Por: Andres Gomez.
Hace años era muy repetida esta frase en círculos populares: «si no puedes entrar a la Universidad, ándate a la Normal”. En mi tierra solían agregar unas palabras más: «al menos deberías ser «chajra” maestro (profesor rural), si no puedes ser otra cosa”.
Ambas frases expresaban menosprecio a la profesión de maestro y daban por establecido que algunos bachilleres estaban destinados a las normales, más que todo por deficiente formación y causas económicas que le impedían aspirar a otro nivel académico. Quedarnos con esta idea sería consumar una injusticia, cuando por experiencia propia puedo dar fe que hay excelentes profesores en escuelas y colegios.
Sin embargo, como en todo, hay malos y buenos. Pero en la profesión de Maestro sólo debería haber excelentes y nunca deficientes, lo que significaría cribar en el ingreso a las instituciones de formación, como en otros países. Puede sonar discriminatorio, pero la educación es un bien determinante para el crecimiento humano. Falla la educación, falla la sociedad. Y para tener una buena educación, hay que tener buenos profesores.
La consecuencia no necesita mucho análisis, la educación saca de la pobreza a los pueblos y los convierte en sociedades con bienestar social y económico, autoestima y felicidad. A las escuelas va el futuro del país. Ergo, ¿cómo podemos dejar a nuestros hijos, que son ese futuro, en manos de los peores bachilleres? Es probable que algunos que eran deficientes en la escuela, por diferentes razones, sean muy buenos en la Universidad Pedagógica. Hay excepciones.
Pero, lo que uno es en el colegio suele ser en el resto de su vida académica. Cierto, tampoco se garantiza que un excelente bachiller, sea un excelente profesor. Quizás no sea su vocación. Tal vez sepa mucho, pero no tenga carácter como para compartir y construir conocimientos. Sin embargo, un buen bachiller siempre tendrá más chances de ser un gran educador y no sólo alfabetizador; ser un innovador y no repetidor porque entenderá rápidamente que educar es moldear almas libres ávidas de conocimientos que generen bienestar en sus sociedades.
Ya sé, un buen bachiller busca generalmente una profesión con mayores ingresos económicos, así tenga vocación de enseñanza, pues, finalmente, hemos venido a vivir bien y no a sufrir con bajos salarios.
Para seducir a los mejores, el Estado debería subir considerablemente el sueldo de maestro por su importancia determinante. Entonces, dormiríamos más tranquilos sabiendo que nuestros hijos (el futuro de Bolivia) aprenderán con los mejores profesionales y mejores seres humanos del país.
Un buen ingreso económico permitiría, por ejemplo a una maestra, dedicar el 100% de su tiempo académico a la educación, podría comprarse más libros y leer más; produciría más conocimientos y no se preocuparía por sobrevivir hasta fin de mes.
Es sabido que para ser una sociedad con desarrollo humano, primero hay que invertir en educación, luego en educación y después en educación. Los países que no lo hacen tienen gobernantes que ignoran que la diferencia con los desarrollados no es la riqueza, sino el conocimiento y éste se adquiere sólo invirtiendo en educación.
Desde la década del 90, cuando llegó dinero estatal a los municipios, veo excelente infraestructura escolar, pero no sé si hay excelentes profesores. Ya no escucho aquellas frases, será porque ahora hay otras opciones académicas o hay exceso de maestros. Antes había déficit, por lo que muchos bachilleres llegaron a las aulas sin formación pedagógica, más que todo, en las zonas rurales alejadas, a donde ningún titulado normalista quería ir.
Empero, se repite hoy con frecuencia otra frase: «del colegio vienen con mala formación, aquí en la Universidad ya no podemos hacer nada”. Entonces, algo sigue fallando, no es la infraestructura, ni la ley, sino la gente y este problema se resuelve sólo con la mejor gente en educación.
Fuente: http://www.paginasiete.bo/opinion/andres-gomez-vela/2016/9/4/buen-bachiller-buen-profesor-108624.html
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