Por: Rafael Campos Hernández
¿Qué elementos personales debemos de reactivar para que el medio no sea el fin de la comunicación y con ello abra paso a la manipulación de los contenidos?, cuestiona Rafael Campos Hernández.
El pasado 4 de octubre 2.9 mil millones de usuarios de las plataformas Facebook, WhatsApp e Instagram quedaron paralizados en su comunicación por seis horas. México, con 78 millones de usuarios, es el quinto país que soporta su conectividad mediante ellas. Es decir, que el 62% de la población tuvo que relacionarse a través de otro medio alterno: teléfono, SMS o alguna alternativa de mensajería similar.
El hecho de que muchas empresas, organizaciones y personas vieran limitadas sus comunicaciones por esta caída de conectividad de una tecnología común lleva a una reflexión sobre la importancia del mensaje sobre el medio para comunicarlo. Más aún, los medios que impactan más en las conductas de las personas y cuáles son intrascendentes.
Al realizar un auto análisis de la información que se utiliza diariamente en los celulares y equipos móviles es posible determinar la importancia e inversión de tiempo en: relaciones personales, interacciones de trabajo, información del entorno social y recreación.
Los medios masivos de comunicación tienen una tarea específica de ser sostenibles y expandirse. Por lo mismo, soportan su plan de negocios en función de demandas de mercado. Por su parte, las redes sociales, en una aparente neutralidad, enfocan su esfuerzo en la atracción de mayor número de usuarios que se transforman en perfiles de clientes potenciales.
No es extraño encontrar que entre las aplicaciones más usadas en el mundo se encuentren: WhatsApp, Facebook, Instagram, Snapchat, Uber, YouTube, SHAREit, Google, Amazon Mobile, Twitter, Netflix y TikTok. Todos estos, cuyo fin es conectar, provocan relaciones momentáneas, ágiles y superficiales. Las relaciones de pareja siguen un patrón de conducta similar.
En los en los últimos 30 años las aplicaciones han evolucionado de Kiss y match, que buscaban favorecer la interacción entre parejas, a espacios más especializados que vinculan individuos por segmentación de mercado. Bumble, donde las mujeres realizan el primer contacto; Tinder para relaciones rápidas; Lawyr para abogados; eHarmony que genera un perfil de personalidad; happn que apoya a encontrar a esa persona con la que te cruzas y deseas hablar.
¿Cómo devolver el sentido humano a la comunicación? ¿Qué elementos personales debemos de reactivar para que el medio no sea el fin de la comunicación y con ello abra paso a la manipulación de los contenidos? La respuesta a estas preguntas parte de retomar el para qué comunicarnos y cómo hacerlo.
La comunicación interpersonal en la familia y la escuela llevan a reconocer en sí mismo ideas, sentimientos, actitudes y valores a transmitir. Es ahí donde la educación tanto en la primera como en las instituciones educativas tiene un reto sostenido de impulso a que las personas logren su mejor versión e impulsen el crecimiento de los demás.
El primer paso para la humanización de la tecnología es la escucha atenta de los mensajes que se emiten para comprender al otro. Esto implica una revisión clara de lo que se expresa, los textos, las imágenes, el orden de las ideas. Un segundo paso lleva a desarrollar el principio básico de empatía en la presencialidad y en la mediación tecnológica. Esto lleva a observar, percibir y alinear la visión de con quién estamos hablando con o sin imagen.
Detrás de ese nombre en pantalla existe alguien que siente, piensa, escucha y tiene una situación peculiar al igual que tú. El ritmo de la comunicación, volumen de voz, ademanes y claridad de la expresión dan pistas para intentar conectar, escuchar, comprender e intentar empatizar con el interlocutor.
Un tercer nivel es el desarrollo de la inteligencia emocional a pesar de los medios tecnológicos, lo cual conlleva a eliminar toda la cáscara de imagen, sonido, contexto que se emite e intentar el comprender a fondo las personas o grupo con quién se está interactuando.
Un cuarto nivel es formar grupos significativos de relación: familia, grupo de clase, equipos de trabajo que tengan un objetivo concreto en la interacción con espacios que permitan el crecimiento e intercambio abierto, así como franco, con un fin común.
Las estrategias para hacer que las relaciones casuales entre maestros y estudiantes se transformen en vínculos significativos en las clases híbridas y online en los niveles señalados llevan a:
1) Promover actividades y acciones que ayuden a la expresión de cada uno y escuchar lo que emiten. En la medida que conocemos más al otro y los mensajes que manifiesten, permite el encontrarse a sí mismo y enriquecerse unos a otros.
2) Impulsar la interacción y la colaboración: entre alumnos y maestros, padres de familia e instituciones educativas, formar la comunidad escolar o universitaria aún por la tecnología.
3) Utilizar lenguaje propositivo simple, los mensajes que impulsan y plantean son captados con mayor facilidad. Si el contenido es claro y directo, mejor.
4) Atraer la atención a los puntos esenciales. El exceso de datos lleva a perderse en el bosque de información.
Estas ideas pueden apoyar a que los alumnos, presentes y distantes, se integren en un grupo común a pesar de las limitantes propias de la tecnología o la conectividad. Educar pues, lleva a padres de familia y docentes a ser comunicadores impecables capaces de promover una escucha efectiva y un aprendizaje activo en la persona independientemente de la tecnología.
Nota del editor: Rafael Campos Hernández es Rector Institucional de Aliat Universidades. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
https://expansion.mx/opinion/2021/10/12/humanizar-uso-tecnologia-educacion