Argentina/31 julio 2017/Fuente: RT
En el mes de junio se llevó a cabo la inauguración del Bachillerato Popular Cartonero Anuillan en Buenos Aires, capital de Argentina. Se trata de una escuela para adultos que por distintas razones no pudieron finalizas sus estudios. Puntualmente, aquellos que se dedican a la recolección y separación de residuos urbanos.
El proyecto es impulsado por el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), que pertenece a la Federación Argentina de Cartoneros y Recicladores (FACyR), una entidad que nuclea y organiza a todas las personas que trabajan recolectando y separando los residuos en distintas ciudades del país sudamericano.
Se trata de un movimiento que ha ido creciendo en organización durante los últimos años y hoy cuenta con distintas instituciones propias que brindan un apoyo integral a todos sus miembros. En ese marco se inscribe el bachillerato.
Un proyecto para la inclusión
«Somos una cooperativa de reciclado y nos unimos en primera instancia con ese fin, para tratar de paliar en conjunto lo difícil que es garantizar para nuestras familias una vida digna con nuestro trabajo», explicó a RT Jacqueline Flores, una de las fundadoras del bachillerato. Fue a partir de allí que pudieron impulsar «la primer política pública con perspectiva de género para las mujeres cartoneras».
Esta consistió en un programa de promotoras ambientales que permitió «pensar en un puesto de trabajo» para las mujeres, «impidiendo así que el único destino sea el de tirar de un carro».
A partir de esa experiencia surgió la idea de crear un espacio educativo propio. «Pudimos reconocer que había herramientas que no teníamos, porque la institución educativa hace años ya nos había expulsado», señaló Flores.
«Surge de reconocernos excluidos no solo en nuestros derechos laborales, de una demanda que la escuela hoy no puede contener, y es la de una población laburante atravesada por el abandono», expresó. Además emerge «de la impronta de no habernos doblegado jamás, pero también de ser inquietos y de saber que nos merecemos mucho más», agregó la entrevistada.
¿Por qué un bachillerato cartonero?
En la Ciudad de Buenos Aires y otros lugares de la Argentina, las experiencias de los bachilleratos populares se han multiplicado en los últimos años. Consultada por la decisión de crear un espacio de estas características exclusivamente cartonero, Romina Rearte -profesora del espacio- apuntó: «Sabemos de otras experiencias de educación popular en la ciudad, pero también sabemos las particularidades de nuestro mundo y nuestras vidas». «No creemos que existan modelos aplicables a todas las realidades, de ahí la necesidad de que nuestro bachillerato sea solo para nuestros compañeros cartoneros», subrayó.
Rearte explicó que impulsan la educación popular porque esta «interpela a los estudiantes, considerando los recorridos, experiencias vividas, respetándolos y poniéndolos en juego en una instancia educativa que se construye». Es ahí en donde «están puestos los mayores esfuerzos», en interpelar a «los compañeros y empoderarlos reconociendo todos estos saberes».
Si bien hoy por hoy no cuentan con un reconocimiento oficial que les permita expedir títulos como otras instituciones similares, tienen «la intención de dar esa pelea».
«La fuerza de la organización»
El bachillerato ―como la cooperativa― lleva el nombre Anuillan, que en idioma mapuche significa «mujer decidida». Ese concepto tiene una fuerza especial para quienes día a día impulsan el trabajo de las promotoras ambientales y los cartoneros.
«Yo soy militante del espacio hace muchos años, vengo acompañando la lucha de las mujeres cartoneras por su reconocimiento como promotoras ambientales», aseguró Rearte, que actualmente estudia Ciencias de la Comunicación con orientación de procesos educativos en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
«Elijo dar clases en el primer bachillerato popular porque creo en la fuerza de la organización, la militancia me ha dado el privilegio de ver que son estas experiencias colectivas las que más tarde o más temprano conquistan derechos», agregó.
Finalmente, destacó que «las particularidades de dar clases en un bachillerato popular» tienen que ver con que «no podemos obviar cuestiones como que son compañeros que vienen de trabajar todo el día, que viven lejos y que están atravesados por miles de problemáticas mucho más estructurales y profundas de las que a veces podemos alcanzar».
En ese sentido, buscan «generar estrategias» para facilitar el tránsito por la instancia educativa. Asimismo, dentro de las asignaturas se piensan «programas desde cero para cada una de las materias», atravesados por «una propuesta pedagógica pensada también desde cero por el equipo de profesores para compañeros cartoneros».
En términos generales, el bachillerato tiene «una orientación en cooperativismo», porque «entendemos que es la herramienta que, desde nuestra identidad como trabajadores, nos va a permitir lograr el real cambio de vida de todos los compañeros», concluyó Rearte.