Por: La Vanguardia
El Proyecto Integra ofrece formación universitaria a diez jóvenes refugiados que han huído de diferentes países en guerra y pueden retomar sus estudios en la Universidad Camilo José Cela de Madrid.
Se llama Khan Alkozee, tiene 23 años y llegó solo en avión a España desde Afganistán en el año 2015. Cuando cumplió los 18 años, Almotaz Almala se inscribió en la Universidad de Siria para evitar el servicio militar. Mientras estudiaba filología hispánica en Kabul (Afganistán), Lutfullah Salimi trabajaba como intérprete para los militares españoles. Ahora, todos huyen de sus países debido a la guerra y a las constantes amenazas que reciben. En septiembre, gracias a una beca de la Universidad Camilo José Cela, volverán a retomar sus estudios junto con otros siete compañeros más.
Desde Damasco, Alepo, Siria, Ucrania, Irak y Afganistán han llegado diez refugiados para realizar, este año, el curso cero en la universidad madrileña gracias al Proyecto Integra. Un programa de educaciónemocional dirigido a víctimas del terrorismo que ofrece herramientas educativas que ayuden a superar los procesos traumáticos que han vivido.
El pasado mes de octubre, estos tres chicos (junto con otros siete compañeros) empezaron el curso inicial con asignaturas como ‘Español para extranjeros’, ‘Refuerzo psicosocial’, ‘Conocimientos sobre valores constitucionales’, ‘Prevención a la radicalización violenta’ o ‘Cultura española’ para poder incorporarse en los respectivos títulos de grado que han seleccionado.
El director de la beca, Ignacio Sell, considera “muy necesario reforzar conocimientos respecto al idioma, nuestra identidad como sociedad, nuestra cultura y el funcionamiento legislativo” para asegurar “una adecuada integración” en sus respectivas carreras universitarias. Khan quiere estudiar Derecho, Criminología y Seguridad el curso que viene para “poder volver a su país y contribuir a la mejora de la vida de sus ciudadanos”.
Por su parte, Almotaz va a cumplir su sueño y comenzará el doble grado de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y Fisioterapia. “Cuando acabé mi bachiller en Siria tuve que inscribirme en Ingeniería Mecánica pero no me gustaba nada, lo hice porque no quería ir a la guerra”, reconoce. “Mis padres siempre me han dicho que la mejor manera de luchar contra el terrorismo es la educación y la ética”, explica Khan, el joven afgano.
A sus 28 años, Lutfullah estudiará el grado en Ciencias de Transporte y Logística. En Kabul acabó su primer grado pero todavía no ha podido conseguir el título para que se lo convaliden aquí. “No tengo ninguna intención de volver porque mi vida corre mucho peligro si vuelvo”.
Todos comparten espacio en la residencia de estudiantes que tiene la universidad en Madrid. “Nos llevamos muy bien entre nosotros, cada uno ha escogido lo que quiere hacer y ahora nos seguiremos viendo entre clase y clase”, señala Almotaz.
Sus padres, al igual que los de Khan y Lutfullah, están “muy contentos de que puedan seguir estudiando”. Entre 19 y 28 años, los diez estudiantes pueden presumir de tener buenas notas académicas y son expertos, después de varios meses aprendiendo el idioma, manejando el español.
Todos los alumnos nos aportan muchos conocimientos sobre la radicalización porque conocen bien el submundo que rodea la captación, la asimilación y el adoctrinamiento de los jóvenes”
Una de las áreas a las que más tiempo han dedicado en estos primeros meses ha sido, precisamente, la “Prevención de la radicalización violenta”. “Estamos investigando el perfil emocional de los jóvenes que sonsusceptibles de ser radicalizados y ellos [los alumnos] nos aportan muchos conocimientos sobre el tema porque conocen bien el submundo que rodea la captación, la asimilación y el adoctrinamiento de los jóvenes”, continúa Sell. “Todos muestran un rechazo al fanatismo religioso y se han implicado en la búsqueda de soluciones” para conocer cuáles pueden ser las claves que motivan a otros jóvenes a buscar refugio en la radicalización”, añade.
Sus primeros pasos en España
Durante su primer año en España, Khan estuvo viviendo en un piso por su cuenta en la capital. Más tarde, se trasladó a un centro de acogida donde recibía 100 euros al mes para su manutención. “Cuando me enteré de esta iniciativa, pensé que era mi oportunidad”, confiesa.
En sus primeros tres años, Almotaz fue pasando de trabajo en trabajo en Valencia, Alicante y Alcoy. “Conocí el proyecto gracias a un trabajador social de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), no me entusiasmaba demasiado mi trabajo en aquel momento y esta iniciativa me daba la posibilidad de estudiar lo que yo quería”, admite.
Tras pasar los primeros seis meses en un centro de refugiados, Lutfullah encontró rápidamente trabajo como auxiliar administrativo en otro situado en Alonso Martínez (Madrid). Fue ahí donde conoció la iniciativa y, sin dudarlo ni un instante, envió su currículo. “Todavía compagino este trabajo haciendo funciones de conserje y recepcionista, los fines de semana, con la Universidad”, responde el joven afgano.
Una iniciativa que te permite tener la posibilidad de estudiar lo que realmente quieres
Antes de llegar a la Península, Khan pudo estudiar un año en China pero el país asiático le denegó el visado por razones que desconoce. Volvió a Afganistán pese a la insistencia de sus padres de que fuera a estudiar al extranjero. “Yo no quería irme de mi país. Quería luchar contra los terroristas porque he perdido a mucha gente y, de alguna manera, quería vengarme”, reconoce ahora Khan. Pero, “mis padres me ayudaron a despojarme de la violencia y a contestar con la educación y los valores”. Razón que sirvió para convencer a Khan de emprender su viaje a España.
“Si puedo, intentaré quedarme por aquí cuando termine mis estudios. Volver es imposible ahora porque soy un criminal en Siria al haber escapado del ejército”, confirma a La Vanguardia, Almotaz. Como Khan, ambos “sufrían amenazas constantes” en sus respectivos países.
“Mi padre tuvo la oportunidad de estudiar medicina en Turkestán y, al volver, nos acusaban de comunistas y nos querían matar a todos por ello. Ha habido muchos intentos de matarnos a mí y a mi hermano mayor. Los radicales querían acabar con todo aquel que supiera lenguas extranjeras o hubiera tenido algún contacto con el exterior”, explica Khan.
“Mi familia todavía está en Afganistán y estoy muy preocupado porque los terroristas les están amenazando. Esroy esperando a que la Oficina de Asilo me diga algo porque estoy intentando que vengan conmigo aquí, a España” responde contundente Lutfullah.
Aunque hablan por teléfono todos los días, Lutfullah quiere que la espera pase rápido porque “ha sufrido toda la vida la amenaza del terrorismo. Cuando era pequeño, en la época de los talibanes, detuvieron a mi padre por trabajar en un hospital como médico y ayudar a todo el mundo”. Tras dos años en prisión, Lutfullah reconoce que ha vivido con miedo intentando luchar contra los terroristas.
En la educación está “la verdadera clave” de la integración
Para él, “la educación y la ética son muy necesarias para servirse a uno mismo y a la sociedad”. Sell, el director, también está de acuerdo que “en la educación está la verdadera clave de la integración”. “Nosotros pensamos que se puede tener éxito si estudiamos, siempre intentamos aprender que hay luz y esperanza”, argumenta Almotaz. “Nosotros siempre queremos aclarar que nuestra religión no permite hacer daño a los demás, se aprovechan de la palabra “yihad”, pero esta palabra no significa eso”, apostilla Lutfullah.
“Ojalá se pudieran construir escuelas para los niños que están ahí. Acogerles. Enseñarles algo bello, algo más que la guerra. Cuando yo estaba ahí, solo veía destrucción. Cada día se mueren como 10 o 20 personas en cada pueblo, no conoces otra cosa”, confiesa Kahn quien se ha dado cuenta, desde que vive en España, “del valor que tiene la vi da”.
Cerca de medio millón de los refugiados sirios que han abandonado su país por la guerra están en edad de ir a la universidad. Por ese motivo, la Universidad Camilo José Cela no es el único centro universitario que ofrece este tipo de becas a los jóvenes refugiados que huyen de sus países. Desde el pasado septiembre, Barcelona tiene una sede del organismo Alianza por la Educación Superior para los Refugiados (HEAR en sus siglas en inglés) con el objetivo de conseguir un método híbrido en el que los jóvenes refugiados puedan combinar formación virtual impartida por profesores de universidades de referencia con la asistencia a facultades de allí donde se encuentren los refugiados.
En Barcelona está la sede del organismo ‘Alianza por la Educación Superior para los Refugiados’ con el objetivo de que los jóvenes refugiados puedan seguir estudiando
Fuente: http://www.lavanguardia.com/vida/20170826/43610475080/contra-el-terrorismo-educacion.html