Europa/Reino Unido/17 Septiembre 2016/Autor: Carlos Otto/Fuente: La Vanguardia
En el mundo laboral hay un mantra que se repite con cierta frecuencia: «las universidades no están enseñando lo que las empresas necesitan».
La frase puede ser más o menos cierta en función de lo que podamos esperar de la enseñanza universitaria, pero describe una situación meridianamente real: a menudo, sobre todo en cuestiones tecnológicas, las universidades imparten unos conocimientos que pueden servir como base, como punto de partida, pero a la hora de la verdad el mercado laboral precisa de unas aptitudes y conocimientos que rara vez se enseñan en la educación reglada.
Esto nos lleva a un debate sin fin: ¿deben adecuarse los estudios universitarios a “lo que las empresas necesitan”? Si el mercado laboral tecnológico va cambiando y evolucionando a una velocidad endiablada, ¿deben ir adaptando las universidades sus modelos educativos a igual velocidad? ¿O, por el contrario, deben proporcionar a los alumnos unos conocimientos neutrales y objetivos que sirvan como punto de partida para, más tarde, adaptarse ellos mismos a lo que el mercado laboral les acabará exigiendo en realidad?
825.000 empleos digitales… sin cubrir
Como muestra del problema basta un ejemplo: según la Grand Coalition for Digital Jobs, impulsada por la Unión Europea, en 2020 habrá cerca de 825.000 empleos digitales… que desgraciadamente no serán cubiertos.
Es decir, que, pese a las altas cifras de paro en todo el continente, Europa se encontrará dentro de cuatro años con que, aunque las empresas podrían demandar hasta 825.000 profesionales, en realidad no serán capaces de cubrir esas vacantes porque no encontrarán perfiles profesionales que tengan una cualificación adaptada al puesto de trabajo en cuestión.
No es el único estudio en este sentido. De hecho, otros son aún más desilusionantes. Es el caso del último informe de empleo digital elaborado por Randstad, que eleva las cifras de manera muy peligrosa: según la consultora, en 2020, sólo España ya tendrá 1,9 millones de vacantes profesionales que quizá no puedan ser cubiertas por la falta de cualificación de quienes pretendan optar al puesto.
Todo ello pese a que, como muestra el gráfico de abajo, nuestro país cada vez cuenta con más especialistas TIC. Aunque, a la vista de las previsiones, las cifras de especialización seguirían siendo claramente insuficientes.
Google: “El expediente académico no sirve para nada”
La situación ha acabado desembocando en una realidad que parece describir un problema de facto: cada vez son más las grandes empresas tecnológicas que ‘pasan’ de las universidades y enseñanzas tradicionales.
Y es que, si los centros educativos al uso no ofrecen la formación que te será imprescindible para trabajar en empresas como Google, Facebook o Apple, no parece ilógico que, en determinadas situaciones, este tipo de compañías no contraten a sus empleados basándose (sólo) en el expediente académico, sino en la experiencia profesional propia o incluso en los conocimientos que el potencial empleado haya adquirido de manera autodidacta.
Lo dice nada menos que el jefe de Recursos Humanos de Google, Laszlo Bock, que hace poco se mostraba tajante: “El número de empleados de Google que no tiene título universitario cada vez es mayor, hay grupos en los que el 14% de la gente nunca ha pisado la universidad”.
¿Conclusión? “El expediente académico no sirve para nada, no te ayuda a predecir nada”, asegura. “Muchas de las tareas que tienen que hacer en Google no tienen nada que ver con que el empleado haya tenido mejor o peor expediente académico”.
Evidentemente, Laszlo Bock no sólo se refiere a los conocimientos en sí, sino también a las aptitudes o destrezas necesarias en un empleado, perodibuja un escenario pesimista: a la hora de la verdad, las universidades no están introduciendo en sus alumnos ni los conocimientos ni las herramientas que el mercado laboral seguramente les acabe pidiendo.
La propuesta de Reino Unido: ¿una ‘universidad de Facebook’?
Mientras tanto, hay países que están intentando trabajar para poner solución a este problema cuanto antes. Uno de los más destacados es Reino Unido, que está empezando a proponer un profundo cambio en el sistema educativo para que las empresas tecnológicas puedan ‘insertarse’ en el enseñanza medianamente reglada.
La propuesta fue elaborada el pasado mes de mayo y está estructurada en Success as a Knowledge Economy , un documento en el que Reino Unido lanza la posibilidad de que empresas tecnológicas como Google, Facebook o Apple, que siempre se han quejado de esa falta de conexión entre el mundo educativo y el empresarial, puedan impulsar sus propios centros formativos, en los que impartirían los conocimientos que realmente acabarán necesitando.
De hecho, en Estados Unidos ya existen programas formativos impulsados por las propias tecnológicas, como la Escuela de negocios, la de Desarrollo y la de Analítica de la Universidad de Facebook .
Esta propuesta no integraría a estas compañías directamente en los niveles de las enseñanzas universitarias, pero sí en un punto intermedio entre la formación de Bachillerato y la de los tradicionales grados superiores. En cualquier caso, supondría un punto de partida para que las mayores compañías tecnológicas del mundo tuvieran una puerta de entrada a la enseñanza oficial y reglada.
Desde la institución que impulsa la propuesta, integrada por diversos estamentos públicos, no aclaran si han recibido propuestas concretas de ciertas compañías para establecerse como centros formativos. Sin embargo, sí dejan claro que su interés es evidente y deslizan la posibilidad de que ya haya habido ciertos contactos con ellas y que estos estén avanzando de manera positiva en dicha dirección.
Las empresas ‘pasan’ de la universidad
En principio la propuesta de Reino Unido puede parecer llamativa o incluso arriesgada, pero lo cierto es que, como mínimo, pretende poner solución a un problema real: la desconexión cada vez mayor entre las universidades y las empresas privadas.
Es aquí donde surge el concepto de las ‘universidades corporativas’, que no son otra cosa que los propios centros de formación que cientos de compañías de todo el mundo establecen para transmitir a sus empleados todos aquellos conocimientos y herramientas que necesitarán para su nuevo trabajo y que, por desgracia, no aprendieron en la universidad.
Según el informe que presentó la consultora Top Employers en 2014, 845 empresas de todo el mundo cuentan con sus propias ‘universidades corporativas’. En España, esta cifra alcanza a nada menos que 55 compañías. Ni que decir tiene que la mayoría de estas grandes empresas trabajan, eminentemente, en el ámbito tecnológico.
En realidad esta situación tiene muchos matices. Por mucho que las compañías llamen ‘universidad corporativa’ a sus propios estamentos, en muchas ocasiones estos centros no van más allá de meros cursos de iniciación en los que los empleados son instruidos en materias que no aprendieron en la universidad, es cierto, pero quizá porque eran medianamente marginales o, al menos, no eran lo suficientemente relevantes como para que la enseñanza pública tenga que decidir introducirlas en sus programas académicos reglados.
Del oscurantismo a la enseñanza reglada
Sin embargo, sería hipócrita asegurar que todas las situaciones se corresponden con el anterior dibujo. P uede que una empresa sólo esté usando su ‘universidad corporativa’ para impartir conocimientos que sólo valdrán en su empresa, pero lo cierto es que cada vez son más las empresas tecnológicas que, en realidad, están trasladando aptitudes y herramientas que serían válidas en prácticamente cualquier compañía de su sector.
Por ello, la posibilidad de que dichos conocimientos pasen a la enseñanza reglada puede resultar más que interesante, ya que, hasta ahora, sólo son trasladados a los empleados que ya han sido contratados.
La propuesta británica invertiría el orden tradicional de los factores para que los estudiantes pudieran realmente formarse en dichas competencias para, a continuación, poder optar a un número de posibles empleos que, sin duda, sería significativamente mayor.
Habrá que ver cómo evoluciona esta iniciativa y si otros países caminan también en esta dirección. Sea como fuere, lo cierto es que si la desconexión entre el mundo universitario y el empresarial es tan real como lo pintan, tenemos un problema. Y, quién sabe, quizá en el futuro el título de tus sueños no te lo entregue la universidad de toda la vida, sino la universidad de Google, Apple o Facebook.