Lourdes Velásquez de Urbáez
Todos quedamos sorprendidos al ver largas colas de venezolanos comparando comida, lo poco que se puede comprar con escasos recursos, lo poco que hay y el poco espacio en la cola porque los bachaqueros, como un pelotón, al llegar al establecimiento, entran sin importar la presencia de otros que han llegado en la madrugada y entre ellos hay mujeres embarazadas, enfermos y ancianos.
Sus cálculos son exactos, conocen sus porcentajes saben cuántas veces van a aumentar el precio del producto para venderlo allá en el barrio, donde sus vecinos, viviendo en la pobreza no puede tener el acceso a la cola, ni al bachaquero que también es de ese barrio y también es pobre; pero ahora su pobreza va mas allá, a su interior, a su conciencia a la que no quiere oír, pero que le habla. Este que se menciona es sólo un tipo de bachaquero, el más popular, al que todos acusamos y en el que todos fijamos nuestra mirada.
Ese tuvo maestros.
Aquí viene otro tipo de bachaquero, aquel que con su teléfono de tercera generación envía mensajes a sus contactos, vecinos de su prestigiosa urbanización ofreciendo bultos de exquisiteces, productos de limpieza que hace mucho desaparecieron, medicamentos, cauchos a precios millonarios. En seguida se agotan sus productos porque sus amigos, los que critican al bachaquero de 1 estrella, compran todo y no dicen nada.
Estos también tuvieron maestros.
También hay otro tipo de Bachaquero, el que con una gran formación en el arte empresarial conforma un grupo de 40 a 60 bachaqueros de 1 estrella, invierte una suma de dinero en teléfonos y otros instrumentos, para que se vayan a la cola y a su vez busquen a otros que compren, quienes a su vez hagan lo mismos; es decir bachaqueo de multinivel. Ellos cobran sus grandes comisiones a sus bachaqueros de 1 estrella y a los que están en el nivel más bajo de la cadena los cuales irán subiendo en la medida de su eficiencia en su trabajo, mientras estos empresarios del bachaquerismo se desplazan por todo el país pues sus redes ya son de grandes dimensiones.
Estos también tuvieron maestros.
También tenemos otro que lleva en un bolso, a la escuela los productos que compró en la cola llevando a la pareja, hijos, padres abuelos, etc para hacer una gran compra que al venderla en la escuela a precios elevados, multiplica en cantidad asombrosa y en pocos minutos, su inversión.
Este también tuvo maestro, y además, puede que sea maestro.
Esta breve clasificación es producto de una observación directa del fenómeno y ante la pregunta ¡¿Quién les enseño esto? ¿Qué pasó con la educación que le impartimos? ¿Esto fue lo que formamos? ¿Qué hicimos en la escuela? Se hace esta reflexión a fin de hurgar dentro de la esencia del ser maestros, de la realidad y de la vida, hasta encontrar el por qué y sobre todo, acercarnos, desde el ejercicio de la docencia, a una solución.
La profesión docente, la más digna y noble, que forma a todos los profesionales de las demás disciplinas, no forma bachaqueros; pero el fenómeno está presente, estrangulando al pueblo con una muestra de los más negativos “valores” que se adueñaron de ese ser, cuya luz encendimos pero que no supimos conservar.
Sin saber cómo ni cuándo, nuestra escuela y su maestra, con un pizarrón y tiza, quedó relegada ante lo estridente y tentador de los medios que nos presentan otra cultura que fácilmente hizo presa de aquellos niños que teníamos en el aula y comenzaron a desear parecerse a los protagonistas de películas, a los superhéroes, a los personajes exitosos del momento y abrieron las puertas de su conciencia al valor de “cuanto tienes cuanto vales” y así su inclinación se convirtió en adicción a otra cultura en la que las dimensiones del ser: saber, hacer, conocer y convivir fueron sustituidas por tener, aparentar, deshacer, destruir,
Estos niños de ayer fueron neocolonizados de otra manera, con otras armas con las que le crearon nuevas necesidades. Algunos de estos niños se negaron, resistieron a esa neocolonización pero la mayoría sucumbió ante el atractivo de los nuevos colonizadores que les subyugó con una realidad ficticia y opuesta a su contexto socioeconómico; conoció, además, la manera fácil de conseguir todos los atractivos de esa otra cultura y una de esas nuevas manera de vivir que también nos vino de fuera: el bachaquerismo.
Otra pregunta ronda el pensamiento, quienes fueron o fuimos los maestros de estos niños y jóvenes de ayer y bachaqueros de hoy? Pues ese maestro no fuimos los maestros de escuelas, no fuimos ni tú ni yo; sus “maestros” no estaban en la escuela, estaban en el cine, la TV, la radio, la publicidad, la moda, estaban en la calle y desde allí los atrajeron con luces artificiales, colores efímeros, sonidos estridentes y aromas melosos, hacia un mundo de mentiras, de sueños provocados, producto más bien de una especie de droga: el deseo de tener y así se fueron saliendo del aula a la jaula que hoy los encierra en una práctica delictiva cotidiana que se ha convertido en una cultura, un estilo de vida.
Pero si un seudomaestro se los llevó, un verdadero maestro, los debe traer de vuelta, haciendo del ejercicio de la profesión docente, una propuesta para nuestros estudiantes, ofreciendo los colores verdaderos de la vida, colores vivos, alegres, también oscuros y sombríos, pero reales porque al lado de las luces hay también muchas sombras y también el desagradable olor de la miseria.
Es el maestro, con escasos recursos materiales, usando el recurso de su vida, el llamado a emprender la lucha para rescatar la vida verdadera y venezolana, la vida que nos legaron las anteriores generaciones, los pueblos originarios, el pueblo que se formó con la mezcla de los que vinieron en la búsqueda de una mejor calidad de vida y juntos, disfrutar sanamente, con justicia y libertad los adelantos y tecnología que esfuerzo costó a muchos que a su vez fueron formados por nosotros.
A Chávez le costó la vida, y el resultado todos los logros que la Patria ha alcanzado con el Proceso Revolucionario; él facilitó la inclusión en educación, salud, bienes y servicios para el buen vivir de todos los venezolanos; en colectivo se fue construyendo la Patria Nueva.
Ahora remontamos una cuesta muy difícil que se agrava con este nuevo flagelo. Reconociendo que el problema del bachaquerismo, tiene profundas raíces en aspectos como lo económico, lo político, lo ideológico, en el contrabando, en el tráfico ilícito, es también cierto que tiene implicaciones culturales, éticas y morales; de allí la importancia del maestro en la búsqueda de solución a esta plaga que azota a la población venezolana.
Otra cosa también es cierta, la pobreza oprime, desgasta, asusta, no deja muchas posibilidades de avanzar si se tiene hambre, enfermedad, condiciones de vida fuertes. Ante estas dificultades, vividas también por la mayoría de los maestros venezolanos, cabe preguntarse: Sabe alguien lo que vamos a hacer? Parecería que nadie tiene esa respuesta y que todos tienen la respuesta.
Por allí, en el uno solo pero todos juntos, de repente, se podría comenzar a pensar de nuevo la escuela, la docencia, el ejerció de profesión docente y entre todos buscar la solución, la vuelta a los venezolanidad. Parecía lento pero no lo es.
A pesar de la dificultad económica, en Venezuela se celebra el día de todo, con fiestas y regalos. Sueño con el “Día de todos pensar la escuela, en la escuela, con la escuela”. Se sería un día de esperanza, de análisis, de propuestas, de búsqueda y de encuentro. Ese día la escuela será un lugar de construcción con maestros, estudiantes familia, comunidad.
La escuela convertida en un espacio para el debate, para el futuro, la creatividad, la inventiva, el riesgo de crear algo nuevo para caminar hacia el logro de una solución venezolana a los problemas venezolanos.
Una escuela como espacio para debatir y dialogar es una escuela que se acerca a los que es la participación y el protagonismo en una sociedad democrática; allí se aprende y se enseña a proteger y a defender la patria y lo propio y a construir colectivamente, lo que en colectivo soñamos juntos.
En este orden de ideas Ayers (2012) expresa: “La educación democrática se caracteriza básicamente por el diálogo, el cual es el vehículo para la discusión, la deliberación, la reconsideración y la transformación” (p.117).
Una escuela que fomenta el diálogo es un semillero de puertas abiertas a aciertos y errores, pero más que eso, a una búsqueda incesante de una salida esperanzadora a los nudos críticos, a través de métodos válidos, nuevos, construidos y aprobados por todo el colectivo que hace vida en ese espacio educativo.
La fragmentación de la realidad y sus fuerzas, ha sido siempre una táctica del enemigo; por eso, esta oportunidad, obra del enemigo, es buena para unir esfuerzos, cada quien desde su cotidianidad va aportando las piezas necesarias para la reconstrucción de la Patria desde la escuela; el mismo hecho de compartir vivencias en la prosperidad y la dificultad trae consigo un aprendizaje. Freire (2013) manifiesta: “Convivir con la cotidianidad del otro es una experiencia de aprendizaje permanente.” (p.49).
De esa manera es posible aprender, con todos, entre todos, en colectivo, y al fin nos aproximaremos a la certeza de cuáles son los efectos que la injusticia ha dejado en la gente y de qué manera busca librase de esto, que sabe extraño pero que no puede resolver solo por cuanto cada vez nos es más difícil entender el por qué de las cosas y saber qué es lo bueno y qué es lo malo, porque tal como le expresa Galeano(2005) “El mundo al revés premia al revés: desprecia la honestidad, castiga el trabajo, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo” (p.9).
Son las mismas prácticas sociales las que han traído esta confusión de conciencia entre lo bueno y lo malo en esta sociedad que ordena hacer el bien pero premia el mal y así entrampó a todos; grandes son los esfuerzos para salir de la maraña que ha ido enredando cada vez con mayor fuerza; se ha intentado solucionar la problemática pero con políticas que nos siguen viniendo desde arriba porque tal vez todavía le tenemos miedo a la participación protagónica de pueblo, y no hemos aprendido a protagonizar el rumbo que debe tomar la patria.
Ante este panorama, se yergue la escuela, aquí está, ella no sólo tiene maestros, nos tiene a todos y entre todos reconociendo fallas y aciertos reconstruyamos, desde la escuela la Patria rota que llora sangre.
BIBLIOGRAFÍA
AYERS, William. “Enseñando para la libertad”. Centro Internacinal Miranda Caracas. 2012
FREIRE Paulo y Faundes. “Por una Pedagogía de la Pregunta”. Nueva Edición. Siglo XXI Editores. Argentina. 2013
GALEANO, Eduardo.”Patas arriba, la escuela del mundo al revés”, Siglo XXI. España 2005
Articulo enviado por su autora a la redacción de OVE
Fuente de la imagen: http://www.hoyenvenezuela.com/wp-content/uploads/2016/04/bachaquero.jpg