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La OEI aboga por priorizar políticas de educación en periodos de crisis

26 Junio 2016/Fuente: Aguasdigital/ Autor: Rubén Figueroa

El secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), el brasileño Paulo Speller, participa en una entrevista con Efe, el 24 de junio de 2016, en la sede de la OEI en Montevideo (Uruguay). EFE

En una situación de crisis económica como la actual «la política más importante que debe mantenerse y priorizarse es la educación», dijo en una entrevista con Efe en Montevideo el secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), el brasileño Paulo Speller.

«Porque (la educación) es un arma, un instrumento, que en el momento en el que se retome la actividad económica va a repercutir positivamente», manifestó.

Las políticas educativas servirán para combatir los desafíos socioeconómicos que acentúan las crisis y que en el caso de América Latina y el Caribe repercuten en una tardía integración de los jóvenes al sistema educativo, principal lastre de la región, argumentó Speller.
«El problema que se identifica es que hay una incorporación tardía de los jóvenes al sistema educativo frente a los países desarrollados, donde ya están integrados», dijo el brasileño.

Al frente de la OEI desde enero de 2015, Speller ilustró esta afirmación con los resultados del informe PISA (por su sigla en inglés) de evaluación de estudiantes internacionales de 15 años, en el que «los países latinoamericanos están en el ultimo lugar, o casi», indicó.

«PISA se hace con jóvenes de 15 años que en los países del norte (desarrollado) están plenamente integrados en el sistema educativo mientras que en América Latina y el Caribe tenemos jóvenes de 15 años que apenas se han integrado y alfabetizado», expresó.

«Y lo que estamos haciendo es ver cómo podemos colaborar para que la región pueda avanzar más rápidamente y con calidad. Hay programas específicos con los que se trabaja en algunos países para permitir que estos jóvenes puedan avanzar más rápidamente, y eso es lo que vamos a hacer», continuó.

No obstante, resaltó que «América Latina avanza y avanza muy bien» pero que «las demás regiones también siguen avanzando» y la brecha continúa, por lo que se debe imprimir más «velocidad» en materia educativa en la región, «pero con calidad».

Speller destacó que la labor de la OEI en materia educativa ha sido reconocida al ser invitada la organización a formar parte del comité directivo del programa Educación 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.La OEI desarrolla desde 2010 la iniciativa en materia educativa «Metas 2021», con la que Educación 2030 tiene «una coincidencia de planteamientos», si bien en el programa de la ONU «se da una perspectiva más global», indicó Speller.

Asimismo, el brasileño subrayó que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), encargada de realizar los informes PISA, ha invitado a la OEI a participar en diferentes programas educativos de evaluación.

Speller inició el jueves una visita de tres días a Uruguay durante la que desarrolló varias actividades y reuniones con organismos estatales, instituciones y organizaciones de la sociedad civil, tanto nacionales como regionales.
Así, en la mañana del viernes participó de la reunión de ministros y altas autoridades de Educación del Mercosur (bloque formado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela y que tiene su sede en Montevideo) donde presentó la propuesta de la Universidad Abierta del Mercosur.

«Se trata de tomar las experiencias que tenemos de los diferentes países y ponerlas en línea a través de una red que ya existe, la red de Cooperación Latino Americana de Redes Avanzadas (RedClara)», que persigue el desarrollo de la ciencia, la educación y la cultura en la región a través de redes avanzadas, dijo Speller.

El secretario general de la OEI viajará el domingo a Argentina, donde se entrevistará con autoridades educativas del país en las ciudades de Buenos Aires y Córdoba. Después regresará a Madrid, donde tiene su sede la OEI, creada en 1949 como un organismo internacional de carácter gubernamental para la cooperación entre los países iberoamericanos en el campo de la educación, la ciencia, la tecnología y la cultura. 

Fuente de la noticia:  http://www.aguasdigital.com/actualidad/leer.php?idnota=11901813&efenew=1
Fuente de la imagen: http://www.aguasdigital.com/Fotosdb/foto_efe.php?foto=11901823w.jpg

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Panamá: Estado debe redireccionar gasto de políticas públicas

Centro América/Panamá/19 Junio 2016/Fuente: Panamaamerica /Autor: Redacción

El retiro de ayuda estatal a los padres de familia para la educación de sus hijos, no solo ha repercutido en los gastos que tienen que desembolsar, sino que las alternativas tampoco parecen funcionar.

El bono escolar, las mochilas, útiles escolares y computadoras portátiles eran parte de los materiales y ayuda que se les entregaba a los estudiantes.

Mientras, el actual Gobierno decidió no continuar con estos aportes, y en su lugar optó por dar un subsidio para sacar a los jóvenes de las pandillas, a través de su programa insignia de seguridad, Barrios Seguros, que por el momento no ha dado los resultados esperados, lo que es confirmado por los hechos de sangre de los últimos meses en que han estado involucrados los menores.

La dirigente magisterial Yadira Pino consideró que este gobierno es caracterizado por la improvisación y por hacer las cosas sin debida planificación.

«Quita algunas cosas, como programas o incentivos, y supuestamente lo pasa a otros programas. Eso se llama improvisación», aseguró.

Pino apela a que haya una política pública para el tema educativo en cuanto al presupuesto.

Agregó que se debe destinar una política pública sobre el tema de seguridad, que responda a lo que tenemos y se puedan solucionar los problemas, poco a poco.

Para esta dirigente, uno de los mayores defectos del Gobierno es que están tratando de ver cómo quitan de un lado y ponen en otro; no se está cumpliendo con la responsabilidad del Estado que es brindarle seguridad a la población y tampoco se está sacando realmente a la juventud de la delincuencia, que afecta tanto al joven como a la sociedad.

«Aquí no se está viendo el tema educativo y de seguridad como corresponde con la prioridad y la planificación, con un presupuesto destinado para resolver los problemas y suplir las necesidades que hay en ambos sectores», dijo.

La dirigente calificó como un duro golpe para el bolsillo de las familias el retiro de los beneficios en materia de educación.

«Quitaron los subsidios para educación, pero no cumplieron con el presupuesto para la educación», alegó Pino.

Por su parte, el abogado Carlos Herrera Morán consideró que el Gobierno ha fracasado en materia de seguridad pública, porque no hay estrategia bien organizada para los ciudadanos.

«El crimen y la delincuencia siguen haciendo de las suyas, hasta el extremo de que los panameños sentimos que el país ha sido secuestrado por el delito, sobre todo, en los niveles de la juventud», expresó.

Herrera Morán recomienda que hay que hacerse un replanteamiento de la política de Barrios Seguros para ver dónde están las falencias y las deficiencias de ese programa.

«Los últimos acontecimientos demuestran que estamos en una sociedad violenta, que la Policía ha sido incapaz de detener ese incremento», detalló.

Sobre los subsidios, el jurista pidió que sean revisados, ya que a largo plazo traerá la bancarrota al Estado.

«Hay que hacerle entender a la gente que la única manera de generar riquezas es a través del trabajo y la educación».

Sin embargo, Herrera Morán cree que hay que ayudar a los lugares o barrios vulnerables, pero que no es partidario de entregar subsidio de una manera irresponsable.

Ociosidad del joven

Herrera Morán también cree necesario reprimir a su mínima expresión la ociosidad de los jóvenes, la cual genera delito.

«Hay que tener al joven ocupado en deportes, actividades culturales, musicales y darle más educación. Pasan más tiempo en las calles que en la escuela, es un asunto que hay que atender con urgencia», es su opinión.

Para el abogado, estos son temas en que el Gobierno debe jugar un papel importante y lo está descuidando.

Para el sociólogo Olmedo García hay una contracción del gasto de la política de inversión en la educación, según los informes de estadísticas que señalan que aumentó la cifra de jóvenes en edad reproductiva que ni estudian ni trabajan.

«Hay una contracción de los subsidios directos e indirectos. Hemos disminuido la educación en el nivel primario», acotó.

Según cifras, de cada 10 niños que entran a la escuela, 6 no terminan a los 12 años, la educación completa.

Al dejar la escuela, aparecen estos espacios que tienen que ver con actividades ilícitas, lo cual está impactando el problema de delincuencia juvenil, señaló García, quien explicó que se dio un aumento en la tasa de desempleo juvenil que alcanza el 23%.

El sociólogo añade que si esas políticas no van acompañadas con la sostenibilidad, el programa Barrios Seguros va a fracasar, porque no se le puede tener un subsidio directo a los que cometan un tipo de infracción o de conducta irregular.

«El Estado tiene que redireccionar el gasto de las políticas públicas. No se puede financiar un programa porque no tiene una tasa de retorno efectivo», advirtió.

Con su análisis, Olmedo García, quien es docente de la Universidad de Panamá, llegó a la conclusión de que los resultados del programa Barrios Seguros, en contexto con la realidad, ha sido un total fracaso en el periodo en que se ha implementado.

Fuente de la noticia: http://www.panamaamerica.com.pa/tema-del-dia/estado-debe-redireccionar-gasto-de-politicas-publicas-1030881

Fuente de la imagen: http://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/imagenes/2016/06/17/15132571.jpg

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Why Are Liberal Commentators Acting as Apologists for Trump’s Racism?

The lynch-mob mentality that permeates Donald Trump’s campaign rallies was made visible once again this month at a rally in Fayetteville, North Carolina, when Rakeem Jones, a 26-year-old Black protester, was sucker punched by a white Trump supporter. A video of the incident documents how, after Jones was punched, the audience cheered and the police threw Jones to the ground and handcuffed him. John McGraw, the man who admitted on camera that he had punched Jones, was later arrested. When asked why he did it, McGraw, 78, not only admitted to having committed the assault, but said he «liked it, clocking the hell out of that big mouth,» whom he said he thought might be a member of ISIS. He then added, «Yes, he deserved it. We don’t know who he is, but we know he’s not acting like an American … the next time we see him, we might have to kill him.»

For more original Truthout election coverage, check out our election section, «Beyond the Sound Bites: Election 2016.»

Of course, this incident was not out of the ordinary. Trump supporters have a consistent history of attacking those protesting Trump’s policies. When an activist named Mercutio Southall Jr. started shouting «Black Lives Matter!» at a Trump rally in Birmingham, Alabama, on November 21, 2015, some Trump supporters punched and choked him. Dara Lind observes that the Southall Jr. attack «isn’t an isolated incident. Trump supporters have gotten physical with protesters at several other events throughout his candidacy. A protester was dragged out of a Trump rally in Miami. A Trump supporter ripped up a protester’s sign. A Trump bodyguard was filmed sucker-punching a protester outside Trump Tower in early September. And at a rally in DC, photographers captured a Trump supporter pulling a protester’s hair.» Meanwhile, last week, after a March 11 rally was cancelled in Chicago, a number of skirmishes and fistfights broke out between Trump supporters and protesters. Many commentators noted that the rally offered a signpost of the escalating violence that has taken place at Trump’s rallies.

At their core, Trump’s politics and appeal are built around violence.

Trump has repeatedly indicated his support for such actions by saying he «would like to punch a protester in the face» and labeling protesters as «bad Americans.» He also incited this violence through his response to the November incident that occurred in Alabama, when Trump supporters punched and choked Southall Jr., who started shouting «Black Lives Matter!» as Trump started to speak. When asked about the incident, Trump responded in a Fox News interview with the remark: «Maybe he should have been roughed up.»

Such comments make clear that at their core, Trump’s politics and appeal are built around violence. Trump’s encouragement of violence can be seen very starkly in his decision to look into paying for McGraw’s legal fees. In defense of such actions,Trump told «Meet the Press» that McGraw «obviously loves his country,» and that he might «have gotten carried away.» Meanwhile, some Trump supporters havereportedly expressed interest in forming a makeshift militia called the Lion’s Guard to oppose «far-left agitators.»

To read more articles by Henry A. Giroux and other authors in the Public Intellectual Project, click here.

One would think that these incidents would be enough to convince liberals that Trump’s popularity is deeply tied to his open advocacy of racist violence, but a disconcerting number of liberal commentators have sought to downplay Trump’s racist and fascist tendencies.

Liberal Apologists for Trump

Some conservatives, such as Wall Street Journal columnist Peggy Noonan, predictably downplay the racist and fascist undertones of Trump’s candidacy, arguing that Trump is simply a symptom of massive disillusionment among Americans who are exhibiting a profound disdain, if not hatred, for the political and economic mainstream elites. Disappointingly, however, this argument is also often bolstered by liberals who go too far in their efforts to prove that criticism of Trump’s bigotry and racism cannot fully account for Trump’s political appeal.

For instance, historian Thomas Frank (also a former Wall Street Journal columnist)observes that Trump actually embraces a number of left-leaning liberal positionsthat make him popular with working-class white people with lower education levels. He cites Trump’s criticism of free trade agreements, his call for competitive bidding with the drug industry, his critique of the military-industrial complex and its wasteful spending, and his condemnation of companies that displace American workers by closing factories in the United States and opening them in much poorer countries such as Mexico in order to save on labor costs.

Trump’s appeal to fear, aggression and violence makes people more vulnerable to authoritarianism.

Purveyors of this view present the working class as a noble representative of a legitimate populist backlash against neoliberalism and appear to deem irrelevant the question of whether or not this backlash embraces an American form of fascism. Frank, however, has a long history of ignoring cultural issues, ideologies and values that do not simply mimic the economic system. As Ellen Willis has pointed out in her brilliant critique of Frank’s work, Frank makes the mistake of imagining popular and media culture, or what I call the educative nature of culture and politics, as simply «a pure reflection of the corporate class that produces it.» Hence, the racism, ultra-nationalism, bigotry, religious fundamentalism and other anti-democratic factors get downplayed in Frank’s analysis of Trump’s rise to power.

Journalist John Judis, a senior writer at The National Journal, extends this argument by comparing Trump with Bernie Sanders, claiming that they are both populists and outsiders while suggesting that Trump occupies a legitimate outsider status. Judis argues that Trump raises a number of criticisms regarding domestic policies for which he should be taken seriously by the American people and not simply dismissed as a racist, clown or pompous showman. In a piece for Vox, he writes:

Sanders and Trump differ dramatically on many issues — from immigration to climate change — but both are critical of how wealthy donors and lobbyists dominate the political process, and both favor some form of campaign finance reform. Both decry corporations moving overseas for cheap wages and to avoid American taxes. Both reject trade treaties that favor multinational corporations over workers. And both want government more, rather than less, involved in the economy…. Both men are foes of what they describe as their party’s establishment. And both campaigns are also fundamentally about rejecting the way economic policy has been talked about in American presidential politics for decades.

Some liberals such as scholar and blogger Arthur Goldhammer go so far as to suggest that Trump’s appeal is largely an extension of the «cult of celebrity» and his attentiveness to «a very rational and reasonable set of business practices» and to the anger of a disregarded element of the working class. Goldhammer asserts without irony that Trump «is not an authoritarian but a celebrity,» as if one cancels out the other. While celebrity culture confers authority in a society utterly devoted to consumerism, it also represents less a mode of false identification than a manufactured spectacle that cheapens serious and thoughtful discourse, and puts into play a focus on lifestyles and personalities. This has given rise to mainstream media that devalue politics, treat politicians as celebrities, refuse to give politicians a serious hearing and are unwilling to raise tough questions. This occurs because the media assume that celebrities are incapable of answering difficult questions and that the public is more concerned about their personalities than anything else.

Celebrity culture is not simply a mode of entertainment; it is a form of public pedagogy central to creating a formative culture that views thinking as a nuisance at best or dangerous at worse. Treated seriously, celebrity culture provides the architectural framing for an authoritarian culture by celebrating a deadening form of self-interest, narcissism and civic illiteracy. As the historian of Germany Fritz Sternhas argued, the dark side of celebrity culture can be understood by the fact that it gave rise to Trump and represents the merger of financial power and a culture of thoughtlessness.

Roger Berkowitz, the director of the Hannah Arendt Center, takes Goldhammer’s argument further and claims that Trump is a celebrity who knows how to work the «art of the deal» (a reference to the title of Trump’s well-known neoliberal manifesto). That is, he suggests that Trump’s appeal rests on his role as a celebrity with real business acumen and substance. In particular, Berkowitz argues that Trump’s appeal is due, in part, to his image as a smart and successful businessman who gets things done. Berkowitz goes into overdrive in his claim that Trump is not Hitler, as if that means he is not a demagogue unique to the American context.

The authoritarian tendencies of Trump’s followers cannot be explained through economic analyses alone.

Without irony, Berkowitz goes so far as to write that «it is important to recognize that Trump’s focus on illegal immigrants, protectionism, the wall on the Mexican border, and the terrorist danger posed by Muslims transcends race.» I am assuming Berkowitz means that Trump’s racist ideology, policies and rhetoric can be separated from the hateful policies for which he argues (such as torture, which is a war crime) and the violence he legitimates at his rallies. Indeed, Berkowitz implies that these policies and practices derive not from a fundamentally racist and xenophobic orientation but rather are rooted in Trump’s sound understanding of economic issues related to his business practices.

The sound business practices that Berkowitz finds admirable have a name: neoliberal capitalism. This neoliberal capitalist system has produced an untold degree of human misery, political corruption and inequality throughout the world. It has given us a social and political formation that promotes militarization, attacks the welfare state, aligns itself slavishly with corporate power and corrupts politics. Moreover this system seeks to justify the disproportionate police violence directed toward Black communities by referring to Black people as «criminals» and «thugs.» Proponents of this political and economic system may not constitute a fascist party in the strict sense of the word, but they certainly embrace toxic elements of a new style of American authoritarianism.

In declaring that Trump isn’t being racist and in claiming that the difference between Trump and Sanders is one of attitude and not policy, Berkowitz reveals the extent to which his eagerness to defend neoliberal capitalism requires him to overlook Trump’s racism. Berkowitz even goes so far as to downplay the differences between Trump and Sanders on racism by arguing that they have both «pushed the limits of racial propriety.» This statement whitewashes Trump’s overt racism and appears to suggest that both candidates share similar ideological positions toward people of color and inhabit the same racist landscape, truly a claim that borders on the absurd and represents an intellectual deceit in its claims to legitimate a false equivalency. Of course, if Berkowitz had used the word «racism» instead of «racial propriety,» the latter claim would not make sense given Sanders’ long history of fighting racial injustices.

I strongly doubt that Trump’s call to ban Muslims from entering the United States, his call to expel 11 million undocumented immigrants, his appeal to white nationalism, his intention to kill terrorists and their families as well, or his support for state-sponsored torture, among other egregious policy practices, constitute simply different attitudes between him and Bernie Sanders.

Trump attempts to generate intolerance out of misfortune while Sanders goes to the political, economic and social roots of the problems that cause it. Trump promotes an intense culture of fear that cannot be excused by appealing to his alleged good business practices or for that matter to his criticism of some of the Republican Party’s more regressive domestic and foreign policy endeavors. On the contrary, Trump’s appeal to fear, aggression and violence makes people, especially those who have been politically victimized, more vulnerable to authoritarianism.

The Downplaying of Trump’s Racism

Berkowitz’s argument is more than apologetic; it is a species of postracial discourse that became commonplace during the Obama years. It is also disingenuous and nonsensical. It is hard to make up such apologetic reasoning at a time in which racist invective and actions are more visible than ever: Police brutality against Black people is widespread; racist comments against Obama proliferate without apology; Black congregants are killed while praying in their church; white supremacists target immigrants, Muslims and Planned Parenthood with repeated acts of violence; and all the while the racially coded prison system is bursting at its seams. We also live at a time when a dangerous resurgence of racism, Islamophobia and anti-immigrant sentiment is on the rise. Against the reality of a society immersed if not saturated in racial violence, Berkowitz’s postracial and market-drenched discourse mimics a naive form of liberalism, if not a species of right-wing ideology too afraid to name itself, and too unwilling to address Trump’s authoritarian and myopic drive for power.

Trump echoes a fascist script that has been updated to address the fears and anxieties of people who feel betrayed by mainstream politics.

Critical race theorist David Theo Goldberg is right in arguing that this line of argument is a form of «postraciality [that] heightens the mode of racial dismissal» and «renders opaque the structures making possible and silently perpetuating racially ordered power and privilege» (see Goldberg’s book Are We All Postracial Yet?). Trump’s followers cannot be defined simply by an anger that is associated with oppressive economic institutions, policies and structures. They are also defined by an anti-democratic politics that embraces the long legacy of racialized human trafficking and enslavement, a hatred of immigrants and an embrace of the ethos of privatization.

The positions that many liberals such as Thomas Frank, Arthur Goldhammer and Roger Berkowitz have taken on Trump often sound like apologies for Trump’s reactionary utterances. Moreover, they tend to downplay his toxic racism, nativism, class bullying, demagogic policies and chilling embrace of violence. In focusing on Trump’s populism alone, these analyses ignore David Neiwert’s insight that Trump’s updated neo-fascist rhetoric is «designed to demonize an entire class of people by reducing them to objects fit only for elimination.»

What is disturbing about accounts that celebrate, however cautiously, Trump’s more liberal tendencies is that, in the words of sociologist Pierre Bourdieu, «they give racist contempt the impeccable alibi of ethical and secular legitimacy.» This type of restricted discourse runs the risk of absolving the Republican Party and Trump and his followers of some of their most vile, right-wing, nativist legacies. These liberal cover-ups do more than underplay Trump’s fascist tendencies; they also overlook a moment in which political authoritarianism is on the rise and in which the very fate of humanity and the planet are at risk. As Los Angeles Times reporters Don Lee and Kurtis Lee observe:

If Donald Trump were president, [he would end abortion rights, repeal Obamacare,] put U.S. ground troops in Iraq to fight Islamic extremists, rescind President Obama’s executive orders that protect millions of immigrants from deportation, eliminate American citizenship for U.S.-born children whose parents are in the country illegally and «police» but not necessarily revoke the nuclear pact with Iran. Trump wants to deport all immigrants in the U.S. illegally — an estimated 11 million people — but says he wouldn’t break up families because their families would be deported too. «We’re going to keep the families together … but they have to go,» he said in a wide-ranging interview on NBC’s «Meet the Press.» «We have to make a whole new set of standards. And when people come in, they have to come in legally.» Deportees who qualify could return, he said. Trump would end Obama’s Deferred Action for Childhood Arrivals program, which allows young people brought to the country illegally as children to work and attend college without facing deportation.

Trump’s toxic racism and discourse has been leading to violence for some time. According to an August 2015 article in Rolling Stone by Matt Taibbi, when two brothers from South Boston urinated on and severely beat with a metallic pipe a Latino man, «one of the brothers reportedly told police that ‘Donald Trump was right, all of these illegals need to be deported.'»

Taibbi adds:

When reporters confronted Trump, he hadn’t yet heard about the incident. At first, he said, «That would be a shame.» But right after, he went on: «I will say, the people that are following me are very passionate. They love this country. They want this country to be great again. But they are very passionate. I will say that.»

Trump later modified his response, one that both appeared to condone and legitimate the violence done in his name, but the fact remains that he is disseminating hate and creating the conditions for dangerous ideas to mobilize real-life violence in a society seething with a toxic disdain for immigrants. In what can only be interpreted as an openly racist justification for such violence — reminiscent of similar attacks against Jews in Nazi Germany — Trump’s initial response truly reflects the degree to which right-wing extremism has become an acceptable register of US politics.

The authoritarian tendencies of Trump’s followers cannot be explained through economic analyses alone. Denying the importance of racism, xenophobia, corporate-driven public pedagogies and a culture shaped by the financial elite greatly ignores modes of domination that go far beyond economic discontents and are produced and legitimated daily in mainstream cultural apparatuses. As Ellen Willis has pointed out, domination is not simply structural — it takes shape through beliefs, persuasion, rhetoric and the pedagogical dimensions of politics. What Trump has tapped into is not simply economic resentment but also decades of a formative culture that is as divisive as it is anti-democratic. Violence is ubiquitous in US society and has become normalized, furthering a politics of anxiety, uncertainty and bigotry.

Trump has taken advantage of a proliferating culture of fear to create what Susan Sontag has described as a mimicry of fascinating fascism that trades in a carnival of violence and hatred. This spectacle furthers a politics of nihilism and brings many Americans closer to the abyss of proto-fascism. Under such circumstances, it is fair to argue that many of Trump’s supporters have embraced the core elements of totalitarian politics. In this instance, politics has become a staged event, a spectacle that both normalizes violence and makes it a source of pleasure.

Trump echoes a fascist script that has been updated to address the fears and anxieties of people who feel betrayed by mainstream politics and channel their anger toward immigrants, Black people and anyone they deem un-American. Given the way in which racism mixes with the growing fear and anger over economic precariousness of working-class white people in this country, is it any wonder, that Trump presents himself as the strong leader, the mythic strongman offering redemption, revenge and a revitalized white Christian United States? Trump is not only the new face of proto-fascism, but also the logical end result of neoliberal capitalism’s numerous assaults on democracy itself.

May not be reprinted without permission .

Publicado originalmente en http://www.truth-out.org/news/item/35240-why-are-liberal-commentators-acting-as-apologists-for-trump-s-racism

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«Europa sigue siendo un continente colonialista»

A continuación publicamos la entrevista que a Boaventura de Sousa Santos le hiciera Sergio León y la cuál publicó el periódico publico.es

El sociólogo portugués defiende la necesidad de cambiar la forma de hacer política para poder rescatar a la Unión Europea de su «contexto totalitario». «Las ideas de izquierda tienen que ser defendidas en las calles, aunque eso suponga asumir riesgos», sostiene.

MADRID. – Se define así mismo como un «optimista trágico». Y ya es bastante con la que está cayendo. Llama a dejar el pesimismo y la apatía a un lado, a ser combativos, revolucionarios. Su mensaje cala, por su forma de expresarse, por la pausa que da a sus frases, y, sobre todo, por sus propuestas. El sociólogo Boaventura de Sousa Santos(Coimbra, 1940), uno de los académicos e investigadores más reconocidos en todo el mundo, se ha convertido también en una de las voces de la izquierda europea más importantes.

De Sousa es especialmente crítico con lo que se ha convertido la Unión Europea. Para él, el proyecto europeo no sólo ha fracasado, sino que ha servido para, a través del euro, imponer el modelo neoliberal en Europa. Además, la crisis de refugiados ha acabado por desenmascarar a una UE con, todavía, un gran «prejuicio colonial».

P – ¿Qué piensa del acuerdo de la UE con Turquía?

R – La crisis de refugiados es un espejo cruel de lo que es Europa como potencia colonial. Europa, cuando no puede resolver sus problemas, siempre encuentra países satélites que le puedan ayudar. Tenemos el ejemplo del caso saharaui. Un pueblo que no logró su independencia porque España lo abandonó a la suerte de Marruecos, que fue el intermediario para continuar el colonialismo europeo. Con Turquía es lo mismo. De repente ya no parece importante la cuestión de los kurdos, el control de la prensa que hace el Gobierno turco, etc. Todo se resuelve con dinero.

«Si quisiéramos asumir nuestra responsabilidad histórica, tendríamos que abrir las fronteras»

La gente que trata de llegar a Europa es gente cuya tierra fue invadida, destruida en nombre del imperialismo del Norte. Europa decidió aliarse de pleno con EEUU. En base a eso surge la crisis de refugiados. Es un retrato muy cruel de un fin no resuelto. Europa nunca ha querido enfrentarse a su pasado colonial. Europa sigue siendo un continente muy colonialista. Si quisiéramos asumir nuestra responsabilidad histórica, tendríamos que abrir las fronteras.

P – ¿Se puede considerar que la postura de la UE es una postura racista?

R – Sí, sin duda. En el contexto europeo siempre ha existido la idea de que hay grupos sociales que tienen una minusvalía natural, que son considerados subhumanos, por decirlo de alguna manera. Antes eran los obreros y las mujeres. Eran grupos que debían tener más deberes que derechos. Ahora es así con los refugiados. Esta situación configura una situación de racismo, por supuesto.

P – Desde Bruselas se están buscando todas las fórmulas posibles para que la expulsión de refugiados sea legal. ¿La UE se ha desenmascarado del todo?

R – El proyecto europeo murió con Grecia, cuando se comprobó la imposibilidad de una solidaridad en Europa a través de un proyecto común. Lo que está pasando es, de alguna manera, una venganza. La crisis de la deuda ha afectado a países como Grecia, Portugal y también España, y ha sido muy buena para Alemania. Ahora, con la crisis de los refugiados, cuando ve que los migrantes tratan de llegar hasta allí, Alemania pide el apoyo de todos, cuando no tuvo ninguna solidaridad con los griegos, los portugueses o los españoles. Todo este refleja que el proyecto europeo es una simple geoestrategia de intereses que dominan Francia y, obviamente, Alemania y que sólo sirve para que las élites dominantes de los países del Norte sigan sacando beneficio sin sufrir ningún coste.​

¿Los refugiados son considerados ciudadanos de segunda?

El currículum del sociólogo portugués habla por sí solo. Es doctor en Sociología del Derecho por la Universidad de Yale y catedrático de Sociología en la Universidad de Coímbra. Es además profesor distinguido de la Facultad de Derecho de la Universidad de Wisconsin-Madison y actualmente es director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra. También es poeta y aficionado al rap.

De Sousa Santos está convencido de que si hay alguna solución a la crisis económica, debe llegar por la izquierda. Durante la conversación, de cerca de una hora, explica su idea de un proceso constituyente transnacional y la necesidad de ofrecer alternativas que sean capaces de plantar cara al «autoritarismo difuso», como lo llama él, implantado en Europa.

El profesor Boaventura, autor del blog ‘Espejos extraños’ en este diario, atiende a ‘Público’ en un hotel del centro de Madrid. Desde ahí se ha desplazado para participar en el seminario ‘Máquinas constituyentes: poder constituyente, biopolítica, democracia’ celebrado en el Museo Reina Sofía. Sus dos ponencias estaban abarrotadas. 

P – ¿El sistema del euro está condenado al fracaso?

R – Yo creo que sí, pienso que no va a durar mucho tiempo. Sólo hace falta saber de qué manera, bajo qué términos acabará y quién pagará los costes del proceso. Ahora sabemos que es una moneda que ha servido para imponer el modelo neoliberal en Europa. Introducir con cuenta gotas una especie de autoritarismo difuso, no por ello menos intenso, mediante las directivas e informes del Eurogrupo o de la Comisión Europea. Para eso se creó el euro sin una política fiscal común, sin una misma política monetaria. Puede haber una UE sin euro, pueden existir varias monedas dentro de la UE.

P – Usted sostuvo que la crisis económica podría ser una oportunidad para proyectar una Europa socialista que abandonara sus expresiones neoliberales. ¿Qué ha pasado?

«Lo que quiere la prensa controlada por los grandes intereses económicos es que los españoles se convenzan de que si no hay una solución de izquierda, si se vuelven a repetir las elecciones, la culpa es de Podemos»

R – Lo que pasó en Grecia fue devastador, de una violencia total. Los griegos llegaron a la conclusión de que la austeridad era una fatalidad y quisieron que fuera Syriza y no los corruptos anteriores quien condujera una nueva política. En Europa es muy importante que Syriza se mantenga, no por Grecia o por la propia Syriza, sino por proponer una alternativa a la crisis. Ahora tenemos el caso de Portugal, donde los comunistas han apoyado por primera vez al Partido Socialista para sacar a la derecha del Gobierno. La izquierda española no ha hecho eso. Hay diferencias entre ambos países, sí, pero que una coalición de izquierdas haya echado a la derecha del poder es un cambio muy significativo en el contexto europeo.

La solución como la veo hoy, y que pienso que es lo que puede pasar en España, si no ahora, más adelante, es una unión de las izquierdas para tener Gobiernos que desde el Consejo Europeo puedan alterar las políticas europeas y que Alemania ya no pueda actuar con tanta arrogancia. Vamos a pasar por un periodo muy difícil, por eso pienso que las fuerzas de izquierda tienen que prepararse para atravesar este periodo de una manera que realmente garantice su superviviencia y su florecimiento. Si hay alguna solución para esta crisis, viene de la izquierda. Son los únicos que hablan de la necesidad de regular los mercados financieros.

P – ¿Ve posible, entonces, un Gobierno de izquierdas en España?

R- Lo que quiere la prensa controlada por los grandes intereses económicos es que los españoles se convenzan de que si no hay una solución de izquierda, si se vuelven a repetir las elecciones, la culpa es de Podemos. Los lobbystas de Bruselas están actuando secretamente, y a veces de forma no tan secreta, para decir a los españoles, a las instituciones, a la prensa, a los grupos conservadores: izquierda en España nunca. Hay una gran presión porque tienen miedo de España, que no es sólo un país más grande económicamente que Grecia o Portugal, es el país del 15-M.

«Hay una gran presión porque tienen miedo de España, que no es sólo un país más grande económicamente que
Grecia o Portugal, es el país del 15-M»

La izquierda española no lo va a tener fácil. Ya no es sólo que los barones del PSOE, que están a otros negocios, ni la UE quieran un Gobierno de izquierdas. Hay otros dos motivos. Uno de ellos es el temor de la gente que ha luchado por llevar a la izquierda al poder en algunas ciudades a ver amenazada la posibilidad de lograr un cambio tan novedoso e interesante. El segundo motivo es Catalunya. La gente quiere un referéndum porque Madrid lo rehúsa. Si llegara a celebrarse, estoy seguro de que ganaría el no y eso daría paso a una reforma constitucional. El proceso constituyente en España tiene que ser nacional, tiene que resolver lo que no se permitió en el 78. Dentro de un Estado federal plurinacional, Catalunya debería tener su propia Justicia. ¿Por qué no la tiene? Obviamente porque solamente se concibe la unidad con uniformidad y no con diversidad.

P – Usted defiende la importancia de unos movimientos sociales fuertes para controlar la calidad de la democracia. ¿La solución está en articular estos movimientos en partidos políticos como Podemos?

R – Los movimientos sociales tienen una dinámica propia. El problema es que no tienen recursos ni tiempo para dedicarse a las tareas de unir a los movimientos de España, Portugal, Italia y Grecia a través de un proceso constituyente transnacional. Existe la idea de que los movimientos no tienen escrito un guión muy definido. Es cierto que sus luchas están muy divididas, pero también tienen convergencias, a mi juicio, interesantísimas. Hay un problema y es que existe una cierta aversión hacia los políticos, incluso hacia aquellos que salieron de movimientos sociales, a los que se les critica que se comporten como los viejos políticos. Hay una gran desconfianza y eso es algo que los políticos de izquierda de nueva generación tienen que entender.

¿Es necesario cambiar la forma de hacer política?

Creo que la única manera de rescatar la política en este contexto totalitario es cambiar la manera de hacer política, que combine la democracia representativa con la participativa. Podemos nunca se perdonará a sí mismo si pierde la dinámica de democracia participativa y para eso hay que cambiar promesas. Veo a mucha gente que está con Podemos, pero, ¿qué hacen para defenderlo, darle su voto? Eso no es suficiente. Las ideas de izquierda tienen que ser defendidas en las calles, aunque eso suponga asumir riesgos. Creo que en España hay condiciones. Como sabes, soy un optimista trágico, como digo siempre.

El último plan del profesor se llama ALICE, un proyecto de investigación financiado por elEuropean Research Council (ERC). Comenzó en 2011 y se basa en las experiencias e innovaciones que se han dado y tienen lugar en países del Sur global para renovar los desafíos en el Norte relacionados con la justicia social, ambiental, intergeneracional, cultural e histórica. Un proceso ambicioso, desde luego, pero no imposible para un revolucionario como Boaventura de Sousa Santos.

P – ¿Es posible cambiar el sistema? ¿Es necesaria una revolución?

R – Mucha gente piensa que no es posible y eso genera, sobre todo entre los más jóvenes con una vida cómoda, mucho pesimismo. Pero la gran mayoría de la gente vive sin saber si seguirá viva mañana. Tiene que haber una solución, ¿pero cuál? En estos momentos no se puede hablar ni de revolución ni de socialismo. Los 70 años del socialismo soviético no fueron suficientes para que vuelva a la imaginación popular una idea socialista, que además es una idea eurocéntrica.

«Lo más importante es sacar ideas de donde normalmente no las vemos, de nuestros barrios, de nuestras comunidades, de lo que yo llamo las zonas liberadas del capitalismo»

Tenemos que aprender de los indígenas y no centrarnos en una economía de crecimiento ilimitado, pero sí de crecimiento, de ecología política. El socialismo algún día podrá ser una palabra que de nuevo integre todo eso. Quizás se llame de otra forma, el nombre no importa, pero estamos en un periodo de transición donde realmente las condiciones para una sociedad de este tipo se están reuniendo, sin embargo, el pasado pesa demasiado.

P – Y el capitalismo se aprovecha de ello…

R – Claro. El capitalismo lo sabe porque fue justo a partir de la caída del Muro Berlín cuando la socialdemocracia también se vino abajo, no sólo fue el mundo soviético. El capitalismo se encuentra ahora en un momento de acumulación infinita, sin límites, sin ninguna regulación y espera que los Estados sean los que solucionen las crisis.

P – ¿Cómo se puede responder a eso?

R – Yo soy pacifista, pero el otro día en Barcelona un joven me preguntó: “Profesor, ¿estamos a punto de volver a la lucha armada?”. Me quedé impactado. Tras la revolución cubana era un horizonte legítimo. Hoy no lo tenemos. Estamos en un momento en el que necesitamos pensar alternativas y para mí lo más importante es sacar ideas de donde normalmente no las vemos, de nuestros barrios, de nuestras comunidades, de lo que yo llamo las zonas liberadas del capitalismo.

¿Hay que volver a la lucha armada?

En la izquierda siempre pensamos en grandes alternativas porque creíamos que había unas leyes históricas que nos llevarían a grandes soluciones para toda la gente. No. Quizás hay que ir despacio, con radicalidad localizada y que al mismo tiempo pueda crear raíces, pueda crear articulaciones y, sobre todo, no nos olvidemos, puedan ser centros de educación revolucionaria.

P – ¿Nos falta mayor movilización social en Europa?

R – Sí. Deberíamos habernos solidarizado con los miles de refugiados que fueron desalojados en Francia. Son nuestros compañeros. Son más europeos que nosotros. Siempre estamos hablando de que necesitamos internacionalismo, un proceso constituyente transnacional. ¿Cuáles son los pueblos con más experiencia internacional en Europa? Los refugiados, los gitanos, los inmigrantes. Han estado en otras sociedades y tienen una mayor experiencia internacional, pero debido al prejuicio colonial de Europa no aprovechamos lo que pueden aportar. Cuando lo hacemos, los resultados son buenos.

P – ¿Cómo lo ve la situación en América Latina? ¿Se acaba el ciclo progresista?

«Estoy absolutamente convencido de que hay una intervención muy fuerte para desestabilizar al Gobierno de Dilma Rousseff»

R – Es muy difícil de decir. Lo que sí se puede decir es que estos países están pasando por una crisis y veremos si consiguen reinventar sus procesos. Hay un aspecto importante que hay que destacar. Cuando estos Gobiernos lograron sus éxitos, EEUU estaba distraído en Oriente Medio con las guerras de Irak y Afganistán. Ahora EEUU está de regreso en su continente, en su patio trasero. Empezaron por Honduras, después Paraguay, neutralizaron a Cuba y ahora están con muchas otras intervenciones.

P – ¿En Brasil, por ejemplo?

R- Sí. Estoy absolutamente convencido de que hay una intervención muy fuerte para desestabilizar al Gobierno de Dilma Rousseff. Obviamente, las razones de las crisis en los Gobiernos progresistas no son sólo por factores externos, también hay internos, por supuesto, se han cometido muchos errores. Uno de ellos fue creer que como las izquierdas ganaron las elecciones, la respuesta de la derecha ya no sería tan reaccionaria como antes porque iba a partir de un centro político que se había desplazado a la izquierda. Error. Macri ha entrado en Argentina con una violencia oligárquica enorme. En Brasil, lo mismo, como está pasando en Venezuela.

Publicado en publico.es

http://www.publico.es/internacional/boaventura-sousa-europa-continente-colonialista.html

 

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Escocia: Education, environment and devolution on election campaign agenda

 

EveningExpress/Por: ByPressAssociation/26 mar 2016

Resumen: La educación y el medio ambiente forman parte de la campaña electoral del líder liberal-demócratas escoceses Willie Rennie, quien lo dará a conocer durante su visita a Deep Sea World en North Queensferry. El medio ambiente, la educación y las competencias transferidas de Escocia se encuentran entre los temas de los líderes políticos a resaltar en el primer fin de semana de la campaña electoral de Holyrood, así lo dio a conocer el diario Evening Express este sábado 26 de marzo. Se espera que el SNP implemente planes de recortar las tasas aeroportuarias e invertir para cumplir con los objetivos de cambio climático de Escocia enfrenta. Rennie dijo: «Este no es momento para la timidez en el medio ambiente. Conservadores en Westminster han recortado los presupuestos verdes y el SNP están tomando sus órdenes de marcha de las aerolíneas en un recorte de las tasas aeroportuarias que significaría un gran aumento en las emisiones». La secretaria escocesa de Trabajo Ian Murray dijo que su partido va a invertir en la educación y no va a recortar al personal vital. Se ha afirmado que cerca de 1.000 puestos de trabajo han pasado a las escuelas primarias de Escocia desde 2013, incluyendo más de 800 necesidades de apoyo adicionales de los trabajadores y cerca de 90 enfermeras de vivero. Por su parte, Murray, que estará en la campaña electoral en Edimburgo, dijo: «La educación es la inversión económica más importante que un gobierno puede hacer, deberíamos estar invirtiendo en estos puestos de trabajo, no el desguace de ellos. Es por eso que los laboristas escoceses introduciría una tasa de impuesto para el 1% más rico de nuestro país e invertirlo en las escuelas».

Scottish Liberal Democrats leader Willie Rennie will challenge the SNP to reverse plans to slash air passenger duty and invest to meet climate change targets

The environment, education and Scotland’s devolved powers are among the topics political leaders will be highlighting on the first weekend on the Holyrood election campaign trail.

The SNP, Conservatives and Greens will focus their main vote-winning efforts on Glasgow, while Labour and the Liberal Democrats will be promoting their key messages on the other side of the country.

Scottish Liberal Democrat leader Willie Rennie will put the environment at the top of the agenda when he visits Deep Sea World in North Queensferry, Fife.

He is expected to challenge the SNP to reverse plans to slash air passenger duty and invest to meet Scotland’s climate change targets.

Mr Rennie said: “This is no time for timidity on the environment. Tories in Westminster have slashed green budgets and the SNP are taking their marching orders from the airlines on an air passenger duty cut that would mean big increases in emissions.”

Labour’s shadow Scottish secretary Ian Murray is arguing that his party will invest in education and not cut vital staff.

He has claimed that nearly 1,000 jobs have gone from Scotland’s primary schools since 2013, including more than 800 additional support needs workers and nearly 90 nursery nurses.

Mr Murray, who will be on the campaign trail in Edinburgh, said: “Education is the single most important economic investment a government can make, we should be investing in these jobs, not scrapping them. That’s why Scottish Labour would introduce a 50p tax rate for the richest 1% in our country and invest it in schools.”

First Minister Nicola Sturgeon will campaign in Pollok with local candidate Humza Yousaf.

The SNP leader will visit the Village Storytelling Centre in the constituency and lead a storytelling session with local children.

She will say: “A re-elected SNP government will not just protect the gains of devolution, we will use our new powers to go further, ensuring taxpayers across Scotland receive the benefit of their contribution to Scotland’s future.”

Scottish Conservative leader Ruth Davidson will make a speech in Glasgow on Saturday, while Scottish Greens co-convener Patrick Harvie will also join campaigners in the city.

Socializar: José Eduardo Hermoso Q.
Fuente y foto:
https://www.eveningexpress.co.uk/pipe/news/scotland/education-environment-and-devolution-on-election-campaign-agenda/

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En imágenes: Allanamiento y detención de Lula Da Silva en Brasil

Telesur Noticias  En imágenes: Allanamiento y detención de Lula Da Silva en Brasil
La Policía Federal de Brasil realizó un allanamiento la mañana de este viernes al edificio donde reside el expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, junto a su hijo Fabio Luiz Lula da Silva. La orden fue dictada por el juez federal Sergio Moro, en Curitiba, quien lleva adelante el caso del esquema de sobornos que grandes constructoras pagaban a directivos de Petrobras a cambio de contratos con la petrolera estatal.

La polícia federal de Brasil realizó la mañana de este viernes un allanamiento en la residencia del expresidente.
La polícia federal de Brasil realizó la mañana de este viernes un allanamiento en la residencia del expresidente.
Foto:@NoticiasMVS
 La orden de detención fue emitida por el juez ederal Sergio Moro, en Curitiba, quien lleva adelante el caso por sobornos en la petrolera Petrobras. 
La orden de detención fue emitida por el juez ederal Sergio Moro, en Curitiba, quien lleva adelante el caso por sobornos en la petrolera Petrobras.
Foto:EFE
 El procedimiento se llevó a cabo alrededor de las 06H00 hora local.
El procedimiento se llevó a cabo alrededor de las 06H00 hora local.
Foto:EFE
 
La detención se realiza en el marco de la investigación por el caso Lava Jato, en la que acusan de estar involucrado al expresidente Lula Da Silva.
Foto:EFE
 La detención se realiza en el marco de la investigación por el caso Lava Jato, en la que acusan de estar involucrado al expresidente Lula Da Silva.
Manifestantes en apoyo a Lula Da Silva se apostaron en las afueras de la residencia del expresidente.
Foto:EFE
 Manifestantes en apoyo a Lula Da Silva se apostaron en las afueras de la residencia del expresidente. 
Con pancartas alusivas al expresidente a las afueras de su residencia en Sao Paulo (sur de Brasil).
Publicado 4 marzo 2016 (Hace 5 horas 6 minutos)
Con pancartas alusivas al expresidente a las afueras de su residencia en Sao Paulo (sur de Brasil).
 Este contenido ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección: 
 http://www.telesurtv.net/multimedia/Asi-fue-el-allanamiento-y-detencion-de-Lula-Da-Silva-en-Brasil-20160304-0023.html. Si piensa hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y coloque un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. www.teleSURtv.net
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