Francesco Tonucci: «Que un niño se aburra en la escuela es algo que no se debería tolerar»

Italia / Autor: Rafel Montaner / Fuente: Levante EMV

«El colegio debería compensar lo que le falta al niño al nacer y no lo hace», denuncia el pedagogo italiano

Pedagogo. El pedagogo italiano Francesco Tonucci, «Frato», el ideólogo de los consejos de niños, visitó ayer la muestra que el Museu de les Ciències de València dedica a su obra. Allí dio una charla a más de 200 maestros sobre cómo debería ser una escuela que le guste al alumnado.

Una foto de 1944 con su grupo escolar de infantil, en aquella Italia que Mussolini metió en el abismo de la II Guerra Mundial. Está llena de niños de entre tres y cuatro años pero ninguno de ellos sonríe. Contra esta imagen lleva luchando más de medio siglo el pedagogo y dibujante italiano Francesco Tonucci, Frato (Fano, 1940). Desde que en 1968 dibujó la primera de sus famosas viñetas, en las que los niños siempre cuestionan la forma de pensar de los adultos, cada una de ellas ha sido y es un misil contra la línea de flotación de la educación tradicional. «Todo lo que hago, incluso las viñetas, es para denunciar la escuela triste», dice.

P Tras 73 años aún queda mucha tristeza en las aulas, ¿no cree?
R El problema es que existe la sensación de que una escuela que le guste a los niños no es un buen colegio. Los padres mismo, a veces, se preocupan si el niño va contento a la escuela porque piensan que esta no es seria. Esto se debe a que una escuela seria, tal como la recordamos los adultos, es la que hace sufrir a sus alumnos. Yo estoy totalmente en contra de esto. La escuela, para mí, debe ser un lugar ameno, simpático y agradable pues los niños pasan en ella mucho tiempo. Si en el trabajo la gente se encuentra bien, a gusto, trabaja mejor y produce más. La escuela es igual. Que se aburran los alumnos en ella es algo que no se debería tolerar y, sin embargo, se considera normal.

P ¿Cómo evitar que los niños se aburran en la escuela?
R Simplemente que puedan hacer lo que a cada uno le guste. Esto parece casi una propuesta anárquica, pero no lo es. Que cada niño haga lo que le gusta es permitirle que desarrolle aquello para lo que ha nacido, su vocación. García Márquez cuenta que «uno nace escritor, poeta o músico y a veces no lo sabe. Para él sería muy importante que, cuando entre por primera vez en una escuela, encuentre a alguien que le ayude a descubrir su juguete preferido». Lo más importante de la educación no es impartir el currículo, sino ayudar al niño a dar con su juguete preferido, con el que desarrollarse y ser feliz toda la vida.

P Entonces, ¿ese es el principal secreto del oficio de enseñar?
R El secreto del maestro no es enseñar, eso es lo que cuenta menos, sino educar. En la Constitución Española hay una frase muy bonita, que es la misma que está en la Declaración de los Derechos del Hombre de 1948, que es: «La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana». No dice que el objetivo de la escuela sea la instrucción, no que aprendan el programa, sino que puedan desarrollar su naturaleza. Mi deber como maestro es desarrollar las capacidades de los niños, no enseñarles mis competencias. Yo en mi clase era siempre el mejor en dibujo, pero no le interesaba a nadie. Sufría mucho porque tenía problemas en matemáticas. Pero el maestro no me decía «como tú has nacido artista, no te preocupes, ya llegará la matemática». No estoy diciendo que hay que desarrollar solo lo que el niño quiere, pero si éste se dedica con toda su alma a ello, también desarrollará lo que le falta.

P Todos los miembros del Consejo de niños del Museo de las Ciencias de València dicen que lo que menos les gusta de la escuela son los deberes. ¿Qué opina de las tareas escolares para casa?
R Los deberes no consiguen los resultados que la escuela propone. En teoría los plantea como un refuerzo para los alumnos más débiles… Entrenar, entrenar y entrenar hasta aprender. Los que ya saben mucho no se entiende por qué tienen que hacerlos, pues para ellos es un castigo y nada más. El problema está en que los alumnos más débiles tienen también familias débiles, pues lamentablemente el éxito escolar es correlativo al nivel sociocultural de los padres. Esto es una enorme injusticia. Otra denuncia a la escuela, que debería compensar lo que le falta al niño al nacer y no lo hace. Estos niños que saben poco muchas veces no tienen una familia ni preocupada por su experiencia escolar ni capaz de ayudarles con los deberes, pues casi siempre sus padres saben menos que ellos. Si un niño necesita recuperar, eso es una competencia que la escuela no puede dejar en manos de los padres. Ese es un papel que corresponde al colegio dentro del horario escolar, con la presencia y la garantía del maestro, que es el único que sabe cómo moverse para que el niño pueda recuperar las lagunas que tiene. Además, los deberes son un abuso porque ocupan un tiempo de los niños que no es del colegio. Los escolares ya pasan cinco o seis horas al día en el colegio y eso es más que suficiente. La escuela no tiene derecho a ocupar más tiempo de la infancia. Al contrario, debería estar sumamente interesada en que los niños aprovechen el tiempo fuera del horario escolar para jugar, descubrir y vivir experiencias que poder contar en el aula. La escuela necesita de la vida de los niños, si no recibe este aporte tiene que volver al currículo y al libro de texto, y por tanto es una mala escuela.

P Dice que el objetivo de los consejos de niños es el de poner en crisis a los adultos. ¿Por qué?
R Poner en crisis nuestra forma de pensar es vital. El artículo 12 de la Convención de los Derechos del Niño de 1989 dice que los niños tienen derecho a expresar su opinión cada vez que se toman decisiones que les afectan, y que hay que tener en cuenta sus propuestas. Esto, que es ley del Estado español desde los años 90, significa que un colegio que no tenga un consejo de niños con el cual se enfrenta el director para conocer lo que piensan los alumnos es una escuela ilegal que habría que cerrar. Sin un consejo de niños el colegio es de los maestros, de los padres, de los adultos, pero no de los alumnos, que si pudieran elegir, no irían a clase. Esto es algo que no se puede soportar.

Fuente de la Entrevista:

http://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2018/02/17/francesco-tonucci-nino-aburra-escuela/1680595.html

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