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El Poder Popular, las Políticas Públicas y los Derechos Sociales

El Poder Popular, las Políticas Públicas y los Derechos Sociales

Heriberto Rivera

Desde los comienzos del gobierno de la revolución Bolivariana el término poder popular se ha convertido en un referente político de gran relevancia, pues alude a otro poder que venia siendo desconocido y que enfrenta al poder constituido.

Necesario es debido, a la discusión que se viene haciendo en la teoría política, establecer el concepto de poder popular; sobre el particular muchos autores han reflexionado sobre éste, así como de los elementos que lo componen.

En ese contexto, según Rauber (2012), “el termino popular remite al sujeto en acción, en una perspectiva que lo concibe como plural, no definido a priori sino que se conforma en la acción política y social; el sujeto (social, político, histórico) del cambio es plural, se expresa como actor colectivo se auto constituye como tal en el proceso mismo de la resistencia, luchas y transformaciones sociales” (pág. 129).

En ese contexto, el sujeto popular no puede ser concebido a priori, sino que es un colectivo que se  constituye y define por un conjunto de acciones y valores guiados por la eliminación de una o mas relaciones sociales de desigualdad y opresión.

Continuando con esa idea, que ayuda a comprender la definición de lo popular,  Chaguaceda (2008) refiere que “lo popular resulta una categoría que, en nuestro contexto regional identifica a sujetos que sufren asimetrías sociales y que al movilizarse son susceptibles de devenir en movimientos liberadores; en ese sentido la noción de sujeto popular engloba aun conjunto de sectores y clases sociales susceptibles de ser integradas socialmente a un proyecto de cambio anticapitalista, en relación con lo comunitario, tomando en cuenta una identificación esto con niveles mínimo de organización y autonomía frente al mercado y el estado: sindicato, asociaciones vecinales, organizaciones femeninas o juveniles, clubes culturales con presencia publica”(pag.26).

Efectivamente, si lo popular envuelve a un sujeto que por necesidades de integración debe superar las relaciones sociales impuestas de desigualdad, opresión, invisibilizacion, entonces hay que referirse al concepto de poder popular.

Consecuentemente, el concepto de poder popular implica en primer lugar la noción de poder, pero no la noción clásica del poder. En ese sentido la noción de poder popular desarrollada por Mazeo  citado por Teruggi (2012), lo concibe como una “relación social y no un objeto, una sustancia o una propiedad. Se trata de una noción inscripta a fuego en el marxismo (la dialéctica piensa la relación, no la sustancia) (….). Toda relación de poder vincula dominadores y dominantes” (pag.50).

En efecto, el poder entendido estima Rauber (2012) como “una determinada interrelación de fuerzas (políticas, económicas, culturales, morales, sociales) en lo que una (o el conjunto de ellas se constituye en hegemónica-dominante entre un conjunto de relaciones sociales, culturales, económicas, políticas. Se trata de una interrelación dinámica, en movimiento y regulación constante” (pág. 123).

De tal manera que el poder popular, que si bien toma elementos fundados en las contradicciones sociales producto de las relaciones de exclusión social, el poder popular se trata de la construcción de un poder de las clases subalternas, pudiéndose afirmar que es “un poder propio que de modo pedagógico  llamamos aquí  poder popular, nace y se desarrolla desde abajo; se produce, reproduce y expresa en el modo de la vida cotidiana individual, comunitaria y social.

El poder popular como expresión político social, también se expresa y manifiesta en las organizaciones sociales y políticas, en sus formas orgánicas de funcionamiento y relacionamiento interno, así como en sus construcciones concretas que llevan a establecer nuevas formas de empoderamiento local, territoriales, bases de la creación y creciente acumulación de un nuevo tipo de poder participativo-consciente-no enajenado-desde abajo, de desarrollo de consciencia, de culturas sumergidas, oprimidas y excluidas, en múltiples y entrelazadas formas y modalidades encaminadas a la transformación global de la sociedad. Pensar el poder popular es entonces situarlo en un contexto particular.

En la Republica Bolivariana de Venezuela, a diferencia de otras latitudes, el poder popular viene emergiendo desde abajo en el sentido geográfico de la palabra, pero a la vez también se construye desde arriba, desde las instancias del Estado.

En ese sentido es notorio y comunicacional, que según el articulo 2 de la Ley Orgánica del Poder Popular del año 2010 “el ejercicio pleno de la soberanía por parte del pueblo, en lo político, económico, social, cultural, ambiental, internacional y en todo ámbito del desenvolvimiento y desarrollo de la sociedad, a través de sus diversas y disimiles formas de organización”.

En consecuencia y ciertamente desde el Estado aparece la declarada la intención de que el poder popular adquiera un protagonismo, que en términos  del presidente Chávez (2007),  esto significa  que “desde el poder constituido debemos ir transfiriendo poder social, económico y administrativo al poder comunal”, refiriéndose a través del “poder comunal” principalmente a la organización de los Consejos Comunales.

De tal manera que el poder popular es una creación de la Revolución Bolivariana que tiene como objetivo lograr la reivindicación del  pueblo y se define en su articulo 1 que “ la presente Ley tiene por objeto desarrollar y consolidar el poder popular, generando condiciones objetivas a través de los diversos medios de participación y organización establecidos en la constitución de la república, en los que surjan de la iniciativa popular, para que los ciudadanos y ciudadanas ejerzan el pleno derecho a la soberanía, la democracia participativa, protagónica corresponsable, así como la constitución de formas de autogobierno comunitarias y comunales, para el ejercicio directo del poder”.

De esta manera el poder popular  se expresa en la construcción de una nueva institucionalidad pero que también puede observarse “en posiciones consolidadas en el marco de instituciones públicas”.

De lo cual se deriva que estas posiciones de poder popular a través de una practica constituyente, puedan contribuir a una profunda transformación de esas instituciones, a su radical democratización por la vía de la creación de condiciones para el nacimiento de otra ciudadanía social del siglo XXI que sea consciente de sus derechos y logros estableciendo los verdaderos alcances y total disfrute de las políticas publicas y ejercer a plenitud sus derechos sociales.

En cuanto a la participación del poder popular en las políticas publicas, la ley citada, prevé en su articulado que las organizaciones  y expresiones organizativas del poder popular, tiene como fines entre otra ejercer la contraloría social  (Articulo 11 numeral 1) y en su numeral 1 establece que como fines “ consolidar la democracia participativa y protagónica, en función de la insurgencia del Poder popular como hecho histórico para la construcción de la sociedad socialista, democrática de hecho y de justicia”.

De igual manera y en correspondencia con la participación en las políticas públicas, en el capitulo III, Ámbitos del Poder Popular, referido a  la planificación de políticas públicas, el artículo 17 dice textualmente:

” La planificación de políticas publicas en los términos establecidos en la ley que regula la materia, es un ámbito de actuación del Poder Popular que asegura, mediante la acción de gobierno compartida entre la institucionalidad publica y las instancias del poder popular, el cumplimiento de los lineamientos estratégicos del Plan de desarrollo económico y Social de la nación, para el empleo de los recursos públicos en la consecución, coordinación y armonización de los planes, programas y proyectos a través de los cuales se logre la transformación del país, el desarrollo territorial equilibrado y la justa distribución de la riqueza”.

No obstante lo expuesto y establecido el Ley Orgánica del Poder Popular, en la realidad y en las vivencias cotidianas del Poder Popular surgen elementos que podrían verse como elementos y distractores que impiden el alcance de la  totalidad de lo alcances claros y definitivos de las  políticas publicas.

A tal efecto puede afirmarse que para pensar el caso venezolano y estudiar las posibles vinculaciones entre el Poder Popular y el Estado y poder referirnos a la relación entre los espacios de organización y participación popular con las instituciones del Estado (poder constituido), donde a menudo surgen contradicciones del poder, de lo que en vías de construcción, es necesario caracterizar, que Venezuela y la Revolución Bolivariana atraviesa un periodo de transición y según  Mazeo , citado por Teruggi (2012) “ la Revolución Bolivariana nos convoca  a pensar-actuar en términos de transición (…) el pasaje de la necesidad a la libertad no se puede concebir como un acto único, abrupto y unidireccional. Existen mediaciones, y existen porque el proceso de construcción del socialismo no se desarrolla en el vacío, sino en el marco de una realidad histórica”.

Es de esperar entonces, que en esa transición que caracteriza al actual periodo donde hay un doble movimiento  donde el poder popular puja con su órgano de control no estatales y una creciente autogestión que permite ir asumiendo su protagonismo en el manejo de las áreas de actividad social y por otro, lado mientras que se produce “un cambio consciente en los órganos del estado mismo”.

Por lo tanto, “un Estado que en vez de sustituir a la sociedad en la solución de los problemas que tiene, la convoque, la vuelva participe de ellos. Un estado que pueda servir para expandir el cambio social y para continuar construyendo Poder Popular” (Rodríguez, 2007).

El poder popular estimulado por el mismo Estado, esta en plena efervescencia, puja por consolidarse, dentro de un mar de contradicciones que es propio de los cambios planteados. Es así como el presidente Maduro el día 14 de enero de esta año 2020, en una de las siete líneas estratégicas establece en avanzar en la expansión  de las Misiones, Grandes Misiones y el Poder Popular son consideradas en el accionar del gobierno Bolivariano, siendo una de los objetivos claves es profundizar los mecanismos de participación del Poder Popular.-

Fuentes:

Chaguaceda, A. Participación Ciudadana y Espacio  Asociativo: Desafíos en el contexto cubano, FLACSO, Cuadernos de Ciencias Sociales, 2008.

Rauber, I. Revolución desde abajo, gobiernos populares y cambio social en Latinoamérica. Continente, Buenos Aires, 2012.

Rodríguez, E. Reflexiones sobre el poder popular. El Colectivo, Buenos Aires, 2007.

Teruggi, M.A (2012). Los Consejos Comunales En Venezuela: Análisis de una experiencia de organización y participación impulsada por el Estado, desde la perspectiva del Poder Popular. En Memoria Académica, disponible en http://www.memoria.fahce.unpl.edu.ar/tesis/.

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Autor: Heriberto Rivera

 

 

 

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Venezuela: Estado y Educación en la Constituyente de 1811

ESTADO Y  EDUCACION EN  LA CONSTITUYENTE DE 1811

Heriberto Rivera

 

Estando  cercana la fecha cuando se conmemoran los 208 años del 5 de julio de 1811, día de la Independencia de la Republica Bolivariana de Venezuela, vale realizar algunas reflexiones en torno a ese magno evento que marco la ruptura con el gobierno y el colonialismo español.

Siguiendo la Metódica de la histórica, podríamos preguntarnos si el proceso constituyente de 1811, fue el resultado de un acto revolucionario? y,  ¿ de donde nos viene el haber adoptado el presidencialismo como forma de gobierno?; ¿Como fue abordado el tema de la educación en la constituyente de 1811?

La Republica  como tal, la que nace el 5 de Julio de 1811, ha tenido en total hasta el presente veintiséis constituciones y  seis grandes Constituyentes.

Las grandes constituyentes son las  acaecidas en 1811, 1830, 1864, 1901, 1947 y la de 1999, por cierto a partir de esa fecha La Asamblea Nacional Constituyente tiene rango constitucional, como ninguna y  nunca otra constitución; otro dato relevante, es que todas las anteriores constituyentes   implicaron una ruptura política a excepción de la del año 1999.

Los “procesos constituyentes” que dieron lugar a constituciones siempre han sido como resultado de la ruptura del hilo constitucional, generalmente a partir de las distintas revoluciones  y montoneras de caudillos que han marcado el devenir la  Republica.

Al concluir los tres siglos de dominación española, el país entrara al siglo XIX preñado de Revolución, fue el siglo del Nacimiento del Estado, del federalismo y también de las innumerables guerras y caudillos que atizaban la insatisfacción  social de los pueblos ante la traición de los gobernantes y también por los intereses económicos en pugna.

Enel devenir histórico, no se puede olvidar que catorce años antes se había  abortado el movimiento revolucionario de Gual Y España, representantes estos de los intelectuales que abogaban por la libertad de los pueblos.

El proceso constituyente de 1811, el cual comienza el 2 de marzo de ese año, tuvo los valeroso y significativos aportes e insumos teóricos políticos- filosóficos del hombre de América Sebastián Francisco de Miranda, de origen pardo, quien ya había experimentado y se había forjado como militar y hombre de ideas, proactivo y  pensamiento preclaro con su presencia y estudio en la revolución francesa, la independencia de los EEUU y en la Rusia de Catalina La Grande.

La carta magna de 1811, fue el primer código fundamental d Venezuela y también el primero en aparecer en el continente americano del sur, cuya   sanción ocurre el 21 de diciembre de 1821.

La constitución de 1811, fue obra de un grupo de hombres superiores y resueltos, los unos a conservar en la independencia sus privilegios de clase oligárquica, deseosos otros de incorporarse en la misma oligarquía, convencidos todos, sin embargo, de que su obra, por incompleta que fuera, contenía ya las bases perfectibles de la futura Republica liberal democrática.(Gil Fortoul).

No obstante  haber sido la carta venezolana desde el principio  escrita y de tipo rígida según el Derecho positivo, nuestro país es el que en América se hadado  mas constituciones; en este sentido, no solo  nos hemos superado sino que hemos agotado la frondosidad del sistema, pues desde 181 hasta el presente hemos tenido veintiséis constituciones y unEstatuto Provisorio; a saber: 1811, 1819,1821,1830,1857, 1858,1864,1874,1881, 1891, 1893, 1901, 1904, 1909, 1914, 1922, 1925, 1928, 1929, 1931,1936, 1945,1947,1953, 1961 y 1999 y al parecer pronto tenderemos otra constitución nacional.

También es bueno saber y conocer para los interesados que en Venezuela se han llevado hasta la segunda década del siglo XXI dieciséis procesos constituyentes, doce reformas constitucionales, dos procesos de enmienda y un proceso de reforma constitucional de 1989-1992 que no logró concretarse; aunado se podría decir el intento de reforma que se dio en el año 2007, sometida a referéndum la cual fue rechazada.

La constitución de 1811 es una consecuencia de los actos revolucionarios -así en plural- y del 19de abril de 1810, el abril mantuano, luego de los acontecimiento desencadenados por la guerra de 1808 en  España; el ayuntamiento de Caracas se convierte ante el vacío de poder -que se había producido por la perdida de la legitimidad de la Corona- en una institución  de perfil completamente nueva en la que tiene representación  el clero, el pueblo, y los partidos; sin otra disidencia que las provincias de Coro, Maracaibo y Guayana.

En Venezuela  según Don Arístides Rojas, en sus “orígenes de la Revolución Venezolana”, conceptúa los sucesos que comienzan en el pueblo  de Panaquire el 19 de abril de 1794, secundados por los campesinos y propietarios de Caucagua, Guarenas, Guatire, bajo las ordenes del capitán Don Juan Francisco De León, contra los agente del gobierno opresor la colonia- fue el primer grito revolucionario.

Los miembros del congreso constituyente presentaron el Estatuto Federal de 1811, el cual fue votado por los representantes de las siete provincias simbolizadas en las siete estrellas de la bandera nacional; pasaría un largo tiempo para incorporar la octava estrella  y cumplir con una de las aspiraciones mas sentidas por el Libertador, así como ocurrió tardíamente con el decreto de liberación de los esclavos, que habiéndose fijado en 1816  y luego solicitado ante en Congreso de Angostura en 1819, se cumplió el 24 de marzo de 1854.

Es relevante tener presente que  el precursor de la independencia, el americanomás universal que parido la patria, Francisco deMiranda, firmaría  con ciertas reservas la constitución de 1811, realizando observaciones al texto aprobado, advirtiendo que en su opinióncarecía de “un justo equilibrio” y que la constitución no seria conforme “con la población, usos y costumbres de estos países”. La constitución fue aprobada por 37 diputados, representantes de siete provincias; fue la tercera  constitución de la época, luego de la de EEUU en 1767, y la constitución de Francia en 1791.

Para algunos este estatuto encarna una verdadera revolución, lo cual es medio cierto, en cuanto al régimen interno tradicional imperante en la época de su votación, pero no así “ respecto a los medios económicos de progreso y las grandes necesidades materiales de la América española, en relación con los cuales resulta incompleta y atrasada, sin advertir que el ejercicio de las facultades ciudadanas es consecuencial en todo país naciente, en la organización de los medios prácticos para sacarlo de su estado de oscurantismo y servidumbre”.

En cuanto al preámbulo la constitución 1811 comienza con la invocación al Todopoderoso, como reflejo de la influencia del factor religioso; su pragmatismo político se nutre en dos fuentes de filosofía política: la de la celebre carta de Filadelfia y la declaración  francesa de los derechos del hombre; en lo referente  al sistema político, se acogió el “pactista” del contrato social, con las influencias de Rousseau

En cuanto a la forma de gobierno se asumió la Federal, directa y representativa; a la carta de 1811 se le dio el tipo rígido y escrito de acuerdo al modelo norteamericano y sus  redactores fueron los patricios Francisco Xavier  Ustáriz, Gabriel de Ponte y Juan German Roscio, éste ultimo principal autor del proyecto.

Otro elemento a considerar por los constituyentitas de 1811 fue el territorio, el cual quedo definido como base político-territorial de toda la republica el de las antiguas provincias eclesiásticas que comprendían la capitanía general de Venezuela y luego con la aplicación del principio UTI POSSIDETIS JURIS, acogido desde 1810 y reconocida a partir de la de 1811, por todas las constituciones que se han dado en el país.

En cuanto al poder publico, llamado “poder supremo”, se dividió en Legislativo, Ejecutivo, y Judicial , siguiendo lo impuesto por la revolución francesa y los postulados de Montesquieu y reconocidos desde la antigüedad en que fue preconizada por Aristóteles.

La elección aprobada fue la de dos grados primaria o parroquial y capitular, habiéndose acogido solo  el sufragio censitario y calificado.

Otro hecho novedoso de la constitución de 1811, fue  que el ejercicio del poder ejecutivo no es unipersonal sino plural y se ejerció  en triunviros y quienes lo ejerzan deben ser oriundos del pueblo colombiano.

La constitución de  1811 tal y como hemos visto tuvo grandes influencias filosóficas, políticas y jurídicas tanto de la revolución francesa como la las ideas constitucionales de EEUU.

El presidencialismo de Venezuela, deviene del modelo norteamericano que instituyo  el presidencialismo en las constituciones modernas,  que convierten así al  presidente en el eje del gobierno y el centro de todas la actividades político- administrativas.

Cuando Simón Bolívar, abogo por las ideas del centralismo, lo hizo por el conocimiento que tenia de la  debilidad de las provincias al igual que lo pensó sobre las debilidades del resto de los territorios que conformaban el imperio español y hecho las bases para la creación de su proyecto magnánimo  y  no consolidado  de la Gran Colombia.

Sobre  el presidencialismo suramericano- no es solo en Venezuela- según lo afirma Rivas Picón  Ulises, frecuentemente siempre ha sido criticado desde los orígenes de la República, pues se corre el riesgo de ser expresión o ha sido intervenido por el personalismo, que lo ha mixtificado  como estructura constitucional, conduciéndolo al “ejecutivismo”, es decir a la primacía del poder ejecutivo. En la actualidad, en cualquier estructura de poder, bien sea consejo comunal, junta de condominio, asociaciones civiles están fundadas culturalmente en el presidencialismo.

En fin, la constitución de 1811, fue  de vigencia efímera, desemboca  en la guerra que tuvo su ocaso en la pérfida interpretación que de la infeliz capitulación del 25 de julio de 181 hizo el capitán Domingo Monteverde y condeno a la nación a someter el logro de la soberanía a la prueba de las armas y a morir cautivo al ilustre precursor de la independencia americana Francisco de Miranda en el arsenal de las siete torres de la Caraca de Cádiz el 14 de julio de 1816.

En cuanto al tema de la educación, tema por demás que siempre ha sido complejo porque aborda la formación y el fraguar  de la ciudadanía, la Constituyente de 1811, consagro la materia escolar como un asunto que debían asumir las provincias; así quedo reflejado en el   capitulo IX, articulo 200 “se encargaba a los gobiernos provinciales la creación de escuelas, academias y colegios” lo cual libero al gobierno central de ña responsabilidad del asunto educativo (Ramos s/F).

La independencia del domino español, significo para Venezuela la búsqueda de un camino para afirmar la nacionalidad y construir ciudadanía; los sectores dominantes se entretejieron en el establecimiento de una legalidad que consolidara sus interese y privilegios.

Según relata Ramos (s/f), la instrucción de pueblo, para afirmar los valores de ciudadanos libres que conscientes de sus deberes y derechos con la naciente republica, con la formación de la nacionalidad, se planteo como norma constitucional pero no como imperativo para la nación, pues el pueblo no lo reclama como derecho.

Se debe tener presente, que para el momento de la constituyente de 1811,  a pesar de los cambios políticos en los cuales se hizo mucho énfasis,  se obvió de forma deliberada la transformación de la economía (modo de producción) y por ende relegó a unsegundo plano el problema de la educación, de tal manera que durante es período fue una constante la faltade claridad de propósitos para impulsar la escuela popular.

En consecuencia la educación no se asumió como un derecho social del ciudadano que el Estado debe garantizar y velar en su cumplimiento; el pueblo fue marginado por la forma de operar de los sectores dominantes siendo objeto de segregación social lo cual resintió las bases de la naciente republica.

Bibliografía:

Brewer, A. Historia y Crisis Política en Venezuela, en PGil/ponencias/Venezuela, 2003.

Chávez, N (2011). (Comp). Constitución Federal Para Los Estados de Venezuela (21 de diciembre de 1811), Primeras Constituciones Latinoamericanas. Biblioteca Ayacucho.

Picón, U. Índice Constitucional de Venezuela.

Ramos, E. Elementos para el estudio del Estado Docente en la formación Histórico Social Venezolana del siglo XIX. Universidad Central de Venezuela, Caracas, en servicio.bc.uc.ade. ve/educacion/revista/

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Autor: Heriberto Rivera

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¿Cuál es la relación del Derecho con la sociedad

Por: Heriberto Rivera

Partiendo de la premisa, de que el hombre por definición es un ser social y por lo tanto se desenvuelve a través de un fenómeno social básico y fundamental: la convivencia social, proceso social que se presenta como necesario, inmediato y universal al hombre; luego si se entiende que el Derecho ha sido una formación elaborada y desarrollada a partir de la practica cultural del hombre y si se acepta que la cultura es una herencia social que se integra por conocimiento, creencias, costumbres, las influencias de la sociedad y desde el mismo origen de la vida, el hombre tiene la necesidad natural de establecer relaciones con sus semejantes.

Así mismo si la vida social y la relación de entre seres con las organizaciones sociales que representan al Estado, son escenarios donde se generan conflictos, bien sea por la complejidad del hombre, debido a su espiritualidad, su sensibilidad, emotividad, racionalidad, conciencia, instintos, sociabilidad, hacen que surjan situaciones de desencuentros, por la interacción de manifestaciones y voluntades contrarias.

En ese contexto anteriormente citado, el Derecho se hace presente con la finalidad de regular las relaciones sociales de diferente índole; entendiendo que el Derecho es la expresión de un orden social determinado, el cual se legitima a través de un orden jurídico.

En consecuencia, desde el mismo momento en que existe la sociedad también se establece la ley, el orden jurídico, que le permite sostenerse a lo largo del tiempo, estableciéndose lo que el Doctor Damiani en su conferencia afirma “no existe derecho sin poder legal es decir sin poder del Estado”.

Si se sabe que el Estado surge precisamente para ser el ente regulador entre las contradicciones de clases, es de suponer que el Estado, regula ese poder a través del derecho que tiene una determinada expresión ideológica, regula el pacto social, pero en función de una clase dominante.

En ese mismo sentido, dentro de la sociedad a la cual se regula, en la misma se ejerce la hegemonía desde el lugar del Derecho, es decir éste es el instrumento para ejercer el dominio de una case social, es lo que en términos marxistas se denomina dictadura como forma de Estado; se puede afirmar que la relación entre derecho y sociedad es una relación de poder.

El Derecho como la expresión de un poder, legitima una hegemonía a través de diversos instrumentos de reproducción social como la educación, los medios de comunicación, la religión y la familia entre otros.

En ese orden, se puede afirmar, que la universidad como representante de un sector privilegiado de la sociedad, construye una concepción del mundo, es un espacio de legitimación del saber, de establecer relaciones de poder.

El patrón de universidad que se tiene hoy día se fundamenta en un modelo tecnocrático y mercantilista de la educación, y ésta es según Damiani una “zona de conflicto social” y si la educación tiene una política claramente establecida, entonces dicha política educativa nos debe conducir a la discusión del modelo social que actualmente impera en Venezuela.

En consecuencia, ese modelo debe ser sometido a evaluaciones desde la relación entre Derecho y sociedad; tomando en cuenta que el Derecho como conjunto de normas no es abstracto aunque el positivismo jurídico se encarga de presentarlo como tal, el orden jurídico que se tiene hasta ahora ha sido un factor determinante- como obstáculo- para avanzar en el desarrollo de las diferentes políticas sociales diseñadas por el proceso revolucionario.

En este sentido, según Damiani, la educación universitaria y entre ellos los estudios de la ciencias jurídicas y el Derecho son determinantes para avanzar, pues sin cambiar el orden jurídico arcaico y anacrónico que se tiene, es un obstáculo social para los cambios necesarios.

De allí que se hace necesario operar la transformación partiendo desde lo epistemológico, desde el marco epistémico que vaya mas allá de lo administrativo; el cambio debe darse desde el pensamiento y que según Gramsci citado por Damiani, “la hegemonía es la efectiva dirección de la sociedad; no es lo cuantitativo, es lo cualitativo lo fundamental”; no es asunto sólo de carácter científico, es político y a su vez filosófico.

Así mismo, se afirma que las estructuras del conocimiento no se pueden desligar de las relaciones de poder, de allí que se deben asumir estructuras de un conocimiento integral, no fragmentado, que permita visualizar las contradicciones en el campo de las ideas y del conocimiento en general.

Se debe superar la memorización, avanzar a la integración teórica y practica hacia la interdisciplinariedad la cual crea una instancia que posibilita la interpretación conceptual conjunta, comprensiva y descriptiva de esa realidad estudiada.

Por otro lado es importante señalar que se tiene pendiente una deuda con el proceso revolucionario, ya Bolívar, en el Congreso de Angostura hecho las bases para lograr un orden jurídico original, propio, que sea la concreción de nuestras realidades; por ello esta pendiente elaborar y diseñar un nuevo constitucionalismo latinoamericano, pues a la par de esto, existe la necesidad de un nueva formación del Derecho, una nueva pedagogía y nueva forma de enseñanza del Derecho.

Es necesario realizar una praxis jurídica que promueva una nueva cultura del trabajo jurídico, que incentive a la formación de un abogado, que no sea tal cual es hoy un reproductor de las relaciones del sistema tradicional contrario a la Revolución Bolivariana; debemos formar un abogado que vaya mucho mas allá de la simple aplicación de la normatividad positivista, un abogado y jurista que estudie la teoría jurídica que permita producir nuevos conocimientos.

Es imprescindible trascender la educación memorística del Derecho hacia un educación contextualizada del mismo; trascender el positivismo jurídico, pues mas allá de las normas jurídicas está una sociedad que aspira y espera una regulación adaptada a los nuevos tiempos; el jurista no puede limitarse al estudio formal que de las normas, despreocupándose de su instrumentalidad social concreta sino que una apreciación lúcida de su función propia lo lleve a abrirse hacia lo social para ajustarlo y preñarlo de la realidad social así como a un sistema mas humanizado de valores. No se debe olvidar que el Derecho es una de las tantas formas en que se manifiesta la praxis social, y como tal praxis debe ser capaz de iniciar su transformación de todos los miembros de la sociedad, pues el Derecho es un ejercicio que lo ejerce la ciudadanía en pleno al demandar sus derechos que como ciudadano le corresponde.

Referencias:

Damiani, L. Relación entre Derecho y Sociedad, video –foro. UBV

Trazegnies, F. Marcuse y el Derecho Unidimensional.

Vizcaino, M et al (2009). Introducción al estudio del Derecho. Universidad de Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

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El Reto de la Universidad de Hoy

Por: Heriberto Segundo Rivera

La universidad latinoamericana, cuya  aspiración de originalidad fue distorsionada durante buena parte del siglo XX ocupó su tiempo en búsqueda de certezas, apegada al paradigma newtoniano y en producir con vehemencia verdades absolutas y rígidas;  en consecuencia, al estudiante se le ha venido formando para un mundo inmutable y predecible, a pesar de que el corazón y el cerebro intuían cambios profundos y enormes agujeros negros.

Al perder el camino de su originalidad, la universidad consolido  la idea de progreso con la mirada puesta en los centros de poder y sus pretensiones, de tal forma que la consecuencia lógica de la universidad venezolana se vio reflejada en la construcción de una política educativa para la sumisión y formación de estudiantes acríticos que los hace fértiles para el consumismo.

Dentro de ese marco se desarrollaron  los contenidos curriculares basados en formas de aproximación a la realidad dictada en otras latitudes, obviando su riqueza cultural, por tanto las investigaciones responden dentro de este paradigma principalmente a una visión capitalista, basada en una visión reduccionista de nuestros países marginando la diversidad  nacional y la pluralidad  de actores.

El nuevo siglo arropado con grandes y excelentes contribuciones entre las cuales destacan las de Heisenberg, Ilya Pregogine (estructuras disipativas), Geymonat, Piaget, Morín, Moscoviei, Dussel, Buenaventura Dos Santos así  como otros científicos y humanistas de nuestro tiempo, promete moverse hacia concepciones menos dogmáticas y por ello  menos deterministas.

La Universidad reclama, sin negar la relevancia de los epistemes de visión eurocentristas, de  incorporar otras visiones epistémicas que vinculen a la universidad  una visión critica de la realidad con la inclusión de una visión desde  abajo, plural, diversa a partir de las formas de aprehensión del pueblo en todas sus expresiones.

En ese sentido la critica al eurocentrismo no es para hacer valer  otros centros, sino para procurar como los sostiene Buenaventura Dos Santos, un reconociendo de otras culturas de probada riqueza discursiva y reflexiva, que tienen su propia metodología para hacer aportes al conocimiento y su difusión. Se trata de la Universidad donde se conjugan y condensa todo el conocimiento.

La universidad, ha vivido muchas veces al reverso de la sociedad, del sistema productivo y del propio sistema de ciencias y tecnología, aunado al distanciamiento entre la escuela secundaria y la universidad. Esa universidad que aspiró a ser puntal de la lucha de los pueblos, ser su redentor, que aspiró y fue durante un corto tiempo popular, autónoma y democrática, al tomar distancia del movimiento de Córdova, se fue transformando en un círculo de la aristocracia de la educación, donde el estudiante también empeñado en la búsqueda más que de aprendizaje, en  busca de certificaciones profesionales, está convertido en un negocio de la academia.

La praxis educativa ofrecida en la educación universitaria venezolana debe estar centrada en la pertinencia, colaboración y solidaridad, pues las universidades, en estos momentos, padecen todos los males del cientificismo: rigidez en sus programas de estudios, escasa capacidad de respuesta a las demandas sociales, poca capacidad para atender lo que escapa del método verificable universal, excesivo disciplinarismo y concretismo, que parcelan el conocimiento y lo disgregan, perdiendo el sentido y orientación de la realidad y dirigiendo el conocimiento cada vez más hacia la especialización de la especialidad, es decir, a la «súper-especialización», sin ninguna conexión con el contexto social.

La universidad del siglo XXI, requiere con urgencia ser transformada; la autonomía, hoy reconocida con  carácter constitucional, no puede convertirse en poder supraestatal, a pesar de que su origen fue político, ya que fue producto de la movilización social, durante este tiempo la influencia de los partidos políticos ha sido-para bien o para mal- determinante, hasta el punto de hoy día sigue siendo manipulada por los mismos factores que la adaptan  a sus intereses particulares, donde a pesar de los cambios instituidos a partir de Córdova, todavía tiene bemoles como las cátedras que se obtienen como un “derecho” de sucesión,  irremediablemente esta situación necesita un cambio de estructuras.

La universidad para la construcción del socialismo requiere, realizar cambios estructurales en lo académico, en lo administrativo  y  esa  tarea liberadora requiere, sin duda, un nuevo modo de producción, descrito por Comandante Presidente Hugo Chávez como comunal. Eso es una tarea de todos. Por tanto ,  las universidades nacionales deben asumir la  lucha contra la precariedad del aparato productivo nacional: formando, en el pregrado, profesionales para la producción comunal; capacitando, en el postgrado, a los profesionales de la administración pública interesados en ser transferidos a las comunas productivas; investigando sobre los encadenamientos industriales y agrícolas, y por último, animando a la agregación comunitaria.

Sin embargo, no basta la intención, necesitamos hechos que demuestren estar, efectivamente, al servicio del socialismo. Y además con eficacia.

Hace pocos días, el presidente de Méjico  López Obrador, con gran sentido de la realidad afirmó que  “por las universidades nos han dominado más que por la fuerza”; claro no puede ser de otra manera, si la mayoría de los docentes universitarios son formados en el exterior a imagen y semejanza de la lógica del gran capital, formados en  las teorías que racionalizan la dependencia y el neo-colonialismo.

Ya muchos años antes el gran Maestro Carlos Mathus, afirmaba que las universidades siempre llegan tardes a las transformaciones.

En la Republica Bolivariana de Venezuela tenemos veinte años transitando un camino escabroso para la construcción del socialismo pero todavía tenemos la misma universidad medieval y anclada en el pasado.

El gran visionario que fue el comandante Chávez, impulso la creación de la Universidad Bolivariana de Venezuela, como una respuesta tal vez aproximada a la Universidad con visión de socialismo.

Seria relevante que este Digno Congreso Universitario realizado por el Frente  Universitario Anti Imperialista tenga  a bien tomar como referencia, para su estudio y consideración como una propuesta para la transformación de la universidad  el Documento rector de la Universidad Bolivariana de Venezuela, que ha pesar de las criticas que se le pueden realizar, constituye sin duda un paso fundamental para romper con las viejas estructuras de la universidad enclaustrada en lo medieval.

De esta forma que la propuesta primordial no es otra que la de iniciar un proceso de discusión en relación a crear otra forma de ver y estudiar la realidad para lograr la formación del sujeto transformador que sea capaz de construir el poder popular que dé paso a un nuevo Estado.

La universidad de hoy, tiene el reto de generar escenarios de ruptura epistemológicas ante el sistema hegemónico liberal burgués.

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Un Simón en Octubre

Por Heriberto Rivera

Cuando Samuel Robinson, apuntalado por el conocimiento divergente y con un pensamiento nutrido de las fuentes de los clásicos del momento y de las raíces ancestrales, nos lego la expresión ¡INVENTAMOS O ERRAMOS!, indudablemente que hacia referencia a  “tomen lo bueno-dejen lo malo-imiten con juicio- y por lo que falten inventen.

Al trasmitirnos sus ideas de emancipación, propias de su pensamiento critico y originalidad de su praxis  profundamente renovadora insistía en que “lo único constante en el mundo es la variación”.

Estaba claro Samuel Robinson, cuando tras su admiración y exaltación por el otro Simón nos inducia a defender a la Patria Bolivariana, así entonces exclamaba “aprendan los pueblos á conocer a sus verdaderos defensores en los que se sostienen los choques que sufre su causa. Vean en los principios de Bolívar los de la seguridad jeneral, y en su persona, y en su persona la columna maestra del sistema republicano. Bolívar merece ser defendido: los americanos deben considerarlo como su padre, cargado con el tesoro de sus derechos, peleando solo contra millares de enemigos, y pidiendo socorro a los mismos que defiende”

Cuando se habla o rememora a Simón Rodríguez, es para recordar no al maestro de Bolívar, como lo han querido etiquetar, reduciendo a pasividad lo que fue una dilatada actividad de creación, del hacer y del saber, se hizo a si mismo, con la esperanza de convertir en  verdaderas republicas los territorios conquistados por la libertad;

Simón Rodríguez fue  para Bolívar  su principal fuente de conocimiento, su ductor, su formador integral,  y para quien seguir a Bolívar es seguir la verdad, al respecto Samuel nos dice “por no quererse persuadir de esta verdad- por no querer imitar a Bolívar yerran gravemente los que mandan unos pueblos tan desordenados y tan pobres, confiados en que una pequeña parte muy voluntariosa (que llaman sana, porque no la conocen) los ha de ayudar. Reconozcan, pues, los pueblos del mediodía de América que la valor y al sagacidad de Bolívar deben su independencia, y crean que su prudencia y a su firmeza deberán su Libertad. Instrúyanse al populacho, y para ello dígasele”.

Un Simón Rodríguez, es la aspiración, que en cada escuela surja un pensamiento robinsoniano, un maestro irreverente, consecuente con su pueblo.

Fue un gran pensador americano y precursor de la educación popular, la originalidad de su pensamiento, su sentido estricto  de la honestidad, la trascendencia renovadora de sus ideas pedagógicas y sociales, la heterodoxia y excentricidad de sus métodos  constituyen el referente de hombre propio que se ubica muy por encima de su época.

Hoy 28 de octubre, se conmemoran los 249 para unos y para otros 247 años del nacimiento  de aquel que habiendo nacido como un niño expósito, se hizo un hombre de ideas y de acción, de praxis, cuyas ideas  resultan de forma perenne una actualidad que asombra, a pesar de que siempre se escucha con algún ruido, que la educación es el elemento clave para combatir la pobreza y consolidar la democracia protagónica.

Decepcionado, por cuanto  no le habían dejado hacer por la libertad de América ya que la sociedad del momento no logro comprenderlo,  como muestra del resquemor que sentía hacia la sociedad que frustro sus proyectos lo cual se refleja en el portal de su vivienda, coloco el letrero con la inscripción: “Luces y virtudes americanas, esto es: Velas de sebo, paciencia, jabón, resignación, cola fuerte, amor al trabajo”. Las velas representaban   una muestra sarcástica de aquello que en su opinión había significado el “siglo de las luces” para América.

La última vez que Don Simón Rodríguez se encontró con Manuelita Sáenz en Paita, éste exclamo ¡que Ironía! Las dos personas que más quiso El Libertador sobreviven de las tareas más humildes. Usted contribuye a endulzar  la grave amargura de América. Yo, con mis velas, sigo empeñado en alumbrar sus caminos.

Se llamaba Simón Narciso de Jesús. Había nacido un 28 de octubre de 1769 para unos y para otros  de 1771. “Aún no había sido bautizado” Decía la nota al pie de la puerta donde le abandonaron.

hriverat1@hotmail.com

Fuente; http://aristobulo.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2009/10/simonrodriguez01-fidel-ernesto-vasquez.jpg

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Almelina, no es una fábula

Por: Heriberto Rivera.

El cine sigue siendo una poderosa herramienta para colocar en claro la realidad de los pueblos, sus luchas, sus anhelos, sus frustraciones y sus esperanzas; es una instrumento de la comunicación que tiene entre sus  fines mantener viva la memoria   colectiva para no olvidar momentos transcendentales en la existencia del hombre.

El docudrama, así llamado por sus creadores, Almelina,  es una combinación de la realidad y la ficción, de la captura de la realidad a través de los hechos y eventos que se  producen en la cotidianidad y que le dan sentido a la existencia, que logran generar gran impacto en el espectador que lo es por partida doble ya que refleja la vida de cada uno de nosotros.

Actualmente Venezuela viene siendo sometida a una guerra fratricida, a una guerra de sexta generación donde los escenarios de la violencia ya no son las montañas  ni la extensa llanura, ni las mesetas y valles topográficos, no son ya como se  conoce a  los espacios naturales de una guerra convencional.

Es una guerra, en cual todos sus habitantes están sometidos y son actores de primera línea, son protagonistas que sufren y padecen los rigores de una confrontación  sin cuartel, una guerra que ocurre a nivel del cerebro, donde las llamadas redes sociales inducen el odio hasta  hacerlo viral, donde se satisfacen los deseos sanguinarios de quienes ocultos bajo la tecnología puesta al servicio del crimen generan la caotización de la sociedad, creando desasosiego y situaciones de inestabilidad emocional para hacerla presa fácil del crimen, de la violación de las normas más elementales de convivencia.

Para que esta estrategia imperialista de la Guerra de sexta generación logre resultados positivos es necesario contar con lo que  llaman “Alienado Programado” (AP) o “individuo‐masa”, sujeto manipulado que responde a la realidad virtual que reflejan los medios y que actúa en consecuencia con lo que ve, sin meditar, o cuestionar la falsedad o realidad de lo que recibe. Echar un vistazo a la TV o mi Facebook, luego existo. Veo mi twitter, luego existo. Miro mi WhatsApp luego vivo. Así los medios  cercenan la capacidad de pensamiento, en  esto no hay posibilidad para el pensar reflexivo.

Esa guerra, que lamentablemente se debe reconocer que esta bien diseñada dentro de las imperfecciones del ser humano utiliza las  redes sociales para estimular la activación del cerebro reptiliano, de la parte irracional del “CPU” humano que lo induce a tomar decisiones que escapan del control de sus emociones y sentimientos.

Las redes sociales incentivan la violencia verbal lo cual tal vez sea menos perceptible que la violencia física, pero con efectos más graves y nocivos trasmiten la cultura necrófila, que  en manos de psicópatas pueden llegar a transformarlas en armas de  destrucción masiva.

El lenguaje va más allá, pues su contenido cargado de violencia es  expresado y  “retituar” sin meditar tiene un poder de penetración en el inconsciente, es tanto reflejo de la mente humana como  canal de trasmisión de pensamiento y emociones las palabras tienen efectos en la vida diaria. Las palabras tienen efectos en la vida diaria, con ellas podemos construir pero también destruir, edificar o derrumbar, levantar o aplastar, y declarar o finalizar una contienda. Todo depende del uso que le demos.

Esta guerra tiene a los medios de comunicación y sus instrumentos como su mejor apéndice y juegan un papel fundamental  por su alcance,  siendo utilizados por  la lógica de la violencia establecida como mercado que domina sobre la solidaridad en la información.

En ese contexto transcurre Almelina, la película que actualmente se exhibe en los escenarios públicos  donde se refleja el ambiente de la  barbarie belicosa de la manipulación mediática   al cual esta sometida la población.

Almelina, la película nace en una realidad violenta que describe y narra de forma extraordinaria-con  formato bien logrado, excelente fotografía, guion y parlamento, excelente plano actoral- los momentos por los cuales atraviesa las ciudades  y pueblos de Venezuela,  que se viene convirtiendo en ese movilizador de la memoria colectiva donde en cada cine-foro se pone de manifiesto la expresión y la gallardía de la madurez y el compromiso de la gente en este momento  tan crucial para la revolución Bolivariana.

El docudrama Almelina, refleja con claridad pero a la vez plantea interrogantes sobre la lucha de clases que se adelanta en Venezuela, donde se viene aplicando libretos  y guiones que hasta ahora-y se espera que no se logre su objetivo-han cumplido la meta de acabar con gobiernos y proyectos legitimados por la voluntad popular. Socavando las bases de la sociedad.

Si bien, el docudrama, si acaso lo llegasen  a ver los de la otra orilla, no ejercerá ninguna influencia pues esa gente esta programada para el odio y el desprecio hacia  los humildes; en el caso de la orilla irreductible, sirve pa reafirmar su compromiso, su lealtad y fe en el porvenir que se  construye en el presente, que si pasa por momento de  violencia inducida  en lo económico, social y política, llegara el momento para la paz; Almelina tiene esa fortaleza, partiendo de un momento de violencia seguramente que es un catalizador a futuro para encontrar la paz.

hriverat1@hotmail.com

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El movimiento de la Universidad de Córdoba, la hora de los pueblos y la Universidad actual

Por: Heriberto Rivera

Por estos días de junio 2018, se estarán cumpliendo los cien años de la llamada Reforma de Córdoba, hecho de gran trascendencia para Nuestra América. Dicho acontecimiento, a diferencia de como lo han querido presentar los sectores del conservadurismo, no solamente fue una rebelión de corte académico, así como tampoco fue un evento espontaneo; por el contrario, fue un acontecimiento emancipatorio (Tatian, 2018), en los albores del siglo XX, con orientaciones hacia la justicia social, la redención del pueblo que buscaba subvertir los valores impuestos por la sociedad, el clero y los privilegiados de la clase dominante proveniente de la “chaucocracia”.

El movimiento de Córdoba, si bien nació a partir de reclamos estudiantiles y pedagógicos, inmediatamente  sus ideas  se prolongaron en un ideal político antiimperialista y en un proyecto social de unidad con la clase trabajadora.

Para algunos pensadores, los tiempos académicos no son los tiempos de la revolución, pero en el caso de la gesta de los jóvenes de la Universidad de Córdoba de la  sureña Argentina del año 1918, ambos tiempos confluyen, pues la  necesidad de una formación más allá de los textos y de los claustros universitarios, eran sin duda el ansiado momento de  búsqueda de MAESTROS, que estuvieran a tono con los cambios que para el momento se venían dando  en el mundo, aunque entrando tardíamente al siglo XX; situación ésta que marchaba aunada, aunque muchos no lo refieran así, a la consolidación de la “hora americana”, de hacer realidad el sueño de nuestros libertadores, Bolívar, San Martín y Rosas, así como tantos otros que batallaron entre la vida y la muerte, con la pluma y con la espada, para forjar la gran Patria Americana.

La herencia del movimiento de Córdoba, trasciende lo académico en lo que las tres misiones principales se refiere a  la universidad  como son docencia, investigación y extensión, de hecho su “influencia más profunda estará marcada por una reaparición en escena del ideal revolucionario americano de fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX contribuyendo a la recuperación de la necesidad de una identidad común y del destino de Patria Grande que habían soñado Bolívar Y San Martín para una  América Unida e independiente”(Pittelli y Hermo, 2010).

Reivindicar el movimiento de Córdoba es extraerlo  de los claustros del oscurantismo académico en la que lo ha colocado la ortodoxia, es rescatarlo de las homilías republicanas que siempre han pretendido desnaturalizar el verdadero sentido del subversivo movimiento de los estudiantes de Córdoba en la  oportunidad de su aniversario.

Así mismo, es rescatar la firmeza revolucionaria de su líder fundamental Deodoro Roca que fue el ideólogo principal de la Reforma Universitaria de 1918 y que en 1920 propuso suprimir el doctorado cuarenta años antes que el mayo francés, cuestionado los exámenes, constituyendo una pedagogía socialista, antiautoritaria a partir de la propia pedagogía latinoamericana.

Ciertamente Deodoro Roca fue la pluma más inspirada del movimiento autor del manifiesto liminar que llego a tener proyección de carácter internacional.

En ese sentido, según Pittelli y Hermo (2010) expresan que el movimiento de Córdoba llego a influir en el Mayo francés de tal forma  que la “herencia de Deodoro Roca afloraría en la enorme rebelión de los 60 y 70 y su influencia sería universal, a tal punto que como reconociera Daniel Cohn Bendit, “la rebelión juvenil europea del Mayo francés estaría inspirada  directamente por  su pensamiento, incluso textualmente en alguna de sus consignas tales como << a los exámenes responda con preguntas>> o <<prohibido prohibir>> estampados en los muros de París”.

El ideario de la reforma universitaria argentina se adelanto 50 años al clima cultural europeo, fue un movimiento con mayor  sustrato político superando en muchos aspectos al movimiento francés,  éste por el contrario dio  inicio a lo que algunos llaman la cultura del espectáculo y de los grafitis. “Precursoramente, Deodoro Roca, se esforzó por conjugar a tres pensadores que volverían a ocupar la escena en los años sesenta: Marx, Freud y Nietzsche” (Kohan, 2011).

En el campo pedagógico, suficiente razón tiene Néstor Kohan (2011) al establecer que la obra precursora de Deodoro Roca sienta las bases para una “pedagogía socialista centrada en la libertad y no en la disciplina autoritaria, en una relación entre maestro y alumno dinámica y no mecánica, horizontal y ni vertical. Muchísimos años después, algunas de estas ideas serán trabajadas por el pedagogo brasileño Paulo Freire en su pedagogía del oprimido”.

En este contexto, se hace necesario recuperar la memoria  de aquellos  hitos históricos que sedimentaron el movimiento de alta política, pedagógica y social surgida en la Universidad de Córdoba, así como su vigencia y la situación actual de la  universidad venezolana del siglo XXI.

Los protagonistas del movimiento de Córdoba, estaba compuesto por estudiantes, profesores de la universidad, ubicados muy lejos del reformismo e iniciaron una revolución que con el paso del tiempo fue traicionada y vulnerada; el engendro de los estudiantes de Córdoba, estaba impregnado del espíritu de la lucha de la independencia forjada cien años atrás; por cierto una independencia aún inconclusa.

Realizar el presente escrito tiene la intención, siguiendo el camino de la historia, él cual es la verdad, ser testigo del pasado, que supere el hábito de algunos historiadores de convertir a los grandes acontecimientos y sus protagonistas en muñecos de cartón, en esterilizarla para que sea menos incomodo su recuerdo y rememoración.

El movimiento de Córdoba, trasciende el hecho meramente pedagógico, rompe las cuatro paredes del claustro universitario y se planta como un movimiento político social que tuvo la intención de desgarrar los “virreinatos espirituales” que seguían dominando a las universidades luego del proceso de independencia. (Tünnermman, 2008).

Dentro de ese marco, la Reforma de Córdoba, permitió que por primera vez en Latinoamérica, la Universidad fuese al reencuentro con su pueblo y lograra asumirse como efectivamente  consigue  convertirse en un gran movilizador social, en el gran catalizador para proyectar los cambios sociales y político que emergen de la sociedad que se abre pasos a codazo entre los  amarres de la tradición que paralizaban los avances planteados.

El movimiento de Córdoba, inicia la vía de originalidad latinoamericana en el campo político, económico y social, pudiéndose afirmar que hoy a cien años de su surgimiento, sus planteamientos tienen aún plena vigencia y no se han extinguido por el paso de los años.; los jóvenes de Córdoba, tuvieron la valía y el coraje de “enfrentar a la universidad europeísta que, con contadas excepciones, culturalmente sometida al pensamiento impuesto e importado por las metrópolis y considerablemente reacia a problematizar la necesaria “hora americana”.

El ímpetu y la osadía e irreverencia  estudiantil decidieron enfrentar a un régimen universitario anacrónico “fundado sobre una especie de derecho divino” en la que por siglos el saber y la verdad fueron monopolios de élites sociales que, para perpetuarse en sus privilegios pretendieron y aún pretenden mantener celosamente bajo su control las claves del conocimiento y de las ciencias, que de esa manera se tornan en instrumentos de dominación y vasallaje.(Márquez, 2003).

Comentario aparte merece equiparar y  hacer notar la especie de “derecho divino” si se iguala con la infausta  política del “Destino Manifiesto”, el caballito de batalla que los Estados Unidos en su afán de imponer el capitalismo en todo el mundo han usado para aislar, invadir, derrocar gobiernos y masacrar a los pueblos resistentes.

Ese “derecho divino” lamentablemente aún persiste en la universidad en pleno siglo XXI, el cual se expresa en los grupos y parcelas de poder de corte academicistas que persisten en imponer modelos educativos inspirados en el norte y otros centros hegemónicos. Ese “derecho divino”, que se manifiesta  a través de una visión epistemológica colonial que media las relaciones jerárquicas y organizativas sobre la cual se ha montado la universidad tradicional venezolana. (Portillo y Memdez, 2017).

Las propuestas del manifiesto Liminar de Córdoba, tuvieron siempre sus enemigos, que hicieron retroceder los avances, contando para ello con gobiernos que lograban abortar los cambios y transformaciones; por esa razón, es que en las llamadas universidades tradicionales e históricas, los cantos  conventuales alejan las posibilidades de servir al pueblo, guardando bajo llave sus saberes y sus estudiantes  cuidan sus cerrojos; de tal forma que hoy en pleno siglo XXI, la universidad continua tercamente por ser una abadía benedictina.

En Venezuela, las influencia del movimiento de Córdoba nacida de la inspiración estudiantil no tuvieron cabida en los años inmediatos luego de 1918 debido  ala situación política dominante en esos años- dictaduras como forma de gobierno- dicha ascendencia aparece apocadamente por los años 1946, siendo  “la primera vez en nuestro país que oficialmente se toma en cuenta al estudiantado en funciones relacionadas con el gobierno y la administración de las universidades”(Márquez; 2003). El Estatuto Orgánico de 1946  estableció,  por primera vez en el país, la representación de los estudiantes en el Consejo universitario, los Consejos de Facultad y las Asambleas de Facultad. Dicho Estatuto, fue ratificado por gobierno de Delgado Chalbaud el 23 de diciembre de 1948, vigente  hasta que la junta de gobierno interviene la UCV mediante decreto 321 del 17 de octubre de 1951 es derogado el estatuto orgánico de 1946.

Por cierto en ese tiempo la godarria merideña tuvo a su representante más acérrimo cuando años mas tardes fue nombrado rector de UCV Eloy Dávila Celis de infausto recuerdo pues cuando fue rector de la ULA tuvo gran desprestigio por su actuación despótica y represiva  como rector, contra quien se habían  producido graves disturbios en aquella universidad.

Pero el movimiento que se acerco con más aproximación a la impronta de la  reforma de Córdoba , guardando las distancias, fue el movimiento de Renovación Académica que estalló en 1969 en la Universidad Central de Venezuela y otras universidades autónomas, dicho movimiento alcanzó según Márquez (2003) “niveles muy radicales y entre sus objetivos la renovación perseguía la revisión a fondo de los planes y programas de estudio; la llamada auditoria académica, por lo cual los estudiantes harían la evaluación de sus profesores en razón de sus condiciones éticas y de su rendimiento académico, la ampliación de la representación estudiantil en las funciones electorales y de cogobierno, hasta hacerla paritaria con la delos profesores, y la participación de los empleados y obreros de la Universidad en dichas funciones” .Esto ultimo constituye un justo reclamo que hace la comunidad universitaria en los actuales momentos.

Dicho movimiento de renovación académica fue la expresión del momento estructural donde el poderoso movimiento estudiantil más allá de los partidos acompañados de docentes y trabajadores impulsaba la renovación que había colocado en evidencia pública el agotado modelo de universidad.

Ese movimiento renovador de Venezuela, cincuenta años después, se planteo lo que en su momento hicieron los jóvenes de Córdoba, querían según el profesor Nelson Méndez “una universidad para el mañana, desprendida del conservadurismo institucional y del peso de los intereses de poder establecidos, que anunciase y prefigurase rumbo a la Venezuela socialista futura”.

En ese sentido se debe tener presente, según lo mantiene López (2017) que “sobre la Renovación (académica) influyó igualmente las luchas universitarias que en América Latina se habían suscitado a partir del movimiento de Reforma Universitaria en Córdoba, Argentina, en 1918. Desde Córdoba, la autonomía universitaria[2] se hizo sinónimo de reforma (Febres Cordero, 1959:17), y la reforma universitaria se hizo sinónimo de progreso social (Roa y Núñez Tenorio,1971:18). Entendiendo por autonomía universitaria la independencia de la institución con respecto al Estado, tanto en lo académico como lo administrativo (Pinto, 1990: 65)” (www.aporrea.org/educacion/a241119.html.05-02-2017).

Esta aspiración fue ahogada, la convirtieron en un cono inaudible tanto por sectores de la derecha y de la izquierda, calificándola  de   alucinación  voluntarista y utópica; según narra el profesor Méndez, protagonista y fuente viva de ese momento “sus enterradores le enfrentaron un proyecto para hoy, respetuoso de las tradiciones de ayer y de la hegemonía reinante, eficiente y racional ante la demanda de la sociedad contemporánea, donde la institución operaría como servidor técnica, productiva y virtuosa que como faro de inteligencia critica y creación alternativa”.

Para ser rigurosos con la historia, La reforma de Córdoba en su momento también fue combatida por los sectores de la izquierda conservadora  y según Rivera (1952), “tildaron a la Reforma de movimiento pequeño burgués reaccionario” conceptos que se pueden entender si partimos de la falta de identificación  real de la unificación de los pueblos ignorada por los seguidores en aquel tiempo de la antigua  URSS. “Obviamente  la ceguera de los socialistas y comunistas frente a la Reforma de Córdoba fue parte de su ceguera frente a la cuestión nacional”.

El movimiento de renovación académica centro sus esfuerzos a la critica del saber que se impartía en la universidad, el cual era visto como elemento responsable de que la institución fuese incapaz de dar respuestas a los problemas sociales que en Venezuela comenzaba a suscitarse como la creciente migración interna producto del abandono del campo y el crecimiento exponencial de los cordones de miseria que comenzaban a tomar lenta y persistentemente  los núcleos urbanos. (Negrón, 2007)

Ese movimiento que enfrento y señalo con gallardía  la alternativa ante la profunda crisis de la Universidad rebatió con grandeza las objeciones tecnocráticas y al realismo que  proclamo la imposibilidad/inutilidad de transformar la Universidad  sin que le país cambie.

Según Carlos Tünnermman (2008), académico y estudioso aquilatado sobre la Reforma de Córdoba, la propuesta de los estudiantes de Córdoba, en su manifiesto Liminar, en ese sentido nos relata que “el concepto de autonomía sustentado por el movimiento de Córdoba era muy amplio: implicaba el reconocimiento del derecho de la comunidad universitaria a elegir sus propias autoridades, sin interferencia de extraños; la libertad de cátedra; la designación de los profesores por procedimientos puramente académicos que garantizara su idoneidad. Incluso se llego a recomendar la búsqueda de un mecanismo que permitiera a la universidad su autofinanciamiento (autarquía patrimonial), a fin de evitar las presiones económicas por parte del estado o de otras fuentes de ingreso, que en determinado momento podían hacer irrisoria la autonomía formal”; agregando que “mas tarde yante la constante amenaza de parte de las fuerzas públicas, se incluyo la inviolabilidad de los recintos universitarios. Con esto el concepto de autonomía adquirió característica que no sedan en otra parte del mundo”.

Ante la realidad de hoy, justo es reconocer los grandes avances que en su momento inspiraron los estudiantes de Córdoba, pero también se reconoce que los efectos permanentes de las democracias funcionales  y liberales y de dictaduras como forma de gobierno, convirtieron y desvirtuaron los postulados de Córdoba en valores ajenos a la vida de la Universidad.(Muñera,2011).

En Venezuela ante la necesidad de continuar adaptando la universidad a los interese de el modelo neoliberal, ya anteriormente en 1970 habían reformado la Ley de universidades de 1958- con la cual coartaron la autonomía, fue nombrada por el gobierno de turno  la Comisión Redactora  del Anteproyecto de Ley de Educación Superior del año 1981, lo que con eufemismo  llamaron la comisión de los sesenta por el numero de sus miembros,tuvo la intención de proponer una Ley para superar la distorsión y desvirtuación en la cual se mantiene hasta el sol de hoy. Dicha propuesta de la reforma fue engavetada por el gobierno de entonces a la cabeza del cual se encontraba Jaime Lusinchi y su partido Acción Democrática. Una vez el proceso de  transformación universitaria fue abortado y silenciado por los interese político partidistas.

Esa desviación se fundamenta en suficientes razones para estar distorsionados. El sistema educativo venezolano sufre un flagelo de la “distorsión” ( en esencia no es otra cosa que la contradicción de la estructura social del país), que se manifiesta en problemas como el analfabetismo (25%); la deserción escolar (el rechazo o exclusión del usuario por el sistema educativo), la poca inclinación hacia carreras técnicas; la formación de profesionales y técnicos sin planificación; docentes sin actualización de conocimientos, y la tendencia formar individuos para servir de empleados y no como agentes creadores”. De allí que “el resultado es un hombre sin iniciativas para el cambio o la transformación social, victima y producto del esquema intelectualista y del modelo educativo que no propicia la participación del estudiante en la solución de los problemas.”(Ortega y Otero,1986).

La universidad latinoamericana, cuya  aspiración de originalidad fue distorsionada durante buena parte del siglo XX “ocupó su tiempo en búsqueda de certezas, apegada al paradigma newtoniano y en producir con vehemencia verdades absolutas y rígidas”(Escotet); agregando además el precitado autor de la cita anterior, que en consecuencia, al estudiante se le ha venido formando para un mundo inmutable y predecible, a pesar de que el corazón y el cerebro intuían cambios profundos y enormes agujeros negros.

Al perder el camino de su originalidad, la universidad consolido  la idea de progreso con la mirada puesta en los centros de poder y sus pretensiones, de tal forma que la consecuencia lógica de la universidad venezolana se vio reflejada en la construcción de una política educativa para la sumisión y formación de estudiantes acríticos que los hace fértiles para el consumismo.

Dentro de ese marco se desarrollaron  los contenidos curriculares basados en formas de aproximación a la realidad dictada en otras latitudes, obviando su riqueza cultural, por tanto las investigaciones responden dentro de este paradigma principalmente a una visión capitalista, basada en una visión reduccionista de nuestros países marginando la diversidad  nacional y la pluralidad  de actores.

El nuevo siglo arropado con grandes y excelentes contribuciones entre las cuales destacan las de Heisenberg, Ilya Pregogine (estructuras disipativas), Geymonat, Piaget, Morín, Moscoviei, Dussel, Buenaventura Dos Santos así como otros científicos y humanistas de nuestro tiempo, promete moverse hacia concepciones menos dogmáticas y por ello  menos deterministas.

La Universidad reclama, sin negar la relevancia de los epistemes de visión eurocentristas, de  incorporar otras visiones epistémicas que vinculen a la universidad  una visión critica de la realidad con la inclusión de una visión desde  abajo, plural, diversa a partir de las formas de aprehensión del pueblo en todas sus expresiones.

En ese sentido la critica al eurocentrismo no es para hacer valer  otros centros, sino para procurar como los sostiene Buenaventura Dos Santos, un reconociendo de otras culturas de probada riqueza discursiva y reflexiva, que tienen su propia metodología para hacer aportes al conocimiento y su difusión. Se trata de la Universidad donde se conjugan y condensa todo el conocimiento.

La universidad, ha vivido muchas veces al reverso de la sociedad, del sistema productivo y del propio sistema de ciencias y tecnología, aunado al distanciamiento entre la escuela secundaria y la universidad. Esa universidad que aspiró a ser puntal de la lucha de los pueblos, ser su redentor, que aspiró y fue durante un corto tiempo popular, autónoma y democrática, al tomar distancia del movimiento de Córdoba, se fue transformando en un círculo de la aristocracia de la educación, donde “el estudiante también empeñado en la búsqueda más que de aprendizaje, en  busca de certificaciones profesionales, está convertido en un negocio de la academia” (Escotet).

La praxis educativa ofrecida en la educación universitaria venezolana debe estar centrada en la pertinencia, colaboración y solidaridad, pues las universidades, en estos momentos, padeciendo todos los males del cientificismo: rigidez en sus programas de estudios, escasa capacidad de respuesta a las demandas sociales, poca capacidad para atender lo que escapa del método verificable universal, excesivo disciplinarismo y concretismo, que parcelan el conocimiento y lo disgregan, perdiendo el sentido y orientación de la realidad y dirigiendo el conocimiento cada vez más hacia la especialización de la especialidad, es decir, a la «super-especialización», sin ninguna conexión con el contexto social.

La universidad del siglo XXI, requiere con urgencia ser transformada; la autonomía, hoy reconocida con  carácter constitucional, no puede convertirse en poder supraestatal, a pesar de que su origen fue político, ya que fue producto de la movilización social, durante este tiempo la influencia de los partidos políticos ha sido-para bien o para mal- determinante, hasta el punto de hoy día sigue siendo manipulada por los mismos factores que la adaptan a sus intereses particulares, donde a pesar de los cambios instituidos a partir de Córdoba, todavía tiene bemoles como las cátedras que se obtienen como un “derecho” de sucesión,  irremediablemente esta situación necesita un cambio de estructuras.

La Reforma  Universitaria de Córdoba, al irrumpir en la posibilidad de construir otra sociedad, una nueva sociedad, donde el ser humano sea su centro, ha tenido muchos enemigos, pues la tradición y su intereses de clase es impedir que  las instituciones se transformen para bien de la humanidad; hoy muchos conversos quieren minimizar la acción estudiantil de Córdoba y se refieren a ella como un mito sin mayor trascendencia.

La fraternidad nacida entre generaciones de estudiantes en defensa de los ideales reformistas, de la enseñanza laica, de la autonomía universitaria y la solidaridad con los pueblos latinoamericanos sometidos al vasallaje de los imperios colonialistas, no fue un mito. Tampoco fue mitológica la heroica participación de los reformistas enfrentando los sistemas dictatoriales  y las democracias abstractas que anularon la autonomía universitaria y abolieron las garantías constitucionales, así como en defensa de la enseñanza pública de la universidad autónoma, popular y democrática, por la cual seguiremos luchando.

Si reconocemos que somos parte de un mundo plural, diverso y multicultural,  obliga al hombre educado a ser capaz de lograr la aprehensión de la realidad en la búsqueda de la utopía.

“EDUCAR, NO ES ENSEÑAR AL QUE NO SABE, ES DECUBRIR AL QUE NO EXISTE”

Bibliografía:

Aritz Recalde. Reflexiones sobre la Reforma  Universitaria del año 1918: Siete hipótesis para el Análisis.

Escotet, M. Desafíos de la Educación Superior En Una era de Transición.

Kohan, N. (2011).La Reforma Universitaria en el siglo XXI.

Luquez, E. A los cien años de la Reforma Universitaria. Proceso de Alta Política (1918-2018). En ffyl.uncuyo.edu.ar

Márquez, A. Autonomía Universitaria y Revolución. DIKAIOSYNE, nº 10. Universidad de Los Andes. Mérida.2003.

Muñera, L. La Reforma de Córdoba y el Gobierno de las Universidades Públicas en América Latina. Ciencia política nº 12, julio-diciembre 2011.

Méndez, N (1995). La Renovación en la Universidad Central de Venezuela. Erase una vez el futuro.

Negrón, J (2007). Saber y Poder: El proceso de Renovación Universitaria en la Universidad Central de Venezuela (1967-1970). Boletín Antropológico, año 25, nº 71, septiembre-diciembre, 207. ISSN: 1325-2610.

Ortega, K y Otero, M. (1986).El Fin de La Comedia. Consideraciones acerca del Anteproyecto de Ley de Educación Superior.

Pittelli, C y Hermo, J. (2010). La reforma Universitaria de Córdoba (Argentina) de 1918. Su influencia en el origen de un renovado pensamiento emancipatorio en América Latina.

Portillo, M y Memdez, J (2017). De la Universidad que tenemos a la  Universidad necesaria. Un estudio desde el pensamiento decolonial. Fondo editorial UNERMB.

Rivera, E. La Reforma Universitaria. Edición electrónica: Marxists Internet Archive, noviembre 2002.

Tünnermann, C. (2008). Noventa años de la Reforma de Córdoba (1918-2008), Buenos Aires, CLACSO.

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