Por: Rose Mary Hernández Román
Las historias vividas por los docentes nos llenan de inspiración para describir de manera agradable las cosas sencillas de su día a día, cargadas de entrega y humildad. No hay maestro o maestra con historia muerta, para mí, pequeñas historias son grandes enseñanzas.
Los Locos que Enseñan
¡Yo he vistos! A esos locos que enseñan. ¡Yo los conozco! Los he seguido muchas veces. Son raros. Algunos salen temprano a la mañana y están en la escuela una hora antes, al llegar barren el frente de su institución, pasan coleto en su oficina. Muchos andan en transportes colectivos. Otros recorren todos los días más de 100Km de ida y otros tantos de vuelta. Hay quienes usan bicicletas y en la cesta llevan algunas cosas para regalar o plantas medicinales para curarle la tos a sus estudiantes
Acostumbran a conversar mucho, e incluso entre extraños, por lo general llevan caramelos en los bolsillos, una extraña revista debajo de sus brazos, así como una botella de agua a su lado. Su garganta siempre está dolorida, en los recesos, persiguen a los estudiantes, se desesperan si no controlan a su grupo, y al estar de nuevo en el aula siguen enseñando, a veces fuerzan su voz, e siguen transmitiendo sus conocimientos con cariño e ilusión.
¡Yo los he visto, no están bien de la cabeza!. Organizan paseos con sus estudiantes y se encargan de gestionar autorizaciones, recogida de dinero y responsabilidad extra, e incluso, se llevan a su casa a dormir al que no tiene para pagar el transporte de madrugada que les lleve al sitio de concentración.
¿Qué será de ellos? Llegan a casa y siempre conversan con su pareja lo que hicieron en el trabajo. Al sentarse a comer piensan en los que ese día no lo lograron. Casi no duermen. Por la noche sueñan con su escuela, entretejen historias, se les aparecen planetas, ecosistemas y grandes personajes. He escuchado que llegan al trabajo cargados con cuadernos y exámenes, que han corregido la tarde antes en su casa.
Son mujeres y hombres, casados, solteros,…de diferentes edades, pero a todos les apasiona su trabajo, ver crecer a sus estudiantes, ayudarlos y conseguir de ellos ciudadanos competentes.
¡Los he visto muchas veces!. Están mal de la cabeza. Algunos dicen de ellos que viven muy bien, pero les han recortado el sueldo y siguen trabajando incluso más que antes, algunos no miran ni su nómina porque su pasión por la enseñanza los hace ciegos a pensar en el cobro. Disfrutan con lo que hacen, aunque haya padres que los discutan y les quiten autoridad, ellos siguen para adelante.
Están mal; por las tardes se quedan para hacer cursos de formación y no les importa perder tiempo de su ocio para reciclarse. Dicen que son autocríticos y que hacen balance de sus experiencias educativas, que se frustran cuando no salen las cosas, que se alegran cuando su grupo avanza.
A ellos también se les dan vacaciones, pero no se desconectan del todo, piensan en lo que necesitan para sus clases, preparan tareas para los siguientes encuentros. Son impecables, limpian sus zapatos, lavan el uniforme y lo cuelgan almidonado, le planchan y dejan listo para el próximo día de clase. En sus bolsos nunca falta la tiza y el borrador, un lápiz y una pequeña agenda donde resalta lo que considera que debe escribir.
Están mal de la cabeza. No hablan de jubilación, y si ésta llegara se van a trabajar a otra parte, siempre enseñando, con más vigor y entrega, pues piensan que ahora es cuando pueden seguir dando clase. Toman café entre amigos y colegas, sus palabras son de respeto y cortesía a pesar de que la vida se les ha vuelto hostil, que las calles son agresivas y en ellas se encuentra violencia.
Son personas diferentes. Ellos dicen que son MAESTROS o MAESTRAS y que se sienten MUY ORGULLOSOS y ORGULLOSAS DE SERLO.
Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=maestros+en+bicicleta&biw=1024&bih=485&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwif1IPx78TOAhXJYiYKHaMvDmIQ_AUIBigB#imgrc=zccjwobtZGMNiM%3A