Finlandia/ Enero 2016 /Autor: Olga R. Sanmartin/Fuente: Prensa El Mundo
El cambio ha empezado en la Escuela Finlandesa de Fuengirola, un centro privado en el que los estudiantes forman la fila sin rechistar, hacen estiramientos en clase y tienen pocos deberes
A la Escuela Finlandesa de Fuengirola se llega cruzando la plaza Suomi, subiendo la avenida de Finlandia y dejando atrás la panadería Leipomo, la inmobiliaria Kauppa y la heladería Kuik II. El lugar, la colonia Los Pacos, tiene un aspecto singular. Por todas partes aparecen letreros en finés, pero la arquitectura es la característica de las urbanizaciones que crecieron en Málaga al sol del boomturístico de los años 70. El colegio, sin ir más lejos, parece un chiringuito con su toldo de rayas, su pared encalada y unos azulejos en los que una bailaora flamenca, un toro bravo y una guitarra española saludan a los desconcertados visitantes:
«Bienvenidos, tervetuloa, wellcome, willkommen».
Después, por dentro, todo cambia. Sobrio mobiliario, fotografías de Sibelius, macetas hechas con botellas recicladas y una disciplina y un sentido del aprovechamiento del tiempo genuinamente nórdico. Los alumnos de este centro privado almuerzan entre las 11.10 y las 11.30 horas, sin recreo, y después se suben a leer a clase sin que nadie vigile su aula; siempre levantan la mano antes de hablar, y son capaces de formar la fila en unos segundos sin decir una palabra. Impensable en España.
El mejor sistema educativo de Europa en Lengua y Ciencias, según el Informe Pisa, tiene sucursal en una localidad de la Costa del Sol que, por su alta concentración de población finlandesa, la gente llama la pequeña Helsinki. El colegio, el único fuera de Finlandia que ofrece estudios desde Infantil hasta Bachillerato, tiene 282 alumnos (todos finlandeses) y 40 empleados, 27 de ellos profesores. Cuesta2.000 euros al año. «Hemos modificado el plan nacional de estudios. Los ayuntamientos están preparando ahora los currículos locales, que empezarán a aplicarse el próximo mes de agosto, cuando comienza el nuevo curso en nuestro país», explica en un correo electrónico Jorma Kauppinen, director de Educación General del Consejo Nacional de Educación, la agencia del Gobierno finlandés que elabora los planes de estudios.
«¿Que por qué hay que cambiar un modelo que funciona bien?», prosigue Kauppinen. «Porque el entorno que rodea a la escuela y las competencias exigidas por la sociedad están en constante transformación. La escuela debe evolucionar».
Las novedades del currículo consisten en extender el aprendizaje por proyectos (lo que no supondrá que desaparezcan las asignaturas pero sí que se junten en determinados momentos) y en fomentar que el profesor sea, más que un mero divulgador de contenidos, un coach que acompañe al alumno en su propio proceso de conocimiento. La forma de escribir también cambiará: no desaparecerá del todo la caligrafía tradicional, pero los estudiantes van a poder usar una letra de imprenta más parecida a la de las pantallas.
En Fuengirola ya están haciendo algunas de estas reformas, que el próximo curso se generalizarán. «Llevamos tiempo trabajando en proyectos transversales, donde combinamos varias asignaturas. Tenemos, por ejemplo, la Semana del Español, donde hay excursiones, nos visitan bomberos y policías y estudiamos la Historia de España. Abordamos el proyecto a la vez desde la Lengua, la Biología o la Geografía. No va a ser un gran cambio para mí porque ya lo hacía». Habla Timo Norppa, profesor tutor de 4ºB y residente desde hace tres años en Fuengirola, donde vive con su mujer y sus dos hijos pequeños. Aunque cobra la mitad que en Finlandia -unos 30.000 euros brutos al año-, se está comprando un chalé adosado con jardín en Los Pacos. Sabe seis idiomas y tiene un porte serio, casi militar, que al principio intimida un poco. Luego ya no.
9.00 h. Educación Física
Los rubios niños de 4ºB, vestidos con sudaderas de Gap y zapatillas de Nike, botan varias pelotas de baloncesto en una cancha cubierta. Timo hace sonar el silbato y los alumnos se detienen al instante, sin rechistar. En seguida se ve que los críos reconocen y aceptan su autoridad. El profesor no grita ni amenaza. No le hace falta. Ellos obedecen. ¡Milagro! ¿Cómo lo consigue? «Esta clase, sin normas, sería catastrófica. Cuando empiezo con un grupo nuevo, la primera semana no enseño nada. La dedico a explicar las normas y después los alumnos las van aprendiendo y practicando. Sólo cuando las tienen interiorizadas, avanzo en la materia. Es muy importante que ellos aprendan que yo soy el jefe y que, si todo funciona bien, podemos hacer más cosas. No puedo empezar contando chistes. Primero van las normas. Hacemos rutinas muy estrictas y nunca he tenido con ellos problemas de disciplina». Timo revela que, durante la carrera, recibió «muy buena formación» sobre psicología de grupos que ahora le permite tener dominado el asunto de la autoridad. Todos los expertos coinciden en que el primer ingrediente del éxito del modelo finlandés es la alta cualificación de sus profesores. Sólo logran acceder a la carrera de Magisterio los mejores alumnos del instituto -piden una nota de 9 sobre 10- y sólo se convierten en maestros tras superar varias pruebas y un año de prácticas supervisadas. Como los ciudadanos confían en ellos, disfrutan de mucha autonomía: pueden decidir sus métodos y no hay inspecciones ni regulación estatal sobre el tamaño de las clases. Tampoco existen evaluaciones nacionales o reválidas durante la enseñanza básica (de los siete a los 15 años). «Cada profesor hace su trabajo como le parece mejor. Se nos respeta mucho y los padres nos consideran auténticas autoridades», expresa Timo.
10.00 h. Español
En la asignatura de Español, 4ºB se divide en tres grupos, según el nivel. He aquí otra clave del éxito finlandés: la atención individualizada. La profesora Anne Niemise ha quedado con sólo ocho niños. El resto se va a otras clases. Hoy aprenden los adverbios de lugar y Anne les habla todo el rato en castellano. Cada cinco minutos, les plantea una actividad diferente. Siempre introduce algún elemento de juego, de competición o de trabajo en equipo y utiliza mucho el soporte audiovisual. Los ejercicios los corrigen todos juntos.
«Ha cambiado mucho la dinámica de las clases», expone Anne, «tienes que pensar en la mejor manera de que les entren las cosas y que en 45 minutos rindan lo más posible. Hacemos distintas actividades porque, si no, se distraen». ¿Y lo de que el profesor se convierta en un coach? «Ya lo estamos haciendo. Se trata no sólo de copiar y repetir cosas, sino de que cada niño siga su propio camino. Hay deberes distintos en función del nivel de cada niño. Nadie se queda atrás. Muy pocos repiten curso».
11.10 h. Almuerzo
Tan sólo 10 minutos después de que haya empezado la clase de Matemáticas, todo 4ºB se levanta ordenadamente y baja al comedor. Almuerzan pollo al curry con ensalada junto al profesor en un tiempo récord, porque a las 11.30 retoman la clase. Los que terminan antes suben al aula y se ponen a leer su libro sin que nadie les vigile. No montan alboroto. A diferencia de los colegios españoles, no tienen recreos largos: sólo esta pausa de 20 minutos para comer y entre 10 y 15 minutos de descanso después de cada clase. Logran cumplir a rajatabla estos ajustados horarios porque no se distraen durante las idas y venidas entre el patio y el aula. 11.30 h. MatemáticasTimo Norppa vuelve con sus alumnos. Todos menos una niña a la que se le han atragantado un poco las Matemáticas y recibe lecciones con otra profesora. Oliver, Joona, Lilian y Veikko repasan las fracciones en equipo y discuten las posibles soluciones. «Intento siempre enseñarles el porqué de las cosas. Más que acertar con la solución correcta, lo importante es que sepan explicar cómo se hace un ejercicio», recalca Timo, que en mitad de la clase pone a los críos a hacer ejercicios de estiramiento: «Practicamos esta gimnasia varias veces al día para concentrarnos mejor». Todos se ponen de pie, mueven el cuello, agachan la cabeza y se masajean los nudillos. Ya relajados, Timo formula la pregunta y varios alumnos levantan la mano. Nelli, una niña con unas trenzas tan largas como las de las protagonistas de Frozen, explica cómo ha hecho su cálculo. El profesor va mesa por mesa resolviendo las dudas de cada alumno. 12.30 h. FinésLos niños pasan la mayor parte de esta clase de Lengua Materna (Finés) leyendo. Timo pone a los alumnos a leer por parejas y después les lee él durante un buen rato, «para que aprendan a escuchar sin distraerse». «Cada día, los alumnos leen su libro en el colegio y también tienen otro libro en casa, que no es obligatorio pero que todos leen porque les gusta y es bueno para ellos». Los niños finlandeses empiezan a leer a los siete años, un año más tarde que en España. 13.15 h. ReligiónLa jornada escolar termina con una clase de Religión protestante o su alternativa de Ética. A las 14.00 horas en punto ya están los padres en la puerta esperando para recoger a sus hijos y darles la merienda. Mayra Elf, una madre ecuatoriana con dos hijos en la escuela, cuenta que el mayor estudió hasta 5º de Primaria en un colegio español. «Le iba bien, pero el sistema era de estudiar todo de memoria. Aquí cada niño aprende a su ritmo».
¿Y los deberes? «Apenas hay», responde Marisa Perona Reko, otra madre finlandesa. Finlandia es el país que menos tareas para casa pone de toda la OCDE: no llega a tres horas a la semana de media, frente a las 6,5 horas de España. En este colegio los alumnos dedican entre 10 minutos y media hora diaria, como mucho, a los deberes. «Preferimos que los niños disfruten de su tiempo libre»,
Fuente de la Noticia: http://www.elmundo.es/sociedad/2016/01/28/56a90e04e2704e8c508b4676.html
Fuente de la Foto: Luis Núñez Villaveirán
Editor: Germán González G. Licenciado en Educación, Especialista en Metodología de la Investigación. Autor de textos y artículos en el ámbito educativo. Coordinador Regional del CNIE, Investigador del CIM, Docente de la Misión Sucre.