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Escuela y empresa: cada vez más cerca

Por: Jaume Carbonell

El neoliberalismo inventa nuevos mecanismos y lenguajes para penetrar en la educación. Una de las últimas palabras inventadas es el de profesario.

Uno de los propósitos del neoliberalismo es la penetración de la lógica del mercado en la educación y en otros ámbitos sociales y culturales. En los últimos tiempos su influencia crece cuantitativa y cualitativamente. La máxima podría resumirse así: menos Estado y más mercado pero con el permiso del primero. Y con muchas matizaciones, pues con frecuencia el neoliberalismo cohabita con el pensamiento neoconservador del Estado e incluso con la dictadura. El caso de Chile no es una anécdota. Tampoco lo es el gobierno de la Comunidad de Madrid bajo el mandato de Esperanza Aguirre. Cambian los gobiernos -de igual o distinto signo- pero esas políticas desreguladoras e insolidarias, que premian al más fuerte y al más espabilado y castiga al más débil, siguen ahí, con nuevos mecanismos, conceptualizaciones y terminologías.

El último invento creativo lo presentó a mediados de enero, dentro del programa “Emprender” de televisión española, Sergio Hernández, empresario y docente en prácticas. Ha dado en el clavo con una palabra que empieza a ser viral: profesario, que une “la generosidad y paciencia del profesor con la visión y la chispa del empresario”. Se trata de retroalimentar el ámbito educativo y el empresarial con más sabiduría y flexibilidad. Dos mundos, sostiene el nuevo crack, que están condenados a entenderse. ¡Qué palabra, incluso fonéticamente suena dura, y ya no digamos conceptualmente! ¡Qué lejos quedan aquellos tiempos en que al profesorado se le consideraba un trabajador de la enseñanza! ¡Y qué manera de pervertir el valor y la dignidad del vocablo maestro o maestra! Dentro de la filosofía del emprendimiento esa síntesis encaja como anillo al dedo. Se abre, por tanto, un nuevo foco de análisis.

De momento, los últimos ensayos educativos en torno al neoliberalismo, además de explorar las finalidades, políticas y mecanismos del capitalismo de la posmodernidad, diseccionan la formación de la personalidad neoliberal, su proceso de subjetivación.

Tal es el caso del último libro de Jurjo Torres: Políticas educativas y construcción de personalidades neoliberales (Morata, 2017) que, en cierta medida, nos recuerda otra de sus obras más brillantes en torno al currículum oculto. Torres incluye cuatro dimensiones en la conformación neoliberal del ser humano: a) Homo Economicus, que coloca el dinero y la riqueza como el motor de vida, como la motivación más determinante de sus comportamientos. Dentro de esta tesitura es el poder económico de cada persona lo que le permite elegir las mejoras ofertas dentro del mercado, comportándose como un cliente y no como un ciudadano sujeto de derechos y prestaciones sociales. b)  Homus consumens, que subraya la obsesión por el consumismo compulsivo que le lleva a pagar un alto precio por la satisfacción de necesidades artificiales y absolutamente prescindibles. Pero es esto lo que le proporciona una seguridad, un prestigio social e, incluso, un cierto narcisismo. c) Homo debitor, que entra en la lógica del circuito económico en la medida que tiene que satisfacer un montón de necesidades.  Por otro lado, el endeudamiento es otra manifestación de poder y distinción social. Asimismo se facilita la oleada privatizadora expansiva de nuevos espacios y nichos de negocio. Y d) Homo numericus, en la que la vida de las personas siempre es medible y cuantificable. Se construye un aparato con técnicas crecientemente sofisticadas para reunir un montón de información, predecir comportamientos, diagnosticar, evaluar a lo largo de toda la vida. Ni que decir cabe que el imperio de la evaluación y la clasificación se ha instalado de lleno en los distintos niveles de la enseñanza. “En la sociedad post-panóptica -caracterizada por Bauman- ya no hay una mirada centralizada que controla, sino que todas las personas se sienten vigiladas y se vigilan entre sí; viven autocontrolándose en todo momento, pues aben que pueden estar siendo objeto de comparaciones. Esta estrategia, además, facilita competir consigo mismo y con los demás de una forma exagerada.”

El otro libro es el de Enrique Javier Díez Gutiérrez Neoliberalismo educativo. Educando al nuevo sujeto neoliberal (Octaedro, 2018) y discurre por similares derroteros. También pone el énfasis en una de las claves de la subjetividad neoliberal: ser empresario de sí mismo. Es el ser humano del cálculo y del interés individualista que se abre paso y se realiza a través de una permanente y feroz competición con otros sujetos, que tiene como máxima el “ayúdate a ti mismo”. En esta sociedad del interés individual y del egoísmo no hay lugar para la solidaridad colectiva en un entorno donde se desligitima y neutraliza el conflicto social, ya que las responsabilidades no atañen al gobierno o a la comunidad, sino a la propia persona reconvertida en emprendedora y empresaria. En esta vida regida por las pautas del mercado, la libertad y obligación de elegir de los consumidores constituye la única regla de juego, de la que surgen ganadores y perdedores, con sus dramáticas consecuencias de desprotección social y sufrimiento. Ello viene acompañado de una poderosa industria de tecnología evaluativa para medir el rendimiento y la eficacia. “El rendimiento de cuentas, la accountability, una forma de evaluación basada en los resultados medibles, se ha convertido en el principal medio para orientar los comportamientos, incitando a la inversión y el “rendimiento” individual.”

Ambos libros apuntan alternativas de política educativa, con distinto grado de concreción. Ahora bien, no entran en el análisis de la contestación y resistencia que encuentra la nueva ofensiva neoliberal en los centros escolares y en otros espacios de socialización. Una tarea pendiente que sería conveniente abordar en próximos ensayos en torno a este inquietante modelo económico que penetra en todas las esferas individuales y colectivas.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2018/02/14/escuela-empresa-vez-mas-cerca/

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La OCDE, de nuevo en la palestra

Por: Carlos Ornelas

No tiene nada de insólito que el jueves se hayan reunido el secretario de Educación Pública,Otto Granados Roldán(OGR), y el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos,José Ángel Gurría(JAG). México es socio de la OCDE desde 1994 y siempre toma en cuenta sus criterios, para bien y para mal.

Gurría entregó el día anterior al secretario de Hacienda, José Antonio González Anaya, las recomendaciones de la OCDE sobre Políticas de competencias, habilidades y destrezas de la fuerza de trabajo en México. El documento contiene un plan de acción de seis ejes, “en los cuales se reconoce que el desarrollo de capital humano es un componente fundamental para detonar la productividad y el crecimiento económico del país”.

La OCDE echa mano de un arsenal de estudios de casos de “éxito” y con base en ellos, y una visión de capacitación para el crecimiento económico, promueve una educación con habilidades básicas, como lectoescritura y matemáticas para la mayoría que asiste a las escuelas y, para una minoría, destrezas avanzadas en informática, tecnología y pensamiento abstracto. Elimina de los currículos la enseñanza de las artes y las humanidades. La mirada de la OCDE es reduccionista y responde al eslogan “habilidades para la vida”, pero para la vida económica, no para el gozo de una existencia plena ni para el fortalecimiento de la democracia.

En cambio, ciertas propuestas del Modelo Educativo para la educación obligatoria, que la SEP presentó el año pasado y cuyos nuevos libros de texto están en construcción, contienen un enfoque humanista. Estas propuestas sembraron optimismo entre educadores progresistas e investigadores que siempre han criticado los enfoques tecnocráticos.

Por ello me extrañó que: “En las oficinas de la Secretaría de Educación Pública conversaron (OGR y JAG) sobre la importancia de que la OCDE genere un análisis sobre los aspectos torales con los que se ha actuado en la transformación educativa” (SEP, Comunicado de prensa 9: “Se plantea la pertinencia de que la OCDE realice un reporte especial sobre la Reforma Educativa”).

¿Qué caso tiene contratar con la OCDE para que haga una valoración de la Reforma Educativa? Puedo pronosticar que no expondrá nada que las autoridades y la comunidad de investigadores no hayan examinado. Es más, la Oficina de Educación de la OCDE convocará a un equipo de expertos, participarán algunos mexicanos, otros de su staff permanente y contratará otros más, todos afines a la ideología de la OCDE. Los nacionales recuperarán información, harán diagnósticos y colaborarán en los análisis, pero la parte medular, las recomendaciones (empapadas con la perspectiva de la nueva gerencia pública) serán las mismas que sus peritos hacen siempre a todos los países que la consultan.

El informe de la OCDE dirá que sus recomendaciones se basan en las “mejores prácticas” de educación, donde los niños aprenden a responder los exámenes estandarizados, como PISA, son trabajadores competentes y contienden con éxito en la globalización. Indicarán: si esos países la hicieron bien, entonces México debe hacer lo mismo.

Otro paquete de recomendaciones insistirá que sebe avanzar en lo que la Reforma Educativa propone, en especial en el desarrollo profesional de los docentes y los mecanismos de evaluación. Ello, con el fin de “desarrollar competencias laborales con base en la identificación de las habilidades de los trabajadores que hoy requiere el sector productivo, y las que requerirá en el futuro”.

Reitero, el Modelo tiene elementos dignos de ponerse en práctica. No reniega de la teoría del capital humano, pero, al poner por delante enfoques humanistas, rebasa la visión estrecha de la OCDE. Hubiera sido mejor contratar con la Unesco.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-ocde-de-nuevo-en-la-palestra/

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Las violencias invisibles en la escuela

Por: Julio Rogero

Muchas de las violencias sociales (miedo al otro, situaciones económicas imposibles, competitividad) son asumidas por los centros educativos.

Las nuevas formas de violencia se van haciendo muy significativas en la sociedad actual de la modernidad tardía, dominada por los modelos de vida impuestos por la sociedad neoliberal del capitalismo salvaje. Esas violencias también se viven en la escuela, aunque, quizás, de forma más imperceptible y a menor escala.

Actualmente, nos solemos centrar en las violencias producidas en los conflictos entre iguales, que se muestran de forma explícita dentro del centro educativo y del aula. Son las formas de violencia que provocan situaciones de quiebra de la convivencia: el bullying y el ciberbullying como formas de acoso entre iguales, la violencia de género y las conductas disruptivas en el aula en sus diferentes formas. También se dan situaciones de dominio y sumisión de arriba hacia abajo. Estas formas de violencia son las más visibles, las más tratadas en la bibliografía y en las actividades de formación sobre convivencia, y las que se suelen tener en cuenta en los diferentes planes de convivencia de los centros educativos.

Decíamos en un artículo anterior que hay otras formas de violencia invisibles y silenciosas, propias de la “sociedad capitalista de rendimiento”, que también se reflejan en nuevas formas de hacer y de ser en la escuela.

Hay toda una violencia ejercida por la escuela como institución contra todos sus componentes, pero de forma especial contra el alumnado, cuando no se presta atención a la tensión que estos viven (también contra el profesorado y las familias, aunque son problemáticas diferentes) cada vez con más intensidad. Cuando no son tenidos en cuenta y cuando no se percibe el sufrimiento ante muchas situaciones de poca valoración, de insensibilidad ante lo que viven con frecuencia, tanto dentro como fuera de la escuela. Eso se refleja en un silencio pertinaz del alumnado, en una baja valoración de sí mismos, en otras reacciones de agresividad indiscriminada que manifiestan la situación que vive y que son llamadas de atención ante determinadas situaciones de violencia vivida en la familia, en la escuela, en su relación con los demás y consigo mismos/as, o en su relación con el propio profesorado.

La escuela se centra en lo que obliga al éxito académico, al emprendizaje, al sobreesfuerzo y a la explotación de sí mismo en los aspectos que se exigen para conseguir la excelencia, el mérito y la buena posición en la escala social. Hoy es casi lo único que le importa a la institución escolar neoliberal: los resultados (las evaluaciones-exámenes), el sentimiento de libertad para que nadie se interponga en el éxito y desarrollo personal.

Al alumnado se le propone algo contradictorio. Que aprenda a convivir y a cooperar con los demás y, a la vez, que aprenda a competir contra todos para poder acceder al mercado laboral con garantías de éxito económico y social. El precio por lograr la exigencia de buenos resultados, puede llevar a sufrir problemas de ansiedad, estrés y depresión ante una tarea que, con frecuencia, se muestra titánica ante sus ojos. Así, la escuela ejerce una violencia sutil que va modelando al “sujeto neoliberal de rendimiento” para que, configurado como un ser libre, que elige ser dueño de sí mismo como condición para tener éxito, centre su vida en la obtención de resultados de éxito. De este modo, él será el único responsable y, si fracasa, aunque persevere, es que no se ha esforzado lo suficiente. Hoy se han creado y siguen creciendo las expectativas desmesuradas sobre cada uno de los niños y niñas. Por eso están sometidos a presión constante para que hagan de todo por situarse en los primeros puestos de la escala social en un mundo hiperexigente. La mayor violencia son todos estos muros invisibles que esta sociedad impone a la escuela, de los que con demasiada frecuencia es inconsciente y le hace el juego.

Esto provoca la violencia que sufre, sobre todo, el alumnado de fracaso escolar ya que es estigmatizado como el perdedor en la carrera por el éxito. Es el comienzo de una vida en la que tiene el riesgo de anclarse como fracasado y padecer el “desprecio al perdedor” en la escuela hasta que es suspendido y expulsado, y ya fuera en una sociedad que solo nos propone modelos de éxito económico.

Otra de las violencias invisibles en la escuela es la insensibilidad manifiesta ante la desigualdad, la pobreza y la marginación heredadas e impuesta a la infancia más necesitada. Son también las víctimas de una violencia, poco tenida en cuenta aunque denunciada por muchos, mantenida sistemáticamente por un sistema educativo que segrega a los débiles y potencia a los fuertes, que selecciona y clasifica para la reproducción social de una sociedad hoy y cada día más injusta y segregadora. Es una violencia ejercida sistemáticamente de forma silenciosa porque los actores de la misma, con frecuencia, no son conscientes de ella. Es la inequidad educativa como violencia, manifestada en muchos de los rasgos que caracterizan la injusticia escolar, plasmada en repeticiones, suspensos, fracaso escolar, absentismo, abandono temprano, falta de apoyos, desinversión, recortes y políticas educativas favorables a las clases altas y medias.

La violencia de la producción de la homogeneización impuesta en las diferentes redes escolares, por mucho que se hable de inclusión en cada una de ellas. Esas redes producen el miedo al otro, al diferente, al distinto. Solo su desaparición puede ser garantía de caminar en la dirección alternativa. También se reavivan otros miedos que nos suelen acompañar a lo largo de nuestras vidas y que son necesarios para que el sistema social dominante perviva: el miedo al propio fracaso, a no estar a la altura de las expectativas sobre uno mismo, la desconfianza y la sospecha que impidan avanzar en la construcción de lo colectivo y lo común desde la diversidad y la singularidad de cada uno. Por eso el miedo hoy es un entorno que también envuelve a la escuela y forma parte del medio que somos y en que vivimos.

A veces la mayor violencia del sistema escolar sobre el alumnado es el ocultamiento que hace de las situaciones conflictivas que vive en el ámbito familiar y en su contexto social. Es ahí donde se dan gran parte de las violencias de las que son víctimas la infancia y la adolescencia: la violencia machista y patriarcal, la angustia y la tensión generada por el paro, la precariedad, el desahucio y las carencias de todo tipo.

A estas violencias sociales y escolares les acompañan también las que se viven desde la familia sobre las expectativas que se crean sobre los hijos e hijas para que se preparen bien para competir y triunfar. No es suficiente ser buenos y competentes, ahora hay que ser excelentes y los mejores.

Estas violencia escolares son un gran desafío para todas las personas que se toman en serio la construcción de una convivencia positiva en el seno de la sociedad y de la escuela. Es necesario seguir analizando las violencias sociales invisibilizadas que llegan a la escuela y ella hace suyas. La consecuencia es que van imponiendo formas de vida sometidas, traumatizadas y doloridas por estas formas de violencia, que se sitúan en el interior de la persona por la presión exterior.

La respuesta de la escuela se está dando ya en positivo en muchas comunidades educativas de convivencia positiva, que comienzan a tener en cuenta estas violencias invisibles y silenciadas, y a tratarlas en un nuevo marco convivencial. Es necesario seguir construyendo una nueva cultura escolar desde la convivencia positiva y pacífica, el respeto profundo a los demás como parte de mí mismo, la acogida, la atención y el cuidado mutuo, capaz de promover nuevas formas de ser, de vivir y convivir.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/01/15/las-violencias-invisibles-la-escuela/

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Condición póstuma y educación

Por: Xavier Besalú

¿Podemos tirar por la borda, sin más, la escuela como institución y fiarlo todo a una plataforma sin nombre, sin normas, sin control, sin responsabilidad, que se dice neutra y sin afán de lucro?

Es posible –como se nos anuncia repetidamente en las redes sociales– que la escuela del futuro la estén no solo diseñando, sino también aplicando ya, al tiempo que nos venden sus bondades, las grandes empresas financieras y tecnológicas.

Se trata de una escuela completamente desinstitucionalizada, sin espacios físicos, ni paredes, ni aulas, ni patios; sin tiempos pautados y segmentados, sin horarios, sin cursos. Una plataforma en línea, disponible permanentemente, con un profesorado conectado y dispuesto sin límites, universal, abierta a todo el mundo y, a la vez, personalizada, atenta y sensible a la diversidad de intereses, talentos y esfuerzos.

Aparentemente al menos, la panacea, una respuesta oportuna y barata al declive de las instituciones, una justificación exculpatoria a tantas deserciones, a tantas formas alternativas de autoorganización, una lectura sesgada y puesta al día de la crítica al poder institucional y tecnológico formulada con vehemencia en los años 70 del siglo pasado.

No hay duda de que las instituciones producen sus propios demonios, pero sabemos también que esta forma de organización es un potente artefacto que libera de las ataduras comunitarias y familiares, que actúa a la vez como factor de individuación e independencia, como elemento de contraste con otras múltiples formas de vida presentes y pasadas, reales y virtuales, y como mecanismo de integración a un lenguaje común, a unas bases culturales que facilitan la comprensión y el entendimiento. ¿Podemos tirar por la borda, sin más, la escuela como institución y fiarlo todo a una plataforma sin nombre, sin normas, sin control, sin responsabilidad, que se dice neutra y sin afán de lucro?

Por otra parte, hemos constatado, al menos desde la II Guerra Mundial, que tener más información, gozar de mayores niveles de instrucción, en definitiva, que ser más cultos no es razón suficiente ni para ser más libres –¿cuántos de los más fanáticos fundamentalistas y terroristas son universitarios?–, ni moralmente mejores –¿hace falta recurrir de nuevo al ejemplo de la sociedad alemana en tiempos del nazismo?–, ni más progresistas y solidarios como pueblo. Pero esa desazonante realidad no debe ser impedimento para que nos preguntemos qué saberes, qué valores, qué prácticas culturales, qué formas metodológicas y organizativas, qué concepto y qué técnicas de seguimiento y evaluación necesitamos para revertir esa situación.

Desde la academia hemos contribuido irresponsablemente a confundir y mezclar el proyecto de modernización puesto en marcha por el capitalismo a finales del siglo XVIII, presentado como la forma de civilización humana por antonomasia, aquella que vale la pena difundir y expandir en nombre del humanismo y del progreso, bien por las buenas o bien por las malas (llámese colonialismo, imperialismo o subordinación), con la actitud ilustrada. Una actitud que se ha definido como de confianza en la razón crítica, en la capacidad de pensar y decidir por sí mismo, en la seguridad de que todo es susceptible de ser criticado, de que no hay nada sagrado e intocable más allá de la propia intimidad, lejos de la tutela de los dioses, de los reyes, de las supersticiones y de la magia, lejos de nuestros supuestos –bienintencionados o no– representantes; una actitud también de responsabilidad, de asunción de las propias decisiones y actuaciones, de búsqueda compartida de la verdad, sabiendo que es casi imposible ponernos de acuerdo sobre cual sería el bien deseable, pero comprometidos en evitar el mal y en buscar fórmulas provisionales, negociadas y revisables de vivir juntos personas no solo distintas, sino también desiguales, de confianza en la especie humana.

A principios del siglo XXI, el proyecto de modernización capitalista se ha fortalecido extraordinariamente revestido de neoliberalismo económico, dispuesto a prescindir de cualquier regulación externa, y de conservadurismo social, necesitado como está de contener la ira que provoca la acentuación de las desigualdades y de desviar la atención hacia los designados como culpables –siempre los últimos– y hacia problemas directamente inventados.

Y lo ha hecho sobre las cenizas de la actitud ilustrada, cercenando la crítica argumentada más allá de la verborrea y las expansiones irresponsables de las redes sociales, incrementando los niveles de autoritarismo y de despotismo con interpretaciones jurídicas interesadas y nuevas disposiciones siempre a favor de los poderosos. No vivimos ya en la condición postmoderna, tan en boga a finales del siglo pasado, aquella especie de liberación de las ataduras de un mundo que se quería homogéneo, de unas sociedades que condicionaban el presente a proyectos de futuro que nunca acababan de llegar, que predicaba un presente eterno y digno de ser vivido en plenitud y ensalzaba una diversidad personal y cultural.

Como ha escrito Marina Garcés, vivimos –o mejor: intentamos sobrevivir– en la época de la condición póstuma, en un tiempo en que todo parece acabarse: la historia, las ideologías, el progreso, los recursos naturales, el agua, el petróleo…, una experiencia vital casi terminal. También parece acabarse el capitalismo tal y como lo hemos conocido: no tenemos más que ver cómo nos venden las políticas de austeridad, como se justifica la laminación de cada uno de los pilares del Estado del bienestar, cómo se apuesta sin miramientos por la privatización –es decir, por la exclusión– en los servicios públicos. El propio planeta, exhausto, nos advierte de su finitud y esa misma conciencia ha llegado ya a nuestras propias condiciones de vida, a la revisión de lo que debe ser una vida humana digna, como una amenaza cierta: la condena a una precarización permanente, a un malestar vital difuso, a un tiempo sin presente y sin futuro.

¿Como afrontar desde la educación la ideología de la condición póstuma? Priorizando de nuevo la actitud ilustrada, es decir, combatiendo ese mantra que nos atenaza y que nos conduce al gregarismo y a la rendición; rechazando todas y cada una de las nuevas formas de autoritarismo, tanto en lo político, como en lo social, en lo religioso o en lo ético; dando un nuevo valor a las organizaciones y a las instituciones como formas de protección ante la fuerza de los poderosos y de avance hacia nuevos mecanismos de relación y de participación; desocultando los dogmas y las ideologías que enmascaran la realidad y dibujan terrenos de juego a medida de sus promotores. En esta lucha, los sistemas educativos universales y públicos deberían reivindicarse como un actor no solo necesario sino imprescindible. En esta lucha, el debate sobre lo que vale la pena ser enseñado y ser aprendido tampoco es baladí.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/01/12/condicion-postuma-educacion/

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La educación superior pública brasileña bajo ataque

Por: Felipe Zurita

«Otra línea de ataque a la Universidad Pública ha sido la opción por intentar desmoralizar a diferentes instituciones mediante el uso abusivo y violento de formas de proceder contra autoridades, académicos y funcionarios universitarios en la investigación de supuestos casos de corrupción».

Desde que en Brasil el Golpe de Estado Parlamentario se hizo finalmente exitoso en Agosto de 2016, derivando en la destitución de la democráticamente electa Presidenta Dilma Rousseff, el escenario político de aquel país se ha visto profundamente marcado por el avance brutal de cierto conservadurismo revanchista. Las nuevas autoridades, en diálogo con grandes grupos económicos brasileros y extranjeros, se han mostrado abiertamente decididas a desmontar una serie de Políticas Públicas que apuntaban hacía la problemática construcción de ciertos derechos sociales y hacia acciones concretas de distribución de renta hacia los grupos más desfavorecidos.

En ese escenario amplio, la Educación Superior Universitaria, representada de manera fundamental por la red de Universidades Públicas, Federales y Estatales, gratuitas, laicas y de alta calidad científica/académica y de inconmensurable importancia social y cultural, se han constituido en objeto de diversos ataques.

Una línea de este accionar ha sido la política de recortar las inversiones en áreas de la educación de una manera violenta. En esta dimensión es completamente representativa la denominada propuesta de enmienda constitucional PEC 241 aprobada en Octubre de 2016 que pone un límite a los gastos del Gobierno Federal en salud y educación durante 20 años, puesto que sólo considera la implementación de un ajuste anual en relación al aumento de la inflación.

En un país como Brasil, marcado por una profunda deuda social con amplios sectores de su población, una política de esta naturaleza es sinónimo de la oficialización de una forma de hacer Gobierno completamente indiferente con respecto a parte de las necesidades más sentidas de la sociedad. En el caso de la Universidad Pública, una política de esta naturaleza afecta de manera radical a todos los múltiples esfuerzos de creación científica y tecnológica en las diferentes áreas de conocimiento que vienen desarrollando investigadoras e investigadores desde hace décadas y con importantes resultados.

Otra línea de ataque a la Universidad Pública ha sido la opción por intentar desmoralizar a diferentes instituciones mediante el uso abusivo y violento de formas de proceder contra autoridades, académicos y funcionarios universitarios en la investigación de supuestos casos de corrupción. El uso de operaciones espectaculares y mediáticas por parte de la Policía Federal, donde las personas acusadas han sido conducidas coercitivamente a declarar sin previo aviso e interrogadas por largas horas sin posibilidad de contactar a su defensa, ha ocurrido en dos casos de importantes Universidades Federales.

El primero ocurrió en la Universidad Federal de Santa Catarina donde la Policía Federal y la Justicia brasilera investigan aún un supuesto esquema de corrupción. Una de las personas envueltas en dicho proceso fue el Rector Luiz Carlos Cancellier de Olivo, quien fue acusado de obstruir la investigación, apartado de sus funciones e impedido de volver a ingresar a la institución. Todo el proceso de exposición y acusación pública a la que fue expuesto tuvo como resultado que el Profesor Cancellier se suicidara a inicios de Octubre de 2017.

El segundo de estos casos ocurrió el 06 de Diciembre en la Universidad Federal de Minas Gerais, donde nuevamente de forma espectacular y usando una fuerza desproporcional la Policía Federal movilizó todos sus recursos para apresar y llevar de manera coercitiva a autoridades, académicos y funcionarios a declarar en el contexto de una operación que investigaría un supuesto caso de corrupción en el proceso de construcción del Memorial da Anistia que dicha institución tiene a su cargo en la ciudad de Belo Horizonte. La lógica de amedrentamiento, imposición de límites a la presunción de inocencia, al derecho a la posibilidad de amplia defensa, entre otras conquistas jurídicas mínimas, muestra una tendencia a violentar profundamente las garantías básicas de la ciudadanía en una sociedad democrática por parte de un aparato policial y judicial contaminado por aquella onda conservadora revanchista que avanza hoy en Brasil.

Toda esta situación asume un nivel de gravedad singular, puesto que justamente en Noviembre de este año el Banco Mundial emitió un documento de trabajo donde analiza el gasto público de Brasil y propone una serie de recomendaciones para mejorar su estado. Una de estas recomendaciones es justamente acabar con la gratuidad universal de la Universidad Pública brasilera. Si bien esta propuesta no es del todo novedosa, sí llama la atención su puesta en escena justo en un momento de intento de desmoralización pública de la Universidad Pública brasilera.

De esta forma, es importante llevar adelante una política de denuncia de esta situación en la que nuevamente en nuestra América Latina pequeños grupos se hacen del poder estatal de manera ilegítima y lo usan para el beneficio propio, incluso, contando con el decidido apoyo de organizaciones de supuesto cuño técnico, como el Banco Mundial, que intentan poner el telón de fondo legitimador a una forma de hacer Política Pública indiferente a las necesidades y deseos de las amplias mayorías.

También es importante llevar adelante un ejercicio de construcción de conocimiento y organización política que ponga trabas a los decididos impulsos de desarticular a la Universidad Pública brasilera, que hoy día más que nunca es un patrimonio de todas y todos los brasileros y latinoamericanos.

Fuente: http://www.eldinamo.cl/blog/la-educacion-superior-publica-brasilena-bajo-ataque/
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Puerto Rico: Arrestan 20 maestros boricuas por protesta en Ministerio de Educación

Centro América/Puerto rico/11 Noviembre 2017/Fuente: Prensa Latina
Una veintena de docentes miembros de la Federación de Maestros de Puerto Rico (FMPR) fueron arrestados al protestar hoy en el Ministerio de Educación en reclamo de la reapertura de las escuelas del país.
Entre los detenidos se encuentran la presidenta de la FMPR, Mercedes Martínez, y otros integrantes de la dirección del gremio.

El portavoz de la organización, Carlos Fortuño Candelas, dijo a la agencia puertorriqueña Inter News Service que se trató de una acción de desobediencia civil en las oficinas de la ministra de Educación, Julia Keleher, quien en ese momento no se encontraba.

Los docentes rechazaron, contrario a lo alegado por el comisionado de Seguridad de Educación, César González, que agredieran a tres trabajadores de seguridad y de la Oficina de Prensa al abrirse paso al segundo piso del edificio que aloja del ministerio.

Además de Martínez, entre los arrestados se hallan el vicepresidente Edwin Morales y Rafael Feliciano, quien fuera presidente de la FMPR, organización a la que el gobierno despojó hace unos años de su fuero por haber realizado una huelga.

Igualmente fueron arrestadas dos abogadas que participaron como observadoras de la manifestación y que estaban identificadas como tales.

La protesta conjugó el reclamo de la pronta reapertura de cientos de escuelas que permanecen cerradas porque presuntamente no han sido inspeccionadas por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos, que negó que tuviera esa responsabilidad.

Fortuño Candelas dijo que la estrategia es cerrar 200 planteles para continuar con el proceso de privatización de la educación pública, tomando como pretexto el ciclón María, que dejó sin agua potable ni energía eléctrica a la generalidad de los planteles.

‘Reconocemos que puede ser costoso reparar algunas escuelas, pero lo que estamos pidiendo es que se abran las que están listas’, dijo por su parte la trabajadora social Alba Toro.

La docente Eulalia Centeno, quien formó parte del grupo que llegó hasta el segundo piso del edificio, aunque salió antes de iniciarse los arrestos, rechazó que cometieran acciones violentas, ya que la exigencia era ver a la ministra Keleher.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=129979&SEO=arrestan-20-maestros-boricuas-por-protesta-en-ministerio-de-educacion
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Crece indignación en Puerto Rico ante parálisis en docencia pública

Centro América/Puerto Rico/04 Noviembre 2017/Fuente: Prensa Latina

Padres, maestros y estudiantes se muestran hoy indignados por igual ante la negativa de la ministra de Educación de Puerto Rico, Julia Keleher, de reanudar la docencia en escuelas públicas que están en condiciones adecuadas.
La situación, que se prolonga desde que el ciclón María asoló a esta isla del Caribe el pasado 20 de septiembre, provocó protestas frente al Capitolio, sede de la Asamblea Legislativa, en la isleta de San Juan y una huelga de hambre de una madre frente a las instalaciones del Ministerio de Educación, en el sector de Hato Rey.

‘Me pueden tirar con todo lo que me quieran tirar, pero tengo que asegurarme de que las escuelas estén bien’, aseveró Keleher ante las denuncias que han acaparado varios programas de radio y televisión, además de los medios digitales.

La principal excusa para que muchas de las escuelas no reabran para impartir docencia a sus alumnos es que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense no las ha inspeccionado, lo que ha llevado a los padres y maestros a solicitar la colaboración del Colegio de Ingenieros y Agrimensores de Puerto Rico.

Mientras, el encargado del Cuerpo de Ingenieros del Ejército en Puerto Rico, José Sánchez, aclaró que aunque estén en proceso de evaluar los daños estructurales es responsabilidad del Ministerio de Educación abrir o no las mil 113 escuelas públicas que permanecen cerradas.

Sánchez distanció de esta forma al organismo militar de la controversia que cada vez levanta más ola en la opinión pública puertorriqueña debido a las exigencias de diversas comunidades escolares.

Keleher afronta protestas en varias escuelas del país y una huelga de hambre de una madre frente a sus oficinas porque la escuela de la menor no abre, ya que no ha recibido la certificación del Cuerpo de Ingenieros.

La funcionaria dijo que se proponen sacar los refugiados de la escuela para que los 450 alumnos de educación especial se puedan reintegrar a clases junto al resto de la población escolar.

Explicó que están buscando las maneras para la reapertura de las escuelas, pero que no puede hacerlo si entiende que los estudiantes corren riesgos debido a cables o postes del tendido eléctrico.

‘Entiendo la desesperación’, afirmó Keleher, quien en principio argumentó que las escuelas había que limpiarlas, tarea que asumieron los padres y docentes.

Argumentó que las manifestaciones se pueden entender, pues es la forma en que la gente expresa su sentir y le damos el espacio, pero estoy haciendo lo humanamente posible para cumplir con su responsabilidad.

‘Pueden protestar, pero eso no va a agilizar nada’, subrayó al sostener que también se siente frustrada con la lentitud del proceso. Al momento, solo dos regiones escolares han reiniciado la docencia de modo parcial, ya que no han podido abrir la totalidad de los planteles.

El gremio Educamos alega que parte de esta lentitud tiene como objetivo cerrar más escuelas, como ocurrió antes del inicio del año académico.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=128649&SEO=crece-indignacion-en-puerto-rico-ante-paralisis-en-docencia-publica
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