Mala educación -y mala conciencia- desprecian la agonía de Gaza

Manuel Menor

Una hipertrofiada manipulación de las palabras pretende que todos olviden una tierra sembrada de escombros y miseria.

Algunos opinantes, responsables otrora de acontecimientos parecidos a los que durante estos dos años últimos inundan los noticiarios, no cesan de decir majaderías por ver si consiguen muchos likes (“me gusta”) en sus cuentas de redes insociales. Cuantos más pulgares hacia arriba o más corazoncitos acumulan, más satisfacen su melancolía y, con la retroalimentación que generan a una IA determinada, más se concilia su infantilismo con la vejez irreparable y más hacen crecer la hipertrofiada circulación de basura mediática.

Otros que, fuera o dentro de nuestros lares, ejercen como representantes de quienes los han votado en unas elecciones, utilizan el parloteo en los mismos canales añadiendo decisiones de idéntica coherencia sintáctica. Desde EE UU, con Trump a la cabeza de esta pedagogía, la demostración de matonismo imperialista en cuanto aconseja, sugiere y ejecuta, sitúa a los gazatíes y palestinos al nivel de la suela de sus botas, posición en que trata de colocar también a cuantos digan algo que contradiga o minusvalore sus otras políticas. Los Derechos Humanos -en particular el de la libertad de expresión-, tanto dentro como fuera de su país, le traen al pairo y cuanto puedan pensar los demás le es indiferente, como acaba de demostrar con el fiscal general de su país y, en el diálogo sobre asuntos conflictivos, en una reciente votación en la sede de la ONU, en Nueva York, respecto a la representatividad del Estado Palestino. Antes del debate que tendrá lugar estos días, su apoyo incondicional a la política de exterminio de Netanyahu sólo espera al reparto de dividendos que se genere tras el desescombro de Gaza. La fase reconstructora de esta franja -Tierra prometida para nuevos colonizadores- la llevarán a cabo los prometedores de nuevas experiencias turísticas, publicistas de paz hermanadora entre los pueblos.

Parecido paradigma de Far-West orienta, en tierras españolas, a los aguerridos defensores de supuestos valores patrios. La compasión, la humanidad y los derechos básicos, iguales para todo ser humano por el hecho de existir, no existen; ni parece que nadie les haya hablado de ellos ni, siquiera, de que tengan constancia de que están reconocidos en la CE78 como base jurídica del ordenamiento democrático. No reconocen que estén en riesgo en cuanto acontece en un asunto decisivo en la convivencia global, multilateral. Prefieren revitalizar el odio, la fuerza y el miedo al otro. La Guerra contra Palestina y un genocidio que ya lleva en su haber más de 65.000 muertos -entre ellos más de 22.000 niños, yque algunos observadores multiplican por diez-, más los cientos de miles de refugiados, únicamente les sirve para poner de vuelta y media a un Gobierno con cuya sensibilidad humanizadora coinciden cada vez más países -incluido ahora el reino Unido y muy pronto Francia, que tantas responsabilidades tuvieron en esa zona hasta muy entrados los años cuarenta. Ha sido lento, pero la empatía de muchos opositores españoles, en particular la de portavoces hiperventilados en gestos y palabras de supuesta indignación, ya deja ejemplos contrarios a la convivencia democrática de sus votantes con el resto de la ciudadanía

Rentabilidades del nominalismo

Todo les vale para decir que son audaces y que ya está bien de que no les dejen gobernar a ellos. Desde el principio, han echado mano del empleo más o menos ajustado del término “GENOCIDIO”, como si con disputar si son galgos o podencos no viniera el lobo, en principio contra los gazatíes y, colateralmente, contra quien ose contradecir cuanto quieren que digan los demás. ¿Es mejor “masacre”, “exterminio”, “etnocidio”, “matanza”, “progromo”y “holocausto”? En ese falso debate, al que han faltado sus psicoanalistas, los han acompañado miles de opinadores pendientes de la mano que les da de comer más que de la realidad que debieran explicar a lectores y oyentes. Desde hace unas horas, sin embargo, desde que han visto que España no está sola en esta pelea frente al expansionismo israelí, han frenado un poco, pero atrás han dejado grandes oportunidades de practicar la decencia. No le dieron al Gobierno la baza de la concordancia en “política exterior”, tan publicitada otrora y, al mando de Tellado y Ayuso, no han parado de regodearse en el pataleo enrabietado. A la madrileña, el papel permanente de Mademoiselle Rottenmeier, que leíamos en Heidi, no le pega, y más si le ronda la idea de que vale más. En cuanto al ferrolano, mostrase como El Guerrero del antifaz o, tal vez, El Capitán Trueno, su ansiedad por disimular la incompetencia cazurra de su jefe coincide con que ambos le marcan el paso. Lo seguirán haciendo hasta los “idus de marzo”, de que tanto sabe Casado, el defenestrado.

Ella, por ahora, con las mañas que ha ido aprendiendo de las notas que le transmite el equipo de MAR, su escudero, ha decidido sacarle partido al inconcluso final de la Vuelta a España con un evento en que se vea bien que está ahí. Lo de Gaza y los gazatíes la trae sin cuidado, como también que contradiga cuanto hizo o dijo de Ucrania. Le es más rentable ser fiel a FAES y sus mentores y, como está entre “los que pueden hacer” que decía Aznar, preocupado por Occidente, le ha brindado su decisión de coartar a los profesores y maestros, para que no hablen de estas cosas en las aulas. Este peculiar refrendo a la “libertad de enseñanza” reitera que los objetivos de los centros educativos han de avenirse con lo que piense el gobernante de turno. Por nulos que sean en distinguir a Viriato de Witiza, lo que menos les importa es que los enseñantes de Historia lo sepan hacer. Junto a los de Filosofía lo tienen mal siempre para enseñar, y no es el momento para que recuerden qué decía el Prólogo de la Ley de Enseñanza Media de 1938. Puede que la norma madrileña última sea esa, pero si van más atrás, encontrarán en los Hechos y dichos memorables, del historiador romano Valerio Máximo (de la época del hijo de Nerón, Tiberio), que a muchos gobernantes sólo les gusta que cuenten historietas, de las que las criaturas deduzcan la “buena conducta” que deban seguir. Temen que la Historia -y el buen periodismo- descubran la verdad del Rey desnudo. No les es rentable que, en un mundo muy incierto, el alumnado se entere de que sus vidas pueden estar en manos de políticos/as desmemoriados/as. @mundiario

https://www.mundiario.com/articulo/opiniones/mala-educacion-mala-conciencia-desprecian-agonia-gaza/20250922164332356970.html

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