Por: ACNUR/29-09-2017
La intimidación de las maras hondureñas hace que ir a la escuela sea tan peligroso que algunos padres prefieren mantener a sus hijos en casa.
TENOSIQUE, México, 28 de septiembre de 2017 (ACNUR) – La intimidación de las pandillas en las áreas violentas de las ciudades hondureñas es un hecho para adolescentes como Mariela*, de 15 años, y su hermano César, de 17.
Cuando uno de sus amigos murió justo frente a sus ojos, las cosas se pusieron mucho peor.
Algunos amigos habían venido a su casa, ellos fumaban en la entrada cuando dos jóvenes se acercaron a uno de ellos y lo asesinaron. Los asesinos eran miembros de una famosa pandilla y se fueron sin decir una palabra.
Allí fue cuando el peligro realmente comenzó. “En la escuela…afuera, ellos nos amenazaron que nos iban a matar”, dijo Mariela.
La violencia de las pandillas ha hecho que Honduras sea uno de los lugares más peligrosos fuera de una zona de guerra. Las pandillas, o maras, convierten a las ciudades y pueblos en feudos. Los adolescentes, o incluso chicos más jóvenes, son amenazados hasta que se unen. Usualmente les dan 24 horas para elegir entre unirse a las pandillas o morir. Las niñas son presionadas para convertirse en “novias” de los pandilleros, pero en efecto, son sus esclavas sexuales. Cientos de estudiantes han sido asesinados en los últimos años.
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El camino desde y hacia la escuela se había convertido en algo tan peligroso que Anabel*, madre de Mariela y César, los hizo quedarse en casa para mantenerlos a salvo.
“Los amenazaron muchas veces. Tenía que huir por el bien de mis hijos”.
Eventualmente, ella decidió que no había otra opción más que huir. “Ellos [las pandillas] los amenazaron muchas veces. Tenía que huir por el bien de mis hijos”, dijo Anabel. Mariela concordó con ella. “Yo tenía miedo”, dijo ella, señalando a su hermano. “Tenía miedo de que lo mataran sin razón”.
Anabel y sus dos hijos hicieron el largo viaje a México, pero cuando llegaron a la frontera, fueron llevados a un centro de detención. Eventualmente, a ellos se les reconoció la condición de refugiados, y ahora esperan recibir la residencia permanente.
Ambos dicen que su objetivo final es terminar la escuela, pero ellos tienen ambiciones diferentes. César está decidido a convertirse en bailarín, mientras que Mariela quiere ser doctora. “Lo he pensado por mucho tiempo”, dice ella.
Tan pronto estén asentados, Mariela y César podrán pensar en retomar su educación por primera vez desde que la amenaza de las maras los obligara a desertar hace casi un año.
*Los nombres fueron cambiados por razones de protección.
Vea el reporte de ACNUR Olvidados: la educación de los refugiados en crisis, en su versión en inglés: Left Behind: Refugee Education in Crisis.
Por Elisabet Diaz Sanmartin
*Fuente: www.acnur.org/noticias/noticia/la-violencia-de-las-pandillas-en-honduras-amenaza-la-educacion-de-los-ninos-1/