Por: Victoria Avila Tramarria.
La pedagogía de la ternura nace en un contexto de Conflicto Armado Interno en nuestro país; este fue un periodo que trajo consigo mucha muerte y dolor para los peruanos. Es en este contexto que nace el “Ensayo sobre Pedagogía de la ternura” , el cual nos invita a reflexionar, actuar y a formar al ser humano en una nueva ética y en una nueva comprensión de la política como ética pública.
Alejandro Cussiánovich mencionó en un discurso que la pedagogía de la ternura está siendo tomada como un título lindo y dulzón pero que el sentido de la palabra ternura va más allá de eso, ya que tiene de fondo un contexto social y político. Lo que este ensayo busca, es hacer un ejercicio de reflexión a partir de nuestras prácticas y experiencias. El capítulo tercero de este ensayo intenta acercarnos a aquellas experiencias de amor que ha tenido y tiene todo ser humano a lo largo de su vida, y a la ternura como expresión difusa y paradójica. En primer lugar, menciona que el amor es parte de la condición humana; y como dice la cita de Maturana que “la emoción fundamental, que hace posible la historia de hominización, es el amor” (p.89). El término desarrollo está bastante desgastado, ya que su uso ha hecho que se tengan distintos significados, pero algo que no se debe desligar de este término es que el desarrollo es crecer como seres humanos. Para lograr este desarrollo es necesario el haber experimentado el amor, siendo uno de los lugares privilegiados para recibirlo dentro del seno familiar, sin ignorar que es ahí también donde se cometen las peores aberraciones. Al respecto, señala que solo aquellos que han experimentado y recibido de distintas fuentes ese “sentirse querido(a)” tendrá la posibilidad de construir una mejor autoestima, una identidad, mayor capacidad para relacionarse, y podrá encontrarle sentido a la propia vida. Plantea una interrogante que me parece importante mencionar “¿acaso, no se transforma la vida de uno, cuando siente que se le dice o se le comunica que alguien lo quiere?” (p.90). Definitivamente esta experiencia enriquece y enaltece, ya que da la posibilidad de sentirse persona, es por ello que esta pedagogía de la ternura tendría que motivar a que se exprese con la mayor energía y espontaneidad esa admiración por el otro.
En segundo lugar, nos habla sobre la paz y la justicia, como expresiones necesarias e insuficientes de una sociedad, mientras que la solidaridad es la expresión de la valoración y reconocimiento del otro, por eso hace énfasis en que solo si tenemos impregnada y desarrollada esta competencia podemos hablar de “desarrollo” en el término amplio de su significado. El concepto que le da Cussiánovich a la solidaridad va desde la mirada de que pertenecemos a una misma y única especie, de que somos el uno para el otro, no algo exterior; es el otro el que me da la oportunidad de ser… Bajo esta mirada considera que la ternura es un factor de protección y resiliencia. Sin embargo, para que así sea, es importante tener en cuenta la alteridad, la relacionalidad y el hecho de que hay culturas de infancia que no han sido formuladas. En nuestros días hay acciones que van siendo vistas como normales, por ejemplo las sociedades modernas van dejando fuera a la infancia, siendo estos prescindibles sólo como objeto de consumo, esto es algo que todos ven, y que no les sorprende. El adulto al parecer no requiere de los niños y de las niñas para aportar y repensar la vida. Aquí el autor plantea la siguiente interrogante: “¿Cómo podemos hablar en ese contexto de cariño, de afecto, de una sociedad amorosa, de una escuela acogedora, de una familia abierta a la sensibilidad, al afecto y la amorosidad?” (p.93)
Por ello cita el planteamiento que hace Erich Fromm de que “El amor es un poder que produce amor”. Solo si se acoge al otro, a los otros, valorando sus diferencias e individualidades, si aprendemos a amar a esos otros por el sencillo hecho de que son seres humanos como nosotros, seremos productores de la mejor fórmula de crear sociedad.
En tercer lugar, la ética como horizonte del discurso de la pedagogía de la ternura nos habla de cómo la ética tiene un fundamento emocional que trasciende lo racional o cognitivo es decir lo ético abarca la capacidad de analizar y cuestionar nuestros proyectos de relaciones humanas, los cuales son una expresión de racionalidad, pero fundamentalmente de sentimientos y afecto. Según Cussianovich este paradigma ético nos hace conscientes, ya que va descubriendo nuestro actuar, este que expresamos en los distintos entornos donde nos desenvolvemos (familia, escuela, barrio, parroquia, comunidad, país), y mirar a través de ella si estamos siendo productores de fraternidad o estamos quebrando con aquellas relaciones que nos permiten mirarnos a los ojos como hermanos y hermanas que somos. La ética está centrada en el valor o implicancia que tiene la persona para el todo que abarca tanto a la comunidad como al individuo es en este sentido que se diferencia del paradigma moralista que se estructura basándose en normas o criterios dualistas, pero decir que la ética no está basada en la norma no significa que no posea una estructura en sí, ya que su estructura está en la esencia del ser humano y su condición. Es así como nos va dando un centro lógico y afectivo en las relaciones humanas, que promueve el uso de nuestra consciencia y sensibilidad. Esta ética que promueve Cussianovich tiene dos finalidades la primera, es que ser humano se ame a sí mismo para que pueda amar a otros; y la segunda, es impulsar movimientos sociales que defienden la dignidad frente la injusticia y la valorización de la condición humana. También tenemos la convicción en la educabilidad de cada ser humano. Un educador no puede abandonar o menguar en sus esfuerzos ante los obstáculos y cuitas que presenta el hacer realidad los arquetipos del bien social.
Finalmente, la ternura como discurso se va expresando y presentando como ambiguo, difuso y paradójico. Por medio de la pedagogía de la ternura se busca exigir a la sociedad el cumplimiento del derecho a la ternura, que es planteado por el psiquiatra colombiano Luis Carlo Restrepo en 1994. Ya que hoy en día su aplicación se ve limitada debido que hay una estigmatización de su concepto. Con esto me referiero que en la actualidad mayormente los portadores de actos con ternura son las mujeres y los niños. Generando una exclusión a las personas que no pertenecen a esas categorías. Por eso es importante que la humanidad se involucre a conocer cómo y qué es la ternura, para que tenga en claro que con ternura se hace referencia a un sentimiento que todos deberíamos experimentar y aplicar. Está claro que el contexto que rodea nuestra sociedad aún hay rezagos de violencia y competencia que fueron promovidos por dictaduras pasadas. Pero no hay que desvalorizar que en la actualidad hay un mayor interés el respetar los derechos humanos Estamos en una época en la que existen cambios de paradigmas que van a influir en nuestra forma de pensamiento y en nuestras prácticas sociales.
El amor debe revestirse de ternura, de cercanía, de firmeza y fidelidad si quiere simultáneamente expresar su fuerza política y su significación transformadora.
Bibliografía
Cussiánovich, A. (2007). Capítulo Tercero: Vida cotidiana, sentidos comunes, modo de vida y pedagogía de la ternura. En Aprender la condición humana: Ensayo sobre Pedagogía de la ternura (p. 89-102) Lima: Ifejant.