¿Qué perspectivas ven, desde la OIT, en cuanto a la creación de empleo en España?
Según el Informe de Tendencias y Perspectivas de Empleo para 2016 que hemos publicado recientemente, a nivel mundial seguimos constatando dificultades para salir de la crisis del empleo. Hay 197 millones de desempleados, que son 27 millones más que antes de la crisis, 73 millones de ellos son jóvenes. Y tenemos una buena noticia y una mala. La buena es que en el caso de Europa existe la posibilidad de disminución del desempleo. La mala es que esta disminución será tan moderada que no será capaz de compensar los crecimientos en desempleo que habrá en el resto del mundo, por la delicada situación de los países emergentes. Así que para 2016 nos tememos que habrá 2,3 millones de desempleados más.
En España también disminuirá el desempleo de manera moderada. Insuficiente para permitir la recuperación social. Hay recuperación económica pero no social. Las causas son todavía las altas tasas de desempleo y la caída de los ingresos de las familias, vía desempleo y caída de los salarios. Además, crecen los índices de pobreza de manera alarmante. Hoy casi el 30% de las personas en España están bajo el umbral de la pobreza y más de un tercio en el caso de los niños.
En Europa, la moderada disminución del desempleo en los dos últimos años ha sido posible por cierta relajación de las políticas de austeridad extrema y un cambio en la política monetaria. Las decisiones del Banco Central Europeo han permitido activar la economía. Si hubiera un mayor esfuerzo de inversión pública y un mayor estímulo a la inversión privada, habría una mayor creación de empleo. Y si eso se acompañara de una recuperación de los ingresos, permitiría también la recuperación social.
En un mundo global con incertidumbres por la situación de los países emergentes cobra mayor importancia la demanda interna. En España han funcionado las exportaciones, lo que ha permitido la recuperación económica, pero esto puede cambiar y la demanda interna está demasiado débil.
Además, recuperación social y recuperación económica tiene que ir de la mano y no separadas como hasta ahora. El foco hay que ponerlo ahora en la recuperación social. Como se ha podido observar no hay un automatismo entre recuperación económica y recuperación social: son necesarias políticas expresamente dirigidas a favorecer la recuperación social.
Los índices de paro entre los jóvenes siguen siendo preocupantes. ¿Qué estrategias recomendaría a nivel político?
La clave del empleo juvenil se llama empleo. En general. Porque los índices de desempleo juvenil suelen doblar los índices medios de desempleo. En el caso español los índices de desempleo juvenil son tan espectaculares e insoportables porque la tasa de desempleo también lo es. Lo primero para reducir el desempleo juvenil es hacer políticas que activen el empleo. A nivel mundial, junto al cambio climático, el desempleo juvenil es el problema más grave que afronta la humanidad para las próximas décadas. Hay 73 millones de menores de 25 años que buscan empleo y no lo encuentran. Cada año 40 millones de jóvenes acceden al mercado de trabajo y, en un escenariobusiness as usual, se van a encontrar con que no existe oferta de empleo para ellos. Será necesario crear 600 millones de empleos en los próximos 15 años.
Pero si se siguen haciendo las cosas como en el pasado, no habrá manera y nos encontraremos con una generación perdida. Que tendría consecuencias económicas tremendas, por pérdida de capital humano; consecuencias sociales, como el aumento de la pobreza y la frustración social; y consecuencias políticas de todo tipo.
¿Y cómo se afronta esa crisis?
Hay que generar empleo y a la vez son necesarias políticas específicas para favorecer el empleo juvenil. Que ninguno de los empleos que se creen pueda quedarse sin cubrir porque no haya políticas activas para hacer ese enlace. Y dar la formación adecuada tanto para responder a la demanda de empleo que pueda existir como para abrir campo a nuevas actividades generadoras de empleo. Formar en los sectores más punteros de la nueva economía: las tecnologías de la información y la comunicación; las energías renovables, la eficiencia energética y su implantación; las smartcities y la buena gestión de los servicios de atención a las personas dependientes. Es necesaria una formación adecuada para que estos jóvenes no sólo atiendan las ofertas de empleo sino que también estimulen las nuevas actividades.
¿Apostaría por una formación más adaptada a las necesidades del mercado de trabajo?
Hay que ir todavía más allá. La formación debe permitir abrir el mercado de trabajo del futuro. Este nuevo enfoque es absolutamente necesario en estos tiempos de cambio que vienen. Se dice que los niños y las niñas que ahora están en las escuela, el día de mañana trabajarán en oficios que todavía no existen. Lo que implica tener una visión muy avanzada.
El gran desafío que tiene España ahora mismo es ir hacia un nuevo modelo productivo. Se ha demostrado que la edificación y el turismo como pilares de la economía llevan a burbujas económicas y financieras desastrosas: hay que cambiar el modelo productivo. Y las profesiones deben estimular ese cambio de modelo. Un modelo mucho más sostenible desde un punto de vista ambiental, adaptado a los desafíos tecnológicos del futuro y a los desafíos sociales, como la atención a las personas dependientes, que será fuente de cientos de miles de nuevos empleos. Orientar la formación hacía ahí ayudará a crear empleo.
¿Qué papel cree que deberían jugar la orientación y las entidades especializadas, como Educaweb, a la hora de afrontar estos retos?
Lo primero es ganarse una autoridad por la calidad de sus propuestas. Tener perspectiva de hacia dónde va la sociedad actual, cuáles son sectores con futuro y adaptar sus capacidades educativas e informativas hacia esta nueva realidad. Si es así su audiencia social será mucho mayor y acabarán teniendo también más audiencia política.
Según un estudio de la OIT de 2015, «más de un 60% de los trabajadores carece de cualquier tipo de contrato de trabajo» y las personas contratadas lo están con contratos temporales o autónomos, a corto plazo. ¿Cómo salvar este escollo? ¿El nuevo modelo productivo que usted demanda debería implicar también menos precariedad?
Por supuesto. Pero es que un modelo productivo más asentado en la industria y en actividades con un alto valor añadido, requerirá trabajadores más formados, con empleos más estables y mejor remunerados. Si el sector del turismo se orienta hacia un turismo de mayor calidad y mayor respeto ambiental, menos masificado, requerirá nuevas cualidades a los empleados del sector: mayor conocimiento cultural, mayor conocimiento ambiental… En la construcción, por ejemplo, si en vez de obra nueva, se orienta a la necesidad enorme de rehabilitar la obra residencial existente (conseguir que los edificios sean mucho más eficientes energéticamente, con energías renovables, más habitables y accesibles, aislamiento acústico y térmico), todo esto significaría un reenfoque de la actividad de la construcción.
Por otro lado, el 60% de la población mundial no tiene contrato, es lo que se viene a llamar el «trabajo informal». La necesidad de formalizar este «trabajo informal» viene demandada por varias consideraciones: la primera es que no puede haber trabajo decente si no hay un trabajo con un contrato y unos derechos, para vivir dignamente. La segunda es que no se pueden construir sistemas de protección social sin la formalización del trabajo relacionando las cotizaciones con las prestaciones.
Dos claves sobre el desempleo juvenil: no basta con lamentarse, hacen falta poner medidas. Una de ellas es la Garantía Juvenil, un programa europeo dotado de fondos (insuficientes, por supuesto, pero con fondos importantes). Es una oportunidad para muchos jóvenes si va hacia adelante. Se dirige a los que ni trabajan ni estudian y consiste en ofrecerles o un trabajo o un estudio. Pero en España está por desarrollarse, se han puesto las bases, y la OIT colabora, pero hay todavía mucho por hacer los próximos dos años. Es clave que funcione y que funcione bien. También es clave todo el sistema de Formación Dual, que está por desarrollarse. Se tiene la intención el conocimiento básico de cómo debería ir, pero falta alinear a todos los actores: las empresas, que son claves para la formación dual; el sistema formativo; los trabajadores y organizaciones sindicales, que tienen que implicarse totalmente, así como las organizaciones intermedias, que pueden ser un complemento. Está por desarrollarse, es una asignatura prioritaria.
¿Por dónde empezar?
Los dos vectores de cambio de la sociedad actual son las nuevas demandas ambientales y las tecnologías. Y el sector que hace de ‘driver’ del cambio es la energía. La transición energética, el cambio de modelo energético, está ahí. Hay sectores que se van a tener que transformar a sí mismos. Otros que van a entrar en un declive y serán sustituidos por otros nuevos. Conocer estas realidades y orientarlas en la dirección de una transición justa es imprescindible para entender el futuro inmediato y aplicar medidas dirigidas al cambio de modelo productivo hacia un modelo ambientalmente más sostenible, económicamente más solvente y socialmente más justo.