Redacción: El Nuevo Diario
«Las clases en línea es la salida que han encontrado los centros educativos privados en un país donde ya nadie sale a la calle».
Poco se puede rescatar de la crisis sociopolítica que ha dejado más de 310 muertos en 80 días en Nicaragua, y ese contexto el vicerrector de la Universidad Católica (UNICA), Carlos Arroyo, destaca un elemento clave: la aceleración de la educación virtual.
«La crisis ha obligado a todas las instituciones educativas del país, tanto colegios como las universidades, a ajustarse a una nueva realidad, y encontrar en la educación en línea una opción para continuar con sus programas educativos y que los estudiantes no pierdan el año académico», dice Arroyo, en entrevista con Acan-Efe.
Las clases en línea es la salida que han encontrado los centros educativos privados en un país donde ya nadie sale a la calle, salvo para lo estrictamente necesario, ante el temor de encontrarse con las llamadas «fuerzas combinadas» del Gobierno que disparan y arrestan sin preguntas ni explicaciones.
En las primeras semanas de la crisis, desatada el 18 de abril pasado, la educación se detuvo por dos semanas debido a la inseguridad, lo que obligó a los centros de estudio a buscar alternativas para impartir clases aunque las aulas permanecieran vacías.
«Cada universidad y colegio venían manejando esto (educación virtual) con anterioridad, en la UNICA teníamos 4 años, lo que hemos hecho es acelerar el proceso, y lo ha acelerado en la dirección que ya iba», sostiene Arroyo.
De esa manera, mientras algunos centros volcaron toda su educación sobre las aulas virtuales que ya utilizaban de manera incipiente, otros han empezado a experimentar con plataformas gratuitas, o incluso en redes sociales, según el vicerrector, pues todo es válido para evitar que un estudiante arriesgue su vida por asistir a clases.
«La crisis nos ha demostrado la importancia de que comencemos a hacer esto lo más pronto posible, porque estamos un poco rezagados, y esta es una tendencia en la educación a nivel mundial que ha venido avanzando de manera progresiva en los últimos 10 años», advierte.
Arroyo reconoce que la premura con que ha tenido que actuar la comunidad educativa de Nicaragua le ha traído dificultades, no tanto con la tecnología, sino con la disposición de maestros y alumnos.
Asegura que es normal que los docentes que preferían brindar clases en formatos presenciales muestren cierta resistencia, y por otro lado los estudiantes, aun siendo nativos digitales, reducían el uso de las tecnologías casi exclusivamente a las redes sociales.
Y era de esperarse, afirma, ya que «es un proceso de aprendizaje, las universidades, colegios, profesores, estudiantes, estamos aprendiendo, y es normal que genere resistencia, porque te estás moviendo de una zona de confort».
A pesar de la resistencia, considera que el cambio de cultura hacia la educación virtual no tiene retroceso en Nicaragua.
«No hay vuelta atrás, sería un error para las instituciones educativas regresar a como estaban antes de la crisis, no sólo por la crisis, sino por todas las oportunidades y ventajas que ofrece la tecnología, como administrar tu propia educación», sostiene.
Actualmente las clases están suspendidas en la mayoría de universidades estatales de Nicaragua. Las privadas avanzan en línea. En las escuelas es diferente, las públicas mantienen su curso presencial, aunque no se ven estudiantes yendo o viniendo en las calles. Los colegios privados han optado por clases virtuales.
Del total de muertos en la crisis unos 25 son menores de edad, la mayoría estudiantes, según organismos humanitarios.
Nicaragua atraviesa un estallido social en el que la población exige la renuncia del presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, a quienes acusan de abuso de poder, corrupción y ejecuciones extrajudiciales.