España/20 abril 2017/Fuente: El País
Emma L. ha llegado satisfecha del centro educativo de Sevilla José María del Campo. Ha tenido examen, pero también mediación. No hay ningún problema grave en el centro, es solo una medida para anticiparse y trabajar la resolución de conflictos. Esta actividad y otras implantadas en su centro explican el porqué del sobresaliente de la OCDE para Andalucía en bienestar de los alumnos.
Emma y otros nueve compañeros acaban de llegar de Sicilia (Italia) donde han participado en el programa de intercambio europeo Erasmus Plus, que incluye también acciones interculturales con niveles educativos no universitarios, aunque este último sea el más conocido. Todo el centro se ha involucrado con el programa y han acogido a estudiantes griegos. A pesar de que a Italia solo han podido viajar 10, los alumnos han traído recuerdos para todos sus compañeros y han compartido la exEsperiencia.
Sonsoles Salazar, directora del José María del Campo, y la profesora Esther Guerrero defienden la oportunidad de este programa dentro de la educación intercultural. «Lleva una carga de trabajo importante que hemos asumido de forma voluntaria, pero merece la pena. Pocos centros lo consiguen», resumen satisfechas. En el mismo ámbito de implicación voluntaria se encuadran actividades como Cantania, una cantata anual en la que participan varios centros junto a profesionales de la música y que ha coordinado la profesora Dolores León, o las clases impartidas por Helena Cuaresma con la Fundación Barenboim-Said.
Esta implicación de la comunidad escolar se complementa con otras iniciativas. «En un análisis trimestral que hicimos sobre el centro, vimos la conveniencia de establecer fórmulas de mediación para la prevención de conflictos. En ellas nos implicamos tanto el profesorado como el alumnado. Para el próximo año también habrá talleres específicos para los docentes en las que ampliaremos conocimientos sobre emociones y habilidades sociales», explica Salazar.
Hay un elemento más que es clave: la formación de los padres y madres de alumnos, que también disponen de una escuela de familia vespertina y participan en la mediación.
Rogelio García, profesor de 54 años, ha vuelto a dar clases en la capital andaluza tras una década en un centro rural de una aldea de Huelva que describe “como la mejor etapa educativa de su vida”. Allí, en un aula única, convivían todos los niveles. “Había tiempo para todos. Los mayores ayudaban a los pequeños y estos consideraban a los primeros como sus hermanos. A veces, la calidad educativa no tiene mucho que ver con las instalaciones”, comenta.
Estas experiencias resumen qué hay detrás del grado de bienestar de los alumnos andaluces recogido por el informe de la OCDE. «Parte de esta satisfacción general existente entre nuestros y nuestras alumnas tiene que ver con el hecho de que se sienten bien atendidos dentro de sus centros escolares, satisfechos con el proceso de enseñanza-aprendizaje y bien integrados dentro de su grupo de iguales. La Consejería de Educación celebra este buen ambiente escolar que, por otro lado, es fruto, en gran parte, de un duro y constante trabajo por parte de los y las profesionales de la enseñanza andaluza», comentan fuentes de la Junta de Andalucía.
Fuente:http://politica.elpais.com/politica/2017/04/19/actualidad/1492592317_169620.html