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Libro (PDF): Ocho escritores latinoamericanos del siglo XX

Reseña: CLACSO

El libro: Ocho escritores latinoamericanos del siglo XX, muestra Resultados de investigación presentados en cinco tesinas y tres tesis de la Especialización en Literatura Mexicana del Siglo XX que se imparte en la UAM-Azcapotzalco y de la Maestría en Letras Hispanoamericanas que ofrece la Universidad de Colima, respectivamente. Egresados de ambos programas analizan, en los ocho capítulos que componen este libro, la obra de siete escritores mexicanos y uno argentino, Oliverio Girondo, el cual extiende el horizonte de estudio del ámbito mexicano a América Latina

 

Autor/a:                               García Cárdenas, Lidia –   Pérez García, Rocío del Carmen –   Sánchez Ramos, Nélida –   Saravia, Marina –   Rodríguez González, Alberto –   Vergara, Gloria – Compilador/a o Editor/a  Flores Flores, Ociel – Compilador/a o Editor/a  Castillo Alvarado, Olivia – Autor/a  Madrigal Campos, Rosa Carmen –   Landín Vargas, Abelina
Editorial/Editor: División de Ciencias sociales y Humanidades
Año de publicación:  2010
País (es): México
Idioma: Español
ISBN :  978-607-477-114-5
Descarga:   Ocho escritores latinoamericanos del siglo XX
Fuente e imagen:

 

http://biblioteca.clacso.edu.ar/

 

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Gabriela Mistral, seis décadas de un legado multicultural

Por: telesurtv.net.

 

Mujer polifacética, su obra pervive a 63 años de su muerte, pues se desempeñó en áreas como la educación, el activismo social y hasta la música.

Pocos  son los que no conocen el nombre y al menos una parte de la obra de la chilena Gabriela Mistral. Nacida un 7 de abril de 1889, su prolífica obra literaria le valió el Premio Nobel de Literatura en el año 1945, siendo la primera latina en obtener este galardón, y seis años más tarde, alcanzó el Premio Nacional de Literatura en su país natal.

Redactora en sus inicios de periódicos locales, narradora y poetisa de gran habilidad para crear versos, el entorno rural en el que creció en la región de Coquimbo, dejaron impronta en su forma de expresarse y en su relación con la naturaleza.

Diplomática que se desempeñó como cónsul en Brasil, su obra es considerada como de las más destacadas en la historia mundial literaria.

Universidad de Chile@uchile

Lucila Godoy Alcayaga es una de las más grandes poetas de la literatura latinoamericana y nos enorgullece que sea parte del legado de las . Educadora, artista, y primera mujer Nobel de literatura en el continente, Gabriela Mistral es grande:https://uchile.cl/u8961 

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Mujer polifacética, su legado pervive a 63 años de su muerte, pues se desempeñó en áreas como la educación, el activismo social y hasta la música, pues escribió diferentes canciones para niños, destacándose Dame la mano.

Mistral en la educación

Sus textos hoy son obligatorios en muchos de los sistemas educacionales de Latinoamérica. Foto: Zenda

Maestra rural, fue en el pueblo de Montegrande, al interior del Valle de Elqui, donde Mistral desarrolló su labor pedagógica.

Sus textos hoy son obligatorios en muchos de los sistemas educacionales de Latinoamérica. Mientras que en Chile, existe la Orden al Mérito Docente Gabriela Mistral precisamente para honrar a esta abnegada profesora.

Ciudades 2030@ciudades2030

Recordamos con orgullo el legado de nuestra gran para una

…gran mujer, poetisa y maestra…

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Según el exintendente de Coquimbo, Claudio Ibáñez, la figura de Gabriela es trascendental porque se adelantó y aportó una mirada inclusiva para que Chile tuviera educación gratuita y de calidad.

Ibáñez dijo que Mistral es una inspiración para conseguir una nación inclusiva y de más oportunidades, «con mejor educación, ya que es el motor del desarrollo humano».

Hace 131 años, un 7 de abril de 1889 nació la poetisa chilena y Premio Nobel de Literatura – “Tengo la dicha fiel, y la dicha perdida…”

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Adelantada a sus tiempos, la poetisa escribió incansablemente sobre los profesores, el magisterio y la educación en general. Para ella, los maestros debían siempre “mostrar las bellezas y miserias de su escuela, para crear lenta pero seguramente, la simpatía de la ciudad hacia ella, ya que solo conocer conduce a amar”.

Con la premisa de que siempre se debía enseñar, tanto en el patio y en la calle como en la sala de clase, Mistral puso en marcha las escuelas al aire libre, un método que llevó a cabo en Chile y en México.

Al respecto, la profesora de la Universidad de Chile, Leonora Reyes, advierte que Mistral alimentó con osadía y sin dogmas, “una redefinición de educación pública en que primara la diversidad cultural, de ideas y pensamientos, con el protagonismo de los sujetos que la constituyen, superando las profundas desigualdades sociales que arrecian nuestra educación y sociedad.

Lucha por la igualdad

Defensora de los derechos de la mujer, los niños, y los indígenas, según los especialistas, con Mistral nacía una activista social que pertenece junto a la escultora boliviana Marina Núñez del Prado, la pintora mexicana Frida Kahlo y la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou, a una generación de artistas latinoamericanas imprescindibles en la reivindicación de los derechos de la mujer en la región.

Gabriela Mistral (1889-1957) fue la primera persona latina en ganar el Nobel de Literatura (1945). En 1951, ganó el Premio Nacional de Literatura.

Su legado se mantiene vivo desde entonces.

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Gabriela abordó el rol de la mujer o la diversidad sexual, con un enfoque entre lo tradicional y lo progresista, y mostró su preocupación por la equidad y paridad de contenidos educativos entre niñas y niños.

Luchadora por equiparar los derechos de toda la sociedad, escribió en una ocasión: «!Más porvenir para la mujer, más ayuda! (…) Búsquesele todos los medios para que pueda vivir sin mendigar la protección. Y habrán así menos degradas (…) Hágasele amar la ciencia más que a las joyas y las sedas (…) Y se alzará con toda su altivez y su majestad».

Fuente de la reseña: https://www.telesurtv.net/news/chile-gabriela-mistral-legado-multicultural-20200406-0057.html

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Recuerdos en tiempo presente

Por: Graziella Pogolotti

Descansaba Armando Hart en el Centro de Estudios Martianos fundado por él desde la primera hora de su designación al frente del Ministerio de Cultura. El sitio era demasiado pequeño para acoger a todos aquellos  que aspiraban a rendir homenaje a un indispensable de la historia  de la Revolución Cubana. Tenía, sin embargo, un indiscutible valor simbólico.

Representaba la línea de continuidad entre la tradición martiana, el áspero presente de la contemporaneidad y el trazado de un mañana proyectado hacia la irrenunciable construcción del país, frágil en su  condición insular y sólidamente afincado en el misterio que lo protege.

Bajo el estremecimiento del duelo, son muchos los que han evocado la trayectoria del joven que, desde sus años  estudiantiles, se entregó sin reservas al empeño de transformar la nación, arriesgó la vida en medio de la clandestinidad, luchó junto a Frank País en las hornadas del 30 de noviembre y recibió el triunfo de enero en la prisión de Isla de Pinos.

Ajeno a mezquindades sectarias, fue el ministro de la Campaña de Alfabetización y el llamado a reparar los daños causados por los errores en la aplicación de las políticas  culturales durante los 70 del pasado siglo.

En el silencio de la despedida, me asaltaban las voces del recuerdo, de su hacer y pensar cotidiano en la solución de los grandes y pequeños problemas, ninguno insignificante, porque unos y otros  se intercalan e interceptan como la piedra en el zapato que entorpece el andar del caminante. Conocí de cerca las cualidades del trabajador infatigable que sostenía el andamiaje de la figura pública. Su capacidad convocante residía en el reconocimiento de su insobornable trayectoria política alentada por la fidelidad a un ideal y por la decencia, virtud primordial que abría cauce a la confianza mutua, fuente de todo diálogo productivo, libre de reservas, prejuicios y mezquindades.

Sus colaboradores más cercanos distaban mucho de ser dóciles ejecutores de decisiones prefijadas. De formación heterogénea, a través de su experiencia de vida forjaron criterios arraigados sobre muchos asuntos.

En el intercambio de ideas cristalizaba el consenso. Con su entrega absoluta  a la tarea, Chela, su colaboradora de siempre, se hacía cargo del seguimiento de los detalles, garantía del éxito de todo diseño de políticas.

En los pasados 80, hubo que cicatrizar heridas. Hubo también otros desafíos. Sobre la fragmentación de la izquierda el discurso imperial retomaba la ofensiva. En el batallar de las ideas, Hart sabía que era indispensable «cambiar las reglas del juego», sustituir las reacciones defensivas por el diseño de lineamientos propositivos afincados en el reconocimiento de nuestra identidad nacional, en el respaldo a la experimentación, en el impulso a la creatividad como fuerza nutricia del ser de la nación. Como círculos concéntricos, los espacios de diálogo se multiplicaron. Emergía una nueva generación, impaciente por proyectarse con voz propia. Por vía institucional, Hart estableció canales de comunicación. La casona colonial de Empedrado, entonces Centro Alejo Carpentier, fue uno de ellos. En otra dirección, alentó el fortalecimiento de la Uneac, convertida en interlocutora crítica  privilegiada y en partícipe activa del debate cultural.

Concebida como método de trabajo, la perspectiva dialógica de Hart introdujo una dinámica que cerraba  el paso a la corrosiva rutina burocrática. Activaba las antenas para tomar la temperatura a los cambios derivados del transcurrir del tiempo en el ininterrumpido remodelarse de cada época. Estableció la interlocución activa con los artistas y con las nuevas generaciones, volcado siempre hacia el más ancho territorio de la sociedad. En ese sentido, fortaleció el papel de las instituciones, porque el rostro humano  de la realidad se manifiesta en la base popular históricamente cercenada del acceso a los bienes de la alta cultura y, sobre todo, del autorreconocimiento de los valores que, por tradición, la habitaban. Impulsó la legislación a favor del patrimonio. Propició  el desarrollo de una paciente labor investigativa  que se tradujo en la elaboración del Atlas de la cultura cubana con la consiguiente reivindicación de festejos y celebraciones adormecidos, aunque portadores de vitalidad. Así regresaron, entre otras muchas cosas, las parrandas, creación colectiva venida desde abajo.

Con pasión, espíritu crítico y creatividad, hay que aprender a leer la historia en función de las demandas presentes. Martí supo hacerlo de manera ejemplar cuando no eran muchos los datos disponibles sobre la base de estudios científicos sistematizados. En sus indagaciones sobre la Guerra de los Diez Años y en su intercambio con los participantes en la hazaña encontró las claves que le permitieron soslayar errores y tejer los hilos de la cohesión con vistas a juntar voluntades al servicio del gran proyecto liberador. Siguiendo el ejemplo del Maestro, Fidel formuló el Programa del Moncada. Con similar espíritu unitivo, Hart enfatizó como tradición viviente la articulación entre ética y política, indispensable en la compleja encrucijada  que define nuestra contemporaneidad. En ella se asientan los paradigmas que han de nutrir un imaginario resistente al socavamiento de valores.

Desde el estrecho ámbito de mi vida laboral, percibo los efectos lacerantes de la corrupción y el soborno. Como contraparte, a pesar de las difíciles circunstancias, me compensa observar en muchos la capacidad de crecer preservando la lealtad a los principios fundamentales, el gesto solidario, la cohesión en el esfuerzo común. Ahí, en el anonimato, se encuentran nuestros paradigmas. Ahí, silenciosas y tangibles, están nuestras reservas morales, nuestro capital más valioso.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2017-12-11/recuerdos-en-tiempo-presente-11-12-2017-00-12-24

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A medio siglo de Cien años de soledad

Por: Graziella Pogolotti

Las letras hispanas conmemoran con justicia el cincuentenario de la publicación de Cien años de soledad. El entonces joven periodista Gabriel García Márquez había escrito en aquel momento otros textos narrativos. Pero el éxito súbito, inmediato, fulgurante de Cien años… lo sorprendió tanto como a sus editores. Las reimpresiones   se sucedían a ritmo impresionante. Macondo, lugar mítico, se convirtió en referente familiar aun para aquellos que no habían leído la novela. Algunos lo asociaron a la noción del subdesarrollo. Como suele suceder con fenómenos de tan vasto alcance, varios factores intervinieron en tan sonado acontecimiento. Había aparecido un escritor de garra que estaba renovando los códigos literarios. Otros, sus pariguales en la historia literaria, tuvieron que atravesar un camino lleno de obstáculos. El contexto histórico favoreció la sorprendente acogida.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, el imperio extendió su poderío. Se desencadenó la Guerra Fría y se aceleró el proceso de descolonización. Tanto había sido el horror que las capas medias que conformaban una parte significativa del potencial público lector, ansiaban un mundo de paz, se distanciaban del círculo cerrado de su entorno inmediato y colocaban la mirada en otros horizontes. El mundo se había vuelto más pequeño y, sin embargo, contenía muchos territorios aún inexplorados. La literatura europea, que había marcado pautas por varios siglos, mostraba señales de cansancio. Fue la etapa del auge de los viajes submarinos y del descubrimiento de testimonios de civilizaciones perdidas. Comenzaba a renovarse el interés por América Latina.

En esas circunstancias, del lado de acá del planeta ocurrió lo inusitado. Un puñado de guerrilleros, armados con recursos propios, derribó una dictadura sostenida por un ejército profesional y respaldada por el Gobierno de Estados Unidos. En medio de los festejos del Año Nuevo, la noticia recorrió el mundo. Lo insólito se había convertido en realidad posible. El triunfo de la Revolución Cubana y el pensamiento renovador, ajeno a presiones dogmáticas que dimanó desde la Isla, fueron factor decisivo, a no dudarlo, para un cambio de época.

En ese contexto, Cien años de soledad propone una lectura metafórica de la historia de América. No hay que buscar en la novela, desde luego, un recuento documentado, atenido al orden severo de los calendarios. Aislado en un sitio inaccesible, Macondo es una síntesis poética del drama que ha atravesado Colombia, pero que también atañe a la América toda. En el comienzo, estuvo la utopía. El fundador, José Arcadio Buendía —el significado de su nombre está cargado de sentido— marchó con sus seguidores, abriendo trochas en la selva hasta el sitio donde había de asentarse la aldea. Distribuyó las viviendas de modo que todos se beneficiaran en igualdad de condiciones, de las bondades del sol y la brisa. Arribaron gitanos, portadores de una antiquísima sabiduría. José Arcadio Buendía abandonó sus deberes. Al margen  del tiempo histórico, se dejó tentar por la alquimia y por la búsqueda de la piedra filosofal. De la historia de América se percibían chispazos, señales inconexas carentes de sentido: un galeón español inexplicablemente clavado en plena tierra o un vago recuerdo de los ataques del pirata Francis Drake.

Con la interminable guerra entre liberales y conservadores, el tiempo real irrumpe en el tiempo mítico. García Márquez vivió el renacer de esa contienda cuando asistió en Bogotá al asesinato, a la luz del día y en plena calle, del dirigente Jorge Eliécer Gaitán. No se conocían en aquellos días, pero llevado por otros motivos, también estaba allí Fidel Castro. El crimen desató la insurrección en la capital de Colombia, con su saldo de muerte y destrucción. Volvieron los combates, mientras los políticos liberales negociaban espacios de poder con el gobierno. Dando un salto atrás en el tiempo, las empresas bananeras norteamericanas se habían introducido en Macondo.

A pesar del interés de estos temas, el éxito de García Márquez se debió a su capacidad de contar. Desde la oración inicial —el clásico imán— los acontecimientos se suceden sin dejar al lector un instante de respiro. Con similar rango, se intercalan lo grande y lo pequeño. La historia mayor transcurre casi siempre en el trasfondo. Su portador es el coronel Aureliano Buendía, hijo del fundador de la estirpe. Pero los hechos se reflejan en la sutil transformación de los valores que van marcando la continuidad de una familia y de un pueblo, así como el desgaste de una memoria diluida  en el polvo, en la pérdida de sentido de los objetos, sobreviviente apenas en la implacable lucidez de Úrsula, centenaria y ciega.

En su obsesión extemporánea por la alquimia y la piedra filosofal, José Arcadio Buendía procuraba alcanzar el conocimiento. Luego, sobrevino la tentación del progreso. Con el ferrocarril, entró la bananera con todas sus secuelas.

Toda obra literaria se va haciendo a partir de una tradición bien asimilada, porque nada se construye sobre la nada. Gabriel García Márquez asimiló creativamente la nuestra, desde aquella narrativa de la tierra, fuente de una poética del inmenso espacio de nuestra América, con sus pampas y sus selvas. Encontró en la Comala de Juan Rulfo otro espacio mítico. No desconoció la confrontación entre civilización y barbarie, abierta por el clásico Facundo de Sarmiento. Conoció en Carpentier la coexistencia de tiempos históricos diversos.

Con tantas fuentes nutricias y con su experiencia de vida, creció una poética singular, atravesada por los grandes temas universales del tiempo y el espacio en que vivimos, de la soledad y de la idea de la muerte que nos acompañan. En ese diálogo entre lo local y lo universal, con la pericia de un narrador dueño de las artes de la seducción, García Márquez impuso a los lectores de acá y de allá el reconocimiento de una realidad, ajena a la progresiva homogeneización del mundo.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/07/30/a-medio-siglo-de-cien-anos-de-soledad/#.WYL2lhU1-00

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Feria del Libro en Bolivia recibe a latinoamericanos

Por: Telesurtv/28-07-2017

El objetivo de la Feria Internacional del Libro de La Paz es generar diálogo entre países latinoamericanos a través de la literatura.

La vigésima segunda versión de la Feria Internacional del Libro de La Paz se realizará del 2 al 13 de agosto en el campo ferial de Chuquiago Marka de Bolivia, con la participación de escritores de distintos países como Colombia, Estados Unidos, México, Perú, España, Brasil y Chile.

La gerente general de la Cámara Departamental del Libro de La Paz, Tatiana Azeñas, informó que en esta Feria del Libro habrá «150 expositores, 450 actividades culturales y 22 autores internacionales», y estarán presentes la literatura latinoamericana y la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (BBB), como invitados especiales.

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Entre los escritores latinoamericanos que participarán se encuentran el cronista Alberto Salcedo, de Colombia; de Perú estarán Carlos Enrique Freyre y Gabriela Wiener; los argentinos Bob Chow, Luciano Saracino, y Paloma Vidal; de Brasil estarán Alexandre Gomes, Andre Okuma y Marcelino Freire; la chilena Arelis Uribe; Ann Chaitovitz de Estados Unidos; Cristina Rivera, de México, entre otros autores.

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Al historiador y periodista Mariano Baptista le entregarán un premio por su trayectoria en el mundo de la escritura, y por contribuir en el desarrollo de la literatura en el Estado Plurinacional.

*Fuente: http://www.telesurtv.net/news/Feria-del-Libro-en-Bolivia-recibe-a-latinoamericanos-20170727-0023.html

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En Cuba: entregan premios Uneac de Literatura 2016

Centroamerica/Cuba/La Habana,  (PL)
La historiadora y editora Laura Ruiz ganó hoy el Premio Julián del Casal de Poesía, que entrega la Asociación de Escritores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) en su edición de 2016.

El jurado reconoció en el cuaderno Diapositivas el dominio de una autora que muestra armas suficientes como para ejercer con dignidad y destreza el oficio de poeta.

También en esa categoría, se concedieron menciones a Yonnier Torres y Jesús Lara por los poemarios Dios no toma en cuenta apuntes para un bautizo y Capítulo al éxtasis, respectivamente.

Destacó en Ensayo el volumen Cosme de la Torriente, los albores de una época en Cuba, de Jorge Renato Ibarra, merecedor en esta ocasión del Premio Enrique Piñeyro.

La elección fue calificada como una obra de empaque poderoso que explora la vida y labor de una figura de trascendencia indiscutible en el entramado de la diplomacia y la historia política cubanas previas al triunfo revolucionario de 1959, con proyecciones de luces y sombras en el telón de fondo del fin de la colonia y del nacimiento, evolución y crisis de la república neocolonial.

En este mismo apartado, el colega Yoe Súarez obtuvo una mención única con el título Charles en el mosaico. Humberto Arenal en su tiempo.

Para la categoría de Ensayo, el jurado elogió la relevancia del tema escogido y el acierto del autor al expresar y fundamentar sus ideas así como el cuidado de su prosa al premiar a Frank Padrón por el texto De la letra a la esencia. Mirta Aguirre y el barroco literario.

Mientras, la mención fue a manos de Virgen Gutiérrez, autora de Presencia de España en la cinematografía cubana.

Instituido en 1965, el certamen se ha convertido en el más prestigioso para los escritores cubanos, según el gremio.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=26796&SEO=entregan-premios-uneac-de-literatura-2016

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Entrevista a Luiz Ruffato: «Lo que yo hago es realismo capitalista»

04 Septiembre 2016/Fuente: laizquierdadiario/Autor: Laura Vilches

En el marco del pasado Festival Internacional de Literatura de Córdoba, visitó la provincia mediterránea el escritor brasilero contemporáneo Luiz Ruffato. Luego de una distendida charla que brindara junto a la escritora cordobesa Eugenia Almeida, La Izquierda Diario aprovechó la oportunidad para conversar con él.

Nacido en el seno de una familia obrera de inmigrantes italianos, Luiz fue el primero en obtener estudios universitarios. Trabajaba en ventas al tiempo que estudiaba periodismo por la noche en la Universidad de Juiz de Fora en Minas Gerais. Trabajó como periodista en San Pablo hasta que finalmente se inclinó por la literatura. Su origen inmigrante y de clase trabajadora se ve reflejado en sus obras. En su ciclo de cinco novelas titulado Inferno Provisório (Infierno provisorio) (2005-2011), retrata la historia de la industrialización de Brasil a partir de los años 50. En Eles eran muitos cavalos (Eran muchos caballos) (2001), una historia narrada en 69 fragmentos, toma las contradicciones de la vida cotidiana en San Pablo, la ciudad más poblada del vecino país. Con este trabajo obtuvo el Troféu APCA (entregado por la Asociación Paulista de Críticos de Arte) y el premio Machado de Assis como mejor novela del 2001, entre tantos otros obtenidos a lo largo de su carrera.

La charla estuvo plagada de humor…
(Risas) Sí, los escritores suelen mantener toda una postura de seriedad. Pero no es necesario ser serio para decir cosas serias.

Dijiste allí que te considerás un obrero de la palabra, contanos un poco.
Bueno, yo fui periodista hasta el 2003, ahí decidí abandonar el periodismo para dedicarme a la literatura, pero vivir de las letras es imposible en Brasil. Entonces yo tengo una especie de nido con huevos. Un huevo son los derechos autorales, otro los festivales literarios, las ferias, las charlas en universidades, trabajo mucho. Por eso digo que soy un obrero que hoy tiene otra actividad, que es intelectual, pero soy un trabajador.

También declaraste que no hacías realismo socialista, sino más bien un realismo capitalista. ¿Cómo sería ese realismo?
Es que, el universo del que tratan mis libros, que es un universo habitado por obreros y obreras humildes, trabajadores de clase media baja urbana, es un universo muy particular. En Brasil casi ningún autor trata esa temática. Entonces, para contrarrestar la idea de que para tratar ese material uno tiene que hacer realismo socialista -que a mí no me gusta nada, porque el realismo socialista tiene la intención de crear una novela colectiva en detrimento de los individuos, donde los personajes no tienen individualidad- yo trato de construir alrevés, una novela colectiva donde lo más importantes son las personas, los individuos que constituyen un colectivo. Por eso digo que hago un realismo capitalista.

¿Por qué nadie toma la clase obrera como temática? ¿A qué se debe esta separación tan grande entre la literatura y los trabajadores?
La literatura es un arte que exige una educación, allá los obreros están educados sólo para trabajar con máquinas, no para realizar un trabajo intelectual. En Brasil la educación formal de calidad es sólo para la clase media y clase media alta. Por eso, la representación o la auto-representación obrera en la literatura son casi imposibles. Porque uno tiene que salir de la clase media baja y conseguir una educación para poder representar eso, y es muy difícil. Muchos de los que lo logran, la primera cosa que quieren es apagar el pasado, para ser absorbidos, no se habla sobre ese pasado.

Señalaste que para vos en la literatura son más importantes el ritmo y el lenguaje que la historia. ¿Esto lo extendés a todos los géneros?
Sí, yo creo que la literatura no tiene que tener una bandera, la bandera la tienen los lectores y en todo caso los escritores. La literatura tiene que representar la realidad de la mejor manera posible, y la realidad es demasiado compleja, allí el autor no tiene que hacer nada. Por eso el escritor tiene su hacer en el lenguaje, que representa esa realidad. Y el ritmo, sin ritmo no hay nada, el corazón tiene un ritmo, sin eso no hay nada. La historia es relativamente importante, pero no fundamental. Lo mismo el escritor, un escrito que no es leído no existe, entonces el lector es aún más importante.

Hasta hace algunos años en la Facultad de Letras la materia Literatura Latinoamericana se llamaba Hispanoamericana. ¿Por qué crees que cuesta tanto la inserción de la Literatura Brasilera en Latinoamérica, es quizás por la barrera que implica la lengua?
La lengua es importante, pero más importante es que en Brasil no se tiene la idea de “latinoamericanos”, de “patria grande”, no existe esa idea geopolítica. No hay un pensamiento de que somos hermanos de Argentina, Ecuador o Colombia. No somos hermanos de nadie. Somos egoístas y desinteresados con el resto de América Latina, porque deseamos ser europeos, africanos, norteamericanos y no lo somos.
Además, la historia política de Brasil es muy distinta de la historia de Latinoamérica. Mientras aquí se conformaban repúblicas y nacían naciones modernas, nosotros éramos un imperio, mientras en casi todo el mundo la esclavitud ya pertenecía al pasado, en Brasil había esclavitud.
No es sólo la lengua, es importante, sí, pero hay miedo en la relación entre Latinoamérica y Brasil. Y es lógico, porque Brasil siempre fue imperialista.

Cuando te referiste a los distintos escenarios de la Literatura Brasilera, cuando nombraste a la denominada “Literatura Marginal” mencionaste que le faltaba calidad estética. ¿Podés ampliar esa visión?
Es una cuestión para mi muy importante. Al mercado editorial le interesa esta literatura marginal, pero como un fenómeno antropológico y sociológico. Esto es una trampa, porque los escritores creen que hacen literatura.
El mercado apoya, pero no hay un desarrollo de esa literatura más allá de lo comercial, porque se agota en sí misma. El paso siguiente sería cambiar este deseo y esta potencia, en verdadera literatura. Trabajar el ritmo y el lenguaje, sino se queda en la historia.
Entonces es un documento político, antropológico y sociológico, pero no es literatura. Desde mi punto de vista, por supuesto, puedo estar equivocado.

Fuente de la entrevista: http://laizquierdadiario.com/Luiz-Ruffato-Lo-que-yo-hago-es-realismo-capitalista

Fuente de la imagen:http://laizquierdadiario.com/IMG/arton52340.jpg

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