El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, pidió este domingo que se adopten medidas para hacer frente a «un estremecedor repunte global de la violencia doméstica» contra mujeres y niñas ocurridos durante las últimas semanas, debido a los confinamientos decretados por los Gobiernos durante la pandemia del COVID-19.
El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, pidió este domingo que se adopten medidas para hacer frente a «un estremecedor repunte global de la violencia doméstica» contra mujeres y niñas ocurridos durante las últimas semanas, debido a los confinamientos decretados por los Gobiernos durante la pandemia del COVID-19.
«Sabemos que los confinamientos y las cuarentenas son esenciales para reducir el COVID-19. Pero pueden hacer que las mujeres se vean atrapadas con parejas abusivas«, destacó el titular de la ONU.
Si hace unos pocos días Guterres pedía un alto el fuego mundial de todos los conflictos con motivos de la pandemia, en esta ocasión destacó que la violencia no siempre se limita a los campos de batalla y que la amenaza sobre mujeres y niñas se cierne precisamente en el lugar «donde deberían estar más seguras: en sus propios hogares».
La combinación de las presiones económicas y sociales provocadas por la pandemia, así como las restricciones de movimiento, han aumentado drásticamente el número de mujeres y niñas que se enfrentan a abusos, en casi todos los países. Sin embargo, incluso antes de la propagación mundial del COVID-19, las estadísticas mostraban que un tercio de las mujeres de todo el mundo experimentaban alguna forma de violencia en su vida.
El problema afecta por igual a las economías desarrolladas como a las más pobres: casi una cuarta parte de las estudiantes universitarias en los Estados Unidos afirmaron ser víctimas de agresiones sexuales o comportamientos inapropiados, mientras que en algunas partes del África subsahariana, la violencia en pareja suponía una realidad para el 65% de las mujeres.
Una investigación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) detalla los preocupantes efectos de la violencia en la salud física, sexual, reproductiva y mental de las mujeres: las mujeres que sufren abusos físicos o sexuales tienen el doble de probabilidades de abortar y esa experiencia casi duplica la probabilidad de caer en la depresión. En algunas regiones del mundo, tienen 1,5 veces más probabilidades de contraer el VIH, y existen pruebas de que las mujeres agredidas sexualmente tienen 2,3 veces más probabilidades de sufrir alteraciones debidas al consumo de alcohol.
En 2017, unas 87.000 mujeres fueron asesinadas intencionadamente, y más de la mitad por miembros de su familia.
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La presión sobre los servicios obstaculiza la respuesta
Según informaciones que maneja la ONU, desde el inicio de la pandemia y en comparación con el año pasado, se ha duplicado el número de llamadas a las líneas de ayuda en el Líbano y Malasia; en China se han triplicado; y en Australia, los motores de búsqueda como Google experimentaron el mayor volumen de consultas de ayuda por violencia doméstica de los últimos cinco años.
Estas cifras nos dan una idea sobre la magnitud del problema, pero sólo incluyen a los países en que existen sistemas de denuncia. A medida que el virus se propague en países con instituciones precarias, se prevé que disminuirá la información y la cantidad de datos y crecerá la vulnerabilidad de las mujeres y las niñas.
Juntos podemos y debemos prevenir la violencia en todas partes, de las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras trabajamos para vencer al COVID-19, António Guterres, Secretario General de la ONU.
La respuesta al incremento de la violencia es más complicada que en situaciones normales por el hecho de que las organizaciones encargadas de la respuesta a los abusos están sometidas a una enorme presión por las exigencias que supone el combate a la pandemia.
«Los proveedores de salud y la policía están desbordados y el personal escasea. Los grupos locales de apoyo están paralizados o carecen de fondos. Algunos centros para víctimas de violencia de género están cerrados; otros están llenos», dijo Guterres.
El Secretario General instó a todos los Gobiernos a incluir la prevención y la reparación de los casos de violencia contra las mujeres en sus planes nacionales de respuesta contra el COVID-19, y expuso varias medidas que podían adoptarse para mejorar la situación.
«Juntos», concluyó el Secretario General de las Naciones Unidas, «podemos y debemos prevenir la violencia en todas partes, de las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras trabajamos para vencer al COVID-19».
Recomendaciones de la ONU para la reducción de la violencia doméstica
- Aumentar la inversión en servicios de ayuda en línea y en organizaciones de la sociedad civil.
- Garantizar que los sistemas judiciales sigan procesando a los abusadores.
- Establecer sistemas de alerta de emergencia en farmacias y tiendas de comestibles.
- Declarar los centros de acogida como servicios indispensables.
- Crear formas seguras para que las mujeres busquen apoyo, sin alertar a sus abusadores.
- Evitar la liberación de prisioneros condenados por cualquier tipo de violencia contra la mujer.
- Ampliar las campañas de concienciación pública, en particular las dirigidas a hombres y niños.
El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, pidió este domingo que se adopten medidas para hacer frente a «un estremecedor repunte global de la violencia doméstica» contra mujeres y niñas ocurridos durante las últimas semanas, debido a los confinamientos decretados por los Gobiernos durante la pandemia del COVID-19.
«Sabemos que los confinamientos y las cuarentenas son esenciales para reducir el COVID-19. Pero pueden hacer que las mujeres se vean atrapadas con parejas abusivas«, destacó el titular de la ONU.
Si hace unos pocos días Guterres pedía un alto el fuego mundial de todos los conflictos con motivos de la pandemia, en esta ocasión destacó que la violencia no siempre se limita a los campos de batalla y que la amenaza sobre mujeres y niñas se cierne precisamente en el lugar «donde deberían estar más seguras: en sus propios hogares».
La combinación de las presiones económicas y sociales provocadas por la pandemia, así como las restricciones de movimiento, han aumentado drásticamente el número de mujeres y niñas que se enfrentan a abusos, en casi todos los países. Sin embargo, incluso antes de la propagación mundial del COVID-19, las estadísticas mostraban que un tercio de las mujeres de todo el mundo experimentaban alguna forma de violencia en su vida.
El problema afecta por igual a las economías desarrolladas como a las más pobres: casi una cuarta parte de las estudiantes universitarias en los Estados Unidos afirmaron ser víctimas de agresiones sexuales o comportamientos inapropiados, mientras que en algunas partes del África subsahariana, la violencia en pareja suponía una realidad para el 65% de las mujeres.
Una investigación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) detalla los preocupantes efectos de la violencia en la salud física, sexual, reproductiva y mental de las mujeres: las mujeres que sufren abusos físicos o sexuales tienen el doble de probabilidades de abortar y esa experiencia casi duplica la probabilidad de caer en la depresión. En algunas regiones del mundo, tienen 1,5 veces más probabilidades de contraer el VIH, y existen pruebas de que las mujeres agredidas sexualmente tienen 2,3 veces más probabilidades de sufrir alteraciones debidas al consumo de alcohol.
En 2017, unas 87.000 mujeres fueron asesinadas intencionadamente, y más de la mitad por miembros de su familia.
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La presión sobre los servicios obstaculiza la respuesta
Según informaciones que maneja la ONU, desde el inicio de la pandemia y en comparación con el año pasado, se ha duplicado el número de llamadas a las líneas de ayuda en el Líbano y Malasia; en China se han triplicado; y en Australia, los motores de búsqueda como Google experimentaron el mayor volumen de consultas de ayuda por violencia doméstica de los últimos cinco años.
Estas cifras nos dan una idea sobre la magnitud del problema, pero sólo incluyen a los países en que existen sistemas de denuncia. A medida que el virus se propague en países con instituciones precarias, se prevé que disminuirá la información y la cantidad de datos y crecerá la vulnerabilidad de las mujeres y las niñas.
Juntos podemos y debemos prevenir la violencia en todas partes, de las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras trabajamos para vencer al COVID-19, António Guterres, Secretario General de la ONU.
La respuesta al incremento de la violencia es más complicada que en situaciones normales por el hecho de que las organizaciones encargadas de la respuesta a los abusos están sometidas a una enorme presión por las exigencias que supone el combate a la pandemia.
«Los proveedores de salud y la policía están desbordados y el personal escasea. Los grupos locales de apoyo están paralizados o carecen de fondos. Algunos centros para víctimas de violencia de género están cerrados; otros están llenos», dijo Guterres.
El Secretario General instó a todos los Gobiernos a incluir la prevención y la reparación de los casos de violencia contra las mujeres en sus planes nacionales de respuesta contra el COVID-19, y expuso varias medidas que podían adoptarse para mejorar la situación.
«Juntos», concluyó el Secretario General de las Naciones Unidas, «podemos y debemos prevenir la violencia en todas partes, de las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras trabajamos para vencer al COVID-19».
Recomendaciones de la ONU para la reducción de la violencia doméstica
- Aumentar la inversión en servicios de ayuda en línea y en organizaciones de la sociedad civil.
- Garantizar que los sistemas judiciales sigan procesando a los abusadores.
- Establecer sistemas de alerta de emergencia en farmacias y tiendas de comestibles.
- Declarar los centros de acogida como servicios indispensables.
- Crear formas seguras para que las mujeres busquen apoyo, sin alertar a sus abusadores.
- Evitar la liberación de prisioneros condenados por cualquier tipo de violencia contra la mujer.
- Ampliar las campañas de concienciación pública, en particular las dirigidas a hombres y niños.
Fuente: https://news.un.org/es/story/2020/04/1472392