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La nueva filantropía estratégica desembarca en la educación

Por: Francesc Imbernon

Me preocupa que estas empresas u organizaciones marquen la agenda educativa o que hagan innecesario el sector público en la educación (aunque sea piscológicamente).

Actualmente, es importante y necesario analizar la situación de la educación escolar y cómo se está introduciendo la iniciativa privada mediante las grandes empresas. Lo que se ha venido en llamar una filantropía estratégica mediante una responsabilidad social corporativa o empresarial que se une en la gestión de los recursos humanos en las grandes empresas. Y que se comprueba con el aumento del presupuesto de esas grandes empresas en ese apartado dentro de la gestión de los recursos humanos. Ello parece evidente en los últimos tiempos y no creo que sea solo por la crisis que han padecido los sectores públicos en España o por la dejadez de la administración educativa con posturas más neoliberales de desconfiar de lo público y evidenciar con sus políticas la validez y rigurosidad de lo privado. Quizá algo tenga todo eso que ver pero hay algo más en ese interés por la educación: el negocio y la legislación tributaria que favorece las inversiones de recursos para este tipo de programas.

Y uno puede pensar que eso solo pasa en nuestro entorno y no es cierto. Pues no. Aunque sea reciente algunas de esas políticas empresariales en educación en nuestro país, es una experiencia largamente conocida en otros países en sectores de ayuda humanitaria, sectores sociales, impacto ambiental, programas de salud y de reducción de la pobreza, etc. Desde hace décadas se ha introducido donde predominan desde hace tiempo políticas neoliberales o neoconservadores en educación, salud, inversión social, etc. y que en muchos de ellos, se han dado cuenta que lo que empezó siendo aplaudido por ser una ayuda a la escasez de recursos o descentralización de éstos, se está convirtiendo en otra cosa. Y salta la alarma internacional. Ver La nouvelle philanthropie : (Ré)invente-t-elle un capitalisme solidaire? de Virginia Seghers de 2009, De Nieuwe Mecenas de Renée Steenbergenen 2008, Venture Philanthropy in practice de Chris Carnie en 2010 o el reciente La carga del hombre blanco: El fracaso de la ayuda al desarrollo de William Easterly en 2015.

Si miramos a nuestro alrededor y empezamos a vislumbrar esas políticas de “responsabilidad social corporativa” vemos que lo nuevo en nuestro país es el desembarco en la educación. Podemos comprobar que la gestión privada ya no se hace ofreciendo becas de estudio, visitas, apoyando programas de mejoramiento de la infraestructura escolar, dando equipos, libros y materiales didácticos, que todavía se hace, sino que empiezan en nuestro contexto a implicarse en las políticas y prácticas de la innovación, de la tecnología, en las estructuras de gestión y organización escolares, en la gestión general de las escuelas y en la formación del profesorado del sector público. Se pasa del tradicional concepto de caridad, donación, obsequio o regalo, a un discurso de responsabilidad por conseguir resultados, por ayudar a generar conocimiento, a mejorar la educación aportando valor que no se suministra desde lo público. Para estas empresas se trata de actuar de raíz en vez de aliviar carencias y replantearse la manera en cómo desarrollan su negocio, su modo de trabajar y ayudan a nuestro modus vivendi. En esencia, no solo se trata del qué, sino del cómo. Y, ¿por qué este interés educativo actualmente en España? ¿Se presenta de forma sibilina externalizar la educación pública escolar? ¿El sector público educativo ha de ser igual que el sector privado? ¿Aumenta la despreocupación de los responsables públicos en educación dejando en manos del mercado y las grandes empresas la educación de una determinada población infantil y juvenil? Son interrogantes importantes para ver el rumbo que, en el futuro, puede tomar el sector público de la educación.

Ya sea por los medios de comunicación o por las redes sociales, vemos todos tipos de empresas que se están introduciendo de esta forma en las escuelas o en secotres educativos. No únicamente las cercanas: Educaixa, Banco de Santander, editoriales de libros de texto y otras más generalistas, Fundación telefónica, sino también más lejanas de aquí y en otros países, como Google for Education en España y sur de Europa, Samsung (con proyectos de tabletas), Disney, Banco Mundial, Coca- Cola, Microsoft, Apple, Cisco, Huawei, Nestlé, Ford, e-Bay, Unilever, McDonals, fundaciones, etc., y las que irán viniendo y las que me dejo que hace años actúan en otros países. Y aparecen con ampulosos conceptos de márqueting educativo: escuela inteligente, escuela digital la revolución digital, tecnología avanzada en las escuelas, innovación del futuro, innovar para mejorar, ganar en excelencia… La tecnología (la filantropía ha entrado de lleno en la era digital), y la innovación son las palabras clave de “esa aportación social corporativa a la educación”. Se aplican procesos empresariales en la planificación y ejecución de las actividades educativas.

Se sigue la guía práctica de Rockefeller Philanthropy Advisors que sugiere la siguiente estrategia: Acotar el tema, estrechar el campo de actuación y definir el objetivo a conseguir.

Y la intervención se vende con un buen marqueting social y educativo utilizando todas las formas de las modas educativas al menos en el lenguaje. Han aprendido el lenguaje y las modas. Con la general excusa que las empresas saben qué tipo de habilidades y capacidades que el sistema educativo debería proveer para mejorar la productividad y por tanto prometen desarrollar el trabajo docente y de aprendizaje de forma colaborativa, atención individualizada, innovación necesaria, mejora de la autonomía o aumentar la motivación entre otros conceptos que atraen al posible consumidor escolar (aunque la nueva terminología habla de “coproductores activos” para evitar la mala fama de “consumidor”). Se vende como una Responsabilidad Social Corporativa, con un enfoque más de participación que los típicos acercamientos a los clientes escolares y escuelas (por ejemplo por las ventas o regalos del típico comercial). Se pasa de la donación típicamente benéfica a la inversión social y la filantropía estratégica (recordemos que el concepto filantropía es apoyo y el amor hacia otras personas). Parece ser una nueva participación comercial más sutil de una audiencia futura cautiva o una cierta mercantilización con la finalidad normal y legítima de las empresas de aumentar las ventas y para ello cuanto más conocidos y mejor imagen mejor. Y no quiero negar que hay organizaciones que les mueve un motivo altruista, algo así como un deber moral de contribuir a repartir algo de los muchas ganancia que tiene, también quiere tener una buena reputación por las deducciones fiscales, o para dar a conocer mejor y más “humano” sus productos o servicios o mejorar su imagen haciendo ver su gran preocupación por los problemas educativos.

Y con esto no quiero decir que las aportaciones no sean atractivas, y tampoco que no se ha de acercar la educación al mundo laboral, por supuesto que sí, sobre todo cuando en muchas escuelas carecen de recursos, hay un abandono del sector público y hay desigualdades en el afianzamiento entre las escuelas y los territorios. Diversos organismos internacionales, sobre todo el Banco Mundial (que no entramos a analizar su “filantropía” sobre todo en América Latina), señalan la necesidad de que la educación, no sólo sea tarea del gobierno, sino también de otros sectores, o como se dice de toda la tribu, pero de una buena tribu.

Pero no se puede llegar como salvadores del desastre educativo creando una imagen positiva de la marca o preservar una determinada escuela subvencionada. Y es cierto que el sector privado empresarial puede contribuir con la educación de muchas formas, más cercana a que la mejora de la educación mejora la vida de sus trabajadores (no únicamente su productividad) y que puede ayudar a mejorar el país. Su dinero será bien recibido. Si quieren ayudar a la educación que estimulen la formación permanente de su personal, ofrecer becas de estudio, apoyar programas de mejoramiento de la infraestructura escolar, donando equipos y materiales didácticos, etc. Y si quieren que se desarrollen las competencias de sus trabajadores también pueden crear alianzas con el sistema de educación superior, para impulsar el desarrollo científico, la investigación y la innovación. Que necesitados estamos.

Y también podría ser interesante que las empresas hicieran análisis críticos de la educación, para mejorarla y pero dejando en manos de los profesionales esa mejora. Deberían ser más aliados de las políticas públicas y de la educación en general, que promotores de éstas.

No pido que se retiren y no quiero hacer un discurso anti empresarial ni antifilantrópico visceral, pido una reflexión y un análisis de lo que puede pasar en el futuro (que parece que va a más) ya que ahora estamos a tiempo de evitarlo si perjudica a sectores de la educación escolar. Me preocupa que estas empresas u organizaciones marquen la agenda educativa o que hagan innecesario el sector público en la educación (aunque sea piscológicamente).

No debemos aceptar todo porque nos vendan que estamos desesperados e impotentes con los resultados de la educación o con los errores de los gobernantes del sector público y su falta de implicación organizativa y presupuestaria de todo tipo. Con los nuevos gobiernos llegaron artículos y papeles dirigidos a los gobernantes que piden que las empresas se han de implicar más en la educación y aportar conocimientos y fondos, puesto que son ellos que tienen mucha influencia educadora y los receptores del personal que se ha formado en el sistema educativo. Lo dicen sobre todo gurús con intenciones conocidas de beneficio propio o de aumentar su imagen para aumentar las ventas de sus productos normalmente editoriales y de asesoría. Lo podemos comprobar en la cantidad de jornadas donde esos “gurús” que pueden tener o han tenido una relación con la educación participan en tertulias, convenciones, conferencia plenarias de grupos de empresas que seguramente le pagan bien por decir esas cosas.

Y el discurso cala porque se dice que las empresas son las mejores aliadas y promotoras de las políticas y gestores públicos (y estos responden que está muy bien y que apoyan. ¡Ahorro que tenemos en los presupuestos para dedicarlo a otros cosas no educativas!). También se argumenta que buscan mejorar la equidad en el acceso en una educación de alta calidad (cuando pueden provocar mucha desigualdad entre las escuelas públicas). Todo ello se está diciendo y reciben aplausos cuando, es posible, que detrás haya un cierto olor a desconfiar de la eficacia y la eficiencia del sector público con la paradoja de la avenencia de la administración pública. Se presentan como los salvadores de la nueva calidad educativa, de la equidad e inclusión y de formar mejor al profesorado (contando, por supuesto, con determinados sectores privados o semiprivados y algunos muy unidos a esas empresas).

Mi duda razonable, después de la reflexión anterior, es si se trabaja por las escuelas y la mejora de la educación de un país (que no dudo que algunas sí) o para establecer una imagen social filantrópica o mejor una nueva filantropía o “filantrocapitalismo” o filantropía 3.0. , con una retórica del patrocinio, donde se accede a muchos profesores y profesoras y a miles de niños, niñas y adolescentes. ¿Pero no estamos de acuerdo que la educación ha de estar al servicio de los fines sociales más generales con la ciudadanía y con una misión pública de la escuela más que a intereses privados? ¿O, no y yo soy el confundido o el utópico?

Ya se sabe y se repite constantemente que estamos en una economía del conocimiento globalizado, pero esto no implica que los gestores públicos se desentiendan de ser proveedores del servicio público al que se deben y que se admiren del servicio privado y le encomienden o le permitan tareas educativas. Para ellos, el sector privado hacen las cosas más rápidas, más baratas y mejor. Es posible que no tengamos remedio y que esto sea un futuro del acercamiento a la privatización educativa ya puesta en práctica en algunos países avanzados y mucho en las economías emergentes, pero creo que la gestión pública ha de establecer un límite entre lo público y lo privado. El gestor público está obligado a intervenir para regular la intervención privada y evitar la polarización educativa que repercute en la social (escuelas mejores y escuelas peores, escuelas innovadoras y escuelas que lo son, escuelas esponsorizadas y escuelas que no, escuelas con formación específica y escuelas que no…).

Y los gobiernos no quieren o no pueden afrontar problemas que otros les solucionan. No se puede mirar a otro lado como si no pasara nada, decir que se apoya y colabora y que les parece muy bien (¿será porque le hacen su trabajo aunque con objetivos diferentes o similares?). El gestor público no puede caer en los discursos sobre modernización y eficiencia de que lo hacen otros mejores que ellos. Si es así tenemos un problema de responsabilidad en la administración y las políticas públicas. La pregunta clave es ¿qué tipo de educación queremos y qué sociedad queremos? Y no es una cuestión de ir en contra de las empresas que pueden hacer un servicio interesante pero siempre gestionado, coordinado y controlado por el sector público, ya que es una cuestión de compromiso con lo público, de ética y valores a desarrollar y, que no nos digan que tenemos problemas de eficiencia y rendimiento y que ya se ha encontrado la solución en la filantropía.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/09/15/la-nueva-filantropia-estrategica-desembarca-en-la-educacion/

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La vida, la política y nuestras escuelas

Por: Pablo Gentili

¿Por qué los neoliberales le temen a la educación?

La escuela es siempre un espacio político, aunque algunos se esfuercen en ocultarlo o condenarlo. No se trata de una elección o de una decisión. La escuela es un espacio inherentemente político porque es la institución que las sociedades democráticas consagran al ejercicio de un derecho tan esencial que su garantía potencia, amplía y vuelve efectivos otros derechos humanos fundamentales. Por eso, los conservadores siempre desconfían de la escuela pública, la atacan y tratan de desprestigiarla. Porque, ejerciendo su politicidad, la escuela es un laboratorio de participación y de formación ciudadana. Un espacio de construcción colectiva de la emancipación y de la libertad humanas.

El 1 de agosto, fuerzas militares de la Argentina dispersaron de forma violenta una ocupación de tierras en la provincia de Chubut, al Sur del país. Los territorios, que ahora pertenecen al magnate italiano Luciano Benetton, son reclamados ancestralmente por el pueblo mapuche, una de las naciones indígenas más perseguidas, reprimidas y segregadas tanto en Chile como en la Argentina. A la ocupación mapuche se había acercado días antes Santiago Maldonado, un joven artesano de 28 años, oriundo de Buenos Aires y que vivía en la localidad de El Bolsón, a pocos kilómetros de allí. Santiago fue visto por última vez durante la represión de las fuerzas de seguridad. Diversos testigos indican que lo vieron correr y ser apresado por los efectivos de la llamada Gendarmería Nacional. Desde entonces, nunca más se supo de él.

La desaparición generó una gran movilización ciudadana, que rápidamente fue amplificándose por las redes sociales con el lema #DondeEstaSantiagoMaldonado y recibió apoyo de líderes políticos, sociales y personalidades del mundo artístico.

La ministra de seguridad del gobierno de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, sostuvo de inmediato que nada unía la desaparición de Santiago a la represión de las fuerzas de militares. En seguida, atacó a la población mapuche, sosteniendo que ésta, con acciones violentas, pretendía formar una república independiente dentro del país. Aunque se supo que su jefe de gabinete había ordenado y diseñado junto al comando de Gendarmería la violenta desocupación de la comunidad indígena, defendió al funcionario, diciendo que estaba en el lugar (un páramo distante a más de 1.500 kilómetros de Buenos Aires) porque “pasaba con su coche”. Durante los días siguientes, la ministra divulgó pistas que resultaron ser notablemente falsas, dejó trascender el nombre de un testigo protegido y manifestó que se estaba politizando el caso. Su verborragia le hizo cometer fallidos irrecuperables, como sostener que era del “bando de los que no querían encontrar a Santiago”, y no desaprovechó la oportunidad para minimizar las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar. Las declaraciones de la ministra de seguridad no contribuyeron a otra cosa que a generar más indignación pública en una sociedad que ha demostrado no estar dispuesta a volver al pasado y continúa aún hoy juzgando a los genocidas que participaron de la desaparición forzada de 30 mil argentinos y del secuestro de centenares de bebes, niños y niñas.

Las escuelas y las universidades, junto a las organizaciones docentes y estudiantiles, desplegaron diversas acciones exigiendo la inmediata aparición con vida de Santiago Maldonado. En los últimos 35 años, desde el retorno a la democracia, el campo educativo ha sido uno de los que más activamente se ha movilizado en defensa de los derechos humanos. El 30 de agosto, la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina, CTERA, comenzó su campaña nacional: ¿Dónde está Santiago Maldonado?, utilizando una serie de cartillas y materiales de discusión sobre derechos humanos y la desaparición forzada de personas para trabajar en las escuelas.

La acción del sindicato magisterial fue apoyada por miles de maestros y maestras en todo el país. La iniciativa se sumó a las que ya se estaban llevando a cabo desde el mismo día en que se conoció la desaparición del joven artesano. #DondeEstaSantiagoMaldonado se multiplicó como tema de reflexión y controversia en las escuelas.

Las acciones de debate escolar alrededor del caso Maldonado generaron una fuerte reacción negativa del gobierno nacional y de algunos gobiernos locales, como el de la Ciudad de Buenos Aires, bastión electoral del presidente Mauricio Macri. El rechazo a discutir el tema en las escuelas fue replicado por activistas de las redes sociales y por algunos medios de comunicación favorables al gobierno. También, por padres y madres indignados ante la inclusión del tema y, particularmente, de los materiales de CTERA en las escuelas. Se realizaron declaraciones públicas con miles de firmas y se recomendó que quienes no quisieran que sus hijos discutieran el asunto, exigieran que se los retirara del aula cuando el tema fuera tratado. Reunidos alrededor del hashtag #ConMisHijosNo, la campaña fue creciendo, denunciando que se trataba de politizar las escuelas.

La ministra de seguridad del gobierno de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, sostuvo de inmediato que nada unía la desaparición de Santiago a la represión de las fuerzas de militares

La ministra de educación de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña, sostuvo que no se debía “pasar el límite de la politización”, sin indicar qué unidad de medida debía utilizarse para establecer el índice de politización de un asunto tan complejo como la desaparición de un ser humano

El mismo día 30 de agosto, el secretario de derechos humanos de la Argentina, Claudio Avruj, declaró que comprendía a los padres que se nucleaban bajo el lema #ConMisHijosNo, Sostuvo que consideraba “doloroso y peligroso” llevar el caso de Santiago Maldonado a las aulas. Después de casi 35 años de democracia, era la primera vez que un alto funcionario de derechos humanos, cuya función es proteger la lucha por la memoria, la verdad y la justicia, símbolos indelebles de la democracia en la Argentina, se apoyaba ahora en el olvido, en el silencio y la indiferencia ante la desaparición forzada de un ser humano.

El gobierno del país que más ha avanzado en la condena a los genocidas militares y civiles, capaz de movilizarse multitudinariamente ante la más mínima sospecha de que podría volverse atrás en la lucha por los derechos humanos; el del país que sigue recuperando nietos, nietas, hijos e hijas secuestrados en los años setenta; el gobierno del país de las abuelas y de las madres de Plaza de Mayo; el del país del Nunca Más, ahora se horrorizaba ante el debate escolar generado por un caso de desaparición forzada. El gobierno del país de la lucha por la aparición con vida de 30.000 víctimas de la dictadura, consideraba que las escuelas y los docentes estaban politizando el caso de un nuevo desaparecido, esta vez, en democracia.

El 30 de agosto, los sindicatos docentes argentinos lazaron su campaña nacional para discutir la desaparición de Santiago Maldonado. El 30 de agosto, el secretario nacional de derechos humanos, Claudio Avruj, sostuvo que hacer esto era “peligroso”. La fecha no fue una simple coincidencia. El 30 de agosto fue declarado por las Naciones Unidas como el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Los docentes argentinos y el gobierno de Mauricio Macri decidieron celebrarlo, cada uno a su manera.

¿Por qué?

«Esta semana comenzarán las clases en Cataluña. Cada sala de clase, cada centro educativo se llenará de niños y niñas. También se llenará de preguntas, de dudas, de miedos, de silencios, de interrogantes vitales. Comenzarán las clases y nos preguntaremos: ¿por qué? ¿Por qué ocurrió un atentando tan brutal y devastador en una ciudad pacífica y abierta como Barcelona? ¿Por qué nos preguntarán nuestros alumnos y alumnas? ¿Por qué?»

Así comenzaba su intervención el periodista y educador Jaume Carbonell en un homenaje que, hace pocos días, CLACSO le realizó al gran teórico de la educación, José Gimeno Sacristán, en Valencia.

Como Carbonell, muchos aprendimos de la obra de Gimeno Sacristán que la escuela no se vuelve o se transforma por un acto de voluntad individual en un espacio político. La escuela es siempre un espacio político, aunque algunos se esfuercen en ocultarlo o condenarlo. No se trata de una elección o de una decisión. La escuela es un espacio inherentemente político porque es la institución que las sociedades democráticas consagran al ejercicio de un derecho tan esencial que su garantía potencia, amplía y vuelve efectivos otros derechos humanos fundamentales. La escuela es siempre política porque allí se educan las nuevas generaciones y se educan, con ellas, los que han sido educados para educarlas. La escuela es política porque allí se ejerce el derecho a vivir en una sociedad donde el conocimiento es un bien público y común. Porque, siendo el primer espacio donde se practica el diálogo y la deliberación entre sujetos diversos y plurales, comienzan a ejercitarse y a construirse los valores que sustentan cualquier democracia efectiva, toda ciudadanía crítica y activa.

Por eso, los conservadores siempre desconfían de la escuela pública, la atacan y tratan de desprestigiarla. Porque, ejerciendo su politicidad, la escuela es un laboratorio de participación y de formación ciudadana. Un espacio de construcción colectiva de la emancipación y de la libertad humanas. Aunque se esfuercen por denunciar que la politización de la escuela avasalla y limita la libertad de opinión y de elección individual, no hay nada más político que el esfuerzo conservador por proclamar el carácter apolítico de la educación. Un esfuerzo discursivo que redoblan cuando reducen la cuestión de la calidad de la educación a un asunto eminentemente técnico, normativo o procedimental; esto es, cuando limitan el debate sobre la calidad educativa a las pruebas de aprendizaje estandarizado, como la que propone la OCDE con el Programa PISA.

La necesidad de despolitizar la escuela es una de las más urgentes cruzadas moralizadoras del neoliberalismo, reduciendo la educación de los más ricos a un espacio reproductor y amplificador de sus privilegios, y la educación de los más pobres a una simple preparación para el ejercicio y la disciplina de un mercado de trabajo que les exigirá sumisión, silencio, ignorancia y obediencia.

La discusión de situaciones que involucran una clara y brutal agresión a los derechos humanos (como la desaparición de ciudadanos por parte del Estado, o los atentados sufridos por la población civil indefensa), constituyen un insumo pedagógico fundamental para el desarrollo de comunidades de aprendizaje críticas y activas, como las que deben aspirar a construir las escuelas de calidad. Y lo es, porque es en la escuela donde comienzan a edificarse los principios republicanos y democráticos del bien común; el lugar donde la ética deja de conformarse con la retórica evasiva de una promesa sólo accesible a los virtuosos, para transformase en un saber práctico que guía la construcción colectiva de la igualdad y de la justicia social. La política no “entra” en las escuelas. La política impregna las escuelas, las constituye y les da sentido, como el oxígeno le da sentido al aire, como el sol le da sentido a la flor. La política dota a la escuela de sentido, porque lo que se pone cada día en juego en la escuela es nada menos que la interpretación del pasado y la construcción del futuro, porque es en la escuela en donde los seres humanos comienzan a transformarse en sujetos del presente.

Que la escuela no sea otra cosa que un espacio anodino, sin otro horizonte que el del entrenamiento repetitivo y desinteresado, o el del disciplinamiento idiotizante,la locomotora que conduce y reproduce una sociedad de papanatas indolentes, también es la forma en que, con pasmosa frecuencia, la escuela ejerce su papel político.

No hay política en la escuela. Es que la política, para transformarse en un elemento vital para la construcción de sociedades libres, emancipadas y autónomas, necesita convertirse en escuela, volverse pedagogía, constituirse en práctica docente y confundirse, mezclarse, mimetizarse con el concierto cacofónico que se ejecuta, cada día, en una sala de clase.

Por eso, esta semana, cuando los niños y las niñas de Cataluña y de toda España vuelvan a sus escuelas, se preguntarán por qué. Y nadie podrá silenciar esa pregunta. Ni siquiera los burócratas, quienes, por detrás de la aspiración de neutralidad ideológica de la escuela, pretenderán hacer del silencio el eufemismo de la ignorancia.

Si la escuela está impregnada, construida y cimentada de política, la vida humana no le puede ser indiferente. Ni en Buenos Aires, ni en Barcelona, ni en ningún sitio.

Fuente del Artículo:

https://elpais.com/elpais/2017/09/13/contrapuntos/1505337330_354035.html

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Educación para una minoría

Por: Pedro Echeverría

1. La educación escolarizada en México –aunque se siga hablando que es de siete años como promedio- lo seguro es que siga siendo de 4 años, como en 1984 cuando Reyes Heroles desde la SEP, denunció con su “Revolución Educativa” que la educación en México era de tres años como promedio. Luego los siguientes secretarios de Educación, sin demostración alguna, le fueron subiendo. De todas maneras, aunque la moda sea repartir títulos o certificados en “escuelas abiertas”, hay una realidad innegable: la educación escolarizada ha servido de poco a algunos y de nada para muchos, cuya educación es su práctica diaria.

2. Nunca la educación escolarizada fue para el pueblo; al contrario, cuando el llamado Plan de 11 años (1959-70) puesto en práctica por el presidente López Mateos y el secretario de Educación Torres Bodet, sacudió la educación primaria, entonces estancada en los centros urbanos, se inició una gran irrupción de niños y jóvenes en todos los niveles que la clase gobernante nunca fue capaz de frenar. Desde 1973, siendo yo profesor en el CCH/UNAM, dimos las batallas apoyando a miles de estudiantes “rechazados”; rechazados no porque reprobaran los exámenes, sino porque se determinaba mucho antes cuantos serían admitidos.

3. En los años setenta se publicaba que el 20 por ciento de los que presentaron su prueba fue “rechazado”; al siguiente año se hablaba de que un 30, luego un 50, luego un 60 y hoy se rechaza alrededor de un 90 por ciento de los estudiantes que presentan. Sólo los tontos creen que se debe a que los muchachos no están preparados, no estudian, o se debe a errores. Sin embargo la población debe saber, sobre todo los padres, que los que elaboran, preparan y administran los exámenes saben que porcentaje los aprobará y cuántos deben ser rechazados, según las instrucciones u órdenes de la autoridad.

4. La educación está pensada y planeada para una minoría; la mayoría debe quedarse en el camino y capacitarse para el trabajo como “mano de obra barata”. De allí la pregunta y los argumentos de la clase dominante: ¿Para qué se quieren más profesionistas si luego van a ocupan el ejército de desempleo? Por ello las universidades –señalan triunfantes los empresarios- no deben estar abiertas para todos, sino sólo a quienes puedan cursarla con facilidad; por el contrario, deben impulsarse universidades técnicas y centros de capacitación para el trabajo productivo con el fin de construir un país con enormes riquezas.

5. La realidad condenable es por ser una política criminal contra los jóvenes estudiantes que abren sus esperanzas para estudiar una carrera en escuela pública. Lo negativo es que vivan engañados pensando en que no ingresaron porque son “burros” o tontos y que por esa misma “tontería” viven en la pobreza y la miseria. Además es un buen negocio para los colegios particulares que mediante ofertas engañosas de “becas”, “becas crédito” y otras trampas, hacen maravillosos negocios que les permiten crecer. Hace 60 años la educación privada representaba menos del 10 por ciento ahora más del 40 por ciento. ¡Qué buen negocio!

6. No hay que buscarles más pies al gato; los planes educativos escolarizados obedecen a un país capitalista que debe controlar su producción escolar, tanto de estudiantes que acepta, como de profesores que ideológicamente deben ser controlados. Cuándo se habla de lanzamiento de planes y programas educativos desde el jardín de niños hasta la universidad, se está anunciando más de lo mismo. No me olvido cuando Gómez Farías y el doctor Mora defendieron en 1833 la educación de su tiempo: “No hay que dejar la educación de la niñez en manos de nuestros enemigos. La escuela es la primera que se debe controlar y dominar.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=230161&titular=educaci%F3n-para-una-minor%EDa-

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Educación y profesiones en la renegociación del TLC 1. Estados Unidos

Por: Roberto Rodríguez

El 17 de julio fue dado a conocer el documento Resumen de objetivos para la renegociación del TLCAN, elaborado por la Oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés). La USTR, adscrita a la Oficina Ejecutiva del Presidente, es la agencia gubernamental responsable de orientar las negociaciones comerciales de rango internacional. Esa capacidad a su vez es regulada por la Bipartisan Congressional Trade Priorities and Accountability Act de 2015.

Encabeza la USTR Robert Lighthizer desde el 15 de mayo, en reemplazo de Stephen Vaughn quien fuera designado como interino. Vaughn duró menos de un mes en el cargo y no fue confirmado por el presidente Trump por sus diferencias en el enfoque de inminente negociación. En el documento se indica que la USTR llevó a cabo una extensa consulta que incluyó a congresistas, empresarios, inversionistas y público en general. Aportaron observaciones las agencias especializadas y los asesores presidenciales.

El texto de referencia es breve (17 páginas) y aborda en lo general los que, desde la visión de la agencia, son los objetivos que la representación debe lograr en las rondas de negociación que iniciaron ayer. Dichos objetivos, más de un centenar, se agrupan en veintidós rubros, que incluyen casi todos los aspectos del tratado y tienen en común el propósito de mejorar la competitividad de la economía estadounidense en el marco de la dinámica comercial entre los tres países. Entre las novedades que el gobierno de Estados Unidos busca incorporar al acuerdo destaca el comercio digital en bienes y servicios, los flujos de datos transfronterizos, así como políticas de nueva generación en materia de competencia, trabajo, medio ambiente, transparencia y combate a la corrupción.

Se incluye en el documento la postura estadounidense respecto a las controversias en materia de cuotas antidumping y compensatorias. El texto vigente indica para la solución de las mismas se establecerá, en cada caso, un panel binacional con plena capacidad de arbitraje (capítulo 19 del TLCAN). El gobierno de los Estados Unidos propone eliminar todo el capítulo y reemplazarlo con disposiciones que aseguren la solución de controversias bajo la normativa local en la materia. Tanto México como Canadá han cuestionado esa postura, pero la representación canadiense agregó que su posición es inflexible y que podría ser causa de su salida de la negociación. Por último, destaca la intención del gobierno de Trump de asegurar que los países asociados eviten manipular, de cualquier manera, el tipo de cambio para ajustar la balanza de pagos o lograr una ventaja competitiva.

Ahora bien, ni provisión de servicios educativos, ni la regulación del ejercicio profesional en el marco del acuerdo han sido, hasta el momento, temas directamente abordados en la agenda estadounidense de renegociación. Sin embargo, algunos de los objetivos planteados por la USTR pueden tener incidencia en esos temas.

Conviene aclarar que el enfoque de México sobre inversión extranjera en educación privada ha sido francamente aperturista. En el TLCAN se confirmó el criterio, establecido en la Ley de Inversión Extranjera, de posibilitar dicha inversión con una limitación: que en cada caso la participación foránea no supere el 49% de la inversión total. No obstante, la norma mexicana hace posible una cuota superior si la Comisión Nacional de Inversiones Extranjeras así lo autoriza. Otra limitación, bajo la Ley General de Educación, es que las IES con capital extranjero quedan sujetas, para la validación de los títulos y grados que ofrecen, a los requisitos del Registro de Validez Oficial de Estudios (RVOE).

Los objetivos de la USTR relacionados con el comercio digital de servicios proponen asegurar que no habrá barreras técnicas ni jurídicas ni para el flujo de datos ni para la provisión de los bienes y servicios asociados -por ejemplo software y soporte técnico- pueden, por tanto, ser un incentivo para incrementar la oferta foránea de educación a distancia digital. Ni el RVOE actual, ni el proyecto de reforma de la SEP, contienen regulaciones exhaustivas en la materia, lo que podría ser un problema ante la eventual proliferación de educación superior a distancia generada y administrada fuera de México.

En materia de trabajo la USTR propone exigir a los países firmantes que adopten normas laborales reconocidas en la Organización Internacional del Trabajo, entre otras la libertad de asociación y el reconocimiento efectivo del derecho a la negociación colectiva. Es importante advertir que entre los pocos países (únicamente veintitrés) que no han ratificado el Convenio sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva (convenio 98 de la OIT) se encuentran Estados Unidos, México y Canadá, por lo que sería toda una novedad que aceptaran hacerlo por la vía del TLCAN. Si ello ocurre, la libre sindicalización y la negociación colectiva de las condiciones de trabajo tendrían un impacto importante en las instituciones educativas privadas, entre ellas las que cuentan con capital extranjero, en la mayoría de las cuales tales derechos rara vez se aplican.

Hasta el momento el tema migratorio está excluido de la agenda USTR. Una de dos, o bien la representación estadounidense considera que el texto vigente es satisfactorio, o bien se aguarda a las posturas de los países asociados para negociar sobre esa base. Lo primero es más probable pero, en todo caso, en el documento se aclara que las recomendaciones pueden cambiar en el curso de la negociación. Además, bajo el subtítulo de “provisiones generales”, se indica que se deben incluir en el tratado aquellas “excepciones generales que permitan la protección de legítimos objetivos nacionales de los Estados Unidos, incluso la protección de la salud y la seguridad esencial, entre otros”, enfoque que sería aplicable, bajo criterio estadounidense, a la política migratoria.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/educacion-y-profesiones-en-la-renegociacion-del-tlc-1-estados-unidos/

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Educación, demagogía y fracaso

Por: Enrique Calderón Alzati

A cinco años del inicio de su gobierno, Enrique Peña Nieto no deja de alabar la importancia de lo que el bautizó como reforma educativa, supuestamente orientada a mejorar sustantivamente la calidad de la educación, una quimera que no ha sido capaz de comprender, dejándola en manos de individuos irresponsables que poco saben del tema, a la vista de las acciones que de tiempo en tiempo pretenden realizar. ¿Por qué si la educación es tan importante para el Presidente y para su gobierno, cada vez que un nuevo recorte presupuestal es requerido, este se ensaña en primer lugar sobre la educación? El gobierno gasta supuestamente 2 mil 500 millones de pesos anuales, para producir en ese tiempo 200 millones de pesos para repartirlos entre los estudiantes y maestros; es decir 12.50 pesos por libro ¿Es este un gasto razonable, a la luz de las desastrosas condiciones de la educación? Un poco menos de lo que cuesta un ejemplar de cualquier periódico publicado en la Ciudad de México.

Hubo un tiempo en que los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana, hicieron esfuerzos notables por llevar la educación a todos los niños de México, creándose las instituciones necesarias para convertir en realidad el mandato de la Constitución de otorgar educación gratuita a todos los niños y jóvenes del país. A la convocatoria gubernamental respondieron hombres y mujeres preparados, para dar clases en las escuelas públicas, mientras nuevas generaciones de jóvenes eran instruidos en las escuelas normales para llevar la educación a las ciudades emergentes, pueblos y comunidades rurales.

Los mensajes difundidos por aquellos gobiernos respondían a la problemática real de esos años: El que no sabe leer debe aprender, el que sabe leer, tiene el deber de enseñarPrefiere el libro que educa y no el alcohol que envilececonvocatorias que contrastan con los mensajes demagógicos del actual gobierno. Tiempos hubo en que los niños de todas las clases sociales acudían a una misma escuela, enriqueciendo las enseñanzas recibidas, con el conocimiento que niños y jóvenes adquirían por el sólo hecho de convivir con otros, cuyos padres se dedicaban a actividades tan diferentes como el transporte, la medicina, la agricultura, los altos puestos directivos, el comercio, la plomería o la costura; las escuelas eran así elementos fundamentales de la permeabilidad social, verdaderos crisoles de los cuales habría de surgir una nación que pronto llegó a convertirse en referencia ejemplar para otros países alrededor del mundo. Uno de los problemas más graves de la educación actual, que es ignorado por los gobernantes provenientes de escuelas elitistas, como los Peña Nietos y los Aurelios Nuño, es su incomprensión de las problemáticas reales de las familias de menores ingresos, a cuyos miembros consideran como seres inferiores y flojos, útiles sólo para las fotografías que puedan tomarse con ellos, para fines de promoción personal.

Es por ello que su reforma educativa, lejos de contribuir de algún modo a mejorar la educación nacional habrá de ser juzgada como una serie de ocurrencias y acciones improvisadas sin ton ni son, cuyos objetivos no fueron otros que la realización de lucrativos negocios (como la adquisición y distribución de millones de tabletas electrónicas de cuyos resultados, no se ha presentado el mas mínimo informe, o como los costosos sistemas informáticos utilizados, supuestamente para la evaluación punitiva de los maestros en todo el país), así como el acatamiento de instrucciones recibidas de organismos internacionales, interesados en buscar que la educación sea privatizada para convertirse en un atractivo negocio para las instituciones de crédito y los grandes capitales mundiales.

No es posible construir una casa comenzando por los techos, cuando aún no se cuenta con los planos y el proyecto arquitectónico, no se pueden construir los muros sin haber cimientos, ni se puede pensar en los recubrimientos sin tener aún las tuberías y las instalaciones eléctricas. Sin embargo esto es lo que ha hecho el actual gobierno al pretender modificar la educación. A la penúltima ocurrencia de querer llevar a los niños de las escuelas rurales a escuelas en poblados mayores, ignorando las perturbaciones sociales que ese proyecto causaría, el secretario Nuño, dio a conocer recientemente su proyecto para la renovación de los programas de estudio de las escuelas normales, ampliamente criticado por maestros e investigadores de esas escuelas, tal como lo informó La Jornada en días recientes, incluyendo una entrevista al Doctor Luis Bello de la Benemérita Normal de Veracruz. ¿Por qué se pretende modificar ahora, lo que supuestamente deben conocer y enseñar los futuros maestros normalistas? ¿No habría sido sensato comenzar por la revisión de los programas de estudio de esas escuelas?

Tarde descubrió Aurelio Nuño que las escuelas normales, lejos de constituir un monopolio para la preparación de los maestros como el en algún momento afirmó, fueron los elementos de una institución creada por el gobierno para dar cumplimiento a la Constitución. Por eso ahora en un supuesto afán de enmendar su error, el secretario pretende utilizarlos como instrumentadores de su proyecto, imponiéndoles un programa estudio con orígenes y objetivos dudosos.

Hace poco más de un año, algunos periódicos de Monterrey, publicaron la noticia de que este personaje había firmado un contrato millonario con el Tecnológico de Monterrey, para que éste le apoyara en la preparación de los nuevos planes de estudio que la Secretaría de Educación utilizaría para fortalecer la reforma educativa, ¿por qué había establecido ese contrato ignorando a las mismas escuelas normales, a la Universidad Pedagógica, y a las universidades públicas con escuelas de pedagogía? Seguramente porque su propia preparación le impedía siquiera, pensar en tal posibilidad. Al conocer el proyecto impuesto ahora a las escuelas normales, tiene sentido preguntarnos donde se concibió este programa; el mismo secretario de Educación debiera responder a esa pregunta, aunque sabemos que eso no lo va a hacer, en virtud de que ahora parece estar ocupado en un nuevo objetivo, lograr la presidencia de la República en 2018, a ello dedica hoy sus esfuerzos, seguramente con la idea de que sólo así, podría continuar su proyecto de reforma educativa, negándose a aceptar el fracaso de ésta, cuyos errores y caprichos tendrá que pagar el pueblo al que desprecia.

La vergonzosa conducta de Peña Nieto, actuando como agente de un gobierno extranjero para entrometerse en asuntos internos de Venezuela, constituye un nuevo agravio para nosotros los mexicanos.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/educacion-demagogia-y-fracaso/

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Las escuelas normales: rostro del fin de una institución

Por: Oswualdo Antonio González

Escribo estas líneas pensando más que en el lector presente, en un hipotético lector futuro que intente comprender cómo es que una generación permitió que las Escuelas Normales (donde se formaban maestros para la educación pública) desaparecieran, fueran destruidas sin poner “un poco” de resistencia.

2025, padres de familia y estudiantes protestan en calle.

De los cuatro hijos que tenía, sólo el más pequeño estudiaba la educación primaria. Había decidido con su esposa que era el que más tenía posibilidades de “salir adelante”, es el más “vivo” decía ella y los demás integrantes de la familia parecían coincidir en este diagnóstico. Con evidente “miedo” avanzaban junto con otras familias, que desesperadas se habían atrevido a realizar esta “caminata” para “pedir” algún apoyo al gobierno. Ellos sabían que esto era ilegal, que las anteriores manifestaciones habían sido reprimidas violentamente. El desenlace fue el esperado, miles de “militares” ya los esperaban con la instrucción de darles un “escarmiento”, pero como otras veces, en esta ocasión también se les “pasó la mano”. Litros de sangre alimentaron el frío asfalto. En minutos los equipos de limpieza, “limpiaron”, perfumaron y montaron un escenario para que el gobierno de la Coalición hiciera un anuncio en cadena nacional: una nueva bolsa de recursos económicos para dar “crédito” a estudiantes a tasas muy competitivas y a un plazo nunca antes visto, 40 años para pagarlos.

Cuaderno del pasado.

Puso el punto final a su texto. Estaba emocionado. Había logrado armar una historia coherente e interesante. Pensaba que si lograba reconstruir puntos clave del pasado, podía iluminar el presente y así diseñar estrategias para destruir a un gobierno que parecía invencible. Él, como muchos, sabía que cada nueva matanza de “civiles” significaba más miedo y mayor aceptación de esta realidad como inevitable. Por su formación de maestro en una Escuela Normal, sabía cómo narrar temas complejos para que los niños lo comprendieran y decidió seguir la misma lógica.

El documento de apenas tres “hojas” se dividía en pequeños temas y se denominaba Cuaderno del pasado, el cual se usaría en las reuniones clandestinas con las familias.

Tema 1: Las Escuelas Normales: contrapesos de los gobiernos.

Cuando se diseñó la educación pública, decía el “Cuaderno del pasado”, se cuidó que los gobiernos no pudieran utilizarla para perpetuarse en el poder. La educación pública, le fue encargada al Estado, es decir, las decisiones clave debían tener el aval del poder legislativo federal en armonía con las legislaturas locales, en consecuencia era muy difícil que un gobierno encabezado por un Presidente católico, por ejemplo, pudiera echar abajo su carácter laico. Para garantizar la independencia de los maestros de escuelas públicas, se crearon las Escuelas Normales, en cuyas aulas se formaban con un perfil de compromiso comunitario. Pero en el 2012, este diseño fue roto por la creación de un “Pacto” entre los tres principales partidos del país, los cuales representaban la derecha, el centro y la izquierda del espectro político y que tenían en común sus fuertes intereses económicos. Este “Pacto” tuvo como primera tarea desmantelar la educación pública, lo cual lograron y en su lugar nos dejaron este sistema educativo que hoy tiene endeudado a nuestros hijos.

Tema 2. Construir conocimiento propio desde las Normales.

Una cuestión que se cuidó en las Normales fue que no se convirtieran en reproductoras de modelos pedagógicos, para ello, existían escuelas Anexas donde se “practicaba” pero también se “experimentaban” con otras pedagogías, las cuales posibilitaban la actualización constante y la alimentación de las propuestas de Reforma educativa. Esto fue destruido de manera abierta durante los 12 años de los gobiernos panistas en el año 2000, al imponer un Modelo centrado en Competencias y reducir los planes y programas a la “enseñanza de didácticas”. Igualmente los anexos agropecuarios poco a poco fueron olvidados, enviando el mensaje implícito que los egresados ya no serían “maestros del y para el campo”. Siguen existiendo las escuelas anexas, como fantasmas de lo que un día fue un modelo educativo de vanguardia a nivel mundial. Igualmente siguen existiendo los terrenos donde se ubicaban las Normales, solo que ahora cuentan con edificios de última generación, con todos los avances tecnológicos, sostenidos por una asociación público-privada que cotiza en la Bolsa de Valores y que se hizo de estas instituciones en el marco de un Programa llamado “Normales al CIEN”. El nombre de las Normales sufrió un pequeño cambio ahora se denominan Incubadora de Emprendimientos para la Enseñanza Eficaz.

Tema 3. Existieron Normales rurales: escuelas del campo para el campo.

Panistas, Priistas y Perredistas en su “Pacto” del año 2012, tuvieron claro que si querían que su Reforma neoliberal avanzara deberían acabar con las Normales y así lo hicieron. Primero fueron las rurales, las ahorcaron financieramente, redujeron su matrícula y cuando salieron a protestar fueron violentamente reprimidos, con saldo de estudiantes desaparecidos, asesinados, encarcelados y hospitalizados. Ante estos hechos sangrientos, las Normales urbanas, no apoyaron a sus pares rurales en su lucha, lo que a la larga implicó la desaparición de todas las Normales, urbanas y rurales. En el ciclo escolar 2025-2026 ninguna Normal rural abrió sus puertas a nuevos solicitantes, ya desde el ciclo escolar 2018-2019 ninguno de sus egresados se tituló debido a los nuevos estándares y requisitos. Las Normales rurales, no solo se definían por el lugar en el que se ubicaban sino por el tipo de formación que se les proporcionaba a los maestros que a ella acudían, al grado de ser llamados “revoltosos” por los medios de comunicación afines al gobierno.

Tema 4. Los directivos de las Normales al servicio del gobierno.

No se explicaría la caída de las Escuelas Normales sin la complicidad que en este proceso tuvieron los cuadros directivos sobre todo de las denominadas “urbanas”. Esa complicidad tomó diversas formas dependiendo de los niveles de organización de los estudiantes y los docentes por fuera de la institucionalidad: amenazar, controlar e infiltrar a los estudiantes para evitar que protestaran; encabezar cualquier intento de protesta pública y con ello encauzarlo por la vía del “diálogo” con la autoridad; a cambio obtuvieron puestos públicos de “mayor importancia” en la estructura de los diversos gobiernos; impulso de modelos de gestión centrados en la “calidad”, con lo cual obtuvieron más recursos financieros y fueron usados como ejemplos para las Normales rurales a las cuales se les quitaban sus presupuestos por defender “el normalismo histórico”; subordinación total a los gobiernos federal y estatal, aunque en varios casos manteniendo un discurso “revolucionario”, pero con acciones totalmente contradictorios a esa postura.

Tema 5. La institucionalización de los estudiantes de las Normales urbanas.

Ser estudiante es sinónimo de rebeldía, de abrazar causas y enamorarse de teorías y autores, pero esto no fue así en las Normales urbanas, algo pasó. Los estudiantes fueron incapaces de defender logros que habían acumulado otras generaciones, tal vez por miedo, no se solidarizaron con sus hermanos rurales, sólo observaron y en algunas ocasiones marcharon de manera muy “civilizada”.  Los estudiantes normalistas fueron incapaces de defender derechos laborales del gremio docente al cual pertenecerían.

La despolitización de los normalistas implica reconocer que la estrategia contra la educación pública se tejió varias décadas atrás, en la década de los setenta, afirman algunos.

Tema 6. La trampa de ser universitarios, para los maestros de las Normales.  

Estudiantes normalistas pasivos, despolitizados, son consecuencia del actuar de una mayoría de maestros de las Escuelas Normales que concibieron a la educación sólo como “enseñanza” y lo revolucionario moderno, como sinónimo de “maestro excelente”, “maestro innovador”, “maestro competente” y “maestro individualista”.

Institucionalmente estas dinámicas fueron reforzadas por la incorporación de prácticas y mecanismos neoliberales de productividad a las Escuelas Normales, el ideal que se impuso fue el del “docente universitario”. El compromiso con el pueblo, característico del normalismo, fue sustituido por la “acumulación de puntos” para “ganar más”, la medición de la calidad mediante estándares y parámetros y la certificación de competencias.

Martes 5 de agosto del 2025.

22:00 horas

Terminó la primera sesión con el “Cuaderno del pasado”, asistieron 15 maestros. Todos se veían muy cansados, la mayoría cubría cuatro turnos para poder ganar el mínimo para sobrevivir. No hubo comentarios finales, solo silencio. Acordamos una siguiente reunión clandestina para seguir recordando lo que habíamos perdido. Todos sabían que en el horizonte se dibujaba una única salida.

24:00 horas

Llegaba el último integrante de esa Célula de coordinación, la reunión empezó. Antes, un reporte avisaba que todo estaba en calma y que se procedía de acuerdo a las instrucciones. El tiempo de las marchas había quedado atrás.

02:00 horas

Tomó el lápiz e inició la redacción de un nuevo Cuaderno para usar en las reuniones. Una tarea urgente era recuperar la memoria y decirles a los más jóvenes que las cosas no siempre fueron como ahora son.

Escribió: El hambre de las trasnacionales no se detiene, devoraron nuestros recursos naturales y convirtieron en productos nuestra historia, nuestras instituciones ahora son controladas por ellos, deciden quien gobierna y quien imparte la justicia; ahora se comen nuestros cuerpos y llenan nuestros corazones de rutinas. Su primera tarea cuando nacemos es dominar nuestros cuerpos y matar nuestra posibilidad de imaginar…

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/las-escuelas-normales-rostros-del-fin-de-una-institucion/

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Las mujeres de EE.UU. deben dos tercios de los préstamos universitarios de todo el país

Por: Michelle Chen

Detrás del la supuesta igualdad a la hora de acceder a las universidades entre mujeres y hombres se esconde un nuevo obstáculo: los préstamos universitarios. Para las mujeres es más complicado saldar esta deuda que para los hombres, entre otras cosas por la brecha salarial con la que se encuentran nada más terminar sus estudios

Las mujeres acumulan cerca de dos tercios del monto de la deuda total del país que asciende hasta los 1,3 billones de dólares

En muchos aspectos, las mujeres han adelantado a los hombres en la enseñanza superior. Hoy en día hay más mujeres matriculadas en universidades y muchas más logran graduarse. En muchos campus, los programas de estudios sobre mujeres y género han proliferado en toda la nación. Pero el avance educativo de las mujeres no es barato.

Según un nuevo análisis realizado por la American Association of University Women, existe un coste oculto detrás de la igualdad de género en la educación y es que las deudas estudiantiles contraídas por el alumnado son completamente desproporcionadas. Las mujeres piden más préstamos que los hombres para «salir adelante» en sus carreras profesionales solo para encontrarse con que sus futuros dependen completamente del peso de sus deudas.

Las mujeres acumulan cerca de dos tercios del monto de la deuda total del país que asciende hasta los 1,3 billones de dólares –todas juntas suman más o menos 833.000 millones de dólares en deuda en comparación con los 477.000 millones de los hombres. Las razones por las que esta deuda es mayor son variadas, pero esta tendencia revela que el problema relacionado con el sexismo en los campus quizá no solo es producto de una discriminación flagrante sino más bien una crisis lenta que erosiona sus oportunidades económicas cuando ellas entran en el mercado laboral.

Graduarse endeudado hasta las cejas no solo significa empezar una nueva etapa de tu vida con un agujero financiero, sino que también hace cada vez más complicado conseguir una estabilidad económica con el paso del tiempo. Complica la posibilidad de comprar una casa, formar una familia o ahorrar para la jubilación. Las deudas limitan el poder de elección de las personas a la hora de decidir dónde vivir e incluso de cuándo casarse. Y, especialmente para las mujeres, la ilusión de estar en «igualdad de condiciones» con los hombres termina enmascarando dificultades ocultas que ellas siguen soportando desproporcionadamente.

Sobre el papel, la diferencia puede parecer bastante pequeña. La media de deuda que acumulan las mujeres en la universidad era de unos 20.900 dólares en el año 2012. Los hombres, por su parte, acumulaban una deuda de 19.500. Pero, al sumar la deuda contraída en cada curso, la diferencia es aplastante: las mujeres hacen frente a una deuda un 14% más alta que los hombres cada año. Así que, tras cuatro años de estudios, las mujeres quedan muy por detrás a la hora de devolver sus préstamos estudiantiles.

El año pasado, alrededor de un tercio de alumnas con préstamos aseguraron que tenían problemas para afrontar sus gastos del día a día por culpa de los préstamos. También existen diferencias según la raza. Cuatro de cada diez mujeres latinas y seis de cada diez mujeres negras admiten que les ha costado muchísimo cubrir sus gastos básicos y que han hecho malabarismos para pagar los préstamos universitarios.

La desigualdad relativa a la deuda de las mujeres se ve agravada por la brecha salarial que existe entre hombres y mujeres. Las mujeres con estudios universitarios que trabajan a tiempo completo ganan un 26% menos que los hombres, y la brecha va en aumento.

Que haya desigualdad en cuanto ingresos tiene diferentes motivos. Desde la discriminación laboral hasta el hecho de tener que interrumpir la vida laboral al tener hijos. Sea cual sea la causa, los expertos lo tienen claro: «Cuando se combina una deuda mayor con menores ingresos después de la graduación, obtienes la receta para tener problemas financieros».

Las mujeres también corren un riesgo mayor de impago de préstamos estudiantiles. Esto podría llevar a familias jóvenes a pasar de tener un contratiempo a corto plazo a una vida entera en crisis. Además de los bajos salarios, las mujeres también acumulan menos riqueza que los hombres en activos financieros, por ejemplo en cuanto a vivienda. La brecha de riqueza es todavía más evidente entre las mujeres negras y latinas, muchas de ellas terminan sus vidas endeudadas.

En general, tanto hombres y mujeres propietarios de casas –graduados y con préstamos educativos sin pagar– también siguen contrayendo deudas por sus tarjetas de crédito y para comprarse coches. No es de extrañar que las encuestas hayan mostrado que la gente joven que acarrea deudas estudiantiles es más propensa a tener problemas de ansiedad, depresión, y el consiguiente riesgo social y la inestabilidad económica que ello conlleva.

Estas barreras financieras limitan las oportunidades para todos los estudiantes universitarios, pero son especialmente dañinas para una generación de mujeres jóvenes que ha crecido con la ilusión de un potencial académico sin límites. Para ellas, los riegos frente a las recompensas que dan sus préstamos universitarios ponen en tela de juicio la valía de sus estudios.

En general, hay un incremento económico real cuando tienes un grado universitario, la mayoría de los puestos profesionales requieren al menos un título de licenciatura. Pero en una época de incipiente feminismo, las barreras que se entrelazan a la raza, al género y a las deudas tejen un tamiz invisible pero que aprieta cada vez más sobre una generación de mujeres que esperaba «tenerlo todo».

La administración Trump, mientras tanto, ha propuesto que la universidad sea todavía más cara, recortando ayudas para los universitarios y eliminado los programas que perdonan deudas universitarias. Estas políticas harán que aumenten las deudas estudiantiles para todos, y potencialmente podrían acentuar más la brecha de género en torno a la deuda en los próximos años. Al mismo tiempo, los millenials apuestan por una educación superior gratuita.

A corto plazo, hacer que el acceso a la universidad sea gratis para todos los aspirantes; de manera inmediata, llevar a cabo medidas sencillas que puedan solucionar los errores institucionales y hacer que las universidades sean más asequibles para las mujeres, proporcionar servicios de guardería y otros modos de apoyo financiero mientras cursan estudios puede servir para asegurar que, al menos, se gradúan a tiempo.

Durante el siglo pasado, las puertas de la enseñanza se han abierto a muchos niveles para las mujeres. Los profesores ya no hablan de la inferioridad intelectual «natural» de ellas. Pero las puertas todavía están entrecerradas a la igualdad real de género. Tanto los hombres como las mujeres merecen un mejor acceso a la educación, se trata de un derecho humano. Pero la brecha de género seguirá en aumento mientras que las mujeres deban invertir más solo para pagar una igualdad de oportunidades que se lleva esperando tanto tiempo.

Traducido por Cristina Armunia Berges

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=228839

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