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En Brasil, MOCHA: la historia de Bachillerato Trans Mocha Celis, una escuela crítica de las desigualdades de género

Redacción: Palabras/27-02-2019

Todos los domingos de febrero, Malba cinepresenta MOCHA. Nuestra luchaSu vida, Mi derecho, una creación colectiva del Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis, dirigida por Francisco Quiñones Cuartas y Rayan Hindi, que cuenta la historia de la primera escuela del mundo crítica de las desigualdades de género, que está orientada, aunque no de forma excluyente, a personas trans, travestis y transexuales.

Realizado por los propios estudiantes, quienes contaron sus historias y escribieron el guión, el documental, que también podrá verse a partir del 28 de febrero en el cine Gaumont, ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival Asterisco 2018, y en el Rio Festival de Gênero & Sexualidade no Cinema, de Río de Janeiro, y fue seleccionado para competir en el 34° Festival Internacional de Cine de Guadalajara, que se realizará del 8 al 15 de marzo, por el Premio Maguey que premia lo mejor del cine LGTBQ del mundo.

Para conocer algunos detalles más de esta obra, una historia de inclusión y aprendizaje, dentro y fuera del aula, Palabras dialogó con de Francisco Quiñones Cuartas, director del film y del bachillerato Mocha Celis.

¿Cómo surge el proyecto de realizar este documental?

Además de director del bachillereto, yo soy documentalista, productor y director de radio y televisión, y uno de mis primeros contactos con este tema fue hace más de diez años cuando trabajaba en otro proyecto también documental para contar la historia de la cooperativa Nadia Echazú, a partir del que conocí a Lohana Berkins.

En ese momento, teníamos la idea de hacer ese docu, y fuimos a contárselo a Lohana, que desde el inicio nos planteó: “Todo bien, mucho cine, mucho cine, pero siempre muestran la misma imagen”. Ella estaba convencida que los medios de comunicación siempre muestran de una sola forma a las personas travestis y trans, que nunca les dan la oportunidad de construir otros relatos, y que, por lo tanto, en el imaginario social siempre hay una misma construcción.

Obviamente, en aquel momento intenté convencerla que en nuestro caso no era así, y Lohana simplemente dijo: “Dale, dibujá una travesti, entonces”, y yo quedé tieso. Finalmente, llegamos a un acuerdo: nosotros nos encargaríamos de lo técnico, y los miembros de la cooperativa de todo lo demás. Así nació Furia Travesti, el documental, pero también en el proceso me empecé a cruzar con muchos de los compañeros y compañeras, militantes y activistas con quienes empezamos a gestar el proyecto del bachiller Mocha Celis.

En el proceso de trabajo para Furia, Lohana me había mandado a leer La gesta del nombre propio, y Cumbia copeteo y lágrimas, dos libros que te enfrentaban con datos crudísimos, como que el promedio de vida de las personas travestis y trans era de 35 años, además de cuestiones relativas a la salud, la educación, etc, por eso, en paralelo a la realización, comenzamos a pensar la idea de tener una escuela, aunque siempre creyendo que algo así ya debía existir.

Llamamos a Lohana para contarle el proyecto y nos dijo que le parecía excelente, que no existía nada igual, que esta era nuestra oportunidad, que debíamos hacerlo ya. También nos dijo cómo se debía llamar, donde podía estar ubicada, con quién debíamos hablar…motorizó todo, así era Lohana.

Y así llegamos a construir el Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis, la primera escuela del mundo crítica de las desigualdades de género, que está orientado, aunque no de forma excluyente, a personas trans, travestis y transexuales, que finalmente pudimos inaugurar el 11 del 11 de 2011, y donde hoy estudian más de 120 personas, muchas trans pero también mamás solteras, afrodescendientes, mujeres mayores de 50 años.

¿Y desde aquel Furia que es semilla del bachiller cómo surge la posibilidad de hacer esta nueva producción?  

Hacia finales de 2014, cuando se recibió el primer grupo, empezamos a darnos cuenta que lidiábamos con un problema porque muchos se acercaban a la escuela intentando contar la historia del Mocha Celis, como lo había hecho yo diez años antes con la de la cooperativa, con buenas intenciones, pero generando una sensación de zoologización en quienes estaban estudiando: con gente que entraba todo el tiempo, a veces sin avisar, sacaban fotos, etc.

Entonces, nuevamente, recordando las palabras de Lohana surgió la necesidad y la posibilidad de construir un relato propio, que sirva para replicar la experiencia, para que otras personas quieran terminar los estudios identificándose con quienes cuentan esta historia, y que les brinde además a las estudiantes la posibilidad de revertir esos imaginarios instituidos, con relatos en primera persona, que los reconozcan como sujetos productores de sentido y conocimiento. Definitivamente, cerraba por todos lados.

Empezamos a armar el proyecto, hicimos un crowfunding para conseguir el dinero para financiarlo, y en el Bachi Mocha los estudiantes adquirieron herramientas audiovisuales, y comenzaron a trabajar para hacer una película que reflejara quiénes son y qué les ha pasado, con la intención de promover la idea de que otra educación es posible y que a través de esta, ellos tienen nuevos horizontes.

Así, llegamos a generar este contenido de calidad, que puede presentarse en espacios masivos de difusión como los cines, los festivales o el Malba, que muchas veces están vedados para los cuerpos que construyeron este trabajo.

¿Y cómo estructuraron la historia?

El documental corre sobre tres líneas, la historia de Mocha, una travestique migró de Tucumán y que fue asesinada por la policía en los años 90 en la zona de Flores, mayormente ficcionalizada, la de la producción del docu, que tiene muchos materiales de detrás de cámara, y la de la institución, con entrevistas, en un formato documental más clásico.

Un planteo que creo resulta en una acción de visibilidad muy grande que parte del corazón del propio espacio, sin golpes bajos, sin reproducir la tristeza, sin caer en la pedagogía de la crueldad, construida desde la pedagogía travesti del amor, recordando aquello que escribió Lohana en su carta de despedida: “el amor que nos negaron es el motor de nuestro movimiento”.

¿Y además de las excelentes críticas y la recorrida por festivales qué ha generado hasta aquí el material?

Están pasando muchas cosas afortunadamente, porque aunque hace siete años que estamos trabajando todavía hay mucha gente que no nos conoce, y que a partir de ver el docu, o leer comentarios sobre el material se empezó a comunicar, y muchas chicas que no sabían que existía el Mocha se han empezado a anotar en la escuela.

Luego, particularmente me encanta cuando veo que muchas personas al ver el documental plantean cosas como: “nunca había pensado que el tema de la vivienda era tan importante”, “no había reparado que tener un hogar te organiza la vida y lo duro que es vivir teniendo que mudarte todo el tiempo”, muchas cosas que uno no ve, porque las da por sentadas, y que aquí se exponen desde un lugar que genera empatía.

También es interesante como el documental muestra como es la agencia del tiempo en las personas trans, porque si sumamos la cantidad de veces que han sido detenidas solo por el hecho de ser, en general todas suman más de cinco años, es una carrera universitaria promedio; o como da cuenta de situaciones como la de Claudia, que aparece en el documental, que superó el promedio de 35 años de vida, es una sobreviviente, y tiene planteos sobre cómo tener una vejez digna, que desnudan una realidad que mucha gente no conoce.

Y todo generando empatía, por eso siempre decimos que una de las acepciones del término trans es “más allá de”, algo que para nosotros es central, porque, en definitiva, más allá de nuestras cuestiones de identidad, o expresión de género, o de nuestra sexualidad, todos y todas tenemos derechos que deben ser garantizados.

¿Junto a lo anterior se han acercado personas interesadas en replicar la experiencia y cómo continúa el proyecto de la escuela?

Afortunadamente eso ya está sucediendo, ya hay 22 preuniversitarios en Brasil, uno en Chile, una escuela hermana en Tucumán, un plan fines dentro de la Universidad de Avellaneda, y luego de la película se han acercado muchas personas con ganas de replicarla, preguntándonos cómo lo hicimos.

Nosotros, en tanto, continuamos funcionando dentro de la mutual Sentimiento, tenemos títulos oficiales, y parte del grupo de docentes reconocido, pero también tenemos una parte que no lo está, que trabaja ad honorem porque no tenemos financiamiento integral del Estado, y todo el tiempo tenemos que hacer eventos y otras acciones para poder sostener la escuela.

Además, así como se hizo el documental todos los años producimos otros contenidos que nos permiten sensibilizar y generar sentido de manera colectiva, materiales como La revolución de las mariposas, un libro que actualiza La gesta del nombre propio, la obra que nos dio Lohana cuando comenzó la escuela, pero donde las propias estudiantes son las que hacen las entrevistas, procesan los datos, etc. generando una herramienta que es consultada incluso por las agencias estatales, porque compila y analiza los datos existentes, frente a la ausencia de datos oficiales. Si sin financiamiento integral podemos hacer todo esto, es inimaginable lo que se podría lograr si el Estado estuviera presente en el Bachi Mocha, como tiene que hacerlo en todas las instituciones educativas.

Fuente: http://www.palabras.com.ar/notas/la-historia-de-bachillerato-trans-mocha-celis-una-escuela-critica-de-las-desigualdades-de-genero/

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El acoso escolar cercena derechos, salud y educación

Por: Tharanga Yakupitiyage

Aunque las cifras del acoso escolar o “bullying” parecen haberse reducido, la realidad indica que el flagelo continúa su azote sin pausa en el mundo, dejando secuelas imborrables en quienes lo padecen, según un estudio de la ONU.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) dio a conocer el informe “Behind the numbers: Ending school violence and bullying” (Detrás de los números: Poniendo fin a la violencia y el bullying) en ocasión del Foro Mundial de Educación 2019, celebrado este mes en Gran Bretaña.

“Todos los niños, niñas y jóvenes tienen derecho a entornos educativos seguros, inclusivos y efectivos”, dijo la directora general adjunta de Unesco para la Educación, Stefania Giannini, en la presentación del reporte.

El mismo concluye que casi uno de cada tres estudiantes padecieron acoso por parte de algún compañero o compañera de la escuela por lo menos una vez en el último mes, y que una proporción similar padeció violencia física.

Si bien la apariencia física es el motivo más frecuente del bullying, quienes enfrentan un riesgo mayor en este sentido son los estudiantes que los demás perciben como diferentes en materia de género.

En Australia, entre 60 y 70 por ciento de los jóvenes de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros (LGBT) reportaron haber padecido bullying debido a su orientación sexual o identidad de género.

En Tailandia, en tanto, la prevalencia del bullying entre los jóvenes LGBT fue de 55 por ciento.

Además, en un total de 96 países evaluados, 23 por ciento de los niños y niñas afectados por el acoso escolar admitieron haber considerado seriamente la posibilidad de suicidarse, en comparación con 12 por ciento de los que no padecieron bullying.

En 2010, el suicidio del estudiante universitario Tyler Clementi, de Nueva Jersey, colocó los focos sobre los padecimientos de los jóvenes LGBT y también sobre el fenómeno del “ciberbullying”, que se sirve de la informática y las redes sociales de Internet para acosar a las víctimas.

Clementi, de 18 años, fue objeto de abusos de este tipo luego que su compañero de habitación en la universidad reveló públicamente que el joven era gay, espiándolo con una cámara web y difundiendo en las redes sociales sus encuentros sexuales con otro hombre.

El muchacho se quitó la vida arrojándose al río Hudson.

El año pasado, un niño de nueve años del estado estadounidense de Colorado se suicidó después de confesarles a sus compañeros de clase que era homosexual.

“La violencia escolar y el bullying pueden ser devastadores para las víctimas”, dijo Giannini, agregando también generan consecuencias en los resultados educativos de los estudiantes.

“Una atmósfera de ansiedad, temor e inseguridad es incompatible con el aprendizaje, y los entornos educativos inseguros pueden, por lo tanto, perjudicar la calidad de la educación para todos los estudiantes”, explicó.

Según la Unesco, los niños y niñas que padecen bullying con frecuencia tienen el triple de probabilidades de sentirse como extraños en los establecimientos escolares, y casi el doble de faltar más a menudo.

Aija Mayrock relató su caso en un informe de la oficina del Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra los Niños (SRSG, por sus siglas en inglés).

“Yo tenía ocho años la primera vez que padecí bullying. Uno de mis compañeros me dijo: ‘No le caes bien a nadie, jamás le caerás bien a nadie’. Desde ese momento soporté el acoso cada día durante ocho años. Sufrí acoso verbal, físico y a través de las redes sociales. Les creí a mis compañeros. Sus palabras empezaron a convertirse en la constitución según la cual vivía. Dejé de hablar en la escuela. Mantuve mi cabeza gacha y mis ojos clavados en el suelo todo el tiempo. En cierto sentido, comencé a entregarme”, narró.

La Unesco concluyó que los niños y niñas que son acosados tienen peor desempeño en los exámenes que sus pares que no padecen este problema, y que esto incluso afecta su continuidad en el sistema educativo.

Según el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes, 45 por ciento de los alumnos acosados con frecuencia querían abandonar la educación formal luego de completar la escuela secundaria.

“Ser protegidos del bullying es un derecho humano fundamental”, señaló Marta Santos País, de la SRSG, en la presentación del informe de su oficina sobre el tema en 2018.

Giannini subrayó la importancia de abordar la violencia escolar y el bullying a fin de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en particular el cuarto, que busca garantizar una educación de calidad, inclusiva e igualitaria.

Por lo tanto, es esencial controlar los avances y recabar datos sobre la prevalencia y las tendencias en materia de violencia escolar, así como las respuestas a estos problemas, añadió.

También se necesitan un liderazgo político fuerte y un marco legal y político robusto para abordar la violencia contra la población infantil.

En Jamaica, el primer ministro Andrew Holness, quien antes fue ministro de Educación, trabajó para prohibir los castigos corporales en las escuelas y promovió el uso de una disciplina positiva, a fin de volver la vida escolar una buena experiencia para todos los educandos.

En Estados Unidos, algunos estados, entre ellos Nueva York y Colorado, adoptaron leyes contra el bullying que incluyen protecciones específicas para los adolescentes LGBT.

Según la organización estadounidense GLSEN, que trabaja por los derechos educativos de la comunidad LGBT,apenas 18 de 50 estados tienen esas leyes.

En otras partes, algunas organizaciones de la sociedad civil toman el asunto en sus propias manos.

Por ejemplo en Chile, la Fundación Selenna creó la primera escuela de América Latina para niños y niñas transgénero como una manera de proteger a estos estudiantes del acoso y la discriminación. Muchos de los estudiantes que se inscribieron fueron aquellos que antes faltaban a clases o desertaban de las escuelas por culpa de sus malas experiencias.

“La violencia relacionada con la escuela en todas sus formas es una violación a los derechos de niños, niñas y adolescentes a la educación y a la salud y el bienestar. Ningún país puede lograr una educación de calida, inclusiva e igualitaria para todos si los estudiantes experimentan violencia y bullying en la escuela”, dijo Giannini.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=252387&titular=el-acoso-escolar-cercena-derechos-salud-y-educaci%F3n-

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ONG tica busca fondos para apoyar educación en Malaui, África

Redacción: La República

APO-FU, una ONG dirigida por jóvenes costarricenses, busca fondos para mejorara las condiciones de salud, educación y nutrición en Malaui, África.

A través de una campaña similar, en 2016, lograron recaudar $3.500 para construir dos aulas, alimentar voluntarios, financiar una huerta orgánica y comprar herramientas necesarias para las labores en el campo en dicha nación africana.

Este año el objetivo es llegar a los $21 mil para cumplir objetivos como una casa de voluntariado, construir cuatro aulas y progresar con el proyecto agroecológico.

Si desea colaborar con la campaña, puede ingresar al siguiente enlace https://www.gofundme.com/nby2ff-juntos-por-la-educacion.

Fuente: https://www.larepublica.net/noticia/ong-tica-busca-fondos-para-apoyar-educacion-en-malawi-africa

 

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¿Por qué se gasta en ciencia si hay hambre en el mundo?

Por: Gonzálo López/BBC

Quizás alguna vez se haya preguntado para qué sirve la ciencia. Qué interés tiene conocer el bosón de Higgs, la vida de las galaxias o los hábitos reproductivos de las hormigas. Por qué la NASA ha invertido casi 1.000 millones de dólares en enviar el último robot a Marte o por qué se invierte en un acelerador de partículas con la cantidad de desastres que hay por arreglar en nuestro planeta. En definitiva, ¿para qué sirve estudiar cosas que no son útiles? ¿Por qué gastar millones en ciencia cuando hay hambre en el mundo?

Estas preguntas parten ya de un sesgo considerable, puesto que podríamos preguntarnos lo mismo sobre cualquier actividad. ¿Por qué se gasta dinero en fichar jugadores de fútbol si no es útil? ¿Por qué invertimos nuestro dinero en ir al cine los sábados por la tarde o en hacer autovías si hay hambre en el mundo? En mi opinión, este sesgo que menciono es un indicio de que para algunas personas la ciencia es algo aburrido, innecesario y alejado de la realidad cotidiana.

Puedo entender por qué. La ciencia es invisible e intangible. Se comunica en un lenguaje extraño y difícil de entender. Los científicos son gente que no suele salir en la televisión o en los medios. Estudian cosas difíciles de creer y que parecen haber surgido de la imaginación de alguna rata de laboratorio. ¿No será que los científicos hacen ciencia para mantener sus subvenciones y sus puestos de trabajo? ¿No serán charlatanes?

Aunque de todo hay en la viña del Señor, la respuesta es un rotundo y mayúsculo “NO” (sobre todo teniendo en cuenta la precariedad crónica que les aflige, muy especialmente en España) que debe resonar durante unos cuantos segundos. Explicaré por qué.

La ciencia es una revolución

En primer lugar, la ciencia está por todas partes. Si resulta invisible es porque no reparamos en que toda la tecnología que nos rodea ha sido creada por científicos e ingenieros. Los automóviles, los trenes, los teléfonos móviles, la electricidad, el plástico, la ropa y hasta la comida. Todo esto se ha mejorado a través de la investigación científica. Si usted está leyendo esto es gracias al trabajo de un número inimaginable de personas que estudiaron, trabajaron y pensaron hasta desarrollar pantallas digitales, chips y comunicaciones vía satélite.

Probablemente, si está leyendo esto, es también gracias al milagro en la mejora de la esperanza (y calidad) de vida que ocurrió durante el siglo XX. Por ejemplo, en Estados Unidos la esperanza de vida se incrementó en 29,2 años entre 1900 y 1999 y la mortalidad infantil cayó del 30,4% al 1,4. Pero más que por un milagro fue gracias a la ciencia. A finales del siglo XIX se descubrió el papel de los microorganismos en las enfermedades, se adoptaron mejoras en sanidad e higiene, se desarrollaron los antibióticos y se implementaron los programas de vacunación. Gracias a eso prácticamente se erradicaron enfermedades como la difteria, el tétanos, la poliomelitis, la viruela, las paperas o la rubeola.

La ciencia tiene consecuencias tan tangibles como el aumento de la producción agrícola

La investigación permitió el desarrollo de la revolución verde, que duplicó la producción de cereales en países en vías de desarrollo entre 1961 y 1985 ( si bien creó retos pendientes de resolver). Hizo más rápidos los aviones y más baratos los viajes por todo el mundo. Permitió que lleváramos un ordenador en el bolsillo y que hoy podamos pedir comida a domicilio, circular en coches eléctricos o comprar algo al otro lado del océano en unos pocos clicks. Si sufrimos una enfermedad, los médicos nos hacen análisis de sangre, radiografías o ecografías y usan técnicas de respiración asistida, suero y medicamentos. Todos ellos han sido investigados y puestos a punto por científicos (por cierto, en muchos casos recurriendo a la experimentación animal).

Se podría argumentar también que no todo lo que se investiga es útil. Por ejemplo, se trabaja en campos como las cosmología o la física de partículas, cuando ni los cuásares ni los quarks dan dan de comer a nadie. ¡Además se inventan muchas cosas que fracasan!

La ciencia no siempre es útil

En primer lugar, hay que tener en cuenta que, antes que se pueda desarrollar una aplicación concreta, hay que investigar y saber cómo funcionan las cosas, cuáles son los conceptos básicos o los fundamentos. Esto implica sencillamente investigar movido por la curiosidad, y no saber en ningún momento adónde se podrá llegar, si es que se podrá llegar a alguna parte. Esto, que se llama ciencia básica y que se diferencia de la ciencia aplicada, ya dirigida a aplicaciones concretas, es la base del conocimiento científico.

Como prueba de su importancia comentaré dos cosas. Hoy podemos usar el GPS en el móvil para encontrar el camino a casa gracias a que a principios de siglo Albert Einstein formuló su teoría de la Relatividad. Él no pensó en nada parecido a un GPS (el primer satélite no se lanzó hasta el año 1957), pero gracias a sus cálculos, totalmente inútiles en aquel momento, hoy se sabe cómo funciona el espacio-tiempo y cómo un GPS ha de tenerlo en cuenta. Gracias a que Alexander Fleming tuvo curiosidad por un hecho aparentemente baladí, después se desarrollaron los antibióticos. Gracias a que en los setenta Elizabeth Blackburn investigó la longitud de los extremos de los cromosomas, luego se averiguó que unas estructuras, conocidas como telómeros, tienen un papel clave en las enfermedades, el envejecimiento y el cáncer. Sin curiosidad inicial, el láser no se usaría hoy para comunicaciones, operaciones o procesos industriales. Y como estos, hay miles de ejemplos.

Pongamos uno más bastante llamativo. Todavía hay quienes piensan que jamás estuvimos en la Luna (al igual que hay quienes creen que la Tierra es plana o que la homeopatía tiene propiedades mágicas), pero el famoso programa Apollo no solo permitió que un astronauta pusiera una bandera en la Luna. Además de movilizar la ciencia, la tecnología y la industria de una nación entera, generó numerosos “spin-offs” o aplicaciones. El programa Apollo fue clave para el desarrollo de la tomografía axial computerizada (TAC), los microchips, las herramientas inalámbricas, los termómetros, la conservación de la cómida por deshidratación, el aislamiento, el joystick, la televisión por satélite, las lentes anti-arañazos, los calzados más ergonómicos, los detectores de humo, los bañadores con menos rozamiento y los filtros de agua. Por no hablar de que aceleró la carrera espacial, nuestro conocimiento del Sistema Solar, la meteorología espacial y el lanzamiento de miles de satélites que hoy empleamos de forma cotidiana para comunicarnos, reconocer nuestro planeta o hacer transferencias bancarias.

La importancia de comprender

Pero no solo eso. La ciencia tiene una labor al menos tan importante como tratar de mejorar la salud y calidad de vida. Su principal cometido es comprender el Universo. De todo el Universo (incluso de usted). La ciencia estudia esas cosas que existen, por un motivo que desconocemos, y que se basan en leyes y regularidades. Esas cosas que están detrás de la vida, de las estrellas y del tiempo. Quiere entender no solo las galaxias, sino también las partículas subatómicas, las reacciones nucleares, las transformaciones químicas, el funcionamiento del organismo, el comportamiento de los gatos, la naturaleza de la luz del Sol que nos baña, cuántos asteroides caen en la Tierra, cómo diantres funciona el clima, qué transformaciones está sufriendo nuestro planeta y cómo cambiará, por qué los guepardos tienen manchas en su pelaje, hasta qué punto nuestro comportamiento depende de la biología, de dónde venimos, dónde vivimos, adónde vamos.

La ciencia se mueve por y para la necesidad de de comprender el Universo. En la imagen, los “pilares de la creación”, nubes de gas interestelar captadas a 7.000 años luz de la Tierra por el Hubble

Algo nos debe importar, porque llevamos toda nuestra existencia siendo curiosos y haciéndonos las mismas preguntas. De hecho, gracias a la ciencia hoy hablamos de cosas extrañas que jamás hemos visto por aquí, como agujeros negros, galaxias, exoplanetas, neandertales, “big-bangs”, átomos y células. ¿No forman parte ya de nuestra forma de entender quiénes somos?

La dificultad de hacer ciencia

Además, a diferencia de todos los otros sistemas de conocimiento, la ciencia depende su capacidad de poner a prueba nuestra ideas (hipótesis) con evidencias recogidas en el mundo natural. Se alimenta de los hechos para tratar de comprender la realidad. Pero con su trabajo solo saca conclusiones provisionales (cosa que le produce mucho agobio a los que creen que los investigadores son adivinos). Estas conclusiones están siempre sujetas a revisión permanente por millones de científicos de todo el mundo. Por tanto, está en las antípodas del pensamiento mágico, de las soluciones simples para los problemas complejos y de los “crecepelos” milagrosos. ¿No resulta todo esto especialmente importante en el momento en que vivimos ahora?

Sin embargo, todo esto no conlleva que no se vea afectada por las debilidades humanas típicas, como la corrupción o la ambición, o que no dependa de intereses políticos y económicos. Pero yo al menos no conozco otro sistema tan depurado y fiable como este, que sea revisado por personas de todo el globo y en el que los hechos tengan tanto peso.

Adentrarse en lo desconocido es difícil, porque nadie puede guiar nuestros pasos. Investigar el secreto escondido en la materia o la historia escrita en las estrellas requiere desarrollar nuevas tecnologías y estudiar durante muchos años (para aprovechar todo lo que otros ya descubrieron e ignoraron). El proceso es largo, tedioso y a veces extremadamente caro. Con el tiempo, las materias son más complicadas y requieren esfuerzos más colectivos. El dinero es un factor limitante, pero las experiencias pasadas muestran que la inversión puede redundar en un desarrollo social, académico e intelectual. Por lo visto hasta ahora, es muy frecuente que la ciencia acabe generando un retorno para la industria y la sociedad.

Es más, se puede decir que la ciencia es el motor de la prosperidad. En Estados Unidos, se calcula que la tercera parte del crecimiento económico se logró gracias a la ciencia básica hecha desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Y, aparte de eso: ¿Cuántos ingenieros, arquitectos, científicos y estudiantes se formaron gracias a ella? ¿Cómo cambió la forma de pensar de todo el país? ¿Cómo evolucionó el conocimiento, la política y la filosofía?

Por tanto, difundir la idea de que se gasta en ciencia mientras hay hambre en el mundo es crear una falsa dicotomía para ocultar el hecho de que se ignora la importancia y la utilidad de la ciencia. La ciencia es progreso, calidad de vida (al menos según nuestros estándares occidentales), la cura de enfermedades y la comprensión de dónde venimos y dónde estamos. La ciencia es la única que podría avisarnos antes de una potente erupción volcánica, del impacto de un asteroide, de un cambio climático capaz de derrumbar nuestro sistema económico, de  una extinción masiva o del riesgo de llenar nuestros ríos y océanos de botellas de plástico.

Por eso, creo firmemente que la ciencia y la búsqueda de conocimiento que promueve es la única salida para el futuro tan peligroso que tenemos por delante. Sin ella, dudo que fuera posible emprender un esfuerzo global e informado para combatir el hambre, la polución, la destrucción del medio natural, el crecimiento demográfico descontrolado o el calentamiento global. Por favor, apoyen la ciencia.

Fuente: http://abcblogs.abc.es/bacterias-batallas/2018/12/31/ciencia-hambre-mundo/

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Las 100 últimas tribus felices del mundo

Redacción: El País

En el planeta quedan más de un centenar de comunidades indígenas sin contactar, repartidas en la Amazonia, Papúa Nueva Guinea e India. Su supervivencia depende de que sigan aisladas

Los sentineleses, la tribu que habita desde hace milenios la isla de Sentinel del Norte, en el archipiélago indio de Andamán y Nicobar, se convirtieron hace un mes en protagonistas de las primeras páginas de los periódicos internacionales después de que algunos de sus miembros presuntamente asesinaran a John Allen Chau, de 26 años. El misionero estadounidense pretendía acceder al pequeño territorio protegido con la intención de evangelizar a sus habitantes, uno de los pueblos en aislamiento voluntario que existen en el mundo. Como los sentineleses, se calcula que en el planeta hay al menos cien comunidades indígenas que viven sin contacto alguno con otras civilizaciones.

Corría julio de 2014 cuando, muy lejos de India, en la frontera entre Perú y el Estado brasileño de Acre, tres hombres desnudos, con un corte de pelo estilo casco y las caras pintadas, se dejaban ver en la orilla de un río y trataban de comunicarse en un idioma que nadie comprendía. Los gestos, en cambio, eran familiares. Uno de ellos, por ejemplo, se ponía la mano en el estómago, dando a entender que tenía hambre. Al avistar a un individuo con una escopeta, advirtieron mediante unas palabras a la postre traducidas: “Si nos maltratáis, os vamos a lanzar un hechizo”.

Ese momento, grabado en vídeo, fue la primera aparición conocida de un grupo de indígenas de la etnia sapanahua, que hasta entonces había decidido vivir aislada en plena selva amazónica. Sus integrantes querían evitar cualquier contacto con el resto del mundo hasta que, al ser atacados por unos sujetos armados en la parte peruana, se vieron forzados a abandonar sus aldeas.

Un documental de Survival International muestra imágenes inéditas de un pueblo indígena aislado del estado brasileño de Acre, cerca de la frontera con Perú.

No sería el primer grupo que huía debido a amenazas a ambos lados de la frontera. Ni el último. En enero de 2015, tres miembros de la etnia awá-guajá que vivían aislados y dentro de una tierra indígena del Estado de Maranhão, en el noreste de Brasil, hicieron lo mismo, siempre al haber sido contactados tras sufrir un ataque.

Así, varios de estos pueblos están emergiendo de la selva amazónica debido al avance de la tala ilegal y la invasión de sus selvas, que los fuerzan a huir de sus hogares y establecer contacto con el resto de la sociedad.

La Amazonia brasileña es el área con mayor cantidad de comunidades indígenas aisladas del mundo, según la ONG Survival International. La Fundación Nacional del Indio (Funai), organismo del Gobierno brasileño encargado de proteger a los más de 800.000 indígenas que viven en el país, asegura que hay al menos 107 registros de la presencia de estos grupos, cerca de 30 de ellos están controlados —en la lejanía— por parte de la entidad. Los expertos advierten, no obstante, de que hay que manejar con cuidado los datos porque no se basan en pruebas fehacientes debido a que el aislamiento de estas comunidades hace imposible llevar a cabo un recuento fiable.

“Se necesita investigar más: hace 10 años se decía que en Brasil solo había 10 o 15 grupos y esa cifra ha aumentado mucho, debe haber más [comunidades] de lo que se dice”, vaticina Fiona Watson, experta de Survival International y gran conocedora de tribus no contactadas.

¿De qué manera se confirma la existencia de pueblos indígenas no contactados? Para empezar, hay que definirlos. “Son grupos que no tienen contacto formal voluntario con la sociedad nacional. Saben que existe el mundo exterior y que tienen vecinos”, explica Watson. Brasil no es el único país que cuenta con presencia de estas comunidades.

Perú se encuentra en segundo lugar con entre 15 y 20 pueblos aislados. Watson también destaca casos como el de Paraguay, donde parte del pueblo ayoreo y otros clanes viven fuera del bosque tropical de la Amazonia, en la región de El Chaco. “Es un entorno muy distinto, pero están”, confirma la experta. En Bolivia, Ecuador y Colombia existen grupos más pequeños, y en la parte oeste de Papúa Nueva Guinea (Oceanía) se sabe de la existencia de varios pueblos, aunque no se ha logrado establecer el número ni los lugares exactos donde habitan.

 

Abusos del exterior

“Es muy peligroso penetrar en su territorio desde que Indonesia [país fronterizo] invadiera aquella zona. Tenemos una persona que fue allí [zonas no contactadas en Papúa Nueva Guinea], pero es muy difícil entrar de nuevo, está todo militarizado. Pensamos que existen [estas tribus] porque desde hace años hablamos con gente y dicen que están, pero no quieren dar más información”, explica Watson.

El tercer grupo de población localizada en el mundo es la anteriormente citada etnia sentinelese, en India. “Este es el pueblo más aislado porque vive en una isla, y nadie consigue entrar allí. Ellos protegen mucho su independencia y son autosuficientes”, describe Watson. “El Gobierno de India hizo una aproximación hace años y fue rechazado, así que decidió no forzar el contacto. Son felices y en algunas fotos se aprecia que están fuertes y sanos, tienen dientes fantásticos. Demuestran que tomaron la decisión correcta de permanecer aislados porque no necesitan nada de la sociedad afuera, tienen de todo en su isla, viven bien”, opina Watson.

En más de una ocasión, algunas de estas comunidades aisladas sí que tuvieron contacto con el exterior hace siglos, en concreto hace unos 150 años con los colonos que arribaron a varias zonas de Perú y la Amazonia. “[Las tribus] fueron esclavizadas y obligadas a trabajar en condiciones horrorosas en plantaciones de caucho. Mucha gente murió”, describe Watson. Aquella experiencia quedó en la memoria histórica de estas comunidades, que piensan aún hoy que la gente de afuera es mala. Por eso deciden aislarse, para sobrevivir.

Brasil, Perú y Colombia son los países con mayor experiencia en la protección de los pueblos indígenas no contactados

Amenazas y peligros

Los peligros de los que huyen estas comunidades indígenas son muchos. En Brasil, madereros, buscadores de oro y narcotraficantes usan el área de la selva sin preocupación alguna ante la ausencia de control del Estado. Y la actividad de grupos criminales se vuelve cada vez más osada.

Durante la madrugada del pasado 22 de diciembre, una de las tres bases que protegen a las comunidades aisladas, en la Tierra Indígena Valle del Javari, en la frontera brasileña del Amazonas con Perú, fue atacada a tiros ante la presencia de la policía y de la Funai. Nadie resultó herido, pero este suceso ha hecho que aumente la preocupación de las entidades de protección de comunidades indígenas que ya temen las políticas que puede tomar el presidente electo de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, que tomará posesión el próximo martes.

El nuevo mandatario es contrario a la demarcación de territorios indígenas, pues sostiene que los pueblos tradicionales tienen que “integrarse” con el resto de la sociedad. También defiende la existencia de actividades remuneradas en las áreas habitadas por comunidades aisladas.

“El indio no puede seguir dentro de un área demarcada como si fuese un animal encerrado dentro de un zoológico”, dijo Bolsonaro en unas declaraciones que recordaban la línea mantenida durante el Gobierno de la dictadura militar (1964-1985).

Entonces, la política era de acercamiento a estas tribus para intentar insertarlos en la sociedad, especialmente si se encontraban en un área de interés para acometer proyectos de infraestructuras. Fue desastroso para la salud de estos pueblos, que no estaban protegidos ni vacunados para afrontar algunas de las enfermedades que circulaban fuera de la selva. Desde 1988, cuando se promulgó la nueva Constitución tras finalizar la dictadura, el Gobierno de Brasil cambió la forma de relacionarse con estas tribus y pasó a asistirlas solo cuando pedían ayuda.

Brasil, junto a Perú y Colombia, son en la actualidad los países con mayor experiencia en la protección de estos pueblos, opina Silvana Baldovino, abogada y directora del Programa de Biodiversidad y Pueblos Indígenas de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA).

Perú, en concreto, cuenta con una ley para pueblos indígenas no contactados y en fase de contacto inicial. Es decir, aquellos que han tenido ya algún acercamiento y buscan un mayor encuentro con otras comunidades. Pero el marco regulatorio se ha quedado pequeño, opina la jurista. “La norma dice que si hay una reserva para estos pueblos y se identifica que hay un recurso, como un yacimiento de oro, se puede explotar. Y esto significaría la probable extinción de ese pueblo”, advierte.

Más allá de la ley, es mucho el trabajo que se ha hecho ya para la protección de estos pueblos y mucho más el que queda por hacer, reflexiona el indígena de la tribu shipibo-conibo (Perú) Julio Cusurichi, ganador del Premio Medioambiental Goldman en 2007 y presidente de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad).

Indígenas en aislamiento voluntario de Monte Salvado, en la Amazonía peruana, salen al exterior de la selva en julio de 2015.

En el país andino existen cinco reservas para unos 7.000 indígenas, según el Ministerio de Cultura. Se encuentran aislamiento o contacto inicial. Hay cinco propuestas para crear nuevas áreas protegidas. “La principal amenaza [para los indígenas] viene del Gobierno”, denuncia Cusurichi. “El Ministerio de Transporte quiere aprobar varios proyectos de ley para construir carreteras que atraviesen parques nacionales. Es una gran amenaza y viene de los congresistas”. “Ha sido muy importante que organizaciones y ministerios [Medioambiente y Cultura] denuncien qué es lo que puede pasar si se hace algo así: es un etnocidio”, coincide Baldovino.

Densidad de población

Una de las reservas con mayor densidad de población está en Madre de Dios, la región peruana donde trabaja la organización Fenamad. “Hemos construido puestos de vigilancia lindantes con el territorio de los pueblos indígenas en Monte Salvado, por ejemplo, y en El Diamante, y hemos contratado a otros indígenas que hablan la misma lengua que los no contactados”, describe Cusurichi. “Igual que hay guardaparques que guardan árboles y pájaros, ellos monitorean a estos indígenas en aislamiento para que no accedan extraños en estos territorios”, describe. “Andan por los bosques buscando huellas y señales como restos de un fuego o casas abandonadas. También hablan con los vecinos ya contactados, que muchas veces dicen: ‘ah, vivimos muy lejos de nuestros hermanos no contactados”, añade Fiona Watson.

De ahí viene la importancia del monitoreo: para tratar de minimizar los riesgos de contacto de personas que quieren evangelizar o de quienes pretenden rodar un documental. Y, por supuesto, de aquellos que tratan de realizar actividades ilegales como la tala de madera o extracción de oro en unas zonas que, precisamente por estar tan poco intervenidas, son muy ricas en recursos naturales que codician las empresas extractoras, ilustra la abogada.

Una maloca (casa comunal) de un grupo de indígenas yanomami no contactados en septiembre de 2016.
Una maloca (casa comunal) de un grupo de indígenas yanomami no contactados en septiembre de 2016. GUILHERME SURVIVAL INTERNATIONAL

No se trata de entrar en contacto con ellos, insiste Baldovino, sino de realizar una labor disuasoria para quien lo intente. “Los profesionales del Ministerio de Cultura [en Perú] tienen protocolos de acción sobre qué hacer cuando, por ejemplo, los ven salir [a los indígenas] de la reserva por alguna razón excepcional”.

Gracias a su conocimiento del lenguaje, han logrado escucharlos e identificar ciertas acciones que marcan una voluntad de lo que quieren hacer. “En dos ocasiones han avistado indígenas, pero se aproximaban con flechas apuntando hacia arriba, en actitud desafiante. Eso es que no iban con ganas de socializar, así que lo que estos profesionales deben hacer es marcharse del puesto de control”, describe la abogada. Fiona Watson también explica un caso ocurrido en Perú: “Se sabe de un pueblo indígena no contactado que ha dejado flechas cruzadas en caminos; es una señal muy clara de que no quieren que entre nadie”, apunta.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/12/27/planeta_futuro/1545911669_731711.html

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Jóvenes, limpieza, salud, cultura y trabajo

Por: Carlos Ornelas

Cuando usted viaja por carreteras, ferrocarril, camina por el lado de un río o un lago, o hasta cuando circula por las ciudades, quizá se llene de tristeza y vergüenza. ¡A mí me pasa! Por dondequiera veo montones de basura, verdaderos muladares compuestos por bolsas, botellas, papeles y más suciedad compuesta por deshechos de plástico. Más allá del daño ecológico, que es severo, la porquería genera un problema grave para el país en la economía, la sociedad, la salud y la cultura nacional.

Si bien cada vez atraemos más turismo, también es cierto que esa posibilidad merma cuando los visitantes observan las toneladas de mugre en los caminos y calles. Es un daño económico, pero es mucho más el perjuicio que causa en la sociedad, se hace costumbre y cada vez hay más indolencia; muchos ya no se quejan, al contrario, contribuyen y descargan sus sobras en la vía pública. Además de afear el paisaje y provocar disgusto, la inmundicia representa riesgos para la salud, en especial para menores, ancianos y para quienes habitan en zonas vulnerables. Y, por encima de todo, las pocilgas en el suelo simbolizan una cultura pobre. Un pueblo que no cuida de su salud ni su higiene deshonra la cultura que sus antepasados le heredaron. Nosotros estamos orgullosos de la cultura nacional, pero —literalmente— corremos el riesgo de tirarla a la basura.

Sé que no fue una de sus promesas de campaña, que la limpieza física de la nación no entra en los planes prioritarios del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero si al término de su gobierno logra —y hay un potencial enorme para alcanzarlo— dejar un país libre de basura le dará más créditos a la Cuarta Transformación que a otros programas. Además, es un asunto que es difícil que otros lo impugnen.

Desde que alguna vez lo anunció como candidato y mostró admiración por los programas sociales del presidente estadunidense Franklin D. Roosevelt, consideré que lo que hoy se denomina Programa Jóvenes Construyendo el Futuro era viable como motivo de legitimidad, sí, pero también que hacía frente a un problema real. Buena parte de nuestra juventud, en especial de los segmentos pobres, viven en la desesperanza o el ocio y sin perspectivas de futuro. Este programa les ofrece no nada más tres mil 600 pesos al mes, sino oportunidades de capacitación para el trabajo, crecer en su escolaridad o hacer alguna actividad productiva.

Me permito hacer una sugerencia al presidente López Obrador y a la secretaria del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde Luján. El programa para los jóvenes tiene propósitos loables, herramientas institucionales definidas y métodos de seguimiento. Está bien pensado. No obstante, su ejecución demanda de mucho talento y disciplina y que los establecimientos del sector privado cumplan, ya que a ellos se les encarga 70% de la responsabilidad de capacitación.

Propuesta: destinar más de 10% de las actividades vinculantes al sector social y organizar una campaña nacional por la limpieza, la salud y la cultura. Por un pueblo limpio, saludable y culto. Pueden organizarse brigadas de recolección de impureza en los espacios públicos, acompañados de una intensa campaña de educación en medios usando el tiempo del Estado. Al Presidente lo escucha mucha gente y puede marcar el comienzo del éxito. Cierto, implica gastos en logística y viáticos no contemplados en el presupuesto. Pues bien, puede hacer convenios con las empresas embotelladoras, de alimentos chatarra y otras productoras de la suciedad a que aporten en especie para esta cruzada nacional por una cultura de la pulcritud.

Paulo Freire conmina a los educadores a nunca perder la esperanza. Espero que alguien tome en cuenta esta idea y tengamos una vida limpia.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/jovenes-limpieza-salud-cultura-y-trabajo/

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Infografía: ¿Por qué la educación salva vidas en todo el mundo?

Autor: Redacción / Fuente: HispanTV

 

En la presente infografía los explicamos cómo la vinculación entre la educación y la salud puede salvar vidas de los seres humanos.

Las personas con una mejor educación son mucho menos vulnerables a los riesgos que atañen a la salud, así analiza la plataforma Global PartnershipforEducation, dedicada a fortalecer los sistemas educativos en los países en desarrollo.

Además, indica que los niños no solo deben contar con una buena salud para poder aprender, sino que también deben aprender a estar saludables.

Cuanto más sean educadas las madres, es mucho más probable que tomen decisiones más saludables para ellas y para sus hijos, recalca el organismo.

Fuente:

https://www.hispantv.com/noticias/salud/395158/educacion-salud-salvar-vida-ninos

ove/mahv

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