Venezuela / 11 de febrero de 2018 / Autor: Paulino Betancourt Figueroa / Fuente: Efecto Cocuyo
El acceso a la educación está consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, siendo también una inversión en el desarrollo estratégico para las naciones. De allí la importancia de nuestro bachillerato que es parte esencial del sistema educativo nacional, así como de la estructura económica y social del país, donde millones de jóvenes estudiantes se forman para tener éxito en la vida.
Sin embargo en la actualidad enfrentan una perspectiva de pérdida de oportunidades para insertarse en el sistema universitario y en el mercado laboral, debido a que nuestras escuelas primarias y secundarias están fallando en educarlos. Al advertir sobre esta “crisis de aprendizaje” en la educación, podemos decir que la escolarización sin aprendizaje implica desaprovechar una oportunidad de desarrollo, siendo además una gran injusticia para los niños y jóvenes venezolanos. Por lo tanto, hoy más que en otros tiempos necesita ser transformado en beneficio de nuestra juventud.
En el Informe sobre el Desarrollo Mundial 2018: Hacer realidad la promesa de la educación al servicio del desarrollo, se sostiene que sin el aprendizaje, la educación no cumplirá su promesa de eliminar la pobreza extrema y crear oportunidades y prosperidad compartidas para todos. Incluso después de varios años en la escuela, millones de niños no pueden leer, escribir o hacer cálculos matemáticos básicos. Esta crisis de aprendizaje está ampliando las brechas sociales en lugar de reducirlas. Los jóvenes estudiantes que ya están en desventaja debido a la pobreza, el género o la discapacidad llegan a la adultez temprana sin siquiera las habilidades más básicas para la vida.
“Esta crisis de aprendizaje es una crisis moral y económica”, tal como lo indica Jim Yong Kim. “Cuando se imparte bien, la educación promete empleo a los jóvenes, mejores ingresos, buena salud y una vida sin pobreza. Para las comunidades, la educación estimula la innovación, fortalece las instituciones y fomenta la cohesión social”. El informe recomienda medidas políticas concretas para ayudar a países en desarrollo como el nuestro a resolver esta grave crisis de aprendizaje, recabando evidencia de lo que funciona para orientar la toma de decisiones educativas y promover un movimiento social fuerte que impulse cambios efectivos en la educación, fomentando el “aprendizaje para todos”.
Según el informe de seguimiento de la educación en el mundo, elaborado por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), cuando recientemente se les pidió a estudiantes africanos de tercer grado que leyeran una oración, tres cuartas partes no entendieron lo que decía. En la India rural, casi tres cuartas partes de los estudiantes de 3er. grado no pudieron resolver una resta d6e dos dígitos como “46 -17” y al llegar al 5to. grado, la mitad aún no podía hacerlo. El documento advierte que América Latina y el Caribe enfrentan un retraso de 65 años con respecto a lo establecido para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), para garantizar la universalización de la educación básica y media superior. Mientras que Venezuela enfrentaría un rezago de 70 años en el cumplimiento de los ODS de mantenerse las tendencias actuales.
El informe señala que cuando los países y sus líderes hacen del “aprendizaje para todos” una prioridad nacional, los estándares de educación pueden mejorar dramáticamente. Por ejemplo, un país como Corea del Sur, devastado por la guerra, con tasas de alfabetización muy bajas en la década de los 50, alcanzó una educación de alta calidad hasta la escuela secundaria en 1995 y sus jóvenes se desempeñaron al más alto nivel en evaluaciones internacionales de aprendizaje. Los resultados de 2012 de Vietnam de un examen para estudiantes de secundaria en matemáticas, ciencias y lectura llamado PISA, mostraron que sus alumnos de 15 años se desempeñaban al mismo nivel que los de Alemania, a pesar de que Vietnam es un país mucho más pobre.
En definitiva, la propuesta de una estrategia educativa debería ser la siguiente: Invertir temprano, invertir con inteligencia e invertir para todos. En primer lugar es necesario estimular el aprendizaje desde temprano y en forma continua, dentro y fuera del sistema de educación formal. Para que las capacidades esenciales que se adquieran en los primeros años posibiliten el aprendizaje durante toda la vida, es esencial contar con programas de salud prenatal y desarrollo temprano que incluyan la educación y la salud para hacer de ese potencial una realidad. En segundo lugar, para obtener valor por el dinero asignado a la educación es necesario hacer inversiones inteligentes; es decir, inversiones que han demostrado ser efectivas en el proceso de aprendizaje. La calidad debe ser el foco de las inversiones en educación. En tercer lugar, el aprendizaje para todos implica garantizar que cualquiera de los estudiantes, no solo los más privilegiados ni dotados, adquieran los conocimientos y las capacidades que requieren para afrontar su vida futura.
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