Por: ABC
Los síntomas del síndrome de Asperger afectan sobre todo a cuestiones concernientes con la comunicación, a la interacción social con otras personas y, además, a la capacidad para adaptarse a nuevas situaciones.
El estado de alarma y el cierre de colegios a causa de la pandemia de la Covid-19 afectó de forma muy negativa a los alumnos con necesidades especiales, concretamente a los niños y jóvenes con TEA. Muchos de estos estudiantes precisan de más refuerzos docentes, psicológicos, educativos y sociales que el resto de los estudiantes y la pandemia y sus consecuencias han provocado que se haya incrementado la problemática educativa y social de estos niños.
El síndrome de Asperger es un trastorno que afecta al desarrollo neuronal de una persona, es decir, que su cerebro funciona de manera diferente a la habitual. En la actualidad, el síndrome de Asperger se incluye dentro de los trastornos del espectro autista (TEA). El diagnóstico tardío, la escasa información, el desconocimiento de sus características y las barreras de inclusión en la educación provocan que estas familias no cuenten con todo el apoyo que necesitan.
Los síntomas del síndrome de Asperger afectan sobre todo a cuestiones concernientes a la comunicación, a la interacción social con otras personas y además, a la capacidad para adaptarse a nuevas situaciones como el uso de mascarilla o las restricciones sociales provocadas por la pandemia.
Además, a diferencia de otros trastornos autistas, las personas con este síndrome suelen tener un lenguaje fluido. En las últimas cuatro décadas, los casos de TEA han aumentado significativamente, situándose en 1 caso por cada 100 nacimientos, según datos ofrecidos por Autismo Europa, 2012. Sin embargo, el número de personas afectadas por este tipo de trastorno sería superior al millón si se tiene en cuenta el profundo impacto que produce en cada sistema familiar, siendo cada uno los miembros de la familia los afectados. A falta de datos oficiales actuales, según la Confederación Asperger España, estiman que hay entre 1 y 5 casos de Asperger por cada 1.000 nacimientos.
Marcar una rutina de trabajo cada día, establecer pocos y claros objetivos y ocio/deporte por la tarde, son las principales claves para ayudar a las rutinas que deben seguir llevando estos niños. Como explican desde ELEInternacional, todas las personas con TEA comparten características que definen su trastorno, sus comportamientos y sus dificultades en los procesos de aprendizaje. Además, las personas que sufren el síndrome de Asperger son contrarias a los cambios y a la espontaneidad, por eso necesitan de esa rutina instaurada con tiempo y constancia.
De acuerdo con el informe «¡Protegednos!», que publicó en 2016 la ONG Plan Internacional, el 84 % de los niños con algún tipo de discapacidad encuestados habían experimentado alguna forma de violencia en la escuela. Por este motivo, es esencial una correcta inclusión y darles un trato de igualdad e incluirlos en la educación convencional, utilizando recursos adecuados que favorezcan su aprendizaje.
Un niño con Asperger puede ser un reto para los educadores, por lo que su conducta va a ser esencial: la empatía, la flexibilidad, la paciencia, el buen humor y el respeto son condiciones necesarias para desarrollar una relación de confianza que, sin duda, van a contribuir positivamente en su desarrollo tanto dentro como fuera del aula.
En general, todos tienen dificultades para concentrarse y seguir el ritmo normal de la clase, para empatizar con los compañeros, para comunicar lo que han aprendido, para resolver dudas al momento o tan solo para recordar los deberes que tienen que realizar o estudiar. Como matizan desde la escuela online, «algunas de las adaptaciones que podemos poner en marcha en el aula serían: ponerles en primera fila, ofrecerles técnicas y estrategias para mejorar su proceso de aprendizaje, programaciones, material visual, son necesidades educativas que ayudan a construir un aula inclusiva para todos esos alumnos que lo necesitan».
Recomendaciones a las familias y profesorado para disfrutar de un aula segura
– Crear un buen clima dentro del aula, agradable y segura que favorezca el desarrollo personal de cada alumno y facilite la convivencia.
– Identificar las necesidades especiales del alumno, reforzando tanto sus fortalezas como sus debilidades.
– Adaptación del entorno al niño que tiene una discapacidad. Se recomienda crear grupos reducidos en los que convivan todos los alumnos y profesores ayudando a la inclusión. Aquí es fundamental la comprensión y la empatía hacia el punto de vista desde el que observa al resto del mundo el niño con necesidades especiales.
– Identificar las actividades más adecuadas para cada alumno entre las opciones de trabajo previstas en la programación.
– Planificar estrategias didácticas y metodológicas que faciliten la máxima participación de los alumnos, seleccionando y utilizando materiales creativos y específicos.
– Enfocarse en lo que cada uno puede dar en vez de centrarse en las limitaciones.
Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-como-afectado-confinamiento-ninos-202102181056_noticia.html