Es curioso cómo hay días que se fijan en la memoria para siempre. Recuerdo mi primer día de trabajo, como si fuera ayer, y eso que ya han pasado veinte lustros desde que pisé por primera vez un aula. De mi primer día recuerdo a una compañera de claustro, una profesora de sociales, que al verme pocos minutos antes de entrar en al alón me preguntó si era mi primer día. Yo, con la voz temblorosa por los nervios, le dije que sí. Ella esbozo una sonrisa para desearme mucha suerte y se fue. Debo confesar que en ese momento agradecí sus palabras, pero ahora me doy cuenta de que lo que necesitaba no era suerte, sino buenos consejos, pues ciertamente llevaba conmigo una maleta nueva cargada de conocimientos, pero hasta cierto punto, vacía de experiencia…
Tenía 23 años, y estaba recién titulada como Licenciada en Educación, justamente inicié a trabajar en una Escuela Técnica Industrial. Al entrar al salón de clase casi desmayé…esperaba encontrar a jóvenes con edades entre 13 y 17 años, pero resulta que ese grupo de estudiantes lo conformaban personas que incluso estaban casadas, con comportamiento propio de la adultez. Entre súplicas y oraciones, cualquier cantidad de santos se cruzó por mi mente.
En ese momento sentí temor, dudas…no sabía si realmente necesitaba conocer a mis alumnos o que ellos me conocieran a mí. En ese ejercicio de reconocimiento, alcancé leer una cartelera colgada al fondo del salón, la cual contenía los siguientes mensajes: “Muéstrate riguroso, pues del rigor viene la disciplina”. “Detente siempre a explicar”, “Premia siempre a quien no se equivoca”.
De manera imaginaria abrí la maleta, busque las respuestas a lo que esas expresiones, erradas a mi juicio, y nada encontré. Con el tiempo, seguí buscando con mayor detenimiento pero ya no en lo que conocía. Había aprendido que en eso de ser docente se trata de crecer juntos, de un espacio común con sueños para alcanzar, en convertirse en una autoridad moral, desde la ética y la entrega en el trabajo, sobre todo en épocas en que la comunicación entre padres, hijos y maestros se encuentra desdibujada, los chicos se muestran más independientes y muchas veces se depositan en la escuela, en sus maestros, expectativas que otros no pueden cumplir..
¡No existe un manual para afrontar el primer día de labor con éxito, solo existen sabios consejos!
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