22 de febrero de 2017 / Fuente: http://compartirpalabramaestra.org
Por: Ángela Escallón Emiliani
Según Koji Miyamoto, aunque al día de hoy la medición de competencias socioemocionales es todavía un poco incierta, hay muchas técnicas que pueden ser implementadas.
No cabe duda que uno de los temas que más nos trasnocha en materia de competencias es la medición de las habilidades socioemocionales. El pasado 16 de septiembre la Fundación Corona llevó a cabo un Conversatorio sobre Competencias Socio Emocionales con el experto Koji Miyamoto, quien desde su experiencia en la OCDE y ahora en el Banco Mundial, nos compartió importantes aprendizajes sobre este tema. Queremos compartir algunos consejos para esta tarea tan retadora.
Actualmente se pueden encontrar distintos instrumentos de medición por medio de tecnología como softwares y tests en computador, sin embargo, el despliegue de dichas tecnologías a grupos poblaciones grandes y lejanos puede ser muy costoso y difícil de ejecutar.
De acuerdo al artículo de la OCDE “Hacia mejores herramientas para medir las habilidades socioemocionales”, el instrumento más usado actualmente para medir competencias socioemocionales son los test de autoevaluación, entendidos como el proceso mediante el cual el estudiante realiza la valoración de su desempeño en una tarea realizada, además de describir cómo alcanzó ese logro y cómo puede mejorar. Un ejemplo conocido de este tipo de autoevaluación puede ser la Escala de Perseverancia (Grit Scale), donde al estudiante se le pide que señale si lo que se le pregunta corresponden o no a su comportamiento y personalidad, con afirmaciones como: “Tengo dificultades para mantener mi enfoque en proyectos que tomen más de unos meses en completarse” o “He superado obstáculos para conquistar un reto importante”
No obstante, las respuestas de estos test estandarizados pueden tener altos sesgos en la información dependiendo del contexto, la cultura y la comunidad en el que se realiza, y la variabilidad y la intensidad de la formación de ciertas competencias socioemocionales en estos entornos.
Otro tipo de sesgo que se puede encontrar tiene que ver con el grupo de referencia en donde se realiza la medición. En este caso es posible que, si le pedimos a un niño que califique su nivel de perseverancia, este defina su puntaje según el promedio del grupo en el que se encuentra. Pero, si lleváramos este mismo niño a un grupo con un promedio más alto, lo más probable es que él mismo cambie su auto puntaje pues el grupo de control y referente es distinto.
De allí, asegura Miyamoto, nace la importancia de tener más de un instrumento de medición que permitan complementar y contrastar los datos, con el propósito de triangular la información y llegar a conclusiones más precisas. En este sentido es importante que la medición se complemente con técnicas que también involucren a la familia, a los docentes, a la comunidad, entre otros.
Hay otras alternativas y aproximaciones de monitoreo interesantes que pueden lograr un acercamiento más confiablemente a los datos. Para estas otras aproximaciones se puede usar métodos que utilizan referencias de imágenes o preguntas situacionales, para correlacionarlas con comportamientos o rasgos de personalidad de las personas que están siendo evaluadas.
En el primer caso, por ejemplo, se le pide al niño que identifique qué tan ordenado es su cuarto mediante tres imágenes que muestran una habitación ordenada, otra más o menos desordenada y la última muy desordenada. El niño debe escoger la imagen más cercana a su caso. En el segundo ejemplo, que es por medio de preguntas situacionales, consiste en hacerle preguntas al niño como: “Si tienes que terminar tu tarea para mañana, pero tus amigos están al frente de tu casa invitándote a jugar fútbol ¿Qué harías tú?”, y se espera que el niño conteste cuál sería su reacción ante esa situación.
O como lo menciona el artículo de la OCDE, también se puede usar técnicas de puesta en escena, juegos experimentales e incluso hay técnicas dirigidas a primera infancia que usa títeres para ejemplificar situaciones y sentimientos, y evaluar la respuesta de los niños ante ellos. Sin embargo, este tipo de técnicas no han sido sujeto aún de muchas investigaciones.
Conscientes de las limitaciones que aún existe en la medición de competencias socioemocionales, es definitivo que este componente esté presente en los programas e iniciativas para evaluar y monitorear sus avances. Sin embargo, hay que ser cuidadoso con mediciones ruidosas que lleven a conclusiones y resultados no ciertos. Pero, si se quiere realizar cambios con las intervenciones, la medición, el monitoreo y la evaluación son un factor definitivo y totalmente necesario en este campo.
Sobre el Estudio Longitudinal de Habilidades Socio Emocionales
Desde su anterior trabajo en la OCDE, Koji Miyamoto fue uno de los promotores del Estudio Longitudinal de Habilidades Socio Emocionales, el cual busca entender mejor cómo el desarrollo de habilidades socioemocionales contribuye al bienestar individual y al progreso social de los países. Además, tiene el propósito de abordar los retos en la medición de dichas habilidades, mediante el desarrollo de medidas válidas y fiables que sean comparables entre los diferentes contextos culturales.
Para esto, el estudio medirá durante los próximos años el desarrollo de competencias socioemocionales en niños de 10 grandes ciudades del mundo, a partir del año 2020, y tendrá un seguimiento hasta la adultez de estos. Bogotá es una de las afortunadas ciudades que fueron seleccionadas para este trabajo, en alianza con la Secretaria de Educación Distrital entre otros actores, como la Fundación Corona. Esta investigación permitirá que la ciudad avance en un desarrollo conceptual propio que le permite mejorar la educación, y le dé la posibilidad de medir el efecto de estrategias o políticas implementadas en esta materia de forma sostenida.
Fuente artículo: http://compartirpalabramaestra.org/columnas-alianza-compartir-fundacion-corona/como-medir-las-competencias-y-habilidades