Por: Francisco Lemus
La mitad de los desempleados en México (46.5 por ciento) son personas con escolaridad de nivel medio superior y superior; la tendencia es clara, mientras mayor escolaridad se posea, menos oportunidades de empleo se tienen. Además de problemas financieros, la educación superior en México enfrenta una crisis como paradigma de movilidad social. Si en el régimen posrevolucionario las centrales campesinas y obreras eran garante de integración para una parte importante de los trabajadores mexicanos, la educación era la principal promesa para que las clases medias pudieran aspirar a mejores condiciones de vida, sobre todo para sus descendientes.
La ciencia y la cultura se han modificado considerablemente en México gracias al aporte de las universidades, además, efectivamente la educación superior tuvo un impacto real en las condiciones de vida de la clase media mexicana. Pero con la modificación del modelo de desarrollo nacional también se ha modificado la participación de las universidades. En tanto que México ha renunciado a generar sus propias condiciones de desarrollo y depender del mercado exterior, las universidades también han dejado de ser una prioridad, igual que los estudiantes universitarios. En diversas ocasiones se ha afirmado que México lo que necesita son trabajadores técnicos con menores niveles de capacitación. Esto porque a nivel internacional sólo se pretende competir con países maquiladores, por lo que debe ofrecer mano de obra muy barata y con una capacitación muy elemental. Además, la tercerización de la economía hace que los servicios se presenten como la mejor opción de trabajo para la mayoría de las personas, generando que el desinterés en la educación superior sea también compartido por las nuevas generaciones, que ya son testigos de las pocas oportunidades que estudiar una carrera universitaria otorga. Y no es que todos los mexicanos deban ser universitarios, pero vale la pena preguntarse cuáles serán los impactos sociales y económicos de empezar a cerrar esa opción a más personas. No es que en México abunden los egresados de universidades, en realidad este sector de la población sigue siendo una minoría, y a pesar de ello las opciones laborales también son pocas. La crisis de la UMSNH En el caso concreto de la crisis que enfrenta la Universidad Michoacana, es preocupante que se le trate como si fuese estrictamente un problema financiero, dando la espalda a los beneficios que esta Universidad ha representado no sólo para Michoacán, sino para estados vecinos y no tan vecinos, gracias a que ésta siempre ha tenido sus puertas abiertas. Hoy en Michoacán es imposible encontrar una comunidad donde no haya egresados universitarios, con los beneficios que ello represente. Hay comunidades en otros estados donde sólo hay un egresado de la universidad y es gracias a la Universidad Michoacana, desafortunadamente esos beneficios poco valen para quienes administran el dinero. Además de los beneficios sociales, también ha habido ventajas económicas importantes, y ciudades como Querétaro o Toluca, con mayor industrialización, se han beneficiado de los cuadros formados por esta Universidad ante la falta de opciones productivas en Michoacán.
Fuente: http://www.cambiodemichoacan.com.mx/columna-nc20522