Por: Luis Gerardo Mendoza Cardozo
Lo que en su momento el día 14 de marzo de 2020 fuera para algunos motivo de festejo, celebración y júbilo por el anuncio emitido del Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, referente al adelanto de las vacaciones de semana santa como medida preventiva para mitigar los contagios de la nueva enfermedad COVID-19, en la actualidad, el sentir de millones de niñas, niños, jóvenes, madres, padres, maestros, directivos y demás implicados en el ámbito educativo se ha vuelto totalmente adverso, tomando diferentes posturas ante la nueva manera de impartir educación.
La noticia no tardaría en llegar hasta lo más recóndito del territorio nacional. Con ello, empezaron a nacer múltiples interrogantes que en su momento no tuvieron respuestas del todo claras, situación que empezó a generar incertidumbre, dudas e inquietudes. Las más redundadas eran ¿Cómo se trabajaría con las alumnas y alumnos en esta, para muchos, nueva modalidad?; ¿Cómo se comunicarían las maestras y maestros con ellos?; y quizás, la más importante, ¿Se volvería a la escuela a tomar clases presenciales antes de que terminase el ciclo escolar?
Han pasado poco más de dos meses desde aquella conferencia de prensa y con ella han aparecido nuevos retos educativos y se han reafirmado otros que estaban en la mira desde hace años, a los que de una u otra manera se les han intentado hacer frente y dar posibles soluciones. Dicho sea de paso, estas han sido un tema de discusión del que nadie ha quedado excluido, pues alumnos, padres de familia, autoridades educativas, especialistas y organismos internacionales han puesto la mirada en ellas.
Los retos a los que se enfrenta el Sistema Educativo Mexicano varían de acuerdo con el rol que tienen los involucrados. Es evidente que lo que está aquejando a un alumno, no es lo mismo con lo que se está enfrentando un directivo de una escuela; sin embargo, hay líneas en las que convergen esos problemas.
Uno de los principales retos que enfrenta la educación en el país hoy en día y de cual emanan y subyacen los demás, es el de las desigualdades sociales-educativas que imperan en el país. Una situación que pareciera en su momento no fuera del todo considerada por los altos mandos de la educación. Tan sólo en 2018 el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, (CONEVAL) afirmaba que en México existían 52.4 millones de personas que se encontraban en situación de pobreza y otros 8.6 millones en pobreza extrema. Prácticamente la mitad de la población estaba y muy probable sigue en un estado de vulnerabilidad que ha condicionado las nuevas formas de llevar la educación a las familias mexicanas.
De ahí otro de los retos a los que se han enfrentado las autoridades, supervisores, directivos y maestros, ¿Cómo llevar educación de calidad a todos los hogares? De acuerdo con la información de la Doctora en Ciencias Políticas con Especialidad en Sociología, Marion Lloyd, en su trabajo “Desigualdades educativas y la brecha digital en tiempos de COVID-19”, texto proveniente del libro “Educación y Pandemia. Una visión académica”, por el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM, menciona que entre los factores que condicionan el acceso a una educación de calidad en línea, opción a la que se apostó como primera instancia para llevar educación a los alumnos, son, la clase social, la raza, la etnia, el género, la ubicación geográfica y el tipo de institución al que pertenecen.
La alternativa de querer llevar la educación a través de plataformas y programas educativos sólo fue resultado de atestiguar las grandes brechas de desigualdad social que existen en el país, pues no todos han tenido las condiciones para poder trabajar de esa manera, y los que las tienen, se las han visto duras, pues no sólo es el hecho de contar con los medios y recursos, sino también saber utilizarlos. He aquí otro de los retos a los que se han enfrentado principalmente maestros y alumnos, el uso, manejo y acceso a las TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones), TAC (Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento) y TEP (Tecnologías del Empoderamiento y la Participación).
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en colaboración con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), se afirma en la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2019, que el 76.6% de la población urbana es usuaria de Internet, mientras que en la zona rural la población usuaria se ubica en 47.7 por ciento y aunado a esto sólo el 44.3% dispone de computadora en sus hogares.
Ante esta contingencia sanitaria se han tomado medidas y decisiones por los diferentes ordenes de gobierno. Se habló de la creación de correos electrónicos para millones de maestros para que pudieran trabajar con toda la paquetería de Google for Education, alternativa muy atractiva en su momento pero que ha resultado poco factible para la mayoría del alumnado por lo antes mencionado. Con esto, no se trata de descalificar esta estrategia de educación a distancia, sino más bien de cuestionar hasta qué punto ha sido adecuada esta medida para impulsar el aprendizaje de los alumnos.
Otra de las acciones implementadas y que ha buscado enmendar este tema de la brecha digital y de desigualdad ha sido la “Estrategia Nacional de Educación a Distancia”, mejor conocida como “Aprende en casa” que se enfoca principalmente en la difusión de programas educativos a través de medios como la televisión y la radio. Desde mi punto de vista, me parece una buena alternativa para aquellos que no cuentan con internet en casa, ya que se diversifican los canales para poder llevar las clases a distancia.
A todo esto, hay una serie de preguntas que valdría la pena pudieran contestarse ahora y después de está pandemia ¿Realmente se le ha podido hacer frente a toda esta serie de retos que enfrenta la educación en México en tiempos de COVID-19? ¿Han sido viables las acciones emprendidas por el gobierno federal? ¿Ha valido la pena trabajar desde los hogares, o ha sido una pérdida de tiempo? ¿Los maestros y alumnos estaban preparados para trabajar a distancia? ¿Hubiese sido mejor terminar el ciclo escolar y dar prioridad a la situación emocional y económica de las familias? ¿Realmente ha habido preocupación por el bienestar y los aprendizajes de los alumnos, o ha sido una necedad administrativa y burocrática por cumplir con el currículo formal y “salvar el ciclo escolar”?
En mi caso particular, trabajo en una escuela secundaria ubicada en el municipio de Huauchinango, Puebla, que tiene la peculiaridad de ser para trabajadores, característica que con los años se ha mantenido, no sólo de nombre, sino del tipo de alumnos que en su mayoría acuden a ella. Ya era complicado trabajar con muchos de ellos, debido a su situación socioeconómica, a los diferentes problemas familiares que vivían, y al bajo rendimiento académico que tenían, este último, resultado de darle prioridad a su trabajo, situación con la que han tenido que vivir no por gusto, sino por necesidad.
Hasta el momento de acuerdo con una estadística realizada por la institución en la que laboro y gracias a datos proporcionados por el director de esta misma, se ha confirmado que del total de los alumnos que están inscritos que son 328, sólo 183 han tenido por al menos una vez comunicación con sus maestros. En este ciclo escolar imparto clases a 184 alumnos, de los cuales, sólo he podido establecer interacción con 102 y de ellos, únicamente con 32 he tenido la oportunidad de aclarar dudas, retroalimentar, y recibir sus actividades. Ante esto nace otra interrogante y otro reto para los maestros ¿Cómo evaluar a los alumnos con los que ni siquiera se ha podido establecer comunicación?
Con los alumnos con los que he podido llegar a conversar, había una interrogante latente, que estuvo muy presente hasta hace unos días, ¿Cuándo íbamos a regresar a clases? Pregunta que no pude contestar con seguridad en su momento. Esta duda nacía debido a la situación emocional que habían estado viviendo por semanas, pues para muchos de ellos no ha sido lo mismo trabajar desde casa que tener clases presenciales.
Ante esta circunstancia, pareciera hacerse realidad en cierta medida, una historia de ciencia ficción de los mayores exponentes de este subgénero, Isaac Asimov, quien en su cuento ¡Cómo se divertían! Plateara un escenario muy similar al que se ha estado viviendo ahora, y este es el hecho de recibir clases por medio de una televisión. En esta narración se habla de cómo era la educación de los alumnos décadas atrás. En uno de sus fragmentos, cuenta como al finalizar la clase, los personajes tenían que depositar su tarea por un agujero que tenía el aparato visual, situación bastante similar a lo que se vive hoy en día en tiempos de COVID-19.
Esta pandemia se ha convertido en un hecho histórico no sólo para México, sino para el mundo, la cual ha dejado estragos y aprendizajes, que de no ser tomados en cuenta con la seriedad que merecen, este país continuará en la misma situación. Muchos se preguntan si se regresará a la normalidad, y la respuesta evidente debería ser que no, pues no se puede continuar con esas problemáticas que abundan en varias partes del país, principalmente en las zonas marginadas, las cuales han sido las más afectadas tanto en la parte económica como en lo emocional; es por ello, que se tendrá que velar por las familias mexicanas, mostrar solidaridad y muestras de humanidad, y no caer en una postura desalmada que lo primero que vea sea una calificación, antes que el mismo bienestar de estas.
El Sistema Educativo Mexicano debe visualizar el nuevo futuro tomando en consideración los retos que se han estado viviendo, los cuales al término de esta pandemia pasarán a ser los nuevos desafíos, tales como el abastecimiento de equipos multimedia en todas las escuelas del país; la adquisición de servicios como internet y telefonía; la capacitación de maestros y alumnos en el uso de plataformas educativas, y replantear lo qué hay que enseñar en la escuela, pues a pesar de que se habla que vivimos en la era digital, muchas personas no están del todo implicados en este mundo de la tecnología.
Bibliografía
CONEVAL. (31 de Julio de 2019). Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Recuperado el Mayo de 2020, de Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social: https://www.coneval.org.mx/Medicion/Paginas/PobrezaInicio.aspx
IISUE. (2020). Desigualdades educativas y la brecha digital en tiempos de COVID-19. En ISSUE, Educación y pandemia. Una visión académica. (págs. 115-121). Ciudad de México, México. Recuperado el 26 de mayo de 2020
INEGI. (17 de Febrero de 2020). Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares. Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares. México. Recuperado el 26 de Mayo de 2020
Fuente e imagen: http://www.educacionfutura.org/la-educacion-en-mexico-en-tiempos-de-covid-19/