Page 1434 of 2446
1 1.432 1.433 1.434 1.435 1.436 2.446

Paradojas de la autonomía educativa.

Por: Jaime Montoya Ferrer.

El tema de la autonomía educativa tiene un conjunto de matices sobre la capacidad de gobernarse a sí mismo, es un derecho que no se otorga sino que se obtiene. La autonomía educativa significa la oportunidad que tienen las instituciones de educación para diseñar y consolidar su proyecto educativo de acuerdo con su filosofía y contexto.

Ha sido una aspiración histórica de los educadores y de las autoridades escolares que las instituciones puedan participar en el diseño de sus propias políticas pedagógicas y curriculares. El Estado ha ejercido con autoridad el control del modelo educativo, lo que significa la imposición de criterios formativos universales en lo que se considera debe ser el ideal del proyecto nacional del colombiano, sus competencias y capacidades.

Con la Ley 115 se fortaleció el papel del colegio como semiautónomos al permitir e impulsar la elaboración del proyecto educativo institucional. Se trata de una autonomía relativa dado que los recursos continúan centralizados y mediados por los intereses regionales.

Pese a esta limitación, las posibilidades que se abrieron para las instituciones educativas son considerables porque la Ley les permitió organizar las áreas de conocimiento, la definición de propósitos de formación y competencias de acuerdo con las condiciones regionales.

Lo que se propone es que la institución educativa se acerque a su comunidad y permita las competencias para superar problemas y mejorar condiciones de vida desde una perspectiva más amplia del desarrollo humano.

La forma como se ha construido los proyectos educativos en los colegios dejan muchas dudas sobre la oportunidad de acercar la institución al barrio, a la vereda. En muchos casos se trata de un documento con el objetivo de acatar una exigencia nacional o para el cumplimiento de los indicadores que supuestamente deben medir la calidad; con la idea de explorar la realidad social y problematizar, con el fin de proponer modelos orientados a formar y construir las capacidades humanas necesarias para superar las exigencias que impone nuestra sociedad.

Fuente: http://www.eldiario.com.co/seccion/OPINION/paradojas-de-la-autonom-a-educativa1711.html

Imagen: https://encrypted-tbn0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcQuneE4bUYyyFtaiHbGuAT887RzyKsT-KyGzZrFQN3utkTJNbx9

Comparte este contenido:

Adoctrinamiento educativo.

Por: Javier Macho Partida.

El 17 de octubre tuvimos la ocasión de presenciar otro ejercicio de ataque a la enseñanza pública, esta vez protagonizado por el diputado de Ciudadanos Toni Cantó. A este despropósito le podemos sumar el reciente ataque de Xavier García Albiol. Que, aprovechando la coyuntura, pidió aprovechar el tan traído artículo 155 para recordar que «en Cataluña la escuela se dedica a educar en el odio a España».

No sería noticia si no fuera por la situación en que nos encontramos respecto a Cataluña. Pero es indignante que se ataque una vez más al colectivo docente de la enseñanza pública. Un ataque más que sumar a esa lista en la que ya figuran perlas del estilo de que trabajamos sólo veinte horas a la semana, ganamos un dineral, y vaya usted a saber cuántas más.

Volvamos al asunto que nos ocupa. Toni Cantó presentó una moción para que la alta inspección pudiera intervenir para «asegurar la neutralidad ideológica de los docentes». Esto fue unido a todo un discurso lleno de demagogia, presentando hechos puntuales como generalidades en relación al supuesto adoctrinamiento de los niños y las niñas de Cataluña. La moción sólo contó con el apoyo favorable de Ciudadanos ya que siquiera el PP la apoyó. Y por supuesto las reacciones no se hicieron esperar, tanto en las redes sociales como por diversos colectivos docentes, pasando por los demás miembros del arco parlamentario en aquel mismo momento.

 Aunque ya se lo mencionaron, al señor Cantó habría que recordarle cómo se adoctrina en la enseñanza. Adoctrinar se adoctrina en la enseñanza de la Religión, elevada a categoría de materia evaluable gracias a la Lomce. Si de verdad el estado español es laico, ¿por qué hay una materia de religión dentro del currículo educativo? Este sería tema de otro debate, pero es necesario recordar que países como Francia nos ganan en conciencia laica y en la separación Iglesia-Estado, y el debate sobre la laicidad de la enseñanza sigue pendiente.

Adoctrinar se adoctrina en los centros religiosos privados y concertados. Esos mismos centros con los que están de acuerdo y además votan proposiciones junto al PP para aumentar sus fondos en detrimento de la enseñanza de todos y todas, que es la enseñanza pública. Ya nos batimos el cobre día a día con innumerables problemas, señor Cantó: presupuesto de educación en mínimos históricos; falta de recursos en los centros; aumento de horas lectivas; treinta alumnos o más por aula; alumnos con necesidades educativas especiales de toda clase a los que es difícil atender como se merecen; preparación de clases; elaboración de programaciones didácticas y adaptaciones curriculares, etc. ¿No tenemos suficientes problemas? ¡Es que la educación pública no es una prioridad del partido que ustedes apoyan! No obstante, el gasto en educación daría para más de un artículo.

Adoctrinar se adoctrina en ese mantra neoliberal repetido hasta la saciedad que es el emprendimiento y el hazlo tú mismo, adoctrinando mediante su promoción a través de un discurso que reviste esta categoría de «emprendedor» dentro de un hálito mágico, representados estereotípicamente como personas «hechas a sí mismas», que cimientan el cambio social que requieren las sociedades actuales. Detrás solo hay populismo empresarial. La mitología de los emprendedores, es la reedición del mito del sueño americano, pero un sueño convertido en pesadilla de autoexplotación. Dicho de otra manera, sería algo así como búscate la vida por si acaso nadie te da empleo y el estado no está para estos menesteres. Mientras tanto, es ese mismo Estado que, en vez de promover políticas públicas de empleo, favorece a las grandes empresas y a los oligopolios con sus políticas, unido al interés de muchas corporaciones privadas por hacerse un hueco en el mundo de la educación, por supuesto para su propio interés económico. No obstante, el uso mercantilista de la educación y cómo debe ser ésta también daría para otro debate.

Adoctrinar se adoctrina en esa obsesión permanente que sólo el inglés sirve para conseguir empleo, o que con el inglés se va a todas partes, o que hay que enseñar los contenidos educativos en inglés. Sobre el mal llamado bilingüismo podríamos hablar largo y tendido, pero también da para otro debate. Y aquí lanzo una pregunta: ¿Hay algún presidente del Gobierno que hable o haya hablado inglés con fluidez? Por cierto, la Unesco recomienda la educación plurilingüe en la lengua materna, una lengua internacional (no dice cuál), y la lengua regional si la hubiere. Bueno, la dejadez de las instituciones respecto al leonés daría para otro debate más.

Nuestros mayores recordarán cómo tenían que cantar el Cara al sol y el himno de España con la letra de José María Pemán. También recordarán una visión parcial e imperialista de la Historia de España en la que el dictador Francisco Franco salvó a España (la de la una, grande y libre) de todos sus males. También recordarán que hablar en las lenguas cooficiales como el catalán o el euskera estaba prohibido. También recordarán que estaba prohibido leer ciertos autores como Lorca o Miguel Hernández. También recordarán aquella asignatura llamada Formación del Espíritu Nacional con sus apartados para niños y niñas, con todos los valores heteropatriarcales que les inculcaban, que para más inri la quisieron comparar con la Educación para la Ciudadanía de la LOE.

Dicho de otro modo, adoctrinar se adoctrinaba en la escuela franquista, en la escuela de la dictadura de Franco. Por cierto, Ciudadanos y el PP salieron pitando del Parlament de Cataluña para no tener que condenar un régimen totalitario que violaba los más elementales principios democráticos. Y ni siquiera tendría que hacer falta recordar que esa dictadura vino tras un golpe de estado contra un gobierno legítimo que era el de la II República, y que no se nos olvide que muchos de los maestros y maestras republicanos de cualquier signo político fueron represaliados por ese régimen dictatorial.

Respecto a la neutralidad ideológica, lo que buscan en verdad es coaccionar al profesorado para impedir el ejercicio libre lo que es nuestra profesión: Formar ciudadanos y ciudadanas cultos, libres, con curiosidad y espíritu crítico. Dentro del mundo docente hay numerosos profesores y profesoras afiliados a sindicatos y partidos políticos, Ciudadanos incluido. ¿También va a acusar el señor Cantó a sus compañeros de partido de adoctrinar? Si de verdad ocurren hechos en los que un docente se extralimita en sus funciones hay todos unos mecanismos para investigar a esta persona: equipos directivos, inspección educativa, etc. No es necesario crear ningún tipo de policía política para satisfacción ideológica de unos pocos.

Podría decir que fui un «niño adoctrinado» (como dicen cierta gente de la clase política) hasta los diez años en Cataluña, «víctima» de la inmersión lingüística hasta cuarto de EGB. Hijo y nieto de inmigrantes andaluces, viví en un pueblo de la comarca de Osona, Barcelona, y el catalán era de uso habitual, a diferencia de otras áreas, y no me pasó absolutamente nada. Bueno, algo sí me pasó: gracias a la inmersión lingüística pudimos integrarnos en la sociedad catalana; si hubiera permanecido allí hubiera disfrutado de más oportunidades de las que tendría sólo sabiendo castellano; me despertó cierta intuición lingüística y de hecho ahora me dedico a la enseñanza del inglés; puedo expresarme en dos lenguas distintas de manera fluida y disfrutar por igual de dos tesoros culturales con sus distintas manifestaciones.

?La desafortunada intervención de Toni Cantó da para analizar muchos problemas de la educación en este país. Ya va siendo hora de que la clase política deje de usar la enseñanza como arma arrojadiza para sus intereses personales y para buscar soluciones para crear otros problemas. A ver cuándo llega el día en que se reúnan todos los partidos, no sólo ellos, con todas las partes implicadas en la educación para poder alcanzar de una vez un acuerdo educativo que nos beneficie a toda la comunidad educativa.

Fuente: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/adoctrinamiento-educativo_1202550.html

Imagen: https://periodismoalternativoblog.files.wordpress.com/2015/02/ede69-adoctrinamiento2beducativo.jpg

Comparte este contenido:

5 iniciativas de diseño sustentable, con conciencia ambiental

Por: Eco Portal

El diseño sustentable (también llamado diseño ambientalmente sostenible, diseño con conciencia ambiental, etc.) es la filosofía del diseño de objetos físicos, el entorno construido y los servicios para cumplir con los principios de sostenibilidad social, económica y ecológica.

Potabilizador personal de agua de mar

El diseño puede cambiar vidas. Creado por el diseñador alemán Stephane Auguston después de una visita a las Islas Canarias, los conos de agua son un sistema solar portátil fácil de usar y portátil para una persona, que transforma el agua salada en agua potable purificada simplemente bajo el sol. Puede convertir hasta 1 ½ litros en 24 horas, lo que lo convierte en un dispositivo ideal para crear la necesidad diaria de agua dulce de un niño. Fotografía: watercones.com

Dispensador de toallas de papel WWF

Este dispensador / anuncio de toallas de papel, patrocinado por World Wildlife Fund, llamó mi atención. Su lema es ‘Ahorre papel. Salve el planeta’. Intentan reforzar la correlación directa entre el uso del papel y la destrucción de los bosques al mostrar el nivel decreciente de toallas de papel a través de un mapa de América del Sur. Por mucho que me gusta esta idea, debo admitir que no la entendí de inmediato. La relación entre Sudamérica, la selva tropical y la toalla de papel estaba demasiado alejada para dar un vistazo rápido. Creo que hubiera sido más claro si hubieran mostrado el recorte como un árbol. Entonces, de inmediato habría entendido la correlación y me habría sentido culpable antes de buscar una toalla de papel en lugar de buscarla. Gran idea sin embargo.

Cartucho de recarga

Hasta el 95% de la sustancia en productos de limpieza domésticos es agua, y deshacerse del envase cuando la botella está vacía es un desperdicio. Este diseño de Replenish ofrece un cartucho de recarga concentrado atornillado en la parte inferior, que cuando se invierte llena una cámara con suficiente líquido que luego puede rellenarse con agua del grifo. Es un ganador integral que ahorra desperdicios y materiales, junto con las emisiones de transporte del agua de envío.

Artek 2ndCycle

Artek tiene una iniciativa ambiental realmente fascinante llamada 2ndCycle. Están comprando muebles originales de Alvar Alto y luego volviéndolos a revender. No, no se están molestando en volver a pintar ni nada de eso. En esencia, lo están vendiendo en cualquier estado desaliñado (o no tan desaliñado) en el que lo encontraron. Entonces, ¿cuál es su ángulo? Bueno, son un par de cosas. Primero, están tratando de celebrar la idea de un original. Hay valor en los muebles de diseño más antiguos. Es una obra de arte. En segundo lugar, están reforzando la calidad de su línea de productos. Todos estos muebles se han mantenido en el tiempo. El último aspecto de su nueva historia es que los muebles han ganado valor a través del uso. No solo está comprando un mueble directamente de la línea de montaje. Está comprando algo con una historia, un historial. Para jugar este aspecto del mobiliario, cada pieza viene con un número de identificación y una etiqueta RFID que le permite rastrear y ver su historial. Amo esta idea Es mucho más una visión tradicional de los muebles que una moderna consumista.

Asistí a una charla de Tom Dixon donde habló sobre la línea 2nd Cycle de Artek. Curiosamente, parte de la razón por la que hay tantos muebles de Alvar Alto usados ​​es que la mayor parte se vendió originalmente a instituciones gubernamentales en Finlandia, como escuelas, hospitales e iglesias que no gastan el dinero para reemplazar sus muebles muy a menudo.

Windowherbs (Macetas para las ventanas)

Windowherbs es una gran solución para hacer que las hierbas frescas sean parte de su rutina diaria de cocina. Son medias macetas de hierbas que vienen con ventosas, que te permiten pegarlas directamente en la ventana de tu cocina. Las macetas no son solo un diseño inteligente, sino también muy atractivo. Las macetas transparentes con etiquetado simple se adaptarían a cualquier cocina. Las Windowherbs fueron diseñados por Tineke Beunders de ZO.

Fuentes

https://en.wikipedia.org/wiki/Sustainable_design
http://onefloorup.com/blog
https://www.theguardian.com

Fuente del Artículo:

https://www.ecoportal.net/paises/diseno-con-conciencia/

Comparte este contenido:

Frei Betto: Reclamar menos, atuar mais

Quando me perguntam sobre o Brasil, respondo que não vejo luz no fim do túnel porque nem mesmo enxergo o túnel…

Por Frei Betto

Não lembro de ter vivido conjuntura tão incerta. Na ditadura os atores, de um lado e outro, eram definidos. Agora não. Há um assombroso retrocesso no país, e é praticamente insignificante a reação de quem se lhe opõe.

A reforma trabalhista jogou por terra mais de 70 anos de conquistas laborais. A terceirização passou ao primeiro lugar. A reforma da Previdência condena os brasileiros mais pobres a uma vida toda de trabalho forçado, pois dificilmente terão sobrevida após 49 anos de aluguel de sua força de trabalho aos patrões, a preço salarial irrisório.

O Brasil está atolado no retrocesso econômico, no esgarçamento das políticas sociais, na precarização da saúde e da educação, e na corrupção. Os dados são alarmantes: 13 milhões de desempregados; surtos de febre amarela, dengue, zika e chikungunya, violência urbana crescente.

Para se contrapor a essa conjuntura, não basta abastecer as redes sociais de ofensas, ironias, ressentimentos e piadas. É preciso organizar a esperança. Ter clareza de como proceder nas eleições de 2018 e qual o projeto de Brasil dos nossos sonhos.

O voto em 2018 deverá estar pautado pelo Brasil que queremos. Essa visão estratégica deve nortear a escolha de partidos e candidatos.

Eleições, contudo, não mudam um país. O que muda é o fortalecimento dos movimentos sociais, o aprofundamento ideológico à luz do marxismo, o resgate da utopia e a militância junto aos segmentos empobrecidos da população. Buscar a alternativa socialista brasileira com visão crítica das experiências socialistas historicamente existentes.

Há que resistir a essa avassaladora cooptação feita pelo neoliberalismo. A direita avança no mundo todo. A desigualdade se acentua: oito indivíduos, segundo a Oxfam, possuem a mesma renda de 3,6 bilhões de pessoas, metade da humanidade.

Temos apenas duas escolhas: cuidar de nossa vida biológica, como estudar para obter emprego e, graças ao salário, sustentar a família, esperando que a sorte não nos empurre para a pobreza; ou imprimir à vida um sentido biográfico, histórico, ao assumir a militância da luta por justiça, liberdade e defesa intransigente dos direitos humanos.

Não nos basta informação. É preciso investir em formação, de modo a construir uma alternativa de sociedade que, a meu ver, deve consistir no ecossocialismo.+

Fora Temer? E o que colocar dentro?

http://port.pravda.ru/news/cplp/04-11-2017/44335-frei_betto-0/

Comparte este contenido:

Boaventura: o risco da desimaginação social

Por: Boaventura De Sousa Santos

Em tempos de crise, capital flerta com hiper individualismo. Segundo sua lógica, competição é o máximo; cabe à cultura, e à religião, aceitar a guerra de todos contra todos

Por Boaventura de Sousa Santos

O social é o conjunto de dimensões da vida coletiva que não podem ser reduzidas à existência e experiência particular dos indivíduos que compõem uma dada sociedade. Esta definição não é neutra. Define o social pela negativa, o que permite atribuir-lhe uma infinidade de atributos que variam de época para época. É, por outro lado, uma definição eurocêntrica porque pressupõe uma distinção categorial entre o social e o indivíduo, uma distinção que, longe de ser universal ou imemorial, é específica da filosofia e da cultura ocidentais, e nestas só se tornou dominante com o racionalismo, o individualismo e o antropocentrismo renascentista do século XV, os quais viriam a ter em Descartes o seu mais brilhante teorizador. Tanto é assim que a máxima expressão desta filosofia–cogito ergo sum, “penso logo existo”– não tem tradução adequada em muitas línguas e culturas não eurocêntricas. Para muitas destas culturas, a existência de um ser individual é não só problemática como absurda. É o caso das filosofias da África austral e do seu conceito fundamental de Ubuntu, que se pode traduzir por “eu sou porque tu és”, ou seja, eu não existo senão na minha relação com outros. Os africanos não precisaram esperar por Heidegger para conceber o ser como ser-com (Mitsein).

Muito esquematicamente, podemos distinguir na cultura eurocêntrica que serviu de base ao capitalismo moderno dois entendimentos extremos do social. De um lado, o entendimento reacionário, que confere total primazia ao indivíduo e o concebe como um ser ameaçado pelo social. Segundo tal lógica, os indivíduos, longe de serem iguais, são naturalmente diferentes e essas diferenças determinam hierarquias que o social deve respeitar e ratificar. Entre essas diferenças, duas são fundamentais: as diferenças de raça e as diferenças de sexo. No outro extremo está o entendimento solidarista, que confere primazia ao social e que o concebe como o conjunto de regras de sociabilidade que neutralizam as desigualdades entre os indivíduos. Entre estes dois extremos foram muitos os entendimentos intermédios, nomeadamente os entendimentos liberais (no plural), que viram no social o garante da igualdade dos indivíduos como ponto de partida, e os entendimentos socialistas (também no plural), que viram no social o garante da igualdade dos indivíduos como ponto de chegada.

Entre estes dois entendimentos, por sua vez, foram possíveis várias combinações. Com as revoluções francesa e americana os dois últimos entendimentos passaram a ser os únicos legítimos no plano ideológico. Foi com base neles que se iniciou a luta contra a escravatura e a discriminação contra as mulheres. No entanto, ao contrário do que se supõe, o entendimento reacionário da desigualdade natural-social entre os indivíduos sempre se manteve como corrente subterrânea. Até hoje. E é intrigante que assim seja depois de dois séculos de lutas contra a desigualdade e a discriminação. Houve progressos? E, se houve, por que é que os retrocessos ocorrem recorrentemente e aparentemente com tanta facilidade? Estaremos hoje numa fase de retrocesso histórico em que o entendimento socialista se desfaz no ar e o liberal parece perigosamente ameaçado pelo entendimento reacionário?

As respostas a estas perguntas dependem da consideração de vários fatores. Vou limitar-me a um deles e, por isso, assumo à partida que a minha resposta é incompleta. O que o pensamento liberal designou por sociedade moderna democrática e o pensamento marxista por sociedade moderna capitalista foi de fato uma sociedade cujo modelo de desenvolvimento econômico exigia dois tipos de exploração da força de trabalho: a exploração de seres humanos teoricamente iguais aos seus exploradores e a exploração de seres humanos inferiores ou sub-humanos. Daqui decorreram dois tipos de desvalorização do trabalho: uma desvalorização controlada, porque regulada pelo princípio da igualdade, e por isso assente em direitos supostamente universais; e uma desvalorização mais intensa porque “natural”, exercida sobre seres ontologicamente degradados, seres racializados e seres sexualizados — basicamente, negros e mulheres. O capitalismo não inventou nem o colonialismo (racismo, escravatura, trabalho forçado) nem o patriarcado (discriminação sexual) mas ressignificou-os como formas de trabalho super-desvalorizado, ou mesmo não pago ou sistematicamente roubado. Sem essa super-desvalorização do trabalho de populações tidas por inferiores não seria possível a exploração rentável da força de trabalho assalariado em que tanto liberais como marxistas se concentraram, ou seja, o capitalismo não se poderia manter e expandir de forma sustentada.

Mas, se assim foi, não terá sido apenas nos alvores do capitalismo? Em meu entender, não, e só o domínio do pensamento liberal e do pensamento marxista nos impediu de ver que desde o século XV, pelo menos, até hoje vivemos em sociedades capitalistas, colonialistas e patriarcais. Obviamente que ao longo dos séculos houve lutas e movimentos sociais que eliminaram algumas das formas mais selvagens de desvalorização humana, mas só o domínio daquelas duas formas de pensamento moderno foi capaz de nos criar a ilusão de que a eliminação dessa desvalorização seria progressiva e até acabaria um dia, mesmo sem o capitalismo acabar.

Ledo engano. O que aconteceu foi a substituição, real ou apenas jurídica, de alguns instrumentos de desvalorização por outros ou a deslocação do exercício da desvalorização de um campo social para outro ou de uma região do mundo para outra. Não ter isto em conta fez com que confundíssemos o fim do colonialismo histórico (de ocupação territorial por país estrangeiro) com o fim total do colonialismo, quando de facto o colonialismo continuou sob outras formas: neocolonialismo, colonialismo interno, imperialismo, racismo, xenofobia, ódio anti-imigrante e anti-refugiado, e, para espanto de muitos, a própria escravatura, como a ONU hoje reconhece. Da mesma forma que a discriminação contra as mulheres deixou de se manifestar no sufrágio eleitoral e nos direitos sociais, mas continuou sob as formas de pagamento desigual para trabalho igual, assédio sexual e violência, da doméstica ao gang rape e feminicídio. Esta cegueira analítica impediu-nos de dar relevo à composição etno-cultural da força de trabalho desde o início — por exemplo, às diferenças entre trabalhadores ingleses e irlandeses, ou [na Espanha] entre trabalhadores de Castela e da Andaluzia.

Por que razão é este argumento mais facilmente aceito hoje do que há vinte anos? Em meu entender, isso deve-se ao facto de a atual fase do capitalismo exigir hoje, talvez mais do que nunca, a super-desvalorização da força de trabalho e a submissão de vastas populações à condição de populações descartáveis, populações a quem se pode roubar o trabalho e sujeitar a trabalho forçado ou “análogo” a trabalho escravo; populações eliminadas por guerras onde só morrem civis inocentes, abandonadas à sua “sorte” em caso de acontecimentos climáticos extremos ou encarceradas, como acontece a boa parte da população jovem negra dos EUA. Estes fatos devem-se à conjugação de dois fatores epocais e, portanto, de larga duração: as revoluções eletrônicas e digitais e o domínio global do capital financeiro, o setor do capitalismo mais anti-social por criar riqueza artificial com escassíssimo recurso à força de trabalho.

A super-desvalorização da força de trabalho e o caráter descartável de vastas populações estão hoje a ser ideologicamente respaldados pela reemergência do pensamento reacionário da desigualdade natural-social entre os indivíduos, o qual sempre se manteve como corrente subterrânea da modernidade ocidental. Ele reemerge sob formas tão diferentes que facilmente se disfarçam de desvios conjunturais ou idiossincrasias sem significado. Aflora no crescimento da extrema-direita europeia e brasileira e do supremacismo branco nos EUA. Aflora na chocante virulência classista, racista, sexista e homofóbica  de organizações brasileiras de extrema-direita, algumas delas financiadas por  agências públicas e privadas norte-americanas. Aflora na generalização da precariedade do trabalho assalariado e da transformação dos direitos dos trabalhadores em privilégios ilegítimos. Aflora em sentenças judiciais que invocam a Bíblia para justificar a inferioridade das mulheres. Aflora no aumento do trabalho escravo. E aflora, pasme-se, na relegitimação do colonialismo histórico, um fenômeno que pela sua aparente novidade merece uma referência especial.

Não me refiro a políticos como o presidente Nicolas Sarkozy, que em 2007 dissertou em Dakar sobre as vantagens do colonialismo para os povos africanos, cuja tragédia seria não terem até hoje entrado plenamente na história. Refiro-me à justificação científica do colonialismo histórico e à sua invocação como solução para os “Estados falidos” do nosso tempo. Refiro-me ao artigo de Bruce Gilley, professor do Departamento de Ciência Política da Universidade Estadual de Portland, publicado em 2017 na respeitada revista Third World Quarterly dedicada aos problemas pós-coloniais. O artigo, intitulado “The Case for Colonialism”, defende o papel histórico do colonialismo e advoga que se volte a recorrer a ele para resolver problemas que os “estados falidos” do nosso tempo não podem resolver. Mais especificamente, propõe três soluções: “recomendar modos de governação colonial; recolonizar algumas áreas; criar novas colônias de raiz.” A polêmica que o artigo suscitou foi tão grande que o autor acabou por retirar o artigo (foi retirado da versão eletrônica da revista, mas pode ser lido na versão em papel). A minha suspeita é, no entanto, que o artigo, longe de ser apenas uma prova das deficiências do sistema de avaliação “anônima” de artigos científicos, é um sintoma da época, e a polêmica que ele levantou não ficará por aqui.

O que designo por desimaginação do social é a imaginação anti-social do social. Segundo ela, numa sociedade de desigualdade natural-social entre os indivíduos, a responsabilidade coletiva pelos males da sociedade não existe. O que existe é a culpa individual daqueles que não querem ou não podem competir por aquilo que a sociedade nunca oferece e apenas concede a quem merece. Os que fracassam, em vez de apoiar-se na sociedade, devem apoiar-se nas religiões que por aí pregam a teologia da prosperidade e consolo para quem não prospera. A educação, em vez de criar a miragem da responsabilidade cidadã e da solidariedade social, deve ensinar os jovens a ser competitivos e saber que estão numa guerra de todos contra todos.

Se não é isto que queremos, é bom termos bem a noção do inimigo contra o qual temos de lutar com todas as forças democráticas, e sem complacência.

http://outraspalavras.net/autores/boaventura-o-risco-da-desimaginacao-social/

Comparte este contenido:

Trascender criterios economicistas: De la vocación social de los Institutos de Capacitación para el trabajo y su aporte a jóvenes vulnerables

Por: Víctor Gabriel García

En el marco de la Reunión Nacional de los Institutos de Capacitación para el Trabajo,  Enrique Pieck Gochicoa y Roxana Vicente Díaz,  coordinador y asistente, respectivamente, de la línea de investigación “Educación, Trabajo y Pobreza” del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación de la Universidad Iberoamericana  Ciudad de México, realizaron un taller para presentar los resultados de dos proyectos de investigación que giraron en torno a la sistematización de experiencias significativas de formación para el trabajo de los ICAT. El encuentro se realizó en el municipio de San Pedro Garza García, Nuevo León y acudieron 40 personas entre directores tanto generales como de vinculación y personal de la Dirección General de Centros de Formación para el Trabajo, organismo encargado de coordinar el trabajo de los institutos a nivel nacional.

En un primer momento se presentaron algunas reflexiones y lecciones sobre diversas experiencias que se constituyeron en relatos que los propios actores elaboraron, se sistematizaron y quedaron plasmados en los libros En el camino… formación para el trabajo e inclusión: ¿hacia dónde vamos? y  Abriendo Horizontes. Estrategias de formación para el trabajo de jóvenes vulnerables. Posteriormente, los directores de los institutos compartieron sus reflexiones, a la luz de la presentación y de su propia práctica.  De ese ejercicio reflexivo, la directora del ICAT Yucatán, María Elena Andrade Uitzil, expresó lo siguiente:

“Lo que hicimos el día de hoy retoma mucho desde la perspectiva de los Derechos Humanos para poder llegar a todos en diferentes contextos. A lo que me remite a mí este ejercicio es conocer nuestra realidad en la entidad. En el estado de Yucatán tenemos un empoderamiento económico, pero al mismo tiempo tenemos una fuerte población indígena, que requiere de espacios educativos más allá de las aulas. Conociendo nuestra necesidad y la demanda que tenemos, se abren dos ámbitos muy importantes: la atención social y la empresarial.”

Por su parte, Lesvia del Carmen León De la O, directora del instituto en Tabasco, enfatizó el carácter social del trabajo de los ICAT:

“Los ICAT somos institutos integrados que vemos por la capacitación, por la integración del emprendurismo, por los valores sociales. Creo que eso nos hace más ricos, porque un capacitador de los ICAT no solamente es un transmisor de conocimiento, se hace amigo de las personas, se hace familia.”

Efrén Parada Arias, director general de la DGCFT, señaló la importancia de los ICAT dentro de las labores de la Subsecretaría de Educación Media Superior de la SEP para la formación de trabajadores desde su dimensión social y empresarial y dijo:

“Este servicio educativo tiene dos grandes núcleos de expresión: uno es social y otro es el de la producción. Estos institutos están dedicados a la formación del personal que se requiere para atender a esos grandes objetivos [el social y el económico]”.

Al término del taller Enrique Pieck y Roxana Vicente recogieron las reflexiones de los participantes y destacaron la responsabilidad social que tienen los ICAT en el país para atender a población vulnerable, y la importancia de su vinculación con el sector productivo de cada estado, pero siempre desde un enfoque hacia la persona.

“Realmente la vocación que tienen los institutos tiene que ver una incidencia en el ámbito social como fin último, lo cuál es el trasfondo, es lo transversal. Por ejemplo, las estrategias en el ámbito productivo, son medios que se tienen para tener una incidencia en lo social. Esta perspectiva en torno al papel social de los ICAT nos ayuda a pensar más creativamente, sobre qué medios utilizar, qué recursos se tienen para brindar más estrategias mucho más integrales. Esto también tiene que ver con el enfoque hacia la persona, porque es cierto que está la rentabilidad y los ingresos, pero ante todo son las personas y las capacidades los que deben ser priorizados”, aseveró Roxana Vicente

Finalmente, Enrique Pieck subrayó la importancia de realizar encuentros donde los directores de los ICAT reflexionen sobre su propia práctica y la visualicen de manera integral: “Este fue un evento para reflexionar y nos da mucha riqueza haber recogido sus reflexiones. En términos del quehacer de la investigación este espacio es un privilegio, porque nos permite compartir y devolver los resultados de investigación con ustedes que dirigen los institutos en cada entidad. Es importante este espacio porque permite enriquecer el trabajo con los sectores vulnerables de nuestro país.

Los institutos de capacitación siempre se han caracterizado por atender a poblaciones marginales, por ello los dos proyectos dan cuenta de la importancia de responsabilizarnos con esa población y responder no sólo al aspecto económico, sino también al social; mirar más allá de la productividad y de atender a criterios meramente economicistas”.

[1] Asistente de investigación de la línea Educación, trabajo y pobreza del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

Fuente del Artículo:

Trascender criterios economicistas: De la vocación social de los Institutos de Capacitación para el trabajo y su aporte a jóvenes vulnerables

Comparte este contenido:

Important lessons for antiwar movement makers…

By: Bill Ayer

The Antiwar Movement Then and Now

Howard Machtinger
Vietnam Full Disclosure

A broad-based antiwar movement which challenges white and male supremacy and stands in support of oppressed people around the globe, from the Rohingya to the Palestinians, is an important part of a larger movement for social change; one that can navigate racial, class, gender, generational, ideological, spiritual and strategic and tactical differences is required.

 

It is offered—not in expectation of agreement—but to provoke a serious discussion about the current state of antiwar politics.

Burns and Novick in their PBS documentary: The Vietnam War could not ignore the antiwar movement, but exhibit little interest in its dynamics, except in its supposed hostility to American GIs. Since my interest still lies in how to build a more effective antiwar movement, I want to focus on the lessons learned and not learned by the Vietnam antiwar movement as a prelude to exploring how we might move forward to confront the multiple wars and threats of war that beset our world.

Of course, there was not one unified antiwar movement, but a conglomeration of tendencies featuring contending critiques, strategies and tactics. What follows is an attempt at a succinct, dispassionate description of those tendencies, which no doubt risks over-simplification. I will look at three general perspectives. I will begin with a critique of tendencies with which I was associated.

The first set of tendencies included the anti-imperialists, militants, and Marxist-Leninists. Members of these overlapping, but distinct groupings, all grasped the depth of the problem that the war in Vietnam exposed. The war was not a mistake or an aberration from the general direction of US global policy. Its goal was to dominate the world and, in this particular case, to gain a strategic foothold in mainland Asia. These movement tendencies recognized the need to do more and to widen the scope of protest. They also placed great importance in connecting to and humanizing the Vietnamese enemy, not merely viewing them as victims, but recognizing and honoring their capacity to resist.

Too often, however, the connection remained abstract or turned romantic. Che’s invocation of “2, 3 many Vietnams” not only decontextualized Vietnamese resistance, but led people to ignore or downplay the incredible price paid for this resistance. In the 1980’s an uncritical anti-imperialism led to support for leaders who proved to be problematic such as Cayetano Carpio in El Salvador, Daniel Ortega in Nicaragua, and Robert Mugabe in Zimbabwe. One version of anti-imperialism meant support for any leader hostile to the US; including people like Saddam Hussein or Bashar al-Assad. For them, the enemy of our enemy by definition became a friend. Anti-imperialists did not always acknowledge other negative forces operating in the world aside from US imperialism.

The romanticization of the Vietnamese resistance also led militants to overstate the revolutionary possibilities in 1960s and 70s America. Some resorted to violent methods that proved ineffective, isolating, and divisive for the movement as a whole. Though violence as a strategy, not as spontaneous outbursts, constituted a small part of the antiwar movement, it too often became the ‘issue’ and functioned to divert attention from the monumentally greater violence of imperial war.

The parts of this tendency that identified with global Communism–a relatively small, but influential sector–had little understanding of that movement, weak grasp of the Sino-Soviet split, and were often ignorant of differences within Vietnamese Communism. Sometimes the result was a dumbed-down and sanitized Maoism. Their version of democratic centralism was rarely democratic. And they were often drawn into obscure sectarian struggles.

The pacifist left tendency brought a solid grasp of the profound penetration of militarism in the US economy, its politics and culture. It offered a valuable overall critique of war and militarism. A. J. Muste and Dave Dellinger played unifying roles in an often-fractious movement. And militant pacifists like Dellinger forged a creative model of militant nonviolence that effectively expressed the depth of opposition to the war.

But other pacifists enjoyed the role of the ‘good’ protestor as opposed to other less acceptable protestors, thereby dividing the movement and enabling an establishment critique, providing fodder for false equivalences between imperial violence and resistance to it. Pacifists could and did adopt a purer than thou attitude. It should have been possible to legitimize one’s own form of protest without delegitimizing other forms. Most significantly, the pacifist tendency was overwhelmingly white and middle class with insufficient connection to the powerful movements of people of color that had staked out clear and resonant positions against the war. This was not simply a question of coalition building, but of creating consistent, enduring relationships of trust.

Another tendency consisting largely of dissident and liberal Democrats saw the war as a losing proposition damaging US credibility, draining treasure, destroying morale and national unity, not to mention increasing battlefield casualties. This is in part the perspective of the Burns/Novick effort. This tendency brought to light the war’s corrosive effect on democratic institutions: the expanding imperial Presidency, the impotence and irrelevance of Congress, and the repression of protest. Innovative forms of working ‘the system’ were created, that while often frustrating, pointed the way to a possible political revitalization. These movements led to some Congressional scrutiny of the war, LBJ’s abdication, McGovern’s nomination as the Democratic candidate in 1972 and Nixon’s impeachment; generally forcing politicians to openly deal with the war.

But it proved unable to prevent Nixon’s election–allowing him to pose as a strange sort of stealth peace candidate—and didn’t achieve majority support in the Congress until very late in the war. It did not develop adequate means of holding politicians accountable. It both expanded the scope of mainstream politics and was simultaneously hemmed in by the establishment.

Parts of this tendency also posed as a preferred, less radical alternative to the politics of the street. Finally its overly pragmatic strategy implied that the war was a correctible mistake, not requiring a fundamental overhaul of the national security state and its imperial goals.

There are important parts of the movement that I have obviously so far ignored. The antiwar movement was a boost to the development of new creative and feisty women’s and queer liberation movements both by providing spaces for activism and then circumscribing these spaces because of the limits of iantiwar leaders’ consciousness of gender issues. So women and LGBTQ people were energized and then marginalized which simultaneously divided the movement and resulted in new organizational forms, including significant antiwar organization and action as well as a critique of military and movement macho.

The level and sophistication of GI and veteran resistance was unprecedented. Dewey Canyon III in Washington DC in 1971, when veterans threw away their medals, brought the issue of the war’s immorality and pointlessness home and helped transform the public face of the antiwar movement from that of cowardly, spaced out hippies and unrealistic pacifists. Often left buried in the dustbin of history are efforts like the coffee house movement where civilians and soldiers collaborated in spreading the antiwar message. It would certainly be worthwhile to further explore what was learned about civilian/soldier relationships from this experience.

After the war, the antiwar movement lost steam and direction in a sense succumbing to the fantasy that the end of the war allowed a return to normalcy without further consequence. We did not succeed in helping Americans come to terms with military defeat—to understand it as something positive for the American spirit.

Vietnam was more isolated in the 1980s than during the American war as it invaded Cambodia to overthrow the genocidal Khmer Rouge regime and then fought off a Chinese invasion. The Cold War framing of Southeast Asian conflict as part of a Soviet plot was reasserted by the US with little opposition from the remnants of the antiwar movement; the Maoist fringe, in line with Chinese policy, even supported the Khmer Rouge. There were brief upsurges of activity in response to Reagan’s Central America wars and before both Gulf wars, especially W’s 2003 war. Today there exists a barely perceptible antiwar movement. Its impotence allowed Donald Trump to play a bogus antiwar card during the 2016 campaign.

As antiwar activists we have allowed the myth—of which Burns/Novick partake—of the deep antagonism between the civilian antiwar movement and soldiers to penetrate American consciousness, including that of younger antiwar activists. I have met numerous young activists who take for granted that the antiwar movement typically spat at returning soldiers. We can credit Jerry Lembcke for Burns and Novick not further propounding that particular myth. They favor ’baby killers’. In any large, sprawling social movement almost any perspective can be found. Though I knew a few people who felt like targeting soldiers was legitimate; this was a quite marginal perspective in the antiwar movement. The same mythology led many of those opposed to the Gulf wars to so reassure the public that the movement was pro-soldier that they lost sight of the central task of any effective antiwar movement: projecting and humanizing the direct victims of the war in Iraq. It was a form of surrender to the prevailing Islamaphobia.

As a movement, we have failed to adequately challenge the deleterious effects of imperial war on democratic institutions. ‘Forever war’ means permanent limitations on freedom and the right to protest and continuing intrusions on privacy. We haven’t been able to convincingly demonstrate to Americans the connection between successive wars; how the Iraq war increased sectarianism and chaos in the entire region, catalyzing the growth of groups like ISIS; how we are imprisoned by the terrible logic of war in which the next war is seen as a justifiable and necessary response to the failure of the previous one.

Given this history, how might a more effective antiwar movement be constituted? First of all, we must acknowledge, embrace even, that maybe none of us in this room will be in leadership of this reconstitution. If we are together, we can offer perspective, some cautions, a necessary connection to past efforts. Multiracial forces already in motion will lead the new activist peace/antiwar movement. For instance, the M4BL highlights the militarization and racism of our criminal ‘justice’ system while connecting to global struggles of people of color. The immigration and refugee movements—with important experience in navigating cultural difference—has drawn attention to the connections between war, state violence, and population movement and alerted us to the role of racism and Islamaphobia in mobilizing and justifying aggressive wars. Environmental activists lead us to revalue the leadership of indigenous people as in Standing Rock; organizations like 350.org explicate the relationship between environmental degradation and wars and potential wars over natural resources, as well as leading to increased global migration. The new women’s and LGBTQ movements have led the way in expanding our consciousness of sexual violence in war and in the military. And even as the nature of war has changed, the voices of GIs and veterans remain vital. A new antiwar movement must be constituted and led by those forces which will both broaden and deepen the movement making evident the intersectionality of movements against oppression, white supremacy and militarism.

We are living in a treacherous moment for our and other species. The impact of climate change imposes a fateful due date. The prevalence of nuclear weapons along with authoritarian leaders eager to demonstrate their macho add to the immediate peril.

So a broad-based antiwar movement which challenges white and male supremacy and stands in support of oppressed people around the globe, from the Rohingya to the Palestinians, is an important part of a larger movement for social change; one that can navigate racial, class, gender, generational, ideological, spiritual and strategic and tactical differences is required. Absolute agreement is not required; rather a Zen-like mastery of the art of coordination, mutuality and solidarity is the order of the day. We don’t need one big organization but we do need accountable organizations with accountable leadership. Our movement must not be so ‘correct’ that it does not allow for experimentation and a diversity of tactics. The movement must strive for power as it creates an open and welcoming environment where, rather than being stigmatized or shamed for inevitable mistakes, activists can learn from them and grow with the movement. And we must make our case to ordinary people while still engaging in anti-racist and anti-sexist initiatives. The other side is driven by a mean-spirited white male nationalism that we must directly take on.

There is a lot we have to do. We must work in establishment politics and reinvigorate democratic forms, fighting for meaningful reform; and at the same time (not necessarily the same people) be on the streets, loud and passionate. We must be militant, but smart and strategic about our militancy; keep the engine rev-ed but prevent it from veering off the tracks. Be moral and not moralistic, nor purer or more radical than thou. Connections are local and global, virtual and personal. Be forthright and sure-footed, but humble about our importance and correctness. Nothing less is required.

My comments leave many questions unexplained and unanswered. My simple goal is not completeness or agreement but to both initiate and add to a discussion that will lead to more effective action. We sorely need some.

The Full Disclosure campaign is a Veterans for Peace effort to speak truth to power and keep alive the antiwar perspective on the American war in Viet Nam — which is now approaching a series of 50th anniversary events. It represents a clear alternative to the Pentagon’s current efforts to sanitize and mythologize the Vietnam war and to thereby legitimize further unnecessary and destructive wars.

Source:

https://billayers.org/2017/10/

Comparte este contenido:
Page 1434 of 2446
1 1.432 1.433 1.434 1.435 1.436 2.446