Por. Mario Daniel Correa
Los jardines de infantes incorporados al nivel inicial tienen entre sus presupuestos fundamentales el desarrollo o el despertar de una motivación por la que el niño significa el origen mismo de los aprendizajes y en los que el propio infante mediante los ejercicios podrá poner en práctica sus habilidades para dar respuesta a cada situación vivida. La pedagogía que sustentamos se basa en sus posibilidades por el juego. El niño tiene al nacer una motivación innata de aprender y las cualidades para hacerlo por sí solo. Por lo tanto, lo mejor que los adultos podemos hacer por él es darle las oportunidades y un adecuado ambiente para que despliegue su potencial natural. El factor educativo de la expresión corporal y la mímica, se refieren al movimiento, con el fin de favorecer los procesos de aprendizaje, estructurar el esquema corporal, construir una apropiada imagen de sí mismo, mejorar la comunicación y desarrollar la creatividad. Para hacer teatro considerando al niño de nivel inicial, no es necesario que este tenga una cualidad innata, para ello, bastará con que quiera divertirse, inventar e interpretar historias, y hacer amigos. Los niños, en el teatro infantil, no hacen teatro ni aprenden teatro. Ellos juegan a crear, inventar y aprenden a participar y a colaborar con el grupo. Otro factor como la música debe introducirse para los niños en edades preescolares debido a la importancia que ella representa en su desarrollo intelectual, auditivo, sensorial, del habla y motriz.
La música como elemento fundamental en esta primera etapa del sistema educativo ayuda al niño a integrarse a la naturaleza y al medio porque favorece el alcanzar autonomía en sus percepciones cotidianas, asumir la atención de sí mismo y por el entorno y ampliar su mundo comunicacional. El niño que vive en contacto con la música aprende a convivir de la mejor manera posible con otros niños y con el propio adulto estableciendo un contacto relacional más armonioso. La música (sobre todo la música clásica) provoca: Aumento en la capacidad de memoria, atención y concentración de los niños; mejora la habilidad para resolver problemas matemáticos y de razonamiento complejos. Al combinarse con el baile, estimula los sentidos, el equilibrio, y el desarrollo muscular.
Pero el factor más importante es el juego puesto que por él, el niño se beneficia de la siguiente manera: Satisface las necesidades básicas de ejercicio físico; es una vía excelente para expresar y realizar sus deseos; la imaginación del juego facilita el posicionamiento moral y maduración de ideas; es un canal de expresión y descarga de sentimientos, positivos y negativos, ayudando al equilibrio emocional; con los juegos de imitación está ensayando y ejercitándose para la vida de adulto; cuando juega con otros niños y niñas se socializa y gesta sus futuras habilidades sociales; el juego es un canal para conocer los comportamientos del niño y así poder encauzar o premiar hábitos y finalmente diremos que es muy importante participar en el juego con ellos.
Todo ello es viable en la medida en que entendamos que los jardines de infantes deben concebirse como ámbitos de integración donde el maestro tendrá una importante tarea diferenciada de atención para educar y formar.
Fuente: http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=725237
Imagen: http://old.integracionsocial.gov.co/anexos/imagenes/foto%209%20ni%C3%B1os%20de%20jard%C3%ADn%20infantil..jpg