Libro (PDF): Postneoliberalismo y penalidad en América del Sur

Reseña: CLACSO

Este libro pretende ser una contribución a alentar el desarrollo de estudios sobre la relación entre la política y la penalidad pero no en función de tratar de postular el peso de ciertas dimensiones institucionales de la misma como condiciones que hacen posible determinadas mutaciones penales. En los estudios que lo integran el énfasis está puesto en la exploración de los resultados –siempre en un punto relativamente contingentes y contestables– de las constantes luchas materiales y simbólicas entre los actores que tienen distintos tipos y cantidades de fuerza en el campo de la política en tiempos y lugares determinados especialmente en cómo ciertas alianzas y programas gubernamentales se aproximan a la penalidad y que continuidades o discontinuidades introducen con respecto a su pasado reciente y remoto, en el marco de unos procesos particulares de cambio político que tienen algunos elementos en común en distintos escenarios nacionales.

 

Autor/a:                              
Hernández, María Lucrecia –  Vicente Paladines, Jorge – Grajales, Martha Lía – Autor/a  Cifali, Ana Claudia – Sozzo, Máximo – Compilador/a,  Azevedo, Rodrigo Ghiringhelli de –
Editorial/Editor: CLACSO
Año de publicación:  2016

 

País (es): Argentina
Idioma: Español
ISBN : 978-987-722-174-9
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Fuente e imagen:

http://biblioteca.clacso.edu.ar/

 

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4T: Revolución pasiva en educación

Por: Mauro Jarquin

En su primera intervención pública, Delfina Gómez, futura titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), afirmó que, una vez que tome la dirección de la dependencia, no tenía contemplado cambiar nada. Lo anterior no debería resultar sorpresivo.

La salida de Esteban Moctezuma se anunció en un momento en el cual cimientos, estructura y fachada de la propuesta educativa de la 4T en tanto continuidad neoliberal, resultaban ya muy claros. Basta echar un vistazo a la reforma constitucional, al programa sectorial de educación, a las leyes secundarias, al presupuesto destinado al sector educativo en su conjunto y a la restructuración de la relación entre Estado y docentes.

La llegada de la maestra Gómez es el inicio de una nueva etapa discursiva en las labores de la SEP, guiada ahora por contenidos populares y de acercamiento con los problemas cotidianos de las escuelas, con miras a gestionar el rumbo ya iniciado.

Más que un paso hacia el fortalecimiento democrático del sector educativo, lo anterior representa un giro estratégico encaminado hacia la legitimación de la revolución pasiva que la 4T ha impulsado en la educación nacional.

La noción de revolución pasiva forma parte del repertorio conceptual de un sector de la izquierda latinoamericana que ha buscado caracterizar fenómenos denominados como populistas o relativos a lo nacional-popular durante la segunda mitad del siglo pasado o a la luz de los progresismos contemporáneos que han tenido lugar desde los años 90.

Una característica de estos gobiernos es que, ante procesos relevantes de movilización social, convienen en la permisividad de ciertas concesiones respecto a las exigencias de grupos subalternos organizados. Ello tiene como contraparte el hecho de que las pautas de apertura suponen los propios límites en la acción colectiva y las perspectivas de éxito de los movimientos, buscando con ello conducir el proceso organizativo y eventualmente desactivarlo o integrarlo al proyecto en el gobierno.

Las revoluciones pasivas conllevan dos dispositivos para gestionar la tensión entre la regresión y el cambio progresista inherentes a su desarrollo: transformismo (inclusión de organizaciones y liderazgos de movimientos al proyecto populista en el gobierno, aún anclados en la resistencia) y cesarismo (liderazgo carismático que permite modular el ímpetu movilizador). Con ellos, se busca generar un desempate ante una situación política que puede dirigir al caos o la catástrofe.

La Reforma Educativa de 2013 prendió fuego en la pradera del campo educativo nacional, generando una movilización magisterial que logró cuestionar profundamente el proyecto gerencial que grupos empresariales, sus ramificaciones de sociedad civil y sectores políticos liberales habían impulsado para reformar la educación nacional según una serie de intereses comunes.

Una vez que erráticamente la reforma se presumía muerta, la 4T entró en acción, pasando del momento bonapartista (https://www.jornada.com.mx/2019/03/24/opinion/008a1pol) a la consolidación de un proyecto de revolución pasiva en educación que consistía en mantener las bases del proyecto educativo neoliberal sin sus partes más agresivas.

Para ello, y pese a las disputas mediáticas, tendió rutas de acuerdo con grupos de interés y partidos de la oposición, mientras repetía, una y otra vez, que eran los docentes quienes gozaban de prioridad en el diseño de la política. Los sectores dominantes quedaron conformes con la reforma y el magisterio disminuyó su movilización autónoma.

La 4T decidió mostrar pautas de cambio: desvinculó la evaluación docente de la permanencia en el empleo tal cual estaba en la Constitución, intervino positivamente en la liberación de presos políticos y en la reinstalación de docentes cesados por persecución y abrió las puertas para un acercamiento inédito entre sectores magisteriales críticos de la reforma neoliberal y el gobierno federal. Lo que hizo fue básicamente restaurar las circunstancias hasta antes de 2013, salvo que ahora con el cobijo de una campaña mediática de revalorización docente, anzuelo de un nuevo proceso de subalternización. Algo políticamente certero y electoralmente redituable.

No obstante, dichas decisiones han tenido su contraparte en políticas contrarias a todo proyecto posneoliberal, que en general han tenido buena recepción gracias a un liderazgo impecable del Presidente y a la incorporación de cuadros magisteriales a la 4T: a) golpeteo continuo a la tradición normalista; b) consolidación de orden filantrocapitalista en educación; c) privatización del proceso de toma de decisiones; d) fomento a la mercantilización de los datos de millones de estudiantes y docentes por la vía de la digitalización, y e) endoprivatización educativa, mediante la conservación de criterios gerenciales en la evaluación del ejercicio educativo cotidiano.

La revolución pasiva en curso constituye un desafío para la organización autónoma de estudiantes y docentes. Resulta imperativo afrontarla apelando a lo mejor de la tradición organizativa del magisterio.

Profesor FFL-UNAM

Fuente e Imagen: https://www.jornada.com.mx/2021/01/17/opinion/010a1pol

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Educación y Posneoliberalismo

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

Cuando hace unas semanas hicimos la pregunta ¿qué va a pasar con los trabajadores de la educación que se encuentran en situación de vulnerabilidad? Esto frente a las condiciones difíciles que se vivirán durante el retorno a las clases presenciales (próximo agosto 2020), las autoridades educativas contestaron que se evaluaría caso por caso y que eso estaría supeditado a un examen médico, una certificación o una prueba sobre la presencia o no de la enfermedad Covid-19.

En los hechos, sin embargo, las autoridades educativas federales y estatales, en términos generales, no tienen disposición ni herramientas administrativas (jurídicas) para dar más licencias médicas o permisos para que las y los docentes, directivos escolares, asesoras y asesores técnicos, así como otras figuras educativas y personal de apoyo a la educación, que tienen antecedentes de enfermedades o situación adversa de salud (como diabetes, cáncer, hipertensión, obesidad, asma u otras enfermedades crónicas), no se incorporen de inmediato a las labores de la “nueva realidad” social y educativa (la noción de “nueva normalidad” no termina por convencerme).

Así, en los hechos, las autoridades educativas dan signos o pistas de retorno, pero hacia la “vieja normalidad”. De esa manera se traza el camino hacia la “regresión burocrática”. No permisos, no concesiones, no autorizaciones, no condescendencias. La lógica administrativa que viene será la de ¡¡¡No más suspensiones de clases, no más interrupciones injustificadas, no más ruptura de la continuidad institucional!!! (Aunque cuando llegan los Juegos Magisteriales, una buena parte de las maestras y los maestros interrumpen clases). Como si las y los trabajadores fueran los responsables de la cuarentena-cincuentena. Por lo tanto, se nos viene la etapa del no, no, no. La palabra favorita de la burocracia. Entonces, la otra pregunta sería: ¿Quedarán en el abandono y sin protección legal e institucional las y los trabajadores de la educación que presenten esos cuadros o síntomas de enfermedades, o que sean mayores de 60 años? ¿Qué cada quien se rasque con sus propias uñas?

El Poder del escritorio

A propósito de lo anterior (y casi como mera coincidencia) la semana pasada me enteré que un organismo público desconcentrado, administrador de la educación básica en un estado de la República (no digo de qué entidad, pero cualquiera puede deducir a cuál me refiero), pidió a sus directivos(as) altos y medios: Directores de área, jefes de departamento, jefes de sector, supervisoras y supervisores escolares y directoras(es) de escuela, el viernes por la noche, que hicieran una relación de nombres y claves presupuestales o claves de plazas magisteriales, de aquellos trabajadores y trabajadoras que estarían en situaciones de vulnerabilidad para identificarlos. ¿Cuál será la política específica a seguir acerca de estos trabajadores?

Aparte de que esa información podrían obtenerla directamente, es decir, desde la dirección de recursos humanos, se nota que el movimiento burocrático es como un “acto reflejo”, porque implica solicitar información de manera absurda, sin sentido. Ello nos indica, además, cómo funciona el poder del escritorio y cómo se justifica la existencia disfuncional de la burocracia dorada. La burocracia que caracteriza a la etapa del “posneoliberalismo”. Así en la educación pública; en los servicios de salud, y en todos, sin excepción, los demás ámbitos del sector público. Por cierto, algunos segmentos de la iniciativa privada, no se quedan atrás en estas regresiones burocráticas (por ej.: los servicios bancarios).

Más allá de la corrupción: la burocratización

Ello muestra, una vez más, que el “cambio de régimen” (que habría de incluir la modificación de los patrones administrativos cerrados y verticalistas), no llegará a su término o no sucederá pronto. No al menos en los próximos cuatro años. Las prácticas institucionales (los hábitos y las costumbres) se comen a las buenas intenciones del presidente López Obrador, de acabar con el régimen “neoliberal” para dar paso al “posneoliberalismo”.

Esta burocracia educativa, en particular, que insiste en solicitar información sin sentido a sus directivos y mandos medios, y que termina por perder la mirada hacia las necesidades apremiantes de sus trabajadores de base; es decir, una burocracia que se define por poner al trámite por delante y a las personas por detrás, es el sello del accionar público del Estado mexicano, hoy. Es la marca de nuestras instituciones nacionales y locales que se encargan de (des)administrar al sistema educativo.

Para finalizar este breve comentario, planteo otra pregunta-reflexión: ¿Qué capacidad financiera tiene el Estado mexicano (a través del ISSSTE) para dar soporte al personal educativo y de apoyo a la educación, ante los escenarios laborales y del derecho a la salud que se presentarán a partir del siguiente ciclo escolar 2020-2021?

Una más ¿Habrá fondos, así mismo, para contratar a personal interino que ocuparía temporalmente los puestos de trabajo de quienes se encuentran en situación vulnerable?

La posición y el papel del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y demás organizaciones gremiales, en ese sentido, y que están para defender los intereses de los trabajadores y las trabajadoras del sector (ello sin afectar el servicio educativo), se pondrá nuevamente a prueba. Y los altos dirigentes gremiales ¿Se quedarán acaso limitados en su actuación como simples “soldados intelectuales” del nuevo régimen?

Ahí está sobre la mesa no sólo el paquete de combatir las nocivas prácticas de la corrupción en las instituciones nacionales y estatales, a partir de la llegada del “posneoliberalismo”, sino también las añejas prácticas burocráticas en general, y en especial, de la educación pública.

jcmqro3@yahoo.com

@jcma23

Fuente: https://profelandia.com/educacion-y-posneoliberalismo/

Imagen: https://www.flickr.com/photos/ansesgob/7297227242/

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