El presente estudio tiene como objetivo medir el efecto de diferentes variables de violencia doméstica (violencia infantil, testigo de violencia hacia la madre y violencia contra la mujer) sobre la salud infantil (desnutrición y morbilidad). Haciendo uso de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes) correspondiente al año 2013, que cuenta con información de violencia infantil a nivel individual, se explora el efecto de estas variables en la salud infantil. Se usaron modelos de regresión logística para estimar los efectos netos de la violencia doméstica sobre la salud de los niños y las niñas menores de cinco años en nuestro país. Asimismo, para comprobar la robustez de los resultados, se utilizaron modelos de ecuaciones estructurales (SEM, por sus siglas en inglés) que permiten tomar en consideración la endogeneidad de las variables de violencia doméstica utilizadas como explicativas de la salud infantil en las regresiones logísticas. Se encontró que la violencia infantil, ya sea física o psicológica, no tiene un efecto sobre la desnutrición o morbilidad infantil. En el caso de ser testigo de violencia hacia la madre, tampoco se encontró que tuviera un efecto sobre la desnutrición o morbilidad infantil, pero sí en que el niño o la niña sufra de violencia física o psicológica. Finalmente, se encontró que la violencia contra la mujer tiene un efecto positivo y significativo sobre la morbilidad infantil, así como que el niño o la niña sufra de violencia física o psicológica. De esta manera, se pudo apreciar que la violencia contra la mujer es un factor de riesgo importante no solo en la presencia de violencia infantil por parte de los padres, sino también en la salud de los niños y las niñas, particularmente en la prevalencia de episodios de diarreas y síntomas de enfermedades respiratorias agudas.
Autor/a: Ponce de León, Marcela – Benavides, Martín – León, Juan – Espezúa, Lucía
En Tailandia, el estigma social, las tradiciones y la inacción policial mantienen a muchas mujeres víctimas de violencia de género en silencio, mientras que la falta de estadísticas las invisibiliza
Después de romper con su esposo, Saifon trató de comenzar de nuevo. Acabó pagando con su propia vida. La granjera de 21 años de Nakhon Si Thammarat, una ciudad del sur de Tailandia, había comenzado a verse con otro hombre después de que su matrimonio se rompiera seis meses antes. Cuando su celoso exmarido se enteró, la apuñaló hasta la muerte en un brutal ataque que también dejó gravemente herida a su nueva pareja.
Nunca se sabrá con certeza por qué Saifon dejó a su esposo, pero los medios locales sugirieron tras su asesinato que el hecho de que la matara de una manera tan despiadada apunta que estaba tratando de escapar de un hombre violento. En Tailandia este tipo de casos, de hombres que agreden y matan a sus exnovias o exesposas, no son infrecuentes, aunque la magnitud del problema se subestima y rara vez se ha documentado, explican varios expertos sobre la materia en la Revista Internacional de Salud de la Mujer.
La doctora Henriette Jansen, investigadora principal delFondo de Población de las Naciones Unidas(UNFPA) apunta esta falta de datos de violencia contra las mujeres. Hace ya 20 años de la encuesta que las autoridades realizaron para conocer la prevalencia de la violencia de género entre la sociedad. En aquel estudio, el 44% de las mujeres dijeron haber sufrido violencia física o sexual por parte de una pareja íntima en algún momento de su vida y alrededor del 22% informó de que había sucedido en los últimos 12 meses.
“En Tailandia nunca se ha hecho otra encuesta nacional hasta la fecha y es importante darse cuenta de que es la única forma de obtener información sobre cuál es la proporción de mujeres que experimenta violencia. Todavía usamos viejas tasas de prevalencia para el país”, lamenta Jansen. Y los datos parciales de los que se dispone no arrojan información positiva.
El Ministerio de Justicia comunicó en julio de 2018 que la violencia en el ámbito de la pareja o expareja había ido en aumento año tras año en sus estadísticas. Durante los primeros siete meses de 2018, más de 360 mujeres y niños fueron víctimas de abusos en el hogar en este país de 69 millones de personas. De estos casos, el 83,6% se produjeron solo en el primer trimestre, de enero a marzo.
Los datos más recientes de la Administración Metropolitana de Bangkok, la capital de Tailandia, ciudad de 8,2 millones de habitantes, muestran que 1.115 mujeres fueron víctimas de violencia de género entre octubre de 2018 y septiembre de 2019. El número se obtuvo de 11 hospitales y 68 centros de servicios de salud pública. Del total, el 33,75% de las víctimas estaban casadas y el 18,89% eran novias de sus agresores. No aparecen casos de ninguna exnovia. El 34,98% de las agresiones tuvo lugar en casa y el 27,09% en otros lugares.
Jansen subraya que si se suman los números de casos de violencia de los juzgados, la Policía y los centros de salud, se obtendrá solo la punta del iceberg. “Hace 20 años, la misma encuesta mostró que solo el 1% de las mujeres que había experimentado violencia en la pareja habían acudido a la policía. Los datos de los servicios oficiales no muestran lo que está sucediendo, son una gran subestimación”, advierte. En vista del hecho de que la mayoría no informa sobre la violencia, ella sugiere que no hay duda de que los datos, en realidad, “son mucho más altos”.
El pasado San Valentín, un hombre disparó y mató a su exmujer mientras trabajaba en una clínica de belleza en un centro comercial de Bangkok. La policía dijo que se habían divorciado una semana antes y él se había enfurecido tras ver en las redes sociales que alguien le había regalado un ramo de flores. Otra noticia reciente informaba de un caso en el que un marido celoso asesinó a un policía que había mantenido relaciones con su exesposa y después le cortó el pene y lo arrojó al fuego.
Jaray Singhakowinta, doctor en Filosofía y profesor adjunto de estudios de la sexualidad en la Escuela de Graduados de Lenguaje y Comunicación de Tailandia, dice que los medios locales se apoderan de estas historias y las cuentan de forma sensacionalista, aunque claramente existe un problema.
«Las dificultades económicas de Tailandia durante los últimos años y la creciente insensibilidad de las personas hacia la violencia contribuyen al aumento de los crímenes contra las mujeres», sugiere Singhakowinta. Los datos de la fundación Movimiento Progresista de Hombres y Mujeres (WMP), revelan que de los 623 casos de violencia de género contabilizados en 2018, 384 fueron asesinatos. Según sus estadísticas, además, estas cifras representan un incremento del 35,4% de las agresiones machistas respecto a 2016.
Los valores tradicionales de la familia tailandesa juegan un papel importante en esta situación, pues enfatizan una división clara entre los asuntos públicos y privados, alentando a las mujeres a guardar silencio sobre los problemas en el hogar y con sus parejas para mantener el honor de la familia. Algunos proverbios repetidos con frecuencia, incluso, desaconsejan intervenir en la vida amorosa de otras personas, para evitar que sus intenciones se malinterpreten y se les vea como la persona que intentó destruir la relación cuando la pareja finalmente se reconcilia.
Los valores tradicionales de la familia tailandesa alientan a las mujeres a guardar silencio sobre los problemas en el hogar y con sus parejas para mantener el honor de la familia
Phil Robertson, subdirector de la división de Asia de la organización Human Rights Watch, dice que “la vergüenza, el estigma social y la falta de interés o la capacidad de involucrarse por parte de la policía contribuyen aún más a que las víctimas estén realmente solas para hacer frente al problema y dependen de amigos o familiares para intervenir”.
Se suponía que esta situación cambiaría con la aprobación de la Ley de Víctimas de Violencia Doméstica de 2007 y la modificación del Código Penal. La citada ley comprende 18 secciones, muchas de ellas importantes para las víctimas, los perpetradores y los funcionarios del Gobierno. Por ejemplo, la número cuatro establece que “quien realice cualquier acto de violencia doméstica irá a prisión durante un máximo seis meses, pagará una multa de 6.000 bahts (unos 172 euros), o recibirá ambos castigos”. La sección cinco, por otro lado, señala que una víctima de violencia doméstica o una persona que ha tenido conocimiento de que ha sucedido una agresión, “tendrá el deber de notificarlo a un funcionario competente para que pueda ejecutar esta ley”.
Antes de 2007, la ley penal no incluía la violación conyugal como un delito, por lo que las mujeres no estaban legalmente protegidas contra las agresiones sexuales por parte de su pareja. La violencia que ocurre en la esfera pública o es cometida por un maltratador no familiar, como los ataques sexuales y el acoso, se condena con el Código Penal.
Sin embargo, aunque la policía tiene más poder que antes para actuar, sigue siendo reticente a intervenir. Las leyes pueden haber cambiado, pero las actitudes no. Como resultado, señala Robertson, “los maltratadores y asesinos a menudo se salen con la suya y sus crímenes quedan impunes. Algunos perpetradores, incluso llevan el asunto un paso más allá al afirmar que sus actos violentos no deben ni considerarse delitos”.
Ruengrawee Pichaikul, directora del Instituto de Investigación de Género y Desarrollo de Tailandia, reconoce que el sistema de Justicia que trata con el problema de la violencia de género “está fallando, comenzando por la policía que no la incluye en su lista de delitos prioritarios”. La experta recalca que en el último informe disponible sobre violencia contra las mujeres del Departamento de Asuntos de la Mujer y Desarrollo Familiar, de 2017, “no recoge ningún castigo a un maltratador en las estadísticas”.
De los 30.000 casos que Pichaikul estima que se dan realmente cada año, “el número de informes policiales se reduce a la mitad, y a un menor número de mujeres que buscan justicia en los tribunales, por lo que la impunidad es el principal problema”. Muchos casos, añade, acaban en una mediación entre la víctima y el maltratador.
Como explicó a un medio local en 2019 el coronel Ying Paweena Ekchat, un oficial investigador calificado, menos del 10% de las víctimas de violencia de género solicita el enjuiciamiento. Sittisak Wanachakit, vicepresidente de la Corte de Apelaciones, expresó en el mismo reportaje que por mucho que la ley de protección para las víctimas ya esté en vigor, pocos casos llegan a los tribunales y la mayoría de las personas no tienen ni siquiera acceso a la Justicia.
Katherine Gerson, investigadora para Tailandia de Amnistía Internacional, recuerda que en enero de 2017, “el Gobierno aprobó un proyecto de ley para reemplazar el de 2007”. De aprobarse, tras ser presentado a la Asamblea Legislativa Nacional para su consideración, cubrirá el acoso sexual, proporcionará medidas más integrales para combatir violencia doméstica y brindará una mayor protección a las víctimas.
Pese a los avances, y teniendo en cuenta la aceptación generalizada de la violencia machista entre la ciudadanía y las agencias gubernamentales, Tailandia todavía tiene «un largo camino por recorrer antes de que cese la violencia» contra las mujeres, concluye Robertson de HRW.
Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/05/12/planeta_futuro/1589299240_150276.html
Los casos de violencia en el hogar han aumentado como consecuencia del confinamiento, a veces utilizando la tecnología para manipular y controlar a las víctimas
La violencia doméstica es una lacra mundial que durante los últimos meses se ha disparado, en muchos casos, debido al confinamiento de las víctimas junto a sus agresores. Según la OMS, en Europa, durante el pasado mes de abril, ha habido un aumento del 60% en las llamadas de emergencia de mujeres que han sido objeto de malos tratos por parte de sus parejas. En España, el número de llamadas y consultas online para la atención de víctimas de violencia también se ha incrementado durante los dos últimos meses: según cifras del Ministerio de Igualdad, se han registrado 18.700 peticiones de asistencia, 7.125 más que en el mismo periodo de 2019. Y en algunos de estos casos de abuso, la tecnología ha jugado un papel relevante.
Desde que comenzó la pandemia de la COVID-19, el ecosistema tecnológico ha destacado por ofrecer soluciones y propuestas para ayudar a mejorar el día a día de las personas durante la crisis actual. Facilitar la enseñanza a distancia, mejorar el acceso a información relevante sobre el virus, o acelerar la investigación de posibles vacunas son algunas de las iniciativas que se han podido desarrollar gracias a la innovación tecnológica. Sin embargo, en casos puntuales, algunas soluciones tecnológicas han sido manipuladas para utilizarse con fines alejados de su objetivo original, y se han utilizado para ejercer abuso y acoso.
Las mismas tecnologías que protegen, facilitan rutinas y enriquecen el día a día de las personas, en ocasiones, están siendo manipuladas por los maltratadores para ejercer control sEnric Delgado, CTO de Cloud e IA en IBM España, Portugal, Grecia e Israel. obre sus víctimas. A menudo, siguiendo un patrón de control que busca infundir miedo y sumisión. Así, por ejemplo, la notificación de compras en la aplicación de la tarjeta de crédito se creó para evitar fraudes. No obstante, algunos maltratadores la utilizan para controlar lo que hacen sus víctimas en todo momento. O los timbres conectados, creados con la seguridad en mente, y que permiten ver quien entra y quién sale del hogar, también pueden ser utilizados negativamente para estar constantemente controlando los movimientos de una persona.
El mal uso de la tecnología por parte de este tipo de personas es un tema complejo, y no cuenta con una solución simple. No obstante, IBM considera que, teniendo en mente este tipo de consecuencias no deseadas, es posible diseñar tecnología que sea más resistente a estos usos negativos.
“Lamentablemente, en ocasiones la tecnología puede utilizarse con fines negativos, totalmente distintos a su propósito inicial. Por ello, es realmente importante que, en el inicio del proceso de creación, durante la fase del diseño, se puedan tener en cuenta una serie de consideraciones que ayuden a evitar que la tecnología contribuya a este tipo de comportamientos”, ha señalado
Para ello, IBM propone cinco principios clave en el diseño de la tecnología que pueden ser útiles para todo tipo de desarrolladores:
Promover la diversidad en los equipos de diseño: esto permite entender de una manera más amplia y diversa los casos de uso de cualquier tecnología, tanto sus aplicaciones negativas como las positivas. En este sentido es importante tener en cuenta no únicamente a los usuarios objetivo de la solución tecnológica, sino también a otros usuarios que puedan aprovechar la tecnología con otros fines.
Garantizar la privacidad y la elección del usuario: los usuarios deben estar correctamente informados a la hora de decidir sobre la configuración de su privacidad. Los ajustes deben ser fáciles de entender y se deben incluir notificaciones periódicas para que el usuario revise, de manera habitual, su configuración sobre los datos que se comparten.
Promover la transparencia: el efecto ‘luz de gas’ es un tipo de manipulación psicológica en la que se altera la percepción de la realidad de la víctima, y se provoca que dude de sus recuerdos y opiniones. Si un usuario puede eliminar todas las pruebas de que se está produciendo una acción determinada, o si no existe evidencia alguna de ella, esto podría conducir a que cualquier persona empiece a cuestionar su memoria. Por ello, la tecnología tiene que ser transparente para evitar que ciertos usuarios puedan ocultar o eliminar el rastro que puedan dejar otros usuarios. Por ello, la interfaz y el diseño de las notificaciones deben ser un punto importante que permita que los usuarios conserven el control sobre su entorno.
Reforzar la seguridad y los datos: Es importante que los productos sean seguros, y que solo recopilen y compartan aquellos datos estrictamente necesarios, para evitar su uso malicioso. Por ello, es recomendable pensar más allá de los modelos tradicionales de amenazas a la seguridad, y pensar en todo tipo de escenarios de riesgo en los que se pueda utilizar la tecnología como herramienta de abuso. Un ejemplo de ello podría ser que los miembros de una familia puedan gestionar sus canales o suscripciones de forma individual, sin un usuario único para todo el núcleo familiar.
Apostar por tecnologías más intuitivas: en algunos casos, las víctimas de abuso pueden no tener suficiente conocimiento tecnológico. Esto puede facilitar que personas que sí que tienen estas habilidades las utilicen en su contra. Por ello, es recomendable implementar tecnologías de fácil uso para cualquier usuario. Si el usuario entiende y sabe cómo usar una tecnología, es probable que esté mejor protegido ante abusos de terceros.
Estos cinco principios pueden aplicarse para evitar el control coercitivo no solo en situaciones de violencia doméstica, sino también en otras ocasiones en las que hay desequilibrios de poder, como por ejemplo en casos de personas dependientes, ancianos o personas que padecen discapacidades. En 2030 se estima que podría haber más de 125 mil millones de dispositivos conectados. Esto significa que los maltratadores tendrán a su alcance más herramientas para manipular y abusar de sus víctimas. “En un contexto cada vez más conectado, es realmente importante trabajar en el desarrollo de soluciones tecnológicas que no permitan que este tipo de personas las utilicen para controlar y dañar a sus víctimas”, ha señalado Enric Delgado. “Entre todos tenemos que seguir trabajando para garantizar que el mundo tecnológico sea inclusivo y seguro para todo el mundo”.
El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, pidió este domingo que se adopten medidas para hacer frente a «un estremecedor repunte global de la violencia doméstica» contra mujeres y niñas ocurridos durante las últimas semanas, debido a los confinamientos decretados por los Gobiernos durante la pandemia del COVID-19.
El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, pidió este domingo que se adopten medidas para hacer frente a «un estremecedor repunte global de la violencia doméstica» contra mujeres y niñas ocurridos durante las últimas semanas, debido a los confinamientos decretados por los Gobiernos durante la pandemia del COVID-19.
«Sabemos que los confinamientos y las cuarentenas son esenciales para reducir el COVID-19. Pero pueden hacer que las mujeres se vean atrapadas con parejas abusivas«, destacó el titular de la ONU.
Si hace unos pocos días Guterres pedía un alto el fuego mundial de todos los conflictos con motivos de la pandemia, en esta ocasión destacó que la violencia no siempre se limita a los campos de batalla y que la amenaza sobre mujeres y niñas se cierne precisamente en el lugar «donde deberían estar más seguras: en sus propios hogares».
La combinación de las presiones económicas y sociales provocadas por la pandemia, así como las restricciones de movimiento, han aumentado drásticamente el número de mujeres y niñas que se enfrentan a abusos, en casi todos los países. Sin embargo, incluso antes de la propagación mundial del COVID-19, las estadísticas mostraban que un tercio de las mujeres de todo el mundo experimentaban alguna forma de violencia en su vida.
El problema afecta por igual a las economías desarrolladas como a las más pobres: casi una cuarta parte de las estudiantes universitarias en los Estados Unidos afirmaron ser víctimas de agresiones sexuales o comportamientos inapropiados, mientras que en algunas partes del África subsahariana, la violencia en pareja suponía una realidad para el 65% de las mujeres.
Una investigación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) detalla los preocupantes efectos de la violencia en la salud física, sexual, reproductiva y mental de las mujeres: las mujeres que sufren abusos físicos o sexuales tienen el doble de probabilidades de abortar y esa experiencia casi duplica la probabilidad de caer en la depresión. En algunas regiones del mundo, tienen 1,5 veces más probabilidades de contraer el VIH, y existen pruebas de que las mujeres agredidas sexualmente tienen 2,3 veces más probabilidades de sufrir alteraciones debidas al consumo de alcohol.
En 2017, unas 87.000 mujeres fueron asesinadas intencionadamente, y más de la mitad por miembros de su familia.
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La presión sobre los servicios obstaculiza la respuesta
Según informaciones que maneja la ONU, desde el inicio de la pandemia y en comparación con el año pasado, se ha duplicado el número de llamadas a las líneas de ayuda en el Líbano y Malasia; en China se han triplicado; y en Australia, los motores de búsqueda como Google experimentaron el mayor volumen de consultas de ayuda por violencia doméstica de los últimos cinco años.
Estas cifras nos dan una idea sobre la magnitud del problema, pero sólo incluyen a los países en que existen sistemas de denuncia. A medida que el virus se propague en países con instituciones precarias, se prevé que disminuirá la información y la cantidad de datos y crecerá la vulnerabilidad de las mujeres y las niñas.
Juntos podemos y debemos prevenir la violencia en todas partes, de las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras trabajamos para vencer al COVID-19, António Guterres, Secretario General de la ONU.
La respuesta al incremento de la violencia es más complicada que en situaciones normales por el hecho de que las organizaciones encargadas de la respuesta a los abusos están sometidas a una enorme presión por las exigencias que supone el combate a la pandemia.
«Los proveedores de salud y la policía están desbordados y el personal escasea. Los grupos locales de apoyo están paralizados o carecen de fondos. Algunos centros para víctimas de violencia de género están cerrados; otros están llenos», dijo Guterres.
El Secretario General instó a todos los Gobiernos a incluir la prevención y la reparación de los casos de violencia contra las mujeres en sus planes nacionales de respuesta contra el COVID-19, y expuso varias medidas que podían adoptarse para mejorar la situación.
«Juntos», concluyó el Secretario General de las Naciones Unidas, «podemos y debemos prevenir la violencia en todas partes, de las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras trabajamos para vencer al COVID-19».
Recomendaciones de la ONU para la reducción de la violencia doméstica
Aumentar la inversión en servicios de ayuda en línea y en organizaciones de la sociedad civil.
Garantizar que los sistemas judiciales sigan procesando a los abusadores.
Establecer sistemas de alerta de emergencia en farmacias y tiendas de comestibles.
Declarar los centros de acogida como servicios indispensables.
Crear formas seguras para que las mujeres busquen apoyo, sin alertar a sus abusadores.
Evitar la liberación de prisioneros condenados por cualquier tipo de violencia contra la mujer.
Ampliar las campañas de concienciación pública, en particular las dirigidas a hombres y niños.
El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, pidió este domingo que se adopten medidas para hacer frente a «un estremecedor repunte global de la violencia doméstica» contra mujeres y niñas ocurridos durante las últimas semanas, debido a los confinamientos decretados por los Gobiernos durante la pandemia del COVID-19.
«Sabemos que los confinamientos y las cuarentenas son esenciales para reducir el COVID-19. Pero pueden hacer que las mujeres se vean atrapadas con parejas abusivas«, destacó el titular de la ONU.
Si hace unos pocos días Guterres pedía un alto el fuego mundial de todos los conflictos con motivos de la pandemia, en esta ocasión destacó que la violencia no siempre se limita a los campos de batalla y que la amenaza sobre mujeres y niñas se cierne precisamente en el lugar «donde deberían estar más seguras: en sus propios hogares».
La combinación de las presiones económicas y sociales provocadas por la pandemia, así como las restricciones de movimiento, han aumentado drásticamente el número de mujeres y niñas que se enfrentan a abusos, en casi todos los países. Sin embargo, incluso antes de la propagación mundial del COVID-19, las estadísticas mostraban que un tercio de las mujeres de todo el mundo experimentaban alguna forma de violencia en su vida.
El problema afecta por igual a las economías desarrolladas como a las más pobres: casi una cuarta parte de las estudiantes universitarias en los Estados Unidos afirmaron ser víctimas de agresiones sexuales o comportamientos inapropiados, mientras que en algunas partes del África subsahariana, la violencia en pareja suponía una realidad para el 65% de las mujeres.
Una investigación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) detalla los preocupantes efectos de la violencia en la salud física, sexual, reproductiva y mental de las mujeres: las mujeres que sufren abusos físicos o sexuales tienen el doble de probabilidades de abortar y esa experiencia casi duplica la probabilidad de caer en la depresión. En algunas regiones del mundo, tienen 1,5 veces más probabilidades de contraer el VIH, y existen pruebas de que las mujeres agredidas sexualmente tienen 2,3 veces más probabilidades de sufrir alteraciones debidas al consumo de alcohol.
En 2017, unas 87.000 mujeres fueron asesinadas intencionadamente, y más de la mitad por miembros de su familia.
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La presión sobre los servicios obstaculiza la respuesta
Según informaciones que maneja la ONU, desde el inicio de la pandemia y en comparación con el año pasado, se ha duplicado el número de llamadas a las líneas de ayuda en el Líbano y Malasia; en China se han triplicado; y en Australia, los motores de búsqueda como Google experimentaron el mayor volumen de consultas de ayuda por violencia doméstica de los últimos cinco años.
Estas cifras nos dan una idea sobre la magnitud del problema, pero sólo incluyen a los países en que existen sistemas de denuncia. A medida que el virus se propague en países con instituciones precarias, se prevé que disminuirá la información y la cantidad de datos y crecerá la vulnerabilidad de las mujeres y las niñas.
Juntos podemos y debemos prevenir la violencia en todas partes, de las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras trabajamos para vencer al COVID-19, António Guterres, Secretario General de la ONU.
La respuesta al incremento de la violencia es más complicada que en situaciones normales por el hecho de que las organizaciones encargadas de la respuesta a los abusos están sometidas a una enorme presión por las exigencias que supone el combate a la pandemia.
«Los proveedores de salud y la policía están desbordados y el personal escasea. Los grupos locales de apoyo están paralizados o carecen de fondos. Algunos centros para víctimas de violencia de género están cerrados; otros están llenos», dijo Guterres.
El Secretario General instó a todos los Gobiernos a incluir la prevención y la reparación de los casos de violencia contra las mujeres en sus planes nacionales de respuesta contra el COVID-19, y expuso varias medidas que podían adoptarse para mejorar la situación.
«Juntos», concluyó el Secretario General de las Naciones Unidas, «podemos y debemos prevenir la violencia en todas partes, de las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras trabajamos para vencer al COVID-19».
Recomendaciones de la ONU para la reducción de la violencia doméstica
Aumentar la inversión en servicios de ayuda en línea y en organizaciones de la sociedad civil.
Garantizar que los sistemas judiciales sigan procesando a los abusadores.
Establecer sistemas de alerta de emergencia en farmacias y tiendas de comestibles.
Declarar los centros de acogida como servicios indispensables.
Crear formas seguras para que las mujeres busquen apoyo, sin alertar a sus abusadores.
Evitar la liberación de prisioneros condenados por cualquier tipo de violencia contra la mujer.
Ampliar las campañas de concienciación pública, en particular las dirigidas a hombres y niños.
Las medidas restrictivas adoptadas en todo el mundo para luchar contra el COVID-19 intensifican el riesgo de violencia doméstica y aumentan la carga de trabajo en el hogar. Además, aquellas que se encuentran embarazadas, temen por su salud a la hora de asistir a controles o se quedan sin servicios. Los Gobiernos no pueden abandonar a las mujeres en medio de la emergencia.
La pandemia de coronavirus COVID-19 ha interrumpido gravemente el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva y ha obstaculizado la capacidad de las autoridades para responder a la violencia de género, en un momento en que las mujeres y las niñas necesitan más estos servicios, advierte el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
La directora del Fondo, Natalia Kanem, explicó en un comunicado quienes están sufriendo más en esta crisis de salud pública:
“Las embarazadas, que necesitan atención prenatal, pero no saben si es seguro ir a la clínica; las mujeres en relaciones abusivas atrapadas en casa en el futuro previsible y temiendo por su seguridad. Las decenas de millones de personas en los campos de refugiados, que están contando los días para que llegue el coronavirus, y para quienes el distanciamiento social simplemente no es una opción. Las personas mayores, muchas de las cuales están atrapadas de forma aislada, carecen de interacción social y son particularmente vulnerables a enfermarse gravemente por el virus”.
Kanem, como muchos otros líderes de las Naciones Unidas, llamó a la solidaridad, la resolución y el desinterés: “no debemos olvidar que hay personas que corren un gran riesgo como consecuencias de la crisis, aunque no sea visible de inmediato”.
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Spotlight Initiative/Agostina Chiodi
Protesta de mujeres en las calles de Argentina contra la violencia machista.
EL Fondo de Población trabaja con Gobiernos y socios para priorizar las necesidades particulares de las mujeres y las niñas, y su directora ha pedido 187 millones de dólares para apoyar a los países con sistemas débiles de salud pública, incluidos aquellos que están en situaciones frágiles o dependen de la ayuda humanitaria.
Además, está brindando material de apoyo a los sistemas de salud afectados y protege a los trabajadores de salud y las parteras. En China, Irán y Filipinas, por ejemplo, se han distribuido artículos de higiene esencial y otros artículos de protección para los más vulnerables.
“Pero debemos hacer mucho más para garantizar que se satisfagan las necesidades más íntimas, pero esenciales, de las mujeres y las niñas del mundo mientras luchamos contra el COVID-19 durante los meses difíciles que se avecinan”, concluyó Kanem.
La violencia doméstica durante las cuarentenas, un gran problema
Las medidas restrictivas adoptadas en todo el mundo para luchar contra del COVID-19 intensifican el riesgo de violencia doméstica y los Gobiernos deben defender los derechos humanos de las mujeres y los niños y proponer medidas urgentes para las víctimas de esa violencia, aseguró este viernes una experta en derechos humanos de la ONU haciéndose eco de las palabras de la directora del Fondo de Población.
«Es muy probable que aumenten las tasas de violencia doméstica generalizada, como ya sugieren los informes iniciales de la policía y la línea de ayuda directa. Para demasiadas mujeres y niños, el hogar puede ser un lugar de miedo y abuso. Esa situación empeora considerablemente en casos de aislamiento, como los bloqueos impuestos durante la pandemia del COVID-19”, advirtió la relatora especial de la ONU sobre la violencia contra la mujer, Dubravka Simonovic.
Simonovic expresó que todos los Estados deben hacer esfuerzos significativos para abordar la amenaza del COVID-19, pero no deben dejar atrás a las mujeres y los niños víctimas de violencia doméstica, ya que esto podría conducir a un aumento de la violencia, incluidos los feminicidios de parejas íntimas.
“El riesgo se agrava en un momento en que no hay o hay menos refugios y servicios de ayuda disponibles para las víctimas; cuando es difícil acceder a aquellos que aún están abiertos; y cuando hay menos apoyo de la comunidad; menos intervenciones policiales y menos acceso a la justicia ya que muchos tribunales están cerrados».
UNMISS/Isaac Billy
Doctores toman la temperatura de una mujer desplazada en Sudán del Sur.
Más carga en el trabajo doméstico
Asimismo, la experta de la ONU señaló que, para muchas mujeres, las medidas de emergencia necesarias para luchar contra el COVID-19 han aumentado su carga con respecto al trabajo doméstico y el cuidado de niños, parientes ancianos y familiares enfermos.
«Para empeorar las cosas, las restricciones de movimiento, las restricciones financieras y la incertidumbre generalizada envalentonan a los perpetradores y les proporcionan poder y controles adicionales».
Simonovic expresó preocupaciones particulares sobre las mujeres con mayor riesgo de violencia doméstica, como las mujeres con discapacidad, las mujeres migrantes indocumentadas y las víctimas de la trata.
La experta de la ONU pidió a los Gobiernos que no pongan la protección de las víctimas en espera y les instó a continuar combatiendo la violencia doméstica en los tiempos del COVID-19.
Las medidas para proteger a las víctimas deben permanecer disponibles o ser adoptadas durante la crisis. Eso incluye garantizar el acceso a la protección restringiendo las órdenes y manteniendo refugios seguros y líneas de ayuda para las víctimas. La policía debería aumentar sus esfuerzos para una acción rápida.
«Como hacer llamadas telefónicas puede ser peligroso en un contexto de confinamiento en el hogar, las líneas de ayuda pueden facilitar el acceso al proporcionar chats en línea y servicios de mensajes de texto para las víctimas. Los Estados también deben encontrar soluciones nuevas y creativas para apoyarlos«, dijo la experta.
Finalmente, afirmó que los Gobiernos no deben permitir que las circunstancias extraordinarias y las medidas restrictivas contra COVID-19 conduzcan a la violación del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia».
Los relatores especiales, los expertos independientes y los grupos de trabajo son parte de lo que se conoce como los procedimientos especiales del Consejo de Derechos Humanos. Procedimientos especiales, el mayor grupo de expertos independientes en el sistema de derechos humanos de la ONU, es el nombre general de los mecanismos independientes de investigación y monitoreo del Consejo que abordan situaciones específicas de países o cuestiones temáticas en todas partes del mundo. Los expertos en procedimientos especiales trabajan de forma voluntaria; no son personal de la ONU y no reciben un salario por su trabajo. Son independientes de cualquier gobierno u organización y sirven a título individual.
El número de niñ@s, jóvenes y adult@s sin escuelas o universidades debido al COVID-19 ha crecido en dos semanas desde el 20% al 87%,según cifras de UNESCO, entidad de la ONU para la educación y la cultural. A nivel global, la crisis educativa afectaba al terminar esta semana y el mes de marzo a unos 1.500 millones de estudiantes y 60,2 millones de profesores, preocupados en su gran mayoría por su escasa adaptación a la docencia a distancia, sea online o televisiva, mayor en el área del español.
El problema de la falta de recursos educativos no presenciales había sido señalado anticipadamente por la UNESCO en su publicación de 2018 Lifeline to Learning (ver aquí texto íntegro), quedetalla numerosas estrategias para usar teléfonos móviles para garantizar la continuidad del aprendizaje durante las interrupciones educativas. Si bien el informe analizaba específicamente a los refugiados, contiene lecciones y recomendaciones que son relevantes en el clima actual de cierres masivos de escuelas causados por COVID-19, acrecentados con la extensión de los cierres de aulas para evitar los contagios.
“La emergencia que atraviesa el mundo debido a la pandemia del coronavirus COVID-19, nos hace apreciar el trabajo de los y las profesoras porque nos obliga a enfrentarnos con un vacío muy grande. Ahora que nos ha pasado lo impensable a nivel global, tenemos otra perspectiva de lo que es impensable y debemos prepararnos para muchos escenarios totalmente nuevos que exigen respuestas que no hemos armado hasta ahora”, dijo Delaney en una entrevista con Noticias ONU desde Santiago, Chile. En su opinión, la coyuntura actual abrirá un espacio importante para reexaminar lo que se busca de los sistemas de educación formal. “Creo que las lecciones que estamos aprendiendo acerca de la solidaridad de la ciudadanía global nos va a servir para fortalecer la educación formal”, apuntó.
Enseñanza y alimentación
El 18 de Marzo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ya alertaba sobre el impacto que podría tener el COVID-19 en la alimentación escolar de los países latinoamericanos. El organismo especializado de la ONU pidió a los gobiernos prestar inmediata asistencia a los menores desfavorecidos, pues muchos de ellos recibibían la alimentación total o parcial en los centros donde acudían a las clases.
El cierre de las escuelas tendrá impactos a corto, mediano y largo plazo. El más inmediato y evidente es la interrupción del aprendizaje, pero también es inmediata la interrupción de la alimentación que muchos niños y adolescentes reciben en las escuelas y que a menudo constituye su principal fuente de nutrición. Hasta el 20 de marzo, el Programa Mundial de Alimentos calculaba que 300 millones de alumnos de primaria habían dejado de recibir sus alimentos al haberse suspendido sus clases.
En América Latina y el Caribe, los programas de alimentación escolar son de larga data en todos los países, desde los más pobres hasta los más avanzados. “Yo diría que la mayoría de los niños que están en primaria y secundaria recibe algún tipo de colación o comida en el contexto escolar. Por ejemplo en Chile, un país que tiene, quizás, más riqueza que algunos otros en la región, más del 75% de los alumnos recibe alimentación escolar. Y en muchos otros países es el 100%”, destacó Delaney.
Para sustituir esa carencia, los países han empezado a organizar sistemas que les permitan continuar distribuyendo comida a los estudiantes. Delaney citó el caso de Chile, donde están preparando canastas. “Como sabemos, hay que reducir el contacto entre personas, así que están preparando canastas para la familia entera, que se entregarían cada semana o cada diez días, dependiendo del tamaño de la familia y sus necesidades.”
Impacto psicológico
Pero las bondades de ir a la escuela no se reducen a aprender y comer. “Además de la enseñanza formal y la alimentación, el ámbito escolar es un lugar seguro, protector, que contiene a los niños, sobre todo en los contextos difíciles y peligrosos”, señaló la experta. Cuando los niños están limitados al espacio de su vivienda, sea ésta grande o pequeña, y se ven impedidos de convivir con sus amigos y asistir a la escuela, se aburren y tornan inquietos, muchas veces, empujando a los padres a situaciones de estrés que pueden devenir en violencia doméstica. “La falta del colegio en sus vidas diarias tiene un impacto enorme a nivel individual y de familia.”
Para la asesora regional de la UNESCO, la actual crisis “nos va a dar la oportunidad de apreciar el trabajo de los y las profesoras y ojalá que nos demos cuenta de la importancia y el tremendo trabajo que se hace en las seis u ocho horas diarias que los estudiantes pasan en la escuela”.
Delaney indicó que toda la población está recibiendo un impacto psicológico. “La incertidumbre, la ansiedad, el miedo, la avalancha de noticias e información que nos está llegando tienen un efecto en todos nosotros y los niños no son inmunes a la ansiedad que expresamos todos los adultos.”
Por si fuera poco, en el caso de los maestros hay también un aspecto económico muy preocupante: “la mayoría de los profesores en América Latina y el Caribe son mujeres, los ministerios de educación son, en muchos países, los empleadores más grandes, muchas veces el trabajo es precario, así que la idea de que los sistemas educativos van a estar cerrados por mucho tiempo, implica una inseguridad económica que sólo agrega a este trauma”.
El internet, una solución que excluye a los más pobres
Con el objetivo de mitigar el efecto de la interrupción de clases, muchos países se han dado a la búsqueda de soluciones de enseñanza a distancia, la mayoría de las cuales implica que el estudiante tenga en casa no sólo una computadora, sino acceso al internet. Sin embargo, esa solución no es realista porque excluye a los estudiantes más pobres.
“Ciertamente, la solución virtual podría ser parte de la respuesta, pero no podemos contar con acceso a esta respuesta mucho más allá de algunos grupos menos vulnerables o con más acceso. Y como cualquier tema de desigualdad en América Latina y el Caribe, los efectos de esta crisis van a golpear más fuerte a los grupos más vulnerables”, acotó Delaney. Recordó que el acceso al internet está muy concentrado en las ciudades capitales y que si hay acceso, no hay la costumbre de usarlo como un mecanismo educativo. “Hacer clases en línea u organizar la modalidad virtual requiere un conjunto de capacidades y recursos pedagógicos que en la región no tienen el nivel necesario para pensar que una solución en línea va a resolver gran parte del problema.” En México, por mencionar un caso, sólo el 60% de los estudiantes tiene internet.
En este sentido, la funcionaria de la UNESCO reconoció que si bien hay plataformas, se debe recurrir a la televisión y la radio: “La televisión nacional pública y la radio se han mantenido en muchos países como una opción para alcanzar a grupos grandes. En cuanto a materiales impresos, por el momento tenemos la misma limitación que con la comida: la distribución física.”
«Debemos acelerar los medios de intercambiar experiencia y ayudar a los más vulnerables, ya tengan o no acceso a Internet», señaló Angelina Jolie, Enviada Especial del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, que colaboró con la UNESCO para el establecimiento de la Coalición.
La pandemia del coronavirus COVID-19 ha probado que ningún país tiene un sistema educativo preparado para este tipo de emergencias. “Esta figura de cierres totales de sistemas escolares, realmente es inédita. No conozco ningún país que haya tenido que responder a una crisis de estas dimensiones, especialmente en conjunto con un cierre social tan amplio.”
En los países América Latina y el Caribe, ha habido muchos casos de cierres de escuelas por desastres naturales, no necesariamente a nivel nacional, y se ha acumulado experiencia con respecto a la recuperación de éstos que seguramente servirá cuando se haya superado la crisis y los centros escolares regresen a la normalidad, pero en esta ocasión, habrá que echar mano de todos los recursos educativos y de apoyo psicológico, lo mismo para los alumnos que para los docentes.
Delaney advierte que la situación empeorará
La asesora regional en Educación para la Salud y el Bienestar de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe anticipa que la situación actual empeorará en las próximas semanas y, mientras pasa el periodo más difícil, recomienda estar atentos a los mensajes de salud e higiene, buena alimentación, actividad física y disciplina que den estructura, seguridad y protección a las familias y a los niños.
Asimismo, aconseja mantener una rutina y fomentar la lectura entre los estudiantes, al igual que entre los adultos. “Hay que empezar con lo más básico: lectura, escritura, pequeños ejercicios matemáticos para los más chicos. Y para los que tienen acceso al internet, hay muchos programas que se pueden bajar para guiar un poco este ejercicio. Muchos de los ministerios también han puesto materiales, no solamente son programas interactivos, sino manuales y documentos que se pueden usar en la casa.”
La UNESCO trabaja
En el mismo sentido, la UNESCO realizó esta semana una reunión en línea de un grupo ad hoc de ministros de Educación que compartieron información sobre las medidas de ampliación desplegadas en sus países para apoyar a los maestros, padres y estudiantes a hacer frente al aprendizaje en el hogar. También señalaron los nuevos desafíos que requieren una cooperación mundial.
El grupo especial cuenta con 11 países de todas las regiones: Costa Rica, Croacia, Egipto, Francia, Irán, Italia, Japón, México, Nigeria, Perú y Senegal.
Al inaugurar la reunión, la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, hizo énfasis en que “la responsabilidad de actuar es colectiva”, y anunció el próximo establecimiento de una Coalición Mundial para la Educación Covid-19 a fin de seguir movilizando los conocimientos especializados de múltiples asociados y reforzar el apoyo a las respuestas nacionales en materia de educación.
Si bien en los primeros días del cierre de las escuelas la atención se centró en el despliegue de soluciones de enseñanza a distancia, ahora la atención se ha desplazado hacia el apoyo a los maestros y las familias.
“Más que nunca, es necesario acompañar a los alumnos tanto en el plano académico como en el emocional”, dijo Stefania Giannini, subdirectora general de Educación de la UNESCO. “Este es un llamado de alerta para que los sistemas educativos pongan un esfuerzo dedicado a las habilidades socioemocionales – empatía y solidaridad”, puntualizó.
La UNESCO trabaja arduamente para apoyar tanto a Gobiernos como a estudiantes y docentes a sortear este escollo con el menor impacto posible. Entre otros esfuerzos, junto con sus instituciones asociadas, ha puesto a disposición de la comunidad mundial instrumentos culturales digitales con acceso libre: La Biblioteca Digital Mundial con libros, películas, documentales y muchos más contenidos disponibles en siete lenguas. También elPortal de la Cultura de América Latina y el Caribe, la plataforma Culture Speaks, y las herramientas delCulture Sector Knowledge Management Tools para conocer las acciones de la UNESCO en la protección del Patrimonio en todas sus formas.
Fuente e Imagen: https://www.ibercampus.es/en-dos-semanas-los-estudiantes-sin-clase-pasan-de-20-a-39433.htm
Europa/Alemania/29-03-2020/Autor(a) y Fuente: www.dw.com
Por: Volker Witting
La organización de ayuda infantil El Arca quiere continuar ayudando a los más débiles. No se dejan desanimar por el cierre temporal de sus sedes en Alemania, sino que han desarrollado ideas creativas.
«Si la gente ya no puede venir a nosotros, tenemos que ir a ellos», dice Bernd Siggelkow a DW. El fundador de El Arca (en alemán Die Arche) es un pastor muy pragmático. Ya sospechaba que el estallido de la pandemia de coronavirus se volvería crítico para su organización. Sus 26 instalaciones en Alemania han estado cerradas desde la semana pasada.
Normalmente, alrededor de 4.000 niños socialmente desfavorecidos reciben alimentos de forma gratuita y son supervisados por educadores en esta obra social cristiana para niños y jóvenes que se financia casi en su totalidad con donaciones. Los padres, incluidas muchas madres solteras, acuden a menudo a El Arca. Pero esta crisis cerró las puertas habituales.
Ayuda sobre ruedas
Para Siggelkow se hizo rápidamente evidente. «Especialmente los pobres y los abandonados necesitan un compañero a su lado. Y ese compañero somos nosotros», manifiesta. Desde la semana pasada, Siggelkow y los 50 empleados aún activos con que cuenta ahora han estado llevando paquetes de ayuda con alimentos y artículos de higiene directamente a las puertas de los necesitados. «El problema es que los alimentos baratos han desaparecido con las compras de pánico. Estas personas simplemente no tienen dinero para comprar comestibles caros», indica.
Solo en Berlín, donde se fundó El Arca, los ayudantes ya han visitado a unas 150 familias. Llegan una o dos veces por semana, según sea necesario. El dinero que la organización ahorra en la cocina se gasta ahora en paquetes de ayuda.
A Antje Fürstenau, sus cuatro hijos y su esposo, las entregas les ayudan mucho. De lo contrario, la familia no llegaría a fin de mes, dice el hombre de 42 años en entrevista de DW: «Uno quiere ofrecerle a los niños al menos una comida caliente al día». Los artículos baratos y los productos enlatados a menudo se agotan, y su familia no puede pagar los que son más caros.
«Especialmente los pobres y los abandonados necesitan un compañero a su lado. Y ese compañero somos nosotros», dice Bernd Siggelkow, fundador de El Arca
Chatear y cocinar para mantenerse ocupado
Esta familia de Berlin-Hellersdorf se alegra también de otra nueva oferta de El Arca. Siggelkow y su equipo han tenido otras ideas para «mantener a los niños ocupados». Chats de WhatsApp, soporte de tareas en línea y un canal dedicado de YouTube están entre ellas.
«Creemos que es genial, todos mis hijos participan», dice Fürstenau. Y en lugar de comer en El Arca, la gente ahora cocina, e incluso los niños se suman. «Tenemos un reto semanal: cocinar con los niños y filmarlo. El Arca lo evalúa y lo premia».
Sin signos de violencia doméstica aún
Estas ofertas ayudan contra el aburrimiento, la frustración y la desesperación de estar práticamente encerrado en casa, confirma Fürstenau. La familia todavía se lleva bien en este tiempo de recogimiento. No ha habido peleas.
Esa es también la experiencia de Siggelkow. «La violencia doméstica actualmente no es un problema» entre los necesitados a los que asiste, confirma a DW. Pero, por supuesto, a algunos el techo ya les está cayendo encima.
Siggelkow llena su autobús con suministros de socorro todas las mañanas en Berlín-Hellersdorf. El fundador de El Arca también está muy motivado por lo agradecida que se muestra la gente.
Por ejemplo, el sábado de la semana pasada, lleno de comida bajo el brazo, tocó el timbre, la puerta se abrió y cuatro niños se abalanzaron sobre él con alegría. «Entonces tuve que decirles ‘¡niños, realmente tienen que alejarse un metro y medio de mí!’ Todos lloraron. Y yo también lloré».
Solidaridad y egoísmo
Estos momentos motivan al pastor, que en realidad quería celebrar ampliamente el 25 aniversario de El Arca con puertas abiertas, y no cerradas, como están ahora.
Siggelkow se protege a sí mismo y a sus empleados lo mejor que puede. Con mascarillas, desinfectante, suficiente espacio y, como agrega con una sonrisa, «un vaso de jugo de naranja recién exprimido para que todos tengamos suficiente vitamina C».
Siggelkow es un cristiano y un observador dedicado. Cree que la sociedad alemana continuará siendo solidaria después de la crisis. «Habrá quienes se retiren aún más y solo piensen en sí mismos. Y quienes se abran y solidaricen más. Y de estos últimos estoy viendo a muchos actualmente», expresa.
(rml/rr)
Fuente e Imagen: https://www.dw.com/es/solidaridad-frente-al-coronavirus-en-alemania/a-52918705
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