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En las puertas del nazismo

Por: Marcelo Colussi

I

El sistema capitalista ha impulsado prodigiosos avances en la historia de la Humanidad. El portentoso desarrollo científico-técnico que se viene experimentando desde hace dos o tres siglos, que ha cambiado la fisonomía del mundo, va de la mano de la industria moderna surgida a la luz del capitalismo. Problemas ancestrales de los seres humanos comenzaron a resolverse con estos nuevos aires, que desde el Renacimiento europeo en adelante se expandieron por todo el planeta.

Pero ese monumental crecimiento tiene un alto precio: el modo de producción capitalista sigue siendo tan pernicioso para las grandes mayorías como lo fue el esclavismo en la antigüedad. Para que hoy un 15% de la población mundial goce las mieles del “progreso” y la “prosperidad” (oligarquías de todos los países y masa trabajadora del Norte), la inmensa mayoría planetaria pasa penurias. Con el agravante –cosa que toda la anterior historia humana no presentó– de la catástrofe medioambiental que su insaciable afán de lucro ha producido. No olvidar que para constituirse como sistema con mayoría de edad debió masacrar millones de nativos americanos y africanos, produciendo así la acumulación originaria que posibilitó la industria moderna en Europa. En síntesis: el capitalismo es sinónimo no tanto de desarrollo y prosperidad, sino de muerte y destrucción.

Ahora bien: ese desarrollo material fabuloso no logra repartir equitativamente, con auténtica solidaridad, los productos de su colosal producción: se llega al planeta Marte o se desarrolla inteligencia artificial más inteligente que la misma inteligencia humana, pero no se puede acabar con el hambre. Sin dudas, algo anda mal en el sistema capitalista. Y no se trata de algún error coyuntural, alguna tuerca suelta que se pueda ajustar: el problema es estructural, de base.

Dicho de otro modo: el sistema capitalista no puede ofrecer soluciones reales a los problemas de toda la Humanidad. No puede, aunque quiera, pues en su esencia misma están los límites: como se produce en función de la ganancia, del lucro personal del dueño del capital, el bien común queda relegado. Por más que lo intente –capitalismo de rostro humano, medidas caritativas para los más necesitados, válvulas de escape para permitir algunas mejoras paliativas– el sistema en su conjunto se erige 1) en contra del colectivo, al que convierte en esclavo asalariado explotándolo en forma inmisericorde, y 2) en contra de la naturaleza, a la que convierte en una mercadería más para consumir, obviando así que si la destruimos nos quedamos sin casa donde vivir.

Como sistema, el capitalismo tiene momentos de expansión y de repliegue, pues la producción no está planificada. Se supone que “la mano invisible del mercado” la regula; pero esa “mano” no resuelve a favor de las grandes mayorías, sino siempre en función de los capitales. Por tanto, periódicamente se asiste a crisis sistémicas generales, que siempre terminan pagando los más desposeídos (es decir: las mayorías populares).

Ahora, desde 2008, se cursa una de las más grandes de esas crisis, comparable a la de 1930 en el pasado siglo. La especulación financiera sin par llevó a un quiebre de las economías, produciendo una recesión fenomenal que empobreció más aún a los más pobres, haciendo desaparecer enormes cantidades de sectores medios y acabando con numerosos puestos de trabajo. El sistema no termina de salir de su marasmo, aunque los grandes capitales en aprietos (bancos de primer nivel, grandes empresas industriales como la General Motors) sí reciben asistencia de sus Estados, en tanto las grandes masas de empobrecidos tienen que ajustarse más el cinturón y resignarse. En otros términos: las ganancias quedan siempre para el capital, las pérdidas se socializan y las paga la clase trabajadora, el pobrerío en su conjunto.

II

En las potencias capitalistas (Estados Unidos, Europa Occidental, Japón), la crisis se siente de una manera distinta a como afecta en los países históricamente empobrecidos (el Sur, el antes llamado Tercer Mundo). El fantasma en juego en el Norte no es, exactamente, el hambre; pero sí la precarización de la vida, la falta de trabajo, el estancamiento económico. La pobreza, de todos modos, siempre es pobreza. Los planes de capitalismo salvaje de estas últimas décadas (eufemísticamente llamado neoliberalismo), además de acumular más riquezas en los ya históricamente más ricos, pauperizaron de una forma alarmante al conjunto de trabajadores en todas partes del mundo.

Por una combinación de causas (planes neoliberales de ajuste hacia las masas trabajadoras, robotización creciente que prescinde de mano de obra humana, traslado de plantas industriales desde la metrópoli hacia la periferia buscando condiciones de mayor explotación), los trabajadores del llamado Primer Mundo vienen sufriendo un descenso en su nivel de vida. En Estados Unidos, la primera potencia capitalista mundial, ello es más que evidente en estas últimas décadas.

Si bien el país no dejó de ser un gigante, la calidad de vida de sus ciudadanos no está en franca mejoría, en expansión, como pasó por varias décadas después de terminada la Segunda Guerra Mundial. De ser la “locomotora de la Humanidad”, como se la consideró por largos años, la economía estadounidense no está en sana expansión. El hiperconsumismo sin freno en que entró llevó a un hiperendeudamiento (a nivel personal-familiar y a nivel nacional) técnicamente impagable. El poder de Estados Unidos viene asentándose, cada vez más, en ser “el grandote del barrio”: la discrecionalidad con que fijó su moneda, el dólar, como patrón económico dominante a escala planetaria, y unas faraónicas fuerzas armadas que representan, ellas solas, la mitad de todos los gastos militares globales, son los soportes en que se apoya su actual grandiosidad. Pero la misma no es sostenible en forma sana, genuina. En otros términos: la principal potencia capitalista del mundo tiene, de alguna forma, pies de barro. La interdependencia de todos los capitales que fue tomando el sistema a nivel global permite a la clase dominante estadounidense seguir teniendo supremacía, y su Estado funciona como gendarme del orden mundial, ahora sin fantasma del comunismo a la vista. Pero su dependencia de capitales de otros puntos (China, Japón) es vital.

Por otro lado, su monumentalidad se basa, en muy buena medida, en los recursos naturales que roba en distintas latitudes (petróleo, minerales estratégicos, agua dulce, biodiversidad), por lo que sin ese militarismo desbocado –causa de muertes por millones, de destrucción, de avasallamiento de grupos más vulnerables– su supremacía económica no sería tal. James Paul, en un informe del Global Policy Forum, lo dice sin ambages: “Así como los gobiernos de los Estados Unidos. (…) necesitan las empresas petroleras para garantizar el combustible necesario para su capacidad de guerra global, las compañías petroleras necesitan de sus gobiernos y su poder militar para asegurar el control de yacimientos de petróleo en todo el mundo y las rutas de transporte”.

Pero esa economía próspera de las décadas del 50 y del 60 del siglo pasado se terminó. Estados Unidos, que de ningún modo ahora es un país pobre, está en decadencia. Los homeless (gente sin hogar) son cada vez más. Los trabajadores que han perdido sus puestos, y con ello todos los beneficios sociales, se cuentan por millones. Industrias florecientes de hace algunas décadas, ahora languidecen, pues para el capital es más rentable invertir en la periferia, con salarios de hambre, que en el propio territorio estadounidense.

Para ejemplo icónico de todo esto: la ciudad de Detroit. La que algunas décadas atrás fuera el centro mundial de la producción de automóviles, que nucleaba todas las grandes empresas de capital netamente norteamericano con casi tres millones de habitantes, ahora es una ciudad fantasma, con apenas trescientos mil pobladores, con fábricas cerradas, entre pandillas y calles sin luz. ¿Por qué? Porque lisa y llanamente el capital no tiene patria, no tiene nacionalismos sentimentales. Si los accionistas de la General Motors, la Ford Company o la Chrysler encuentran que les es más lucrativo montar sus plantas industriales en cualquier enclave del Tercer Mundo dejando en la calle a sus propios trabajadores estadounidenses, no tienen ningún reparo en hacerlo. Y de hecho, eso es lo que han hecho.

Esa es la situación que viene dándose en Estados Unidos, y también en otros países de Europa Occidental: los trabajadores van empobreciéndose. Es por ello que votaron a favor de la salida de la Unión Europea por parte de los británicos (así como quieren hacerlo también en Francia y en Holanda), o a favor de un ultraderechista como Donald Trump en Estados Unidos. El motivo para esa creciente derechización es el deterioro de la economía que, por supuesto, afecta a la clase desposeída y no a las oligarquías.

III

Aquí es donde entra a jugar un agravante extremadamente pernicioso: la ideología dominante, por supuesto de derecha y conservadora. De acuerdo a esta tendenciosa visión de las cosas, se omite la verdadera causa de esta creciente pauperización, buscándose un “chivo expiatorio”. El mismo está dado por los “extranjeros”, aquellos que, según esa deleznable ideología, “van al Primer Mundo a robar puestos de trabajo y a aprovecharse de la seguridad social”.

En otros términos: un otro distinto, proveniente de fuera del colectivo dominante, es puesto como causa de los males. Se está ahí ante el inicio del nazismo.

En la Alemania de la post guerra del 1918, ante su derrota y humillación a manos de las otras potencias europeas que le ganaron en la carrera por el reparto de las colonias africanas, fue apareciendo un espíritu revanchista. Adolf Hitler, independientemente de su posible psicopatología, encarnó ese ideal. El Führer decía lo que buena parte de la población alemana quería escuchar; él, como ninguno, supo levantar el ultrajado nacionalismo pangermánico, llevando el ideal teutón de “raza superior” como estandarte privilegiado. Para el caso, los judíos ocuparon el lugar de chivo expiatorio.

No puede decirse que los movimientos nazi en Alemania, o fascista en Italia, con Mussolini a la cabeza, sean atribuibles solo a la personalidad desequilibrada de líderes carismáticos; eso puede ser un elemento, pero definitivamente ellos representaban el ideal de buena parte de la población. Los alemanes querían recuperar el tiempo perdido, la moral pisoteada en la derrota de la Primera Guerra Mundial: ahí apareció entonces esa loca idea de la eugenesia, y de un blanco al que atacar, supuesto fundamento de todos los males y desgracias. Los campos de concentración atestados de judíos fueron el resultado de ello.

En los Estados Unidos actuales (y en buena parte de Europa Occidental que no termina de salir de la crisis financiera iniciada en el 2008) está sucediendo algo similar: una clase trabajadora golpeada, en camino de empobrecimiento paulatino, necesita encontrar una razón de sus males. El sistema, a través de los fabulosos medios de manipulación que dispone (medios masivos de comunicación, aparatos ideológicos del Estado, iglesias varias) impide ver las causas reales de la situación, poniendo a esos extranjeros en el lugar de los demonios que atacan. De esa forma, los inmigrantes indocumentados de Latinoamérica y el Caribe en Estados Unidos, o los africanos llegados en las infernales pateras a través del Mediterráneo, así como musulmanes y gente del Medio Oriente, se van transformando en el elemento satanizado que representa la supuesta fuente de todas las desventuras.

Hoy día no hay campos de concentración, ni en Europa ni en Estados Unidos; pero poco falta para ello. De alguna manera, esa exclusión de corte nazi ya comenzó. Donald Trump, así como lo hizo Hitler en su momento, encarna esa misión redentora, purificadora: su lenguaje xenofóbico, racista, ultranacionalista, quasi paranoico en algún sentido, rescata lo que una clase trabajadora golpeada quiere oír. “¡Fuera inmigrantes!” es la consigna.

El mundo de la opulencia del Norte va tornándose cada vez más hostil y refractario a los inmigrantes del Sur. No solo no quiere “hispanos”, “negros” o “musulmanes”; procede a deshacerse de ellos. El presidente Trump está empezando a poner en práctica esos valores, institucionalizándolos. Sus primeras medidas como mandatario de la Casa Blanca lo evidencian. La promesa del muro fronterizo con México, más allá de una bravuconada pirotécnica de campaña, pareciera querer concretarse en la realidad. La negativa de permitir ingresar “indeseables” musulmanes a suelo estadounidense se inscribe en esa línea.

En esa misma línea, también comienzan a darse, cada vez con mayor frecuencia y virulencia, actos de corte nazi en Europa. Como expresión sintetizada de esto, lo recientemente ocurrido en los canales de Venecia, donde un joven negro de origen africano se ahogó ante la mirada impávida de europeos que, incluso en algún caso, le proferían insultos racistas.

Todo esto bien pudiera ser el preámbulo a nuevos Auschwitz o Buchenwald. Los chivos expiatorios –la Psicología Social nos lo enseña con claridad meridiana– sirven justamente como elemento unificador para el grupo excluyente, que reafirma así su identidad supremacista excluyendo a los “inferiores” no deseables, satanizados como plaga bíblica.

El Brexit en Gran Bretaña, o Donald Trump en Estados Unidos, expresan ese encono visceral (fascista) contra el otro distinto, “malo de la película” que funciona como causa de todas las penurias, escamoteando las verdaderas causas del problema: el sistema capitalista.

Más allá que Trump pueda ser un megalomaníaco con profundas desequilibrios psicológicos, él representa lo que muchos ciudadanos estadounidenses comunes piensan, sienten, anhelan: volver a los tiempos dorados de su economía de 50 o 60 años atrás, presuntamente arruinada por los inmigrantes ilegales. Se olvida así que Estados Unidos es, ante todo, un país hecho por inmigrantes. Y, fundamentalmente, se omite el verdadero problema en cuestión: el empobrecimiento de los trabajadores no es por culpa de esos “indeseables” extranjeros, sino producto de un sistema que no ofrece salidas.

El nazismo inició así en los años 30 en Alemania, cuando un cabo del ejército, probablemente desequilibrado en términos psicológicos (eyaculaba solo dando sus discursos, emocionado como estaba), pudo ser el representante de lo que una mayoría empobrecida quería hacer: renacer como “raza superior”. Donald Trump sigue ese camino: representa el ideal supremacista de los wasp (white, anglosaxon and protestant –blanco, anglosajón y protestante–). El Ku Kux Klan supremacista (equivalente a los campos de concentración nazi y las cámaras de gas para judíos) se siente ahora dueño de la situación.

La llegada de Trump puede marcar un punto de inflexión en Estados Unidos. No está claro todavía cómo y para dónde seguirán las cosas. Como mínimo, queda más que evidente que para el campo popular no vienen los mejores tiempos. Es por eso que tenemos que estar extremadamente alertas a lo que siga, y prepararnos para enfrentar la locura en ciernes.

El capitalismo no tiene salida, y el nazismo, expresión afiebrada de un capitalismo enloquecido, es más pernicioso aún, porque hace del racismo su motor primordial. ¡Preparemos para enfrentar la tormenta que se viene!

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=222492&titular=en-las-puertas-del-nazismo-

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El efecto Trump

Por: Carolina Vásquez Araya

Desde Sydney a Los Ángeles, desde Londres a Nueva York, con ecos en Guatemala, México, Chile y otros países en los 5 continentes, las voces de millones de personas –en su mayoría mujeres– se unieron para manifestar su rechazo a la explícita posición misógina, racista y discriminatoria del nuevo habitante de la Casa Blanca. No esperaron a que Donald Trump desempacara sus valijas para hacerle ver que no importando la distancia, la vigilancia sobre sus políticas será constante.

Los temas más preocupantes para las manifestantes del 21 de enero se refieren a las actitudes carentes de empatía del nuevo presidente estadounidense con las minorías, en especial sus intenciones de cambiar leyes que representan conquistas importantes, como las que permiten el aborto y garantizan programas de asistencia en programas de salud sexual y reproductiva, el matrimonio igualitario, los programas para establecer controles de prevención contra el cambio climático, la contaminación y la degradación del ambiente y otros de beneficio social.

Trump parece haber alcanzado el sueño de su niñez sin reparar en que la presidencia del país más poderoso del mundo no es un juego de niños. Llegó con un discurso agresivo y descalificante hacia sus antecesores, convencido de haber logrado, junto con el palio presidencial, la omnipotencia. Craso error, porque aún con las desigualdades y precariedad en la cual vive el grueso de la población mundial, existe un contrapeso natural en las decisiones emanadas desde las principales potencias. Este poder se manifiesta no solo en convenios y tratados firmados y ratificados por las distintas naciones, sino también en la voz de ciudadanos cada vez más conscientes de sus derechos.

Este cambio de mando y de tendencia política, aun con ser relativo –el Departamento de Estado nunca ha bajado su bandera expansionista ni su agresiva política económica– muestra a un mandatario decidido a transformar su territorio en una fortaleza inexpugnable, hostil hacia los inmigrantes y abiertamente orientada a proteger sus intereses comerciales contra viento y marea, no importando cuáles sean las consecuencias para los países socios en esos tratados de intercambio. Sin embargo, lo que se veía fácil y posible en promesas de campaña con el objetivo de seducir a una población decepcionada de la política tradicional, en la realidad será una lucha a brazo partido contra intereses mucho más poderosos, fincados en complejos acuerdos entre compañías multinacionales y países productores de mano de obra barata cuyos intereses trascienden la visión de nacionalismo reeditada por Trump.

Para los países ubicados al sur, la situación es amenazante. Los mayores receptores de remesas de inmigrantes muchos de ellos residentes legales, pero también miles de indocumentados que trabajan en todo el territorio estadounidense, son los países del triángulo norte de Centro América y la nueva administración constituye una alerta roja para sus gobiernos, los cuales ya deberían comenzar a diseñar sus estrategias de negociación.

De no hacerlo, y de no hacerlo correctamente, la política anti inmigrantes de Trump podría generar una repatriación masiva de ciudadanos centroamericanos, quienes de paso perderían todo lo ganado durante su estadía en Estados Unidos. Esto, porque al ser indocumentados y carecer de estatus legal, el manejo de sus bienes es precario e inseguro. Al darse un movimiento de tal magnitud, la mayor fuente de divisas de algunos de estos países, como Guatemala, se reduciría drásticamente con las graves consecuencias que eso implica para los sectores más necesitados.

Fuente: http://www.carolinavasquezaraya

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EPGO África, un programa que “dignifica vidas y crea oportunidades para vivir en paz y en mejores condiciones”

Por: Hispanidad

Lo cuenta Luca Fabris, responsable de proyectos para África del Este en la Fundación Entreculturas, a Hispanidad. Una hermosa tarea que beneficia a miles de hombres, mujeres, niños y jóvenes, que son destinatarios del Programa EPGO (Educar Personas, Generar Oportunidades) en cuatro países de África: Chad, Uganda, Sudáfrica y República Democrática del Congo.

La Fundación Entreculturas es una organización no gubernamental que se constituyó en 1999 y está promovida por la Compañía de Jesús. Desde 1985, cuando surgió como asociación, se ha dedicado a las personas empobrecidas y excluidas, generándoles oportunidades para mejorar sus vidas a través de la educación, la promoción y la inserción social.

chad epgo áfrica

Una labor en la que cobra especial relevancia el Programa EPGO que lleva a cabo en diversos países de América y de África. Se trata de un convenio que nació en 2001 y donde Entreculturas no está sola sino que cuenta con la colaboración de Inditex y la ayuda del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR). En estos 15 años de trabajo conjunto, las distintas ediciones del EPGO han beneficiado a más de un millón de personas en 25 países de Hispanoamérica y África, usando la educación como motor de cambio y desarrollo. Y la relación será aún más duradera, pues el convenio fue renovado a finales de noviembre.

En concreto, en África, el programa EPGO en el trienio 2014-2016 se centra en el apoyo educativo y la integración socio-laboral de refugiados. Y es que existe una situación muy problemática con los refugiados urbanos en Sudáfrica y Uganda, así como con los sudaneses en Chad y los refugiados internos en RD Congo.

Llegará a más de 36.200 personas, con un presupuesto de unos 2,9 millones

“Un programa ambicioso de tres años que busca favorecer el acceso a un derecho básico a personas de extrema vulnerabilidad”, explica Luca Fabris, ya que llegará a más de 36.200 personas, gracias a un presupuesto de cerca de 2,9 millones de euros. “La educación es el eje fundamental”, añade, pues crea oportunidades, dignifica a los beneficiarios y mejora sus vidas.

En Chad, el proyecto se localiza en cinco campos de refugiados del este del país en la prefectura de Wadi Fira y pretende mejorar el acceso a la educación formal y no formal de más de 15.000 niños y jóvenes refugiados. En concreto, los niños acceden a la educación preescolar y a la primaria, y aprenden francongo epgo áfrica cés como los chadianos, y se fortalecen las capacidades psicosociales de los jóvenes. También se trabaja en la protección de los niños y jóvenes de la explotación, los abusos y la violencia.

Los enfrentamientos en la provincia de Kivu Norte en RD Congo han provocado que haya muchos afectados, especialmente niños y mujeres. Hay grandes necesidades educativas en la zona de Mweso porque se destruyeron infraestructuras escolares, el nivel de formación de los profesores es básico y falta material educativo. Por ello, el trabajo se centra en dos grandes áreas: educación formal (acceso de niños a educación primaria y de 3.000 jóvenes a secundaria, formación de profesores -por ejemplo, se invita a las niñas que acaban secundaria a formarse como docentes-, rehabilitación de infraestructuras y distribución de materia escolar) y no formal (cursos de alfabetización para mujeres y jóvenes, formación profesional para jóvenes y adultos, y actividades generadoras de ingresos).

epgo áfrica entreculturas

Asimismo, en RD Congo, las mujeres son un colectivo vulnerable, pues a menudo son víctimas de violencia sexual. Es importante un acompañamiento individualizado de las personas, priorizando a las más vulnerables (discapacitados, huérfanos, enfermos y mujeres solteras). Claro que el trabajo de Entreculturas y SJR está sujeto en todo momento a la continua inestabilidad de la región, con incesantes brotes de violencia.

“La educación sirve como prevención para el reclutamiento”. “Chad y Congo son crisis que se están cronificando y olvidando”

Pero no hay que olvidar la tragedia de los niños soldado que tiene lugar en varios países de África. Luca Fabris subraya que “en Chad y RD Congo, la educación sirve como prevención para el reclutamiento”. “Se trata de dar un sentido a su día a día y protegerles de este peligro”, añade. Además, considera que “no debemos olvidar ciertas crisis (como la de Chad y Congo, donde hay cinco millones de desplazados) que también son graves, aunque nadie escucha hablar de ellas en los medios y la comunidad internacional tiende a reducir su apoyo”. “Son crisis que se están cronificando y olvidando”, asevera el responsable de proyectos para África del Este en Entreculturas.

Por su parte, en Uganda, el programa EPGO busca satisfacer las necesidades básicas de refugiados y solicitantes de asilo en Kampala mediante su integración socio-laboral. En concreto, se propicia el acceso a alimentos, bienes de primera necesidad y servicios básicos; se garantiza la inserción al sistema escolar y se fomenuganda epgo áfrica ta la integración al mercado laboral a través de formación técnica y creando actividades generadoras de ingresos. La participación comunitaria es un eje fundamental y también hay que destacar la creación de un centro de educación infantil y la puesta en marcha de un programa propio de formación profesional.

En Sudáfrica, el programa se centra en dar una respuesta humanitaria a las necesidades de los refugiados y solicitantes de asilo, sobre todo los más vulnerables, que viven en Johannesburgo y Pretoria, en la provincia de Gauteng. Éstos viven en los barrios más pobres, en alojamientos con condiciones muy precarias, con menos acceso a los servicios básicos y son más propensos a estar desempleados.

La propuesta de Entreculturas y el SJR es integral, pues “no atiende sólo a una persona, sino al conjunto de la familia”, explica Luca Fabris. En concreto, les proporcionan: acceso a la educación primaria y secundaria, acceso a servicios de salud y otros bienes básicos, acceso a formación profesional y al mercado de trabajo, promoción de actividades generadoras de ingresos y un plan de abogacía.

En Sudáfrica, los refugiados sufren discriminación y xenofobia, por eso hay que “sensibilizar a la población local”

Pero en Sudáfrica, los refugiados sufren discriminación y xenofobia, por lo que es importante “sensibilizar a la población local”, afirma Luca Fabris. “Es uno de los países más ricos de África y su legislación permite la acogida de refugiados”, que llegan países como Tanzania, RD Congo, Somalia y Etiopía. El idioma, es una herramienta básica para facilitar su integración.

Conviene subrayar que el SJR lleva adelante el 80% de los proyectos que se realizan en los contextos urbanos, gracias a la financiación de Inditex, mientras en los campos trabaja junto a otras organizaciones (por ejemplo, en Chad, con ACNUR). Además, siempre tiene acuerdos con los gobiernos de los países africanos.

Hasta ahorasudáfrica epgo áfrica , el programa EPGO para el trienio 2014-2016 ya ha obtenido importantes logros: 20.000 niños y jóvenes han accedido a la educación formal, más de 2.000 personas formadas profesionalmente (docencia, costura, mecánica, repostería,…) y 500 han emprendido actividades generadoras de ingresos. En estos 15 años de historia del convenio entre Entreculturas e Inditex, cambiando vidas en Hispanoamérica y África, hay pequeñas historias que hacen grandes sus programas.

Por ejemplo la de la ruandesa Eugenie Mukandayisenga, una refugiada acogida en Uganda hace diez años, que ahora ayuda a otros refugiados y se ha convertido en docente. En la Universidad de Oxford, esta ruandesa destacó que “los refugiados saben que recibirán la asistencia más eficaz y apropiada al trabajar con individuos que ya han pasado por lo mismo”. En sus preugenie epgo áfricaimeros años en Uganda, Eugenie tuvo la ayuda de un amigo que le ofreció un préstamo para pagar su formación con un fabricante de joyas, que después le dio materiales para crear una pequeña empresa.

Ahora Eugenie trabaja a tiempo completo en el SJR “enseñando artes y oficios como forma de vida para los refugiados”, aunque eso es sólo una parte muy pequeña parte del apoyo general que les ofrece a nivel emocional o amistoso. Esta refugiada ruandesa, primero, crea un espacio para conversación terapéutica sobre problemas que las personas les cuesta expresar; en segundo lugar, sirve como “guía” local, enseñándoles a aprender a sobrevivir en Kampala y por último, ofrece orientación y apoyo a jóvenes, especialmente a mujeres, en edad escolar. Además, es madre de dos hijos, “estoy constantemente equilibrando las necesidades de mi propia familia con las de los demás”.

suzi epgo áfrica

Mientras, Suzi, una congoleña refugiada en Sudáfrica cuyo sufrimiento empezó cuando se negó a modificar los votos de un colegio electoral siendo funcionaria pública. Algunos de sus compañeros desaparecieron o fueron encontrados muertes, y Suzi entendió que tenía que marcharse de Kinshasa y buscar protección fuera de su país. Tras pasar por Zambia y Zimbabue llegó a Sudáfrica. No le fue demasiado complicado ser reconocida como refugiada y obtener la documentación, pero sí encontrar trabajo. Por suerte, tuvo la ayuda de otra compatriota refugiada para lograr alojamiento y un puesto como vendedora ambulante para subsistir, pero ha sido el programa EPGO el que está cambiando su vida, gracias al curso de peluquería que ha recibido, pues ya cuenta con una buena cartera de clientes, y además está asistiendo a un curso de informática.

“Me gustaría decir a mis compañeros refugiados que ser refugiado no es el final de la vida”, afirma Jeanette

Por su parte, Furaha es una mujer congoleña que vive como desplazada interna junto a sus hijos en un campo de la provincia de Kivu del Norte. A pesar de las dificultades, Furaha hace honor a su nombre suajili, que significa ‘Alegría’ y se esfuerza cada día para que sus hijos puedan estudiar y vivan en condiciones seguras sin perder la sonrisa. “Tuvimos que marcharnos cuando llegaron las milicias armadas”, explica, en la huida nació uno de sus hijos, llamado Éxodo. “Gracias al SJR se están escolarizando niños y me gustaría que Éxodo también pueda ser educado. Ojalá llegue la paz algún día y podamos, además, regresar a nuestro pueblo”.

jeanette epgo áfrica

“Lo que me hace la persona que soy hoy es que tuve la suerte de conocer a alguien que me enseñó cómo montar un negocio y vender los tejidos kitenge”, cuenta Jeanette, refugiada congoleña en Uganda y dueña de un negocio de telas en Kampala. En RD Congo trabajaba en un banco, “la vida en Goma era buena, no era difícil antes de que la rebelión comenzase”, comenta, “pero después empezaron a secuestrar a la gente y a algunos los mataban sin motivo. No podíamos dormir y la situación no hacía más que empeorar. Cada día, cuando se hacía de noche, la gente tenía miedo. Yo quería vivir en un lugar donde no tuviese miedo por las noches… quería tener paz”. Así, dejó su país y llegó a Uganda en 2013. “Me gustaría decir a mis compañeros refugiados que ser refugiado no es el final de la vida”, añade.

Cuatro historias que son una pequeña muestra del millón de vidas que ha logrado cambiar el EPGO África en los últimos 15 años. Una cifra que seguirá creciendo y que demuestra como es posible lograr, con la colaboración de Inditex y de otras entidades, un cambio real en miles de personas que han tenido que dejar sus países y buscar refugio en otros lugares del continente.

Fuente: http://www.hispanidad.com/epgo-africa-un-programa-que-dignifica-vidas-y-crea-oportunidades-para-vivir-en-paz-y-en-mejores-condiciones.html

 

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Ecuador: La Ley de Movilidad apunta a educación, salud y seguridad y seguridad social del migrante

Ecuador/09 de Enero de 2016/El Comercio

La Ley de Movilidad aprobada en la Asamblea el jueves reemplazará a la ley migratoria que data de la época de la dictadura. Esta última fue creada en un contexto de persecución de personas consideradas sospechosas o subversivas. Esos argumentos utilizaron los legisladores para aprobar la norma. Ahora, los asambleístas dicen que el nuevo texto beneficia a 2 204 000 ecuatorianos que están fuera del país, a los 70 000 retornados al Ecuador, a aquellos extranjeros que viven aquí, a los refugiados, a los considerados apátridas y a las víctimas de trata y tráfico.

Beneficios para los ecuatorianos en el exterior

Con la nueva ley, los migrantes podrán acceder a programas educativos virtuales para concluir el bachillerato o para estudiar carreras universitarias en instituciones públicas del Ecuador.

También tendrán oportunidad de aplicar a concursos de becas. Esto se planteó porque para los compatriotas “es muy difícil” acceder a la educación en los países donde residen.

Una vez que se apruebe la Ley de Movilidad Humana, los emigrantes podrán afiliarse voluntariamente a la seguridad social ecuatoriana. La idea es que cuando retornen, los afiliados accedan a una pensión jubilar y a los servicios médicos, créditos hipotecarios, quirografarios y otras prestaciones que ofrece el IESS y Biess.

Los consulados ecuatorianos que operan en el mundo deberán activar oficinas para dar asistencia jurídica gratuita a aquellos compatriotas que sufran vulneración de sus derechos, discriminación, xenofobia, estafas, etc.

Según los legisladores, esto permitirá apoyar a quienes no cuentan con los recursos económicos suficientes y, además, dar seguimiento a los casos.

Por primera vez se establece que el Estado indague las denuncias de emigrantes que desaparecieron en su travesía al exterior. Sus familiares podrán denunciar en el país o en la nación donde residan. Esto también aplica para los casos de ecuatorianos que puedan extraviarse en otras circunstancias.

Nuevas medidas para extranjeros en el ecuador

Los extranjeros podrán permanecer en calidad de turistas hasta por 180 días. La legislación actual solo permite hacerlo por un lapso de 90 días.

Sin embargo,  la nueva ley señala que, excepcionalmente, los extranjeros podrán solicitar una visa especial de turismo por un plazo máximo de un año. Este documento no aplicará para trabajar y solo se solicitará una vez cada 5 años.

Hay nuevas reglas para los turistas que vivan en un país de la Unión de Naciones Suramericanas. Según la normativa aprobada, este grupo podrá ingresar al Ecuador solo con su cédula de identidad. Es decir, no será necesario el pasaporte.

Actualmente,  solo los ciudadanos de Colombia, Bolivia y Perú pueden entrar apenas con la cédula. Además, Ecuador activará puntos de control migratorio preferenciales en aeropuertos, puertos y pasos fronterizos para los turistas de la Unasur. El plazo de permanencia será de 180 días.

La ley habla de ocho tipos de visas: residente temporal, residente permanente, temporal de excepción, diplomática, humanitaria, de turista, especial de turismo y por convenio. Las residencias temporales duran dos años y podrá ser renovada por una vez.

La nueva ley mantiene la política estatal de no solicitar visado a los turistas del mundo; salvo 11 países: Cuba, Afganistán, Bangladesh, Eritrea, Etiopía, Kenia, Nepal, Nigeria, Pakistán, Somalia y Senegal.

Apoyo para los emigrantes que regresen al país

Uno de los puntos más analizados en el debate fue la eliminación y reducción de aranceles para importar el menaje de casa, equipos de trabajo o vehículos.

Los compatriotas que retornen al país podrán traer un automóvil y una motocicleta, como menaje. El modelo de los vehículos no deberá sobrepasar los cinco años de antigüedad.

La Ley de Movilidad Humana precisa que los compatriotas únicamente podrán ingresar automóviles cuyo valor esté por debajo de los 60 salarios básicos (USD 22 500 con el sueldo mínimo actual) y motocicletas que no superen los 21 salarios básicos (USD 7 875).

Sin embargo, aquellos vehículos que sobrepasen esos montos, pero no excedan los cinco salarios básicos adicionales, podrán ingresar al Ecuador, pero los propietarios pagarán los tributos y aranceles que correspondan por la diferencia.

Según la nueva norma, los vehículos podrán ser comercializados luego de cuatro años de uso, como mínimo. Un punto polémico en la nueva legislación está relacionado con el uso de estos vehículos.

En la ley se dice que las autoridades (Aduanas o Agencia Nacional de Tránsito) deberán regular si familiares podrán usar o no los automotores. Por ahora solo el dueño está habilitado para hacerlo. Los legisladores quieren evitar ventas ficticias a parientes o amigos.

Víctimas de trata y tráfico y causas de deportación

La nueva legislación tiene un capítulo exclusivo para el tema de la trata y el tráfico de migrantes. Los legisladores se enfocaron sobre todo en la prevención y atención a las víctimas de estos delitos.

En la normativa se pide a los entes gubernamentales que creen un registro para identificar a las víctimas. Esto permitirá recoger, procesar y analizar la información. Según la ley, estos datos se usarán para crear políticas, planes de acción, estrategias de prevención y medidas para desarticular a las redes criminales.

La Ley de Movilidad elimina la Ley de Extranjería vigente desde 1970. En el documento aprobado, los legisladores incluyeron ocho causales para la deportación de un extranjero que resida en territorio ecuatoriano.

Entre esas causas están, por ejemplo, ingresar por un lugar no autorizado (salvo personas con protección internacional como refugiado, apátridas y asilados), no haber iniciado los trámites de regularización, haber recibido la revocatoria de la visa, haber cometido delitos cuyas penas sean menores a los cinco años o haber interferido en asuntos de política interna.

En la ley  aún vigente únicamente existen tres causales para expulsar a un extranjero del país: quien ha ingresado al Ecuador sin pasar por el control migratorio, quien haya cumplido una sentencia por delitos penales, o los “delincuentes comunes” que no pudieran ser juzgados en el país.

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Desafío a la violencia contra mujeres de color y su invisibilidad: un imperativo marxista

Por: Lilia D. Monzo/Peter McLaren.

Nos estamos adentrando en una era en la que la avaricia desenfrenada, el racismo, el sexismo y otras formas de odio vuelven, una vez más, a ser proclamadas descaradamente y sin remordimientos. Este giro desde lo que en su día se asociara negativamente con el racismo y los intentos de evitar ser etiquetado como racista se ha hecho cada vez más evidente en EE. UU. a partir de 2014, cuando sorprendentemente no hubo castigo ni sanción a una serie de asesinatos de hombres de raza negra desarmados a manos de policías de raza blanca (Monzó y McLaren, 2014). En algunos de estos casos, los agentes de policía mostraron una auténtica falta de compasión por dichos hombres en los últimos instantes de sus vidas. La cobertura nacional de estos hechos dejó claro a potenciales detractores y predadores que el racismo aún prevalecía y estaba profundamente arraigado en la sociedad de EE. UU. La supremacía de la raza blanca y el veneno misógino que el esperanzado republicano estadounidense Donald Trump está vendiendo en su campaña presidencial de 2016 no se veía desde que la presidencia de Ronald Reagan calificara a millones de desempleados estadounidenses como potenciales estafadores del estado de bienestar y creara la idea de que el fraude al estado de bienestar era una epidemia nacional. La idea de la reina del bienestar, una perezosa mujer de raza negra que vive a costa del dinero de los honestos contribuyentes (de raza blanca), se originó en la base de la inconsciencia estructural de Estados Unidos (Litchman, 1982).

Con horribles acusaciones que tachan a todos los mexicanos que inmigran a EE. UU. de criminales y violadores y que se oponen a la entrada de musulmanes al país, Donald Trump ha construido una campaña alimentada por el miedo al «otro» y conseguido muchos seguidores. En la ciudad de Ferguson, Missouri, se desató el miedo y la angustia y se unieron por todo el país comunidades de aliados de raza blanca y de color para protestar contra este ataque racista hacia las personas de raza negra. Somos defensores de estos esfuerzos por apoyar a nuestros hermanos de raza negra, pero también queremos aludir a uno de los objetivos sistemáticamente invisibles de esta y otras formas de violencia.

Las mujeres y las niñas de color son también víctimas desproporcionadas de violencia: violencia de Estado, doméstica, sexual y simbólica. Este asalto racial y misógino contra las mujeres de color apenas ha recibido atención nacional o internacional (Crenshaw et al., 2015; Watson, 2014). Por ejemplo, mujeres y niñas de raza negratambién están siendo asesinadas a manos deagentes de policía de raza blanca que salen impunes. El caso de Aiyana Stanley-Jones, una niña de siete años que en 2010 recibió un disparo mortal en Detroit de un agente de policía de raza blanca que se encontraba realizando un asalto contra otro sospechoso, fue llevado a juicio dos veces en cuatro años y en ambas ocasiones el jurado no llegó a un acuerdo respecto al veredicto. El 2 de marzo de 2014 Gabriella Nevarez, de 22 años, murió a causa de un disparo de la policía que afirmaba que ella había provocado una persecución a gran velocidad y había intentado embestir su coche contra el vehículo policial. Testigos dicen que la chica perdió el control de su vehículo después de haber recibido el disparo. A Sandra Bland, de 28 años, que apareció en un vídeo clavada en el suelo y rodeada deagentes de policía, la llevaron a una celda en la prisión de Texas y la hallaron muerta tres días más tarde.

El 17 de junio de 2015 un hombre de raza blanca armado asesinó a 9 feligreses en una iglesia a la que suele acudir público de raza negra en Charleston. Aunque este incidente fue correctamente tachado de terrorismo contra la comunidad negra, apenas se mencionó que de las nueve víctimas, seis de ellas eran mujeres (Crenshaw et al., 2015). Los medios de comunicación tienden vincular los perfiles étnicos elaborados por la policía y la brutalidad policial contra comunidades de color a actos contra hombres de raza negra o piel oscura. Sin embargo, informes de detenciones policiales revelan una desproporción racial similar entre hombres y mujeres de raza negra. Por ejemplo, en la ciudad de Nueva York, de todas las detenciones policiales de hombres, el 55,7 % eran de raza negra (en comparación a un 10,9 de raza blanca), y de todas las detenciones policiales de mujeres, el 53,4 % eran de raza negra (respecto a un 13,4 de raza blanca) (Crenshaw et al., 2015)).

La brutalidad policial contra mujeres de color a menudo adopta la forma de un abuso físico y/o sexual. Tomemos los ejemplos de Marlene Pinnock, golpeada en la cara por un oficial de carreteras de California, Keyarika Diggles, a la que dieron una paliza en una comisaría de policía de Texas, y el vídeo de Dejerria Becton, una adolescente inmovilizada por un oficial de policía en una fiesta mientras lloraba llamando a su madre (Crenshaw et al., 2013). Mientras se podría percibir que las mujeres están siendo «incluidas» en esfuerzos antirracistas a favor de comunidades concretas, nuestra sociedad androcéntrica a menudo fracasa al reconocer las diferencias que afectan a las mujeres de prácticamente cualquier sector. Las soluciones para acabar con los perfiles étnicos elaborados por la policía y la violencia contra las mujeres de color requieren un enfoque diferente. Mientras el racismo puede inspirar temor hacia hombres de raza negra y piel oscura, lo que lleva a una respuesta por parte de agentes de policía de raza blanca a «disparar primero y hacer preguntas luego», el racismo contra las mujeres de color suscita la deshumanización y la objetivización sexual. Según un investigador, lasagresiones sexuales son un «gran problema» entre los agentes de policía. Informar y documentar el problema es difícil, pero aun así, hay informes que sugieren que el 9 % de todos los informes de policía no abordan adecuadamente el abuso sexual producido (Carpenter, 2014). Su invisibilidad societaria y presunta carencia de voz las convierte en principales objetivos de agresiones sexuales, abuso físico y otras formas de violencia.

Las mujeres inmigrantes, pobres y aquellas que no hablan inglés también son susceptibles de sufrir agresiones sexuales, acoso sexual y otras formas de violencia, ya que se las considera incapaces de manejarse dentro del sistema judicial. Las mujeres indocumentadas son especialmente vulnerables a las peticiones de sus jefes y agentes de inmigración, quienes solicitan favores sexualeso consiguen silenciar potenciales informes de violación bajo la amenaza de la deportación(Hing, 2008). El sentimiento en contra de los inmigrantes y el hipernacionalismo que llevamos viendo en EE. UU. desde el 11S tacha a los inmigrantes de «criminales» a pesar de que la migración hacia países industrializados es consecuencia de guerras, desplazamientos y pobreza a menudo causados por el capitalismo transnacional (Monzó, McLaren, y Rodriguez, en prensa). Este nacionalismo, generado por mensajes en contra de los inmigrantes en los medios de comunicación, apoya la degradación sistemática de los inmigrantes y justifica la violencia contra ellos bajo la idea de que se lo merecen.

Los últimos logros para la población GLBTQIA y el creciente apoyo a la comunidad transexual y con diversa identidad de género han traído consigo repercusiones significativas para las mujeres transexuales de color. Según un informe de 2013 elaborado por la Coalición Nacional de Programas Anti-Violencia (2014), el 72 % de las víctimas de homicidios de la población GLBTQIA eran mujeres transexuales y el 89 % de las víctimas de dichos homicidios era de color. En todos estos casos, los ataques infligidos a las mujeres transexuales fueron brutales: disparos, quemaduras o puñaladas. Según un análisis de Fusion (2015), en 2015 fueron asesinadas 21 mujeres transexuales, 17 de las cuales eran de raza negra o latina. Mientras el número de muertes de mujeres transexuales sigue aumentando desde el año pasado, aún no queda claro si este aumento se debe a la existencia de más delitos motivados por el odio o a un incremento de la consciencia y documentación (Kellaway y Brydum, 2016).Además, estos son solo los datos de mujeres transexuales asesinadas. Hay otras que fueron atacadas y sobrevivieron. Es difícil saber el número, ya que cabe la posibilidad de que ahora se las identifique con un género distinto. La lista de víctimas incluye a Elisha Walker, de veinte años, golpeada hasta la muerte en Detroit, Michigan; Mercedes Williamson, de diecisiete años, apuñalada y cuyo cuerpo se encontró quemado en los terrenos de detrás de la casa del padre de su asesino en el Condado de George, Mississippi; o Ashton O’Hara, golpeada hasta la muerte en Detroit, Michigan; o Tamara Domínguez, asesinada por un conductor que la golpeó en repetidas ocasiones con su coche (Kellaway y Brydum, 2016).

La violencia contra las mujeres musulmanas también está en auge. Aunque esto ha sido así desde el 11S, la situación ha empeorado durante el año pasado. En París se registraron treinta y ocho ataques por odio después de los ataques del 2015 y dieciocho tras el tiroteo de San Bernardino, California (Siemaszko, 2015). Estos incidentes llevados a cabo por extremistas son injustamente atribuidos a todos los musulmanes. Aunque estos actos criminales no pueden ni deben ser justificados, la mejor manera de evitarlos en el futuro es buscar sus causas: el imperialismo de Estados Unidos y su deseo de garantizar los intereses corporativos en Oriente Medio (McLaren, 2015). En occidente, nuestras respuestas al sufrimiento nacional han sido buscar un chivo expiatorio en lugar de responsabilizarnos del rencor mundial contra occidente. No hemos hecho balance público sobre nuestra culpa en el desarrollo de grupos extremistas como el ISIS. Las mujeres musulmanas que llevan velo son los principales objetivos. Ejemplos de estos crímenes de odio contra las mujeres musulmanas incluyen a una mujer que fue empujada frente a un tren subterráneo en Londres, una niña de sexto grado que fue golpeada por unos chicos que intentaban quitarle el velo mientras la llamaban ISIS en un colegio de Nueva York. Además, han aparecido numerosos titulares de prensa en los que se habla de mujeres musulmanas que llevan el velo seguidos de sospechas de que podrían ser «nuevos terroristas» (Tinsley, 2015).

Otra horripilante forma de violencia de género es la trata de blancas (Abogados por los Derechos Humanos, 2016). La trata, especialmente con fines sexuales, es un próspero negocio en todo el mundo.A pesar de que la existencia de las tratas es difícil de demostrar debido a la naturaleza oculta de esta monstruosidad, un informe de 2012 estimaba que 20,9 millones de personas y 15,8 millones de mujeres fueron víctimas en todo el mundo. Aunque este tráfico también afecta a los hombres, la inmensa mayoría de las víctimas son mujeres y niñas que tienen que hacer frente a una pobreza desproporcionada y a una discriminación que a su vez afecta negativamente a empleos deplorables y falta de oportunidades educativas. Aunque los datos demográficos son escasos, la mayoría de las mujeres y niñas que llegan a Estados Unidos provienen de países en vías de desarrollo, principalmente de Latinoamérica, ex miembros de la Unión Soviética y países del sudeste asiático (Milo y Park, 2002). Los traficantes escogen a sus víctimas: mujeres jóvenes y pobres, especialmente vulnerables por sus necesidades económicas. Normalmente lesocultan la verdadera naturaleza del trabajo para el que son contratadas y luego les obligan contra su voluntad a realizar trabajos sexuales. En otras ocasiones, atraen a las mujeres con falsas promesas de trabajo. Las tácticas utilizadas para retener y controlar a las mujeres en la industria sexual incluyen la esclavitud, el aislamiento, el control económico, la violencia física y amenazas, abusos y violaciones (Abogados por los Derechos Humanos, 2016).

Aunque la violencia de género es un problema latente en todo el mundo y alcanza proporciones epidémicas que sobrepasan ampliamente desastres que aparecen en los medios, solo algunos casos reciben atención nacional. De hecho, una de cada tres mujeres es acosada física o sexualmente al menos una vez en la vida por hombres que dicen «amarlas» (División de las Naciones Unidas para el Adelanto de las Mujeres, 2008). Es sorprendente que, con estos datos, extraídos de informes propios, parece probable que se subestimen, obstaculizados por el estigma social, el ostracismo, más violencia e incluso la persecución legal que sufren a menudo las mujeres que se atreven a denunciar su situación.

La visibilidad social está siempre relacionada con las condiciones sociales y materiales que crean su posibilidad. Es decir, lo que somos capaces de ver o escogemos está relacionado con las ideologías, valores y creencias producidas dentro de un modo de producción dado. La violencia que afecta a las mujeres de color en todo el mundo es una realidad vergonzosa aparentemente aceptable, dado que rara vez escuchamos algo acerca de la naturaleza sistemática de sus formas específicas de opresión. De hecho, defensores de la justicia social rara vez reconocen que cualquier forma de violencia adquiere características particulares cuando se trata de mujeres de color debido a que viven una existencia de género y racial, que produce distintas maneras en que las personas se relacionan con ellos. Dado que nuestro mundo capitalista se ha construido a imagen del hombre occidental y en su beneficio, estamos condicionados a ver el mundo a través de una lente androcéntrica occidental. Como tal, a menos que especifiquemos un grupo subyugado, organizamos el mundo por defecto con los hombres como protagonistas y estructuramos las condiciones sociales, económicas y políticas de modo que les beneficien.

Si la violencia explícita y sin escrúpulos contra las mujeres de color tratada anteriormente es tan penetrante que rara vez se inflama nuestra conciencia colectiva, entonces las formas cotidianas más sutiles de violencia simbólica no las detectan ni extraños ni, a menudo, las propias mujeres de color. Una forma particularmente invisible de la violencia simbólica es la exclusión de las mujeres de color y sus conocimientos particulares en los espacios de poder, espacios donde se toman las decisiones importantes, redes de trabajo, donde se desarrollan los avances y la tecnología (Monzó y SooHoo, 2014). Esto ocurre, por supuesto, en todas las razas, géneros y clases. Sin embargo, no hay duda de que se presenta con mayor frecuencia entre las mujeres de color, en particular en mujeres de raza negra y latinas, cuyas ideas (que proceden de un lugar de mayor marginación) a menudo son percibidas como demasiado diferentes, tal vez incluso amenazadoras, para las prácticas normales e ideológicas. Aunque aparentemente estas formas más comunes de violencia no son tan dañinas como las mencionadas anteriormente, son endémicas en la percepción subconsciente de que las mujeres de color tienen menos conocimientos intelectualmente dignos o que los que tienen son de menor valor (Monzó, 2015). La exclusión de las mujeres de color de los contextos de poder y el silenciarlas para que no puedan explicar al mundo sus puntos de vista, elimina la posibilidad de que surjan nuevas ideas: ideas enraizadas en las experiencias particulares de opresión, incluidas ideas sobre la forma y los procesos mediante los cuales la opresión que experimentan toma forma, lo que ayudaría el diseño de políticas, leyes, programas y otras estrategias que pudieran reducir significativamente la violencia que sufren (Monzo, 2014).

Por supuesto no podemos adoptar solamente métodos reaccionarios para acabar con la violencia contra las mujeres de color. Existe la necesidad de establecer estrategias proactivas que impliquen el conocimiento consciente y la inclusión de todas las mujeres y personas de color y de todos aquellos que actualmente viven bajo los dictados de la clase dominante. Emprendemos una ofensiva que simultáneamente va en contra de las estructuras capitalistas, el racismo, el sexismo, la normativa heterosexual y de género y otras formas de opresión, pero con un conocimiento consciente de que estas tienen especificidad dentro del modelo de producción capitalista (McLaren, 2015). Esto no significa que estas formas de opresión terminen automáticamente como resultado de una revolución social, sino que son imposibles de erradicar dentro de la estructura capitalista existente porque el capitalismo depende de ellas para sostener su sistema de explotación. Por supuesto esto significa también que tenemos que deteriorar las estructuras que posibilitan que el capitalismo continúe, estructuras que mantienen las prácticas racistas que se construyen sobre la opresión de las mujeres, incluida la familia: una institución que sirve para controlar a las mujeres y que al hacerlo se perpetúa también en la siguiente generación de la buena clase trabajadora racista y sexista.

Esto es un reclamo para ampliar nuestros objetivos (al otorgar puntos deventaja a las mujeres de color), no para remplazarlos. No estamos de acuerdo con la noción postmoderna en la que no se puede trabajar con otros hombres y mujeres para acabar con nuestra opresión porque las mujeres de color se enfrentan a formas de opresión. De hecho, nuestro argumento es todo lo contrario: ampliar nuestros objetivos requiere la inclusión de todas las voces hacia el objetivo común de erradicar todas las formas de opresión.

Una comprensión histórica sobre cómo esas estructuras funcionan de manera coordinada desde el capitalismo para oprimir a las mujeres de color y a otros grupos específicos nos lleva a la conclusión de que debemos comenzar a llamar a nuestra opresión y nuestra visión a favor del cambio social. Las nociones generales sobre justicia social no solo esconden la especificidad de la experiencia entre los oprimidos y, por tanto, nos convierte en sospechosos y resentidos los unos con los otros, también esconden lo que representamos. Cada vez más el término de justicia social ha sido incorporado para reflejar una visión de izquierda liberal que busca simplemente mejorar las condiciones de los oprimidos para que puedan tener más oportunidades y una mejor calidad de vida. Sin embargo, esta noción de justicia social se resiste a reconocer que el capitalismo no puede ser reformado para evitar la explotación y para promover la igualdad de oportunidades (Marx, 1906/2011).Los que luchan por este enfoque mantienen la visión de que algunos seres humanos están más motivados que otros y merecen tener más (cosas) en la vida. Todavía se suscriben a la narrativa capitalista de la meritocracia. Hay que reconocer que esta narrativa se basa en mentiras: la mentira de que el objetivo de la acumulación del capitalismo puede ser reducido y que el capitalismo «reformado» servirá a los intereses de la clase trabajadora, la mentira de que los salarios a cambio de trabajo son un intercambio equitativo en lugar de una sistema de explotación en el que los trabajadores se convierten en propiedad (capital) de los capitalistas y la mentira de que, aunque el capitalismo no es perfecto, es el mejor sistema que puede existir y que una alternativa al capitalismo donde no existan las clases y en pos de una mayor libertad e igualdad no es posible. Como pedagogos críticos marxistas revolucionarios denunciamos de manera inequívoca estas mentiras (Allman, 1999; McLaren, 2015, 2006).

Paulo Freire (1970, 1994), uno de los filósofos fundadores de la pedagogía crítica, estaba comprometido con la idea del amor no como una emoción encerrada en el corazón de un individuo, sino como una relación social que evidencia un verdadero valor para el «otro», el reconocimiento del valor de la diferencia que trae el «otro». Freire argumentaba que este amor era fundamental para la praxis dialógica que conduciría a la comprensión de la palabra y el mundo y para el impulso y la acción necesarios para la transformación. Un amor que intenta cambiar al «otro» a su imagen no es más que una expresión de amor propio. El verdadero amor exige no solo que reconozcamos el posicionamiento social y económico del «otro» y cómo se relaciona con nuestro propio posicionamiento y con la estructura de la dominación en el mundo, sino hacer todo ello desde nuestro poder para transformar esas relaciones de dominación. El amor, sostenía Freire, es necesario para que la esperanza florezca. Sin amor por el «otro», por la humanidad y el mundo no podemos reunir la esperanza necesaria para arriesgar nuestros corazones y nuestras vidas para transformar el mundo (McLaren, 1999).Para amar, debemos ser capaces de ver realmente al «otro»como un ser humano completo, magnífico en su existencia en el mundo, que merece ser oído y digno de confianza para comprometer su capacidad y potencial humano, igualmente valioso, siempre inacabado, pero imbuido de una responsabilidad y un potencial únicos para marcar el curso de la historia. Este amor revolucionario es necesario para poner fin a la violencia de hoy contra las mujeres de color y todos los demás grupos sociales y en contra de la estructura capitalista que produce esta violencia. Con amor y esperanza vamos a empezar a trabajar juntos hacia un mundo mejor a través de las diferencias sociales que se han creado para mantenernos divididos al servicio de la forma de producción capitalista. Como pedagogos críticos revolucionarios, estamos a favor de un mundo libre de clases y organizados en torno a la libertad de asociación laboral en el que todos los organismos vivos son reconocidos como interdependientes y en el que cada uno de nosotros es socialmente responsable para el otro, una sociedad en la que las mujeres de color, las mujeres de raza blanca y todos los hombres independientemente de su orientación sexual, identidad de género, u otro marcador de diferencia puedan valorarse mutuamente y vivir juntos, y amar verdaderamente a los demás lo suficiente para hacer de nuestra historia una de igualdad, libertad y solidaridad.

 

Bibliografía:

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Watson, E.D. (2014, July). Violence against Black women is too often overlooked or dismissed. Huffpost Impact, July 15. http://www.huffingtonpost.com/elwood-d-watson/violence-against-black-wo_b_5578597.html

Lilia D. Monzo (Cuba)
Doctora en Educación por la Southern California, USA.
Docente asistente en la Chapman University, USA.
monzo@chapman.edu

Peter McLaren (Canadá)
Doctor en Educación por la Universidad de Toronto, Canadá.
Docente en la Champan University, USA.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/desafio-a-la-violencia-contra-mujeres-de-color-y-su-invisibilidad-un-imperativo-marxista/

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El papel de los inmigrantes en la economía mundial

23 de diciembre de 2016 / Fuente: https://revistaeducacionvirtual.com

Por: Claudia García

Los titulares se continúan centrando en las evacuaciones de migrantes y en la crisis de refugiados principalmente en Europa. Los migrantes ayudan a que las economías prosperen, entonces ¿por qué todavía generan miedo?

Tampoco hay que olvidar el número mucho mayor de personas que han abandonado sus hogares como migrantes, casi 1 de cada 33 personas en el mundo de hoy, se mueven en gran parte en busca de trabajo. Una proporción significativa de estos migrantes también son vulnerables, tales como los que no tienen estatus legal, las víctimas de tráfico de migrantes, la trata de personas, y los menores no acompañados. Y los migrantes han sido insultados y ridiculizados, pero esto no es una competencia para la compasión.

El Día Internacional del Migrante que está destinado para celebrar la migración; y no hay mucho que celebrar. En países de todo el mundo, los migrantes altamente calificados siguen impulsando la innovación y la empresa; y la menos calificada para llenar la escasez crítica en el mercado laboral. La evidencia es clara de que los migrantes en general emplean a más personas que echen del trabajo; pagar más en el sistema de bienestar de lo que reciben a cabo; y crear nuevos mercados para la industria nacional.

Los migrantes también se han convertido en el principal motor para el desarrollo. El Banco Mundial estima que entre ellos se pueden enviar a sus países re origen hasta $ 600 mil millones este año; por lo menos tres veces el valor de toda la ayuda externa. Los expertos en desarrollo están de acuerdo en que las remesas juegan un papel fundamental en la financiación de los objetivos de desarrollo sostenible.

Y más allá de su impacto económico, los migrantes también generan la diversidad en la que las sociedades multiculturales, las ciudades globales y la cultura contemporánea se nutren.

Hay preocupaciones genuinas que en algunos municipios, e incluso los países, el número de inmigrantes es demasiado alto. La creciente xenofobia tiene sus raíces complejas en las desigualdades de la globalización, el legado de la crisis financiera mundial.

Los refugiados y la migración serán prioritarios en la agenda de la próxima reunión anual del Foro Económico Mundial de Davos . Los refugiados son un elemento importante para los próximos dos años para el Consejo Mundial Futuro sobre el futuro del sistema humanitario.

Fuente artículo: https://revistaeducacionvirtual.com/archives/2727

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Argentina: «Con información y capacitación pretendemos alcanzar objetivos altos», dijeron desde el INADI

Argentina/19 de Diciembre de 2016/Expreso Diario

Emanuel Zieseniss, titular del INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) en Formosa habló con la Comunidad de Medios sobre cómo trabajan en la provincia desde la entidad.

«Para nosotros es importante darle visibilidad a esta entidad, el INADI es una institución de derechos humanos que atiende las cuestiones vinculadas a hechos de discriminación que por ahí para la gente que no comprende bien el concepto es cualquier hecho donde se produce una intención arbitraria por motivos de raza, género, por cuestiones de política, socioeconómicas y demás. Cuando se produce una lesión a algún derecho motivado en uno de esos temas existe un hecho de discriminación y es ahí donde tomamos competencia, pero necesitamos que la persona que se siente víctima del hecho de discriminación se acerque a la entidad para denunciar el hecho o ponernos en conocimiento del hecho y que de esa forma podamos actuar», explicó.
Asimismo dijo que «ahora nos cambiamos y estamos ubicados en Moreno 281, nuestro horario de atención es de 8 a 16 horas de corrido, estamos ahí de lunes a viernes así que cualquier persona que se sienta víctima de discriminación o por ahí tenga dudas acerca de su situación es de discriminación o no, lo que nosotros aconsejamos es que se acerque al INADI porque ahí tenemos un cuerpo legal de asesores donde lo que hacemos es asesorar a las personas y después ver de qué manera se continúa con el hecho, podemos realizar acciones de buenos oficios si es que son con entidades públicas o privadas o en el caso de que no se pueda solucionar a través de la vía pacifica lo que hacemos es, se recibe una denuncia, se le corre traslado, se le notifica a la persona o entidad denunciada para que ejerce su derecho de defensa, se inicia una investigación al respecto y después se envía esa información para que el INADI central que está en Buenos Aires dictamine si en ese caso concreto existió un hecho de discriminación o no».
Agregó que «quiero comentar que nuestra institución no solamente se encarga de recibir denuncias sino que también entendemos y por eso diseñamos una línea de acción que es la prevención, nosotros entendemos que si prevenimos la discriminación estamos haciendo pasos más grandes que si solamente recibimos denuncia, es por eso que iniciamos una serie de charlas de acoso escolar por ejemplo en los colegios secundarios y nos gustaría ponernos en contacto con centros de estudiantes, directivos o docentes de colegios para que participen de esto».
«Nosotros tenemos folletos donde hay información sobre el INADI porque a diferencia de Buenos Aires u otras provincias no se conoce mucho la institución, ahí está una explicación sintética de qué es el INADI, para qué estamos y nuestro número es 01136968232 y nuestro corro electrónico formosa@inadi.gob.ar«, señaló.
«Atendemos todo lo que tenga que ver con discriminación, pero también queremos transmitirle a la sociedad que estamos abiertos a escuchar sugerencias, consejos, de organizaciones no gubernamentales que por ahí son afines al INADI es decir que se ocupan de cuestiones que tienen que ver con la discriminación para hacer el trabajo en conjunto», explicó.
«La información y la capacitación para nosotros es un ‘caballito de batalla’ con el cual pretendemos alcanzar objetivos muchos más altos solamente recibiendo denuncias. Si bien una de nuestras funciones es recibir denuncias, realizar investigaciones y enviar para que el INADI central se expida, hemos empezado a hacer charlas sobre bullying o acoso escolar, aunque tenemos pensado abordar otros ejes de discriminación e invitamos a todas las ONG o particulares que por ahí se sientan víctimas o tengan algún familiar que es víctima de discriminación, para que se acerque, nos haga su aporte, su sugerencia y empecemos a hacer trabajos en conjunto con la sociedad», finalizó Zieseniss.

Fuente: http://www.expresdiario.com.ar/index.php/locales/item/48692-con-informacion-y-capacitacion-pretendemos-alcanzar-objetivos-altos-dijeron-desde-el-inadi

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