Salud, dinero y cerebro: por qué vale la pena estudiar

Por. Fabricio Ballarini

La formación impacta en la calidad de vida de las personas y de los pueblos. La importancia de acortar las brechas de acceso.

¿Vale la pena estudiar una carrera en la universidad? Disparaba una nota hace un par de días bajo una chorrera de estadísticas que vinculan el grado de estudio y la chances de obtener trabajo. El artículo plantea algo que probablemente sea real, puede que la universidad no esté formando personas para los trabajos que se necesitan hoy o se necesitarán en el futuro. Ocurre que los cambios en los planes de estudio de las carreras universitarias son mucho más lentos que los cambios en la tecnología que afecta a la sociedad y al tipo de capacidades que debería tener un ciudadano que entra al mundo laboral. Será por eso que, en un intento por alcanzar las necesidades sociales, se crean nuevas universidades con nuevas carreras, pero esto, evidentemente no es suficiente. O sea, hay que tener una discusión sobre lo que se enseña en la universidad, de eso no tenemos dudas, pero de ahí a preguntarse si vale la pena estudiar una carrera universitaria (o desaconsejarlo, como una madre estadounidense a sus hijos en una carta que se viralizó) hay un trecho, probablemente tan largo como la muralla china o una manada de 400 elefantes tomados de sus colitas. El problema está en suponer que la educación solamente sirve para conseguir un trabajo. Quizás nos traten de jipis anticapitalistas, pero creemos que la educación va mucho más allá de lo laboral. Pero ¿hay evidencias para sostener esto? Bueno, veamos.

«Querido lector, tu formación educativa influye directamente en el tamaño del cerebro de tu hijo»

Si bien a simple vista la respuesta a si vale la pena estudiar parecería muy obvia, es saludable, en principio, entender que existen correlaciones que vinculan conceptos muy simples y específicos. Conceptos e ideas que si bien parecen lógicas y demasiado obvias, a veces pasan desapercibidas para una parte grande la humanidad. Es por ese motivo que es importante comprender y enseñar el por qué es importante estudiar.

Para comenzar este entramado educativo arrancaremos por uno de los conceptos más estudiados estadísticamente que dice “cuantos más años de estudios tenemos, mejor dicho, cuantos más años de educación tienen los individuos de los países, más ricos son esos países”. O lo que es igual pero más terrible, cuando menor es el acceso a la educación más pobres son los países. Seguramente muchos podrán argumentar que es una simple correlación y probablemente van a tener razón.

Pero qué pasa si a esta mera correlación le sumamos otra que dice que el grado de riqueza varía con la salud de los pueblos. Es lógico y también está muy estudiado, pero está bueno parar un segundo y deducir quemás educación es más riqueza y más riqueza es mejor salud, en ese u en otro orden, así que como mínimo estaría siendo muy copado el hecho de ponerse guardapolvo y aprender.

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Ahora bien, con esta información quizás podamos reformular la pregunta inicial y preguntarnos: ¿está bueno estudiar para vivir mejor? Si vivir mejor es tener más esperanza de vida, salud y dinero. Parecería que sí.

Entonces ¿tener dinero me acerca de alguna u otra forma una mejor calidad de vida? No necesariamente, pero existen evidencias científicas que confirman que poseer un mínimo de dinero nos proporciona la suficiente liberación de carga mental que es necesaria para tomar buenas decisiones. Cobrar un sueldo no solo puede aliviar tu situación financiera, sino también liberar un gasto de «energía mental» que puede ser empleada en resolver otros problemas que tienen que ver con inhibir impulsos que nos llevan a tomar malas decisiones una y otra vez. En otras palabras, cuando el bolsillo te urge y cada día tenés que apretar el cinturón un poco más, la demanda cognitiva por la supervivencia es tan elevada que le quita la posibilidad redistribuir parte de esa «energía o nafta» en resolver otras demandas cognitivas.

Si a esta altura del texto seguís dudando sobre la importancia de la educación te puedo contar que desde hace unos años la humanidad tiene la posibilidad de espiar cómo funciona el cerebro, gracias a un aparato llamado resonador magnético funcional. Este avance tecnológico además de generar miles de datos para mejorar el diagnóstico de enfermedades, nos permite empezar a comprender qué partes de nuestro cerebro son activadas ante determinados estímulos, situaciones o decisiones.

Esta tecnología, por ejemplo, les permite a los científicos medir la superficie de la corteza (o sea la parte externa de nuestro cerebro). Estructura que funcionaría como una posible área del cerebro a ser candidata como indicador sensible sobre las capacidades cognitivas. Es decir que más desarrollo cognitivo correlacionaría con el crecimiento de esta región periférica y fundamental de nuestro cerebro.

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Fue así que a partir del uso de esta tecnología hace muy poco muchos neurocientíficos se preguntaron ¿qué tal si analizamos el nivel educativo de los padres y lo comparamos con el tamaño de las regiones relacionadas con el lenguaje, la lectura y las funciones ejecutivas (razonar, tomar de decisiones) de sus hijos? Quizás de esa forma podremos comprender por qué vale la pena estudiar.

La respuesta fue realmente bastante abrumadora. Cuando los padres no fueron a la universidad (tuvieron 12 años de educación formal) los científicos hallaron que sus hijos tenían la corteza cerebral más pequeña (aproximadamente 3 %) que los hijos de padres que sí habían ido. Así es querido lector, tu formación educativa influye directamente en el tamaño del cerebro de tu hijo.

Pero no termina ahí. Para sumar culpa al desarrollo cerebral de tus hijos, los investigadores hicieron la misma evaluación pero separando a los padres según los ingresos. De nuevo, encontraron una correlación entre el tamaño de la corteza y los recursos económicos. Esta vez, con diferencias cercanas al 6% cuando comparamos las cortezas de los hijos de familias pobres con las de las familias de clase media. Cuanto más pobre sos, más jíbaros son tus hijos. Terrible.

Pero entonces, ¿necesito ser rico para tener más capacidades cognitivas? Definitivamente no. Porque no se observan diferencias entre los cerebros de personas de recursos medios y altos. A partir de la clase media, tener más dinero no mejora tu cognición.

Entender que tener el cerebro más pequeño a causa de la marginalidad está vinculado directamente a déficits cognitivos es comprender una parte importante de la condena social. En simples palabras, justificar científicamente que las deficiencias económicas y sobre todo educativas producen un deterioro intelectual, por el que seguramente se perpetúe infinitamente la pobreza. Tomar malas decisiones, no tener la capacidad para comprender, no poder razonar correctamente o tener problemas de aprendizaje se asocia con los niveles terribles de desigualdad. Acotar esa brecha es brindar la posibilidad de poder crecer.

Por vos, por tu salud, por tu cerebro, por tus hijos, por un mundo mejor definitivamente VALE LA PENA ESTUDIAR.

Fuente: http://www.clarin.com/buena-vida/psico/Salud-dinero-cerebro-pena-estudiar_0_1624037607.html

Imagen:http://images.clarin.com/buena-vida/psico/menor-acceso-educacion-pobres-paises_CLAIMA20160801_0034_28.jpg

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Fabricio Ballarini

Investigador CONICET. Laboratorio de Memoria, IBCN, Facultad de Medicina (UBA). Autor de REC. Actualmente realiza todos los días Neuroqué? en Tecnópolis un espectáculo para enseñarle los misterios del cerebro a los chicos.