¡Meras cuestiones educativas y afectivas!

       Venezuela/05 de Julio de 2016/

Por: Rose Mary Hernánez Román

          La educación es un fenómeno complejo que se permea de un sinfín de aristas y en derivación es abordado investigativamente por diversas ciencias y en cada una de ellas desde diferentes perspectivas, pudiendo ser epistemológicas y metodológicas. Sin embargo, las reflexiones que a continuación propongo se enmarcan dentro de lo psicológico y específicamente en el nivel subjetivo individual, producto de la experiencia particular vivida.

           En ese sentido, el objetivo principal de esta propuesta es dirigir la atención hacia la necesaria reconstrucción de la educación rescatando su perspectiva liberadora del individuo y poniendo énfasis en su carácter preventivo como preparación para la vida, tal como se contempla en el preámbulo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y en la vigente Ley Orgánica de Educación Nacional. En tal empeño resulta esencial propiciar una práctica educativa que privilegie en su actuación el desarrollo de la afectividad del sujeto y la formación de sentidos subjetivos a través de la experiencia.

          Sobre todo porque, en la sociedad se operan múltiples procesos que transforman a sus miembros, que modifican su personalidad, sus modos de actuación y en general su vida. La educación es uno de estos procesos. A mi juicio, su rasgo distintivo es que los cambios que produce en los individuos, son socialmente deseables, responden a los intereses cardinales de las clases que tienen el poder real, o sea el económico y el político. Numerosos son los sujetos sociales (personas, grupos, organizaciones, instituciones, entre otros) que participan en la educación.

      No toda transformación socialmente deseada, transcurre en condiciones formalizadas, dirigidas, institucionalizadas. Cabría preguntarse, por ejemplo: ¿si es educación o no los cambios que se operan en la conducta  de un adolescente? esto como resultado de su deseo de ser bien valorado por una conquista amorosa y que no se lograron mediante un currículo, ni a través de actividades docentes concebidas en la escuela?

        Las tradiciones, las normas de funcionamiento de algunos grupos, la formación de la opinión pública, entre otros, son ejemplos de fenómenos educativos que surgen bajo cierta espontaneidad. Con ello sólo quiero llamar la atención sobre aquella parte de la educación que no es formalizada, institucionalizada o escolarizada, pero que sí responde a los ideales sociales vigentes y resultan socialmente deseadas.

       Sin embargo, las influencias pedagógicas, son aquellas que transcurren en un marco institucionalizado, son dirigidas, planificadas, controladas, evaluadas… Tal distinción, en momentos en que hay reconocimiento creciente del carácter selectivo y activo del sujeto, permite comprender como en no pocas ocasiones algunas influencias pedagógicas fracasan, ya que no comprometen al sujeto, que sí resulta sensible, orientado y selectivo a influencias sociales no educativas.

      Determinados vínculos del sujeto con otras personas u actividades, llegan a alcanzar un alto grado de significación para el sujeto, comprometiendo sus motivaciones e intelecto, condicionando su orientación, selectividad y sensibilidad a sus influencias. Cuando esto ocurre en una dirección socialmente deseada estamos hablando de educación.

      No se trata de meras cuestiones teóricas y especulativas, son también problemas prácticos concretos, con los cuales se enfrentan los educadores cotidianamente. En la solución de cada uno de estos problemas a la psicología le corresponde un lugar especial. Una de las tareas más importantes consiste en la traducción educativa del inmenso caudal de conocimientos psicológicos acumulados en las diferentes ramas del saber psicológico

        Por tanto, debemos reflexionar si en el transcurso de un tiempo rigurosamente delimitado y desde el espacio escolar es posible incidir en la construcción de sentidos subjetivos, de nuevas necesidades y motivos movilizadores del comportamiento en todos los contextos de actuación del sujeto. Sin negar el valor esencial de los conocimientos y de la actividad cognoscitiva en la formación de la personalidad, considero que igualmente resultan esenciales otros escenarios de interacción educativa que privilegien lo motivacional afectivo, no de modo indirecto a través de lo cognitivo, sino directamente, desde el comportamiento del propio sujeto, de su comunicación y la expresión de sus emociones y vivencias afectivas.

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Rose Mary Hernández Román

Venezolana. Docente-Investigadora de la Universidad "Rómulo Gallegos"- Venezuela.