educación para la igualdad como alternativa a las relaciones basadas en el poder sobre el otro, que están marcando hoy las relaciones de género, también en la escuela.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/convivenciayeducacionenvalores/2018/03/13/educando-en-la-igualdad/

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África: Matrimonio infantil, un problema que persiste

África/19 de Marzo de 2018/Extra

No se trata de una problemática del pasado. El matrimonio infantil continúa existiendo en pleno siglo XXI. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) —que trabaja para disminuir los casos— el matrimonioinfantil “viola los derechos humanos”. Agrega que se trata de una forma generalizada de abuso sexual y explotación de las niños. Esta problemática también puede terminar en trabajos forzados, esclavitud, prostitución y violencia. El desenlace puede ser la muerte.

En el caso de las niñas adolescentes, la probabilidad de muerte es mayor. Las complicaciones médicas por el embarazo y el parto colocan a las menores en riesgo.

En gran parte del continente africano se registra un elevado porcentaje de matrimonios infantiles. Un ejemplo es el conjunto de países que conforman África Subsahariana, ahí el 38 por ciento de mujeres se ha casado durante su infancia.

Los motivos para la incidencia de este fenómeno en África y Asia Meridional están relacionados con presiones económicas, sociales y culturales.

Un paso al frente

Las cifras parecen esperanzadoras. En la última década los índices de menores de edad que contrajeron matrimonio disminuyeron un 15 % a nivel mundial. Sin embargo, esto significa que aproximadamente 1 de cada 5 menores se siguen casando.

Según los datos de la Unesco con esta reducción se han evitado 25 millones de casamientos. La meta para la erradicación total está fijada para 2030, pero el ritmo debe acelerarse. La organización señala que si las medidas no se ajustan, en 12 años más de 150 millones de niños se casarán antes de los 18 años.

En Ecuador

En el país también se registran casos de matrimonio infantil, aunque en un contexto diferente. Según el Estudio sobre prácticas nocivas: matrimonio infantil y uniones precoces en Ecuador—publicado en diciembre de 2016 por el colectivo Coalición Nacional de Mujeres del Ecuador— “el matrimonio infantil precoz (en el país) es consecuencia de la discriminación por sexo, género, grupo de edad, prácticas sociales y creencias culturales que derivan en acciones que afectan los derechos humanos de las niñas”.

Según datos del estudio, entre 2009 y 2014, se registró el matrimonio de 6.740 mujeres menores de edad.

Fuente: Estudio sobre prácticas nocivas: matrimonio infantil y uniones precoces en Ecuador.

La desigualdad de género sale a relucir en los grupos menos favorecidos, especialmente indígenasafroecuatorianos, y en los contextos rurales. A esto se le suman los estereotipos y el embarazo adolescente.

Las consecuencias de un matrimonio a corta edad son:

– Exclusión del sistema educativo

– Problemas de salud (complicaciones en el embarazo)

– Pobreza

– Violencia de género

Fuente: http://www.extra.ec/actualidad/matrimoniosinfantiles-indices-mundiales-unesco-derechoshumanos-EG2080237

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