04 Septiembre 2016/Fuente: laizquierdadiario/Autor: Laura Vilches
En el marco del pasado Festival Internacional de Literatura de Córdoba, visitó la provincia mediterránea el escritor brasilero contemporáneo Luiz Ruffato. Luego de una distendida charla que brindara junto a la escritora cordobesa Eugenia Almeida, La Izquierda Diario aprovechó la oportunidad para conversar con él.
Nacido en el seno de una familia obrera de inmigrantes italianos, Luiz fue el primero en obtener estudios universitarios. Trabajaba en ventas al tiempo que estudiaba periodismo por la noche en la Universidad de Juiz de Fora en Minas Gerais. Trabajó como periodista en San Pablo hasta que finalmente se inclinó por la literatura. Su origen inmigrante y de clase trabajadora se ve reflejado en sus obras. En su ciclo de cinco novelas titulado Inferno Provisório (Infierno provisorio) (2005-2011), retrata la historia de la industrialización de Brasil a partir de los años 50. En Eles eran muitos cavalos (Eran muchos caballos) (2001), una historia narrada en 69 fragmentos, toma las contradicciones de la vida cotidiana en San Pablo, la ciudad más poblada del vecino país. Con este trabajo obtuvo el Troféu APCA (entregado por la Asociación Paulista de Críticos de Arte) y el premio Machado de Assis como mejor novela del 2001, entre tantos otros obtenidos a lo largo de su carrera.
La charla estuvo plagada de humor…
(Risas) Sí, los escritores suelen mantener toda una postura de seriedad. Pero no es necesario ser serio para decir cosas serias.
Dijiste allí que te considerás un obrero de la palabra, contanos un poco.
Bueno, yo fui periodista hasta el 2003, ahí decidí abandonar el periodismo para dedicarme a la literatura, pero vivir de las letras es imposible en Brasil. Entonces yo tengo una especie de nido con huevos. Un huevo son los derechos autorales, otro los festivales literarios, las ferias, las charlas en universidades, trabajo mucho. Por eso digo que soy un obrero que hoy tiene otra actividad, que es intelectual, pero soy un trabajador.
También declaraste que no hacías realismo socialista, sino más bien un realismo capitalista. ¿Cómo sería ese realismo?
Es que, el universo del que tratan mis libros, que es un universo habitado por obreros y obreras humildes, trabajadores de clase media baja urbana, es un universo muy particular. En Brasil casi ningún autor trata esa temática. Entonces, para contrarrestar la idea de que para tratar ese material uno tiene que hacer realismo socialista -que a mí no me gusta nada, porque el realismo socialista tiene la intención de crear una novela colectiva en detrimento de los individuos, donde los personajes no tienen individualidad- yo trato de construir alrevés, una novela colectiva donde lo más importantes son las personas, los individuos que constituyen un colectivo. Por eso digo que hago un realismo capitalista.
¿Por qué nadie toma la clase obrera como temática? ¿A qué se debe esta separación tan grande entre la literatura y los trabajadores?
La literatura es un arte que exige una educación, allá los obreros están educados sólo para trabajar con máquinas, no para realizar un trabajo intelectual. En Brasil la educación formal de calidad es sólo para la clase media y clase media alta. Por eso, la representación o la auto-representación obrera en la literatura son casi imposibles. Porque uno tiene que salir de la clase media baja y conseguir una educación para poder representar eso, y es muy difícil. Muchos de los que lo logran, la primera cosa que quieren es apagar el pasado, para ser absorbidos, no se habla sobre ese pasado.
Señalaste que para vos en la literatura son más importantes el ritmo y el lenguaje que la historia. ¿Esto lo extendés a todos los géneros?
Sí, yo creo que la literatura no tiene que tener una bandera, la bandera la tienen los lectores y en todo caso los escritores. La literatura tiene que representar la realidad de la mejor manera posible, y la realidad es demasiado compleja, allí el autor no tiene que hacer nada. Por eso el escritor tiene su hacer en el lenguaje, que representa esa realidad. Y el ritmo, sin ritmo no hay nada, el corazón tiene un ritmo, sin eso no hay nada. La historia es relativamente importante, pero no fundamental. Lo mismo el escritor, un escrito que no es leído no existe, entonces el lector es aún más importante.
Hasta hace algunos años en la Facultad de Letras la materia Literatura Latinoamericana se llamaba Hispanoamericana. ¿Por qué crees que cuesta tanto la inserción de la Literatura Brasilera en Latinoamérica, es quizás por la barrera que implica la lengua?
La lengua es importante, pero más importante es que en Brasil no se tiene la idea de “latinoamericanos”, de “patria grande”, no existe esa idea geopolítica. No hay un pensamiento de que somos hermanos de Argentina, Ecuador o Colombia. No somos hermanos de nadie. Somos egoístas y desinteresados con el resto de América Latina, porque deseamos ser europeos, africanos, norteamericanos y no lo somos.
Además, la historia política de Brasil es muy distinta de la historia de Latinoamérica. Mientras aquí se conformaban repúblicas y nacían naciones modernas, nosotros éramos un imperio, mientras en casi todo el mundo la esclavitud ya pertenecía al pasado, en Brasil había esclavitud.
No es sólo la lengua, es importante, sí, pero hay miedo en la relación entre Latinoamérica y Brasil. Y es lógico, porque Brasil siempre fue imperialista.
Cuando te referiste a los distintos escenarios de la Literatura Brasilera, cuando nombraste a la denominada “Literatura Marginal” mencionaste que le faltaba calidad estética. ¿Podés ampliar esa visión?
Es una cuestión para mi muy importante. Al mercado editorial le interesa esta literatura marginal, pero como un fenómeno antropológico y sociológico. Esto es una trampa, porque los escritores creen que hacen literatura.
El mercado apoya, pero no hay un desarrollo de esa literatura más allá de lo comercial, porque se agota en sí misma. El paso siguiente sería cambiar este deseo y esta potencia, en verdadera literatura. Trabajar el ritmo y el lenguaje, sino se queda en la historia.
Entonces es un documento político, antropológico y sociológico, pero no es literatura. Desde mi punto de vista, por supuesto, puedo estar equivocado.
Fuente de la entrevista: http://laizquierdadiario.com/Luiz-Ruffato-Lo-que-yo-hago-es-realismo-capitalista
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