Perú/Julio de 2016/El Peruano
Por: José Linares Gallo
En otras latitudes, las expectativas son mucho más matizadas y suele ocurrir que la comunidad y los medios de comunicación muestren también interés por el ministro de Educación. Puede ocurrir incluso que el jefe de este despacho devenga en presidente, tal como fue el caso de Ricardo Lagos en Chile.
En el Perú, los ministros de Educación, a nivel de gabinete (con contadas excepciones), reflejan la misma subestima social que vuelca la sociedad peruana hacia la profesión docente. Pareciera entonces que el dramático deterioro de nuestra educación les pasa por igual la factura. De manera que cada vez parecieran haber menos incentivos para que los talentos en el sector público o privado del Perú aspiren a ser reclutados por los sucesivos gobernantes.
Pero el ascenso de un nuevo gobierno siempre da chance a dar un golpe de timón. Siempre que se den las señales adecuadas, por supuesto.
En consecuencia, conversar sobre las características profesionales y personales deseables en un ministro de Educación resulta ser de lo más oportuno y pertinente ante el inminente cambio de gobierno. Para empezar esta tarea, tal vez lo más recomendable sea hablar de las macrocompetencias de las cuales debería estar provisto este alto funcionario.
El designado en la cartera de Educación debería estar tan o más equipado académica, tecnológica, política y gerencialmente que el ministro de Economía, el jefe del Gabinete y el propio presidente de la República, de manera que pueda romper o compartir el núcleo de poder en torno a este último y solo así viabilizar y liderar la reforma profunda que pide el país a gritos.
Debe tener, por supuesto, conocimiento del sector, pero además ser lo suficientemente creativo y asertivo como para no seguir insistiendo en políticas públicas que en lugar de ser la solución son parte del problema. Y a la vez que esté tan dispuesto al cambio que por ejemplo explore y considere las rutas seguidas por varios países asiáticos tras haber incorporado a especialistas con manejo en tecnología en las aulas, dando fin a la hegemonía educativa que tenía Finlandia.
El ministro de Educación debería ser analítico y perspicaz como para comprender la forma como piensan y aprenden los niños y jóvenes, hoy nativos digitales. Parafraseando a Peter Eio, necesitaríamos a un ministro que tenga muy en claro que, por primera vez en la historia de la humanidad, una nueva generación está capacitada para utilizar la tecnología mejor que sus padres y sus docentes.
A este respecto, un artículo revelador mencionaba en el 2009 que cualquier celular que operaba un adolescente disponía de centenares de veces más capacidad de procesamiento que la de las dos computadoras que llevaron a la luna a la nave Apolo XI. A la par con esta suerte de equipaje de mano tecnológico, las nuevas generaciones van progresivamente desarrollando la capacidad de realizar varias tareas a la vez, algo que tarde o temprano tendrá que reflejarse en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Siendo así, la tercera macrocompetencia que sería deseable es la capacidad de impulsar la investigación científica y el uso de la tecnología en la currícula escolar, sobretodo porque estos instrumentos son esenciales en los tiempos actuales, y el profesional del futuro debe contar con una preparación suficiente que provenga desde la escuela primaria y secundaria.
No olvidemos que ya vivimos la era digital, y la formación de nuestros estudiantes debe responder a los retos planteados por esta nueva etapa en el mundo.
Una nueva generación está capacitada para utilizar la tecnología mejor que sus padres.
Fuente: http://www.elperuano.com.pe/noticia-un-gerente-para-era-digital-44009.aspx
Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=gerente+di8gital&biw=1024&bih=529&tbm=isch&source=lnms&sa=X&ved=0ahUKEwj7kvfK74rOAhXFHR4KHVkvB_4Q_AUIBigB&dpr=1#tbm=isch&q=era+digital+&imgrc=meTjzXofaBZpIM%3A