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Entrevista a Karoline Ferández: “El racismo es, de alguna manera, inherente a la sociedad y, por tanto, también existe en las aulas”

05 junio 2017/Fuente: El Diario de la Educacion

Karoline Fernández asegura que observar más atentamente lo que ocurre en los centros puede ayudar a detectar problemas de racismo, acoso o violencia. Detalles como la falta de relación con los demás o la separación por grupos en el patio pueden ser clave.

Médica de formación, la vida y sus propias decisiones han llevado a Karoline Fernández a la dirección del Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (Oberaxe). Hasta aterrizar en el observatorio, Fernández había desarrollado su carrera profesional en el ámbito de la Salud Pública. “Aparentemente no puede no tener mucho que ver, pero desde Salud Pública el objetivo del trabajo es la población general y los grupos vulnerables”, explica. De ahí saltó al Oberaxe: “Filosóficamente, este sitio era apropiado y me interesaba mucho”. Entre las atribuciones de este organismo está vigilar el mundo educativo reflejo, dice, del racismo “inherente a la sociedad”.

¿Hay racismo en las aulas de España?

Hay racismo en todas partes. El racismo, la xenofobia, de alguna manera son inherentes a la sociedad, y por tanto también existe en las aulas. Si pensamos en cómo desarrollamos nuestro conocimiento, aprendemos a través de la abstracción, la generalización y la clasificación de objetos en categorías. Clasificamos el mundo y a las personas, y depende de cómo se aplique, si se utilizan indicadores como la apariencia, la nacionalidad o la religión, se pueden llegar a crear estereotipos y prejuicios y aplicar ideas generales a personas individuales en vez de las particulares de ese sujeto. Los niños en concreto aprenden primero a conocer un grupo de personas cercano que le cuida, el endogrupo, y otro lejano de gente de la que desconfía. Es otra forma de clasificación. Esto significa que al final tenemos que aprender a convivir, a aceptar a los demás, lo diverso. Y podemos aprender de una forma tolerante o intolerante.

¿Tenemos datos sobre esta materia?

Un estudio del Ministerio de Sanidad sobre discriminación revela que en la escuela uno de cada cuatro alumnos dice haberla sufrido. Los colectivos más discriminados son el magrebí y el subsahariano. A nivel general, Eurostat, en su Eurobarómetro de 2012, explicaba que la causa de mayor discriminación es el origen racial o étnico, tanto en España como en Europa. Pero la discriminación puede ser sutil, no aparente, o llegar a situaciones de acoso y violencia, que son las que sí podemos detectar. Incluso las cosas sutiles hacen daño a la persona, porque se siente humillada, maltratada, porque lo sufre por pertenecer a un grupo, y si alguien es marroquí no va a dejar de serlo. Están expuestos a que les pase algo en cualquier momento por ese motivo. Esto genera una ansiedad y un daño que es mayor que si te pegan en una pelea normal por una causa menor.

Pero los niños son un folio en blanco, ¿no? Uno piensa que no deberían tener prejuicios per se.

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El folio en blanco se empieza a escribir muy rápido. Los niños, de bebés, ya diferencian quién es la gente cercana a ellos y quién no. Algunos expertos dicen que la violencia de género empieza a prevenirse en grupos de tres años ya. Hay cosas que empiezan a pasar desde que son pequeños. Todo lo que sea trabajar la diversidad, la inclusión, la diversidad de los demás, hay que enseñárselo a los niños desde muy pequeños, desde preescolar.

¿Están formados los profesores para acometer este fenómeno del racismo y la xenofobia?

Es variado. Hicimos una pequeña encuesta a los primeros participantes de los primeros seminarios que organizamos en la que les preguntábamos a los asistentes si pensaban que se producen incidentes racistas en sus centros educativos y el 89% creía que sí. Les preguntamos también si creían que pasan desapercibidas y el 96% dijo que sí. Sin embargo, solo el 3% piensa que el profesorado tiene suficientes herramientas para luchar contra este fenómeno. Las comunidades autónomas están haciendo un esfuerzo con protocolos y planes de convivencia, pero hay que seguir trabajando.  Ante un incidente de acoso a un niño no es fácil saber qué tienes que hacer. Lo que nos puede parecer que se debe hacer -juntar a agresor y agredido y preguntarles qué ha pasado- es lo contrario de lo que hay que hacer. Hay que tener cuidado. Hace falta formación y herramientas. Por otra parte, hemos cambiado de población en España. Teníamos una población muy homogénea y ahora hay más de cinco millones de extranjeros y 632.000 son menores de 16 años. En el curso pasado había 8,1 millones de alumnos, de ellos 715.846 no eran españoles. La mayoría se concentra en las escuelas públicas, y en algunas zonas hay una gran densidad de extranjeros que requiere trabajo para integrar y convivir. La diversidad es una ventaja, aporta riqueza y como tal hay que tomarla, no como un obstáculo. Donde se toma la diversidad como una ventaja, los alumnos de esos centros van a generar más capacidades.

Los centros saturados de inmigrantes, ¿provocan más racismo o al revés?

Depende del trabajo que se haga. En los centros que tienen una proporción de alumnos extranjeros elevados, el profesorado o la dirección se sensibiliza y tienen que tomar medidas porque otros alumnos nacionales no quieren ir. En muchos sitios se han puesto a trabajar y consiguen resultados estupendos. Un ejemplo es el IES Francisco Montoya, de Las Norias (Almería). Tiene un 70% de extranjeros y ha apostado por estrategias para mejorar la convivencia y por adquirir valores y educar en multiculturalidad. Les está yendo muy bien. Utilizan alumnos mediadores que se ocupan de resolver los conflictos en primer lugar. Están entrenados y disponibles en horario escolar y hacen resolución pacífica de conflictos.

En muchos patios de colegio, las niñas en general ocupan un pequeño espacio, las musulmanas están en una esquina juntas, los niños con discapacidad en otro juntos y el espacio central son los niños blancos nacionales jugando al fútbol. A quien no se fije igual le parece normal, pero no lo es, significa que los niños no están integrados. Hay que trabajar estas cosas. En el proyecto IN-CLUDED, por ejemplo, una de las cosas que se hace son las comunidades de aprendizaje, que implican a todas las personas que tienen que ver con la comunidad educativa de manera directa o indirecta en el aprendizaje de los niños. Incluir a profesores, padres, vecinos, miembros de ONG, etc. Este tipo de actividades ayuda a mejorar la inclusión no solo en el centro educativo sino en toda la comunidad.

Ha mencionado antes que hay indicadores que adelantan que se van a producir conflictos o incidentes. ¿Cuáles son?

Son cosas que pasan, las vemos y no les prestamos la suficiente atención -este es uno de los problemas muchas veces- porque “son cosas de chavales”. Por ejemplo, conductas discriminatorias con alumnos: un chico al que sus compañeros ignoran; alumnos a los que sus profesores no les hacen caso; que lo que digan o hagan niños de ciertas minorías se ignore; niños que son rechazados de algunas actividades; que cuando hay algún incidente siempre se piense en que ha sido fulanito; ser nombrado por el grupo al que se pertenece. También pasan cosas curiosas, como que hay profesores que estimulan a los niños a seguir con los estudios, pero a según qué grupos (gitanos, por ejemplo), como seguramente no van a estudiar no les estimulen. Si un niño es víctima de algo, puede haber indicadores de ello como el absentismo o que llegue sistemáticamente tarde porque no quiere entrar al colegio a la vez que los demás. Hay cosas a las que creo que se le presta poca atención, pero si a un niño le están pasando algunas de ellas, el daño que sufre es importante. Creo que todos las hemos visto, pero igual no les hemos dado la importancia que tiene.

¿Nos preocupamos más por algo que ha pasado siempre y no nos parecía tan grave o antes nos preocupábamos de menos por situaciones que deberían habernos hecho sonar alguna alarma?
Nos preocupamos más, pero creo que está bien. También nuestra sociedad es mucho más heterogénea que antes. Para integrar esa diversidad necesitamos trabajar, ser cuidadosos y prestar atención. El rechazo al diferente existe, es fácil manifestarlo. Si hay muchos diferentes es más fácil que ocurra con más frecuencia. Ocurren las dos cosas: le prestamos más atención, pero también hay más diversidad.

¿Qué hay que hacer cuando se detecta un incidente con tintes racistas o xenófobos?

A muy grandes rasgos, hay que actuar con la víctima, con los agresores y con el alumnado en general. Y hay que hacerlo de forma inmediata. Es necesario mantener la calma con todo el mundo. Una cosa que es importante es no ignorar el incidente: lo que ha pasado ha pasado. Los niños igual no lo pueden resolver solos y la víctima se va a sentir desprotegida si se dice que es una cosa de chavales. En los centros donde hay protocolos hay que activarlos. Con la víctima hay que hablar, pero hacerlo sin que sea evidente y sin hacerle preguntas que la culpabilicen. Hay que explicar qué se va a hacer, tanto a la víctima como a la familia. Hay centros que tienen establecida la figura del camarada protector, otro alumno que le acompaña. Esto es importante. Con el resto del alumnado, por un lado, es importante hacerle saber qué se va a hacer en el centro escolar. Que el centro manifieste públicamente que no acepta los incidentes violentos o de acoso. Hay algún colegio que cuando ha ocurrido algún incidente ha escrito una carta a todos los padres en este sentido. Es importante que las víctimas sepan que lo que les ha pasado no se va a repetir y que el centro será un factor protector. Con los niños que agreden hay que intentar tomar medidas para que se hagan responsables. Sanciones proporcionadas, pero educativas para que aprendan a ser responsables y empáticos, que probablemente el que lo hace no lo es mucho y necesita un aprendizaje. No hay que estigmatizarlo tampoco, debe saber que a él se le valora, pero no a sus acciones.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/06/01/el-racismo-es-de-alguna-manera-inherente-a-la-sociedad-y-por-tanto-tambien-existe-en-las-aulas/

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Diversidad y convivencia

Por: Ángeles Solanes

Vivimos en sociedades cada día más diversas, conformadas por personas que se identifican con unos grupos y unas formas de vivir, sentir y actuar que se diferencian, cuando no se oponen, a las de otros. Esta diversidad podría ser motor de desarrollo y crecimiento personal y colectivo, pero mal gestionada nos conduce a escenarios de enfrentamiento, garantía desigual de derechos y retroceso civilizatorio. Incluso, en el peor de los casos, incentiva un odio extremo que acaba teniendo consecuencias devastadoras.

La multiculturalidad exige convivir en la diferencia y requiere un urgente compromiso social y político con la causa de la humanidad compartida y de los derechos humanos. Solo así puede contrarrestarse el vigor que están tomando los discursos encaminados a instaurar un régimen de terror que justifique la violación de los derechos. Como alertaba Zygmunt Bauman, es preciso detener ese proceso de «adiaforización» que opera especialmente contra los inmigrantes y refugiados, y por el cual eximimos de cualquier evaluación moral a las manifestaciones de racismo, xenofobia y discriminación que se dirigen contra los otros.

El análisis de la diversidad latente en el espacio público y en la cotidianidad de Europa, lejos de ser una cuestión de potencial conflicto, debe enfocarse como un desafío no resuelto. Un reto inaplazable que conlleva el debate sobre cuestiones fundamentales como el acceso equitativo al espacio público, la distribución del poder y de los recursos y las políticas liberales en diferentes ámbitos como el laboral, el educativo y el sanitario. El reconocimiento de la diversidad requiere garantías jurídicas para el desarrollo de un ámbito de autonomía y libertad personal, con especial atención a las cuestiones que atañen a la igualdad efectiva por razón de género.

La máxima de un modelo progresivo de convivencia intercultural en sociedades abiertas y plurales exige no reducir el soporte normativo al monopolio coercitivo como única precondición posible, sino más bien apostar por transformaciones sustantivas del derecho para acomodar lo diverso a los estándares internacionales de protección exigibles. Para que dicho modelo sea posible, hay que ser conscientes de la necesidad de una acción conjunta que entienda la diversidad como un valor positivo para hacer frente común a la denominada por Ulrich Beck como «sociedad del riesgo», que menosprecia al ser humano.

Para abordar éstas y otras cuestiones que contribuyan a una gestión de la diversidad, potencien la convivencia pacífica y garanticen los derechos humanos, con la colaboración del Instituto de Derechos Humanos de la Universitat de València, un grupo de expertos procedentes de Canadá, Perú, Reino Unido, Francia, Italia, Grecia y España, nos reunimos hoy y mañana en la Facultat de Dret, en el III Congreso Internacional Multihuri sobre derechos humanos, diversidad y convivencia (I+D+i DER2015-65840-R, Mineco/Feder). Ésta es una oportunidad de reflexionar, desde el convencimiento, como propone Axel Honneth, de que la ciudadanía debe tomar consciencia de su capacidad para mejorar la sociedad junto a una teoría crítica que tiene ahora la obligación moral del optimismo.

Fuente: http://www.levante-emv.com/opinion/2017/06/01/diversidad-convivencia/1574418.html

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Adela Cortina: No es xenofobia, es aporofobia (rechazo al pobre)

28 Mayo 2017/Fuente: solidaridad/Autor:Solinet

La catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, Adela Cortina, defiende en su nuevo libro ‘Aporofobia, el rechazo al pobre. Un desafío para la democracia’ que no todos los extranjeros son tratados por igual ya que se recibe “con alegría” la llegada de turistas pero “parece que molestan los refugiados e inmigrantes”

“Observé que la xenofobia, el rechazo a los extranjeros, ocupaba el centro del discurso político, pero era evidente que no todos los extranjeros molestaban por igual. A los que llegaban cargados de petrodólares, por muy diferentes que fueran, se les ponía alfombra roja, igual que a los turistas”. Los extranjeros comenzaron a molestar cuando llegaron los inmigrantes económicos, a los que más tarde se sumaron los refugiados. “Luego vino Trump prometiendo levantar un muro y qué casualidad, era para impedir la llegada de los mexicanos, no de los canadienses”, explica.

Tras esta primera aproximación, Adela Cortina se planteó si los que molestan son los extranjeros pobres o los pobres en general.

La profesora afirma que le sorprende que el discurso xenófobo haya crecido tanto y tan rápidamente, cuando hace apenas unos años Europa vivía sus mejores años gracias a unas políticas públicas basadas en el principio de solidaridad. “El cerebro es muy plástico y podemos modificarlo —lo cual es muy buena noticia— pero tanto en un sentido como en otro. Se puede ahondar en la tendencia a la aporofobia si hay un discurso público que la favorece, una ideología predominante, la neoliberal, que es una reacción frente al Estado de bienestar y sostiene que el pobre es el único culpable de su pobreza”.

La “educación” de la sociedad

“El problema es que también la sociedad educa, y a veces, hay una contradicción flagrante entre lo que dicen los libros y lo que la sociedad transmite con el ejemplo”. “No quiero ponerme apocalíptica”, prosigue, “porque soy de los que creen que en la sociedad hay de todo y que hemos mejorado mucho, pero si los jóvenes estudian unos valores y luego ven que viven en una sociedad sin compasión por los que vienen de fuera, sin compasión con los pobres, sin solidaridad con los necesitados, no debe sorprendernos que aumente la xenofobia y la aporofobia”.

Fuente de la noticia: http://solidaridad.net/no-es-xenofobia-es-rechazo-al-pobre/

Fuente de la imagen: http://solidaridad.net/wp-content/uploads/2017/05/Pobreza-696×392.jpg

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Una nueva ola de violencia contra inmigrantes sacude Sudáfrica

Sudafrica/02 marzo 2017/Fuente: ABC

Los ataques contra extranjeros se suceden en varios puntos del país mientras afloran los discursos del odio.

En las dos últimas semanas Sudáfrica ha experimentado un alarmante brote de violencia focalizado hacia los extranjeros. El país, apodado la nación arco iris por su diversidad y carácter acogedor, está sufriendo un aumento de los discursos y actitudes de carácter xenófobo que alimentan los actos violentos.

Cerca de dos millones de extranjeros viven en Sudáfrica, la mayoría de ellos procedentes de otros países africanos, especialmente de Zimbabue, Nigeria y Somalia. En un estado con la economía estancada, castigado por una tasa de desempleo que ronda el 30% y con la mitad de la población viviendo bajo el umbral de la pobreza, algunos locales acusan a los extranjeros de quitarles sus puestos de trabajo y de participar en actividades delictivas como el tráfico de drogas y la prostitución, responsabilizándoles asimismo de la alta criminalidad que asuela el país.

Marcha contra inmigrantes y altercados

El pasado viernes día 24 se convocó una marcha en Pretoria, capital ejecutiva de Sudáfrica, para protestar por la presencia de nigerianos, zimbabuenses y pakistaníes en situación irregular. La manifestación, que contaba con el permiso de las autoridades y pretendía ser pacífica, acabó enfrentando a sudafricanos y extranjeros. La Policía disparó gases lacrimógenos y balas de goma para dispersar a la multitud, que estaba apedreando coches y quemando neumáticos para bloquear las calles de la ciudad. Al menos 136 personas fueron arrestadas.

En las últimas semanas, decenas de hogares y negocios regentados por inmigrantes han sido saqueados e incendiados en varios suburbios de Johannesburgo y Pretoria. El 11 de febrero un grupo de vecinos de Rosettenville quemaron al menos una docena de casas, en su mayoría ocupadas por extranjeros, que según ellos eran utilizadas a modo de burdeles y para el tráfico de drogas. Dichos ataques se han producido principalmente en municipios humildes, donde algunos residentes consideran a los inmigrantes competencia directa para los puestos de trabajo, oportunidades de negocio e incluso en el acceso a la escasa oferta de viviendas.

La raíz de la violencia

Con el fin del Apartheid y la transición a la democracia en 1994, Sudáfrica se abrió al mundo y se generó un flujo constante de inmigrantes africanos que se dirigieron hacia el sur en busca de una vida mejor, atraídos por las oportunidades que la economía de mayor crecimiento del continente ofrecía.

A día de hoy Sudáfrica es el país que acoge el mayor número de inmigrantes en África. Sin embargo, los extranjeros han sido blanco de ataques xenófobos a lo largo de las últimas décadas, siendo especialmente agitada la etapa comprendida entre 2008 y 2015. Más de 60 personas murieron a consecuencia de ataques violentos en 2008 y otras 50.000 se vieron obligadas a huir de sus casas. En 2015, el Ejército tuvo que tomar las calles para restaurar el orden tras la muerte de siete personas.

Loren Landau, catedrático de Movilidad y Políticas de Diversidad en el Centro Africano para la Migración y la Sociedad de la Universidad de Witwatersrand analiza, para ABC, la naturaleza de dicha violencia: «Cuando las personas son atacadas exclusivamente por lo que son y no por lo que individualmente han hecho, hablamos de xenofobia», afirma. Según explica, existe una aversión generalizada a los extranjeros, heredada de la era del Apartheid, cuando se utilizó mano de obra inmigrante para minar el poder económico y político de los sudafricanos negros. Landau asegura que los recientes ataques son contra personas de determinadas nacionalidades independientemente de su estatus legal (ya sean inmigrantes en situación regular o irregular). «Esto no es afrofobia como dicen algunos. Se trata de personas que reclaman su espacio en los municipios y comunidades en las que viven. Cualquier persona a la que los locales consideren foránea está en riesgo de discriminación». El profesor recuerda que en otras ocasiones los asiáticos que viven o trabajan en dichos municipios también han sido blanco de los violentos. Sin embargo, este ensañamiento no se extiende a los europeos debido a que éstos normalmente no forman parte de sus comunidades.

«Los ataques tienen su raíz en varios factores y cada incidente tiene su propia dinámica. En general las causas provienen de un profundo descontento con los servicios, la vivienda y la seguridad. Sin embargo, estos factores son generalizados y esta violencia sólo ocurre en áreas muy concretas afectadas por la falta de liderazgo político y por grandes desigualdades socio-económicas. Estas divisiones crean un aliciente para la movilización y determinados agentes políticos y socio-económicos usan a los extranjeros como chivo expiatorio o como un recurso para contentar a sus partidarios e intentar ganarse determinados sectores del electorado» explica el experto en migración.

El presidente sudafricano Jacob Zuma ha condenado enérgicamente los actos de violencia ocurridos recientemente entre locales e inmigrantes: «No somos un país xenófobo», rezaba su comunicado del 24 de febrero. Zuma ha anunciado que las autoridades seguirán persiguiendo tanto a los trabajadores en situación irregular como a aquellos que cometan cualquier acto delictivo. En opinión de Landau, sin embargo, el Gobierno no está haciendo todo cuanto está en su mano para frenar estos ataques violentos.

Determinados grupos de opinión van más allá y culpan directamente al Ejecutivo sudafricano de no crear suficiente empleo y oportunidades económicas para sus ciudadanos, hecho que habría provocado esta reacción violenta contra los extranjeros. Para muchos, el sentimiento anti-inmigrante no proviene de la comunidad que aloja a aquellos procedentes de otros países, si no de los representantes políticos. Recientemente, el alcalde de Johannesburgo, Herman Mashaba, de Alianza Democrática, fue duramente criticado después de declarar que los inmigrantes ilegales están vinculados a las actividades criminales en la ciudad. Tanto el CNA (Congreso Nacional Africano, partido en el gobierno nacional) como los grupos contra la xenofobia han arremetido contra Mashaba y su partido, culpándoles, incluso, de los recientes ataques contra propiedades que pertenecen a extranjeros. No obstante, funcionarios del CNA han hecho declaraciones en la misma línea recientemente y también en el pasado.

«El Gobierno ha llegado incluso a negar en varias ocasiones que la xenofobia exista en este país. Es más, en el Plan Nacional de Acción contra el Racismo, la Xenofobia y otras Intolerancias relacionadas apenas se menciona la xenofobia y no hay planes para combatirla·, denuncia el profesor universitario.

Malestar en otros países

El resurgimiento de la violencia contra los inmigrantes ha provocado indignación en otros países africanos. Uno de los principales afectados, Nigeria, ha reaccionado convocando al máximo representante de la diplomacia de Sudáfrica en su territorio para transmitirle su preocupación ante estos episodios violentos. Los altercados ocurridos en Sudáfrica tuvieron su réplica en Abuja, capital de Nigeria, donde manifestantes atacaron las oficinas de la compañía de telefonía móvil sudafricana MTN en protesta por las agresiones perpetradas contra sus conciudadanos.

Pese a esta nueva oleada de violencia, el profesor Landau no cree que estos ataques frenen el flujo migratorio procedente de estos países puesto que «los incentivos económicos son mucho más fuertes», y destaca que hay cientos de miles de inmigrantes que viven «relativamente en paz» en tierras sudafricanas. «Lo que sí puede pasar es que se dañen las relaciones internacionales, el comercio y la autoridad moral de Sudáfrica», sentencia.

 El fin de la violencia requiere de múltiples factores y Landau expone que queda mucho trabajo por delante: «La policía y la justicia deben perseguir y procesar a quienes están detrás de los ataques. También necesitamos un enfoque en la planificación urbanística que incentive la colaboración y no el conflicto. Otro paso necesario sería implantar medidas legales contra aquellos que promulguen discursos del odio. Lo que no funcionará –o al menos no funcionará por si solo- es la educación pública y los esfuerzos para promover la comprensión cultural. Éstos son valiosos en sí mismos, pero no detendrán la violencia», concluye.

Fuente:http://www.abc.es/internacional/abci-nueva-violencia-contra-inmigrantes-sacude-sudafrica-201703011059_noticia.html

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Preguntas sobre xenofobia y educación

Por: Enrique Samar

No alcanza en las escuelas con decirles a los alumnos «no hay que discriminar». Tenemos un enorme reto.

Poco tiempo atrás, la comisión de Educación de la Cámara de Diputados reclamó a los rectores de todas las universidades públicas del país que informen la cantidad de alumnos extranjeros que cursan, en qué carreras lo hacen y de qué países provienen. Nunca fue explicitado el motivo. El diputado Eduardo Amadeo, (Unión Pro) uno de los impulsores de la medida, se limitó a decir: «Queremos saber a quién le ponemos la plata».

El evidente enfoque discriminador, casi policial, forma parte de una ola que se extiende por todo el planeta, y algunos en nuestro país están presurosos de mostrarse como abanderados. En lugar de plantear que es un orgullo para el país que hermanos latinoamericanos nos elijan para su formación, para algunos retrógrados es un problema.
Preguntas para el señor Amadeo y sus compañeros: ¿ Dónde estudiaron Juan José Paso, Mariano Moreno, Juan José Castelli, Bernardo de Monteagudo? Cuando en los manuales de la primaria leyeron «Universidad de Chuquisaca» ¿dónde creían que estaba ? ¿Juan José Paso, hijo de un panadero, se hubiera destacado en el Cabildo abierto? o ¿Juan José Castelli se habría convertido en el «Orador de Mayo» si no hubieran estudiado en la Universidad de Chuquisaca ? ¿Bernardo de Monteagudo hubiera redactado la proclama de la Revolución del 25 de mayo de 1809, el «Diálogo entre Atahualpa y Fernando VII», fundado el periódico «Mártir o libre», participado de la Asamblea del Año XIII…? ¿Podemos imaginar a Mariano Moreno como fundador de La Gazeta y miembro fundamental de la Primera Junta si no hubiera estudiado en la Universidad de Chuquisaca?
Pero esas expresiones no son una sorpresa en realidad, porque se suman al proyecto de cárcel para migrantes, la deportación y el aumento de los operativos contra extranjeros, la desarticulación del programa Patria Grande, que permitía regularizar la documentación de habitantes de Estados del Mercosur, y la arremetida contra los ciudadanos de países vecinos por utilizar los servicios de salud.
Roberto Samar, docente de la Universidad Nacional de Río Negro, en el artículo «Xenofobia y violencia», contó recientemente que según el Mapa de la Discriminación del Inadi, en la Argentina, de cada 100 personas, 71 considera que se discrimina mucho o bastante a las personas migrantes de los países limítrofes.
¿Por qué siempre hay un «ellos»? ¿Por qué siempre una discriminación en el sentido de jerarquización de los seres humanos: negros, indios, jóvenes, judíos, islámicos, armenios, gays, comunistas, mujeres, inmigrantes, pobres…? Porque, como dice Raúl Zaffaroni en el libro «La palabra de los muertos», son necesarios los prejuicios para poder dar verosimilitud al chivo expiatorio. Si el que no se aviene al respeto a las «jerarquías» es diferente se lo erige en enemigo de la sociedad más fácilmente, pero si es muy parecido es necesario elaborar la diferencia, crear al extraño, al extranjero, que por extraño siempre genera sospecha y desconfianza.
Entonces surgen otros interrogantes. ¿Hay xenofobia en la escuela? La cuestión es inquietante. Xenofobia en la escuela implica hacernos preguntas que van más allá de decirles a los alumnos y alumnas «No hay que discriminar». Por supuesto que todos sabemos de docentes maravillosos en todos los niveles, pero también es bueno reconocer que muchas veces, para muchos, los chicos son «bolivianos» aunque sean jujeños, aunque sean salteños, aunque sean porteños. En las escuelas tenemos por delante un enorme desafío.
La poetiza Adrienne Rich escribió: «Cuando alguien, con la autoridad de un maestro, describe el mundo y tú no estás en él, hay un momento de desequilibrio psíquico, como si te miraras en el espejo y no vieras nada». Jacques Rancière, cuando habla de los dispositivos que construyen sentido y visibilidad dice: «Vemos demasiados cuerpos que son contados por otros sin tener ellos mismos la palabra. El sistema funciona seleccionando las voces que interpretan».
Llevado a la escuela, nos encontramos muchas veces, como dice la escritora Mercedes Mainero, con chicos silenciosos y silenciados. ¿Los escuchamos realmente o los silenciamos? ¿Les damos la palabra?
En el libro Wiphay cuento cómo saludaba muchos veces a los chicos en la Escuela Nº 23 del barrio de Flores Sur en la Ciudad de Buenos Aires. «¿Kamisaki?», «Cómo estás» en aymara o con el saludo incaico «Ama Sua, Ama llulla, Ama quella» o con el tradicional mapuche «Mari Mari». A veces también los felicitaba en guaraní «Mayteí viapavé». No era un capricho o simple extravagancia. Era una forma de reconocer los idiomas que muchos de ellos escuchaban en sus casas. Era desde la autoridad de un director de escuela pública reconocer su existencia, valorar los idiomas de los pueblos originarios. Son nuestros idiomas.
¿Y con las cuestiones de género cómo andamos? ¿En cuántas escuelas se forman filas separadas de nenas y de varones? Si muere en la Argentina una mujer por día por femicidio, ¿no es urgente que nos pongamos a pensar qué más podemos hacer?
Mónica Santino, directora técnica de fútbol de chicas de barrios marginados, de villas, en «Historias debidas» de Ana Cacopardo dice: «El fútbol en los barrios es un elemento poderosísimo, indispensable por la manera en que ayuda a construir vínculos por cómo genera pertenencia, por cómo hace sentir que el aporte de cada uno es valioso, por la alegría que genera… Poder jugar, tener derecho a jugar, ya implica para las mujeres de los barrios una toma de posición. Superar los condicionamientos, romper con la división de tareas y atribuciones cristalizadas y naturalizada en años, para ganar el derecho al ocio y al juego, implica sacudir toda una estructura. Así, el fútbol, sin dejar de ser una diversión, resulta un catalizador para cuestionarse las condiciones cotidianas de vida». ¿Y si lo tomamos como una bandera en nuestras escuelas, para que las chicas dejen de mirar cómo juegan los varones?
De todas estas preguntas, surge la urgencia de una educación intercultural crítica y de una educación sexual integral que atraviesen todas las instituciones educativas.
(*) Autor de Whipay y de «Encuentros. Historias de luchas, desvelos y preguntas en la escuela pública».
Fuente: http://www.lacapital.com.ar/preguntas-xenofobia-y-educacion-n1346908.html

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España: Un software para frenar el radicalismo 2.0

España/20 de Febrero de 2017/La Opinión de Murcia

La Universidad Miguel Hernández creará un algoritmo que detecte en redes sociales los mensajes que puedan esconder procesos de captación o potencien los ataques terroristas.

Forma parte de un proyecto de seguridad que integra a 9 países

Mientras Donald Trump ha conmocionado al mundo vetando la entrada a su país de los ciudadanos de hasta siete naciones de mayoría musulmana, para evitar cualquier tipo de peligro terrorista, en el Viejo Continente la estrategia es diferente, menos xenófoba y consciente de que gran parte del problema no está fuera sino dentro de casa. La Unión Europea se ha dado cuenta de que muchos de los autores de los últimos atentados perpetrados en sus estados miembros nacieron, crecieron y se radicalizaron en territorio europeo. Y también ha percibido que sus captaciones por parte de los grupos yihadistas se hicieron por Internet.

De ahí Pericles, el proyecto europeo del que forma parte el centro de investigaciones criminológicas Crímina, perteneciente a la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche. Un plan de acción con el que se tratarán de controlar y frenar los procesos de radicalización en Europa, haciendo especial hincapié en los riesgos relacionados con la propaganda violenta consumida a través de los entornos digitales.

El trabajo de Crímina dentro de este proyecto internacional, que cuenta con 15 socios procedentes de más de 9 países y con un presupuesto de 3 millones de euros, es desarrollar un software que permita a las diferentes fuerzas de seguridad europeas monitorizar los mensajes que inducen al radicalismo y que circulan a través del ciberespacio, que en ocasiones pueden esconder procesos de reclutamiento de futuros integristas.

Esta pasada semana era detenida en Alicante Dolores Hidalgo, natural de Abarán, por sus vínculos con la Yihad. Viuda de un ´soldado´ del Daesh, el juez Velasco la mandaba el viernes a la cárcel. La murciana planeaba viajar a Siria con sus cuatro hijos, a ´combatir´.

El director de Crímina, Fernando Miró, explica que diferentes cuerpos de seguridad de este continente ya tratan de controlar estos posts que se cuelan en las redes sociales; el problema lo encuentran a la hora de hacer un sesgo, de filtrar cuáles son los que, por ejemplo, pueden anticipar la ejecución de un atentado. «En este caso es cuando tenemos que hablar de «smart data» (el dato inteligente), filosofía ligada a Internet que prima más la calidad de la información que la cantidad. La policía ya tiene herramientas para controlar distintas conversaciones que se generan en redes como Twitter, pero hay temas que desembocan en millones de tuits. El algoritmo que nosotros pretendemos crear llevaría a cabo esa criba. Sería capaz de detectar qué mensaje es importante analizar e investigar a partir de una serie de parámetros semánticos», argumenta Miró, además de matizar que esas claves de selección las desarrollarán gracias a los resultados de un estudio que ya realizaron, denominado CiberHache, con el que determinaban cuáles eran los principales factores ambientales que convierten un tuit o un post de Facebook en algo peligroso.

Por ejemplo, el director de Crímina reseña que los mensajes radicales pueden verse potenciados tanto por cuentas en favor del terrorismo islamista como por las que apoyan a la extrema derecha. «A los radicales yihadistas les interesan los mensajes xenófobos porque potencia la percepción de victimización de los islámicos y les ayuda a radicalizarse. Se sospecha que hashtags como #stopislam los han podido crear los propios grupos yihadistas», dice Miró.

Crímina es uno de los dos participantes españoles que integran «Pericles». Junto a ellos se encuentra la Policía Local de Madrid, que es donde pondrán en práctica su tecnología. También forman parte otros agentes como la Policía Federal Alemana o el Ministerio de Educación en Grecia.

No obstante, Pericles no solo tratará de establecer claves contra los procesos de radicalización a nivel de seguridad. También buscará nuevas soluciones mediante diferentes investigaciones psicológicas y distintos programas educativos. «Francia, por ejemplo, está asumiendo un papel crucial en este sentido, a través de un plan que está llevando a cabo tanto en colegios como en entidades religiosas musulmanas que se están implicando en esta lucha contra los movimientos más extremistas», detalla Fernando Miró, que estos días ha estado en Bruselas ultimando detalles del proyecto, que echará andar a partir del próximo mes de mayo.

Este plan contra el terrorismo forma parte del programa europeo Horizonte 2020, que apuesta por una sociedad más segura.

Fuente: http://www.laopiniondemurcia.es/comunidad/2017/02/19/un-software-para-frenar-el/807004.html

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Una escuela sudafricana para niños refugiados víctimas de xenofobia

Sudafrica/09 febrero 2017/Fuente: Prensa Libre

En las escuelas normales sufren «xenofobia» y a veces «no les dan de comer», explica el director de un colegio sudafricano que da apoyo escolar gratuito a niños refugiados.

«Luchemos contra la xenofobia», se lee en los carteles de un aula de Sacred Heart College de Johannesburgo.

«Os damos las gracias por nuestro colegio y nuestros profesores», rezan en coro, con los ojos cerrados y las manos juntas alrededor de 175 niños en uniforme azul marino. Así comienzan su jornada escolar a las tres de la tarde.

Se sientan en las aulas de las que acaban de salir los alumnos habituales.

Durante tres horas los profesores imparten cursos de inglés y matemáticas a estos refugiados de entre 5 y 13 años. Son de la República Democrática del Congo (RDC), de Burundi, de Mozambique, de Zimbabue o de Eritrea.

Sudáfrica es la primera potencia económica del continente, por lo que cada año atrae a migrantes económicos o políticos. Según la página web Africa Check, en el 2015 ocupaba el segundo lugar mundial, después de Alemania, en número de solicitantes de asilo.

«En las escuelas, los pequeños refugiados sufren xenofobia por parte de sus compañeros y profesores; en ocasiones, no les ponen notas, o no les dan de comer», Colin Northmore, profesor.

Esta situación genera tensiones en una nación a la que le cuesta aplicar los ideales de su primer presidente negro Nelson Mandela (1994-1999) debido a la violencia heredada de los tiempos del apartheid.

Xenofobia

En las escuelas, los pequeños refugiados «sufren xenofobia por parte de sus compañeros y profesores», explica el director del centro, Colin Northmore. En ocasiones, «no les ponen notas, o no les dan de comer».

Ellos plasman sus vivencias sobre el papel, a su manera. En el despacho del director hay un dibujo de uno de estos niños en el que se ve a un joven uniformado a punto de tirarse de un trampolín suspendido en el vacío.

Ante la marginación existente, muchos niños de familias inmigrantes renuncian a ir al colegio. Otros no pueden acudir a los centros públicos por falta de documentación y de dinero para comprar los uniformes y los libros, según Colin Northmore.

Para ellos, el Sacred Heart College lanzó en el 2008 «Three2Six» (de 3h a 6h de la tarde), un programa concebido para los refugiados. Los propios profesores están a la espera de documentación, por lo que no pueden ser contratados en el sector público.

Antecedente

  • En 1976, cuando las barriadas arremetían contra el régimen del apartheid, el colegio se volvió multirracial. Le costó amenazas de la policía, que prendió fuego a la estatua de Jesucristo en la entrada del establecimiento.

«Aquí aprendo todo lo que necesito para salir adelante cuando vaya a un colegio normal», dice Claude, un congoleño de 12 años, con cara aniñada.

Después de tres años de clases en «Three2Six», Claude pasará al sistema educativo nacional, al igual que un cuarto de los alumnos del programa.

Su vida en Sudáfrica es complicada. «Nuestra vida en Congo era bonita, aquí compartimos apartamento con tres familias», describe.

Una oportunidad: Ante la marginación existente, muchos niños de familias inmigrantes renuncian a ir al colegio ahora el programa les ofrece otro panorama. (Foto Prensa Libre: AFP).
Una oportunidad: Ante la marginación existente, muchos niños de familias inmigrantes renuncian a ir al colegio ahora el programa les ofrece otro panorama. (Foto Prensa Libre: AFP).

Compromiso social

Cada noche, Claude deja su estuche, sus libros y su diccionario de inglés en clase.

«En casa se estropean debido a las condiciones lamentables en las que viven los niños», explica Gilbert Kongolo Kabasele, un profesor congoleño, que también se ve obligado a compartir vivienda con otra familia.

Con «Three2Six», el Sacred Heart College, un establecimiento creado por los maristas en el siglo XIX y frecuentado por varios nietos de Nelson Mandela, recupera su tradición de compromiso social.

En 1976, cuando las barriadas arremetían contra el régimen del apartheid, el colegio se volvió multirracial. Le costó amenazas de la policía, que prendió fuego a la estatua de Jesucristo en la entrada del establecimiento.

«Aquí aprendo todo lo que necesito para salir adelante cuando vaya a un colegio normal», Claude, 12 años.

Con la llegada de la democracia en 1994, la escuela se preguntó: «¿Dónde está la nueva injusticia?, ¿dónde está el nuevo apartheid? Son los niños de los refugiados privados de educación», recuerda Colin Northmore.

Él está convencido de que el «Three2Six», financiado con US$2.9 millones de fondos privados, podría servir de modelo a Europa, un continente confrontado desde hace dos años a la mayor ola de refugiados de su historia desde la Segunda Guerra Mundial.

Por de pronto, de vuelta a Alemania, una antigua voluntaria alemana del Sacred Heart College se inspiró de él para el lanzamiento de un programa de apoyo a los jóvenes sirios.

Fuente:http://www.prensalibre.com/internacional/una-escuela-sudafricana-para-nios-refugiados-victimas-de-xenofobia

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