Por: Eva Bailén
En mayo de este año, cuando el curso estaba a punto de acabar, al menos en dos comunidades autónomas (Madrid y Aragón) se plantearon proposiciones no de ley con el fin de limitar los deberes escolares. En Madrid, recibimos la noticia con alegría, pero la cosa no ha quedado ahí, sino que este curso, están surgiendo más propuestas para regular los deberes en todo el territorio nacional. Para forzar la situación, la Confederación Española de Asociaciones de Padres (CEAPA) ha convocado la Huelga de los Deberes para los fines de semana del mes de noviembre que comienza esta semana con el objetivo de reivindicar la recuperación del tiempo libre de los alumnos y sus familias y pedir su eliminación total.
Hasta ahora, sin regulación en la materia, estamos viviendo una situación impredecible, sin control alguno, en la que en muchos casos, por suerte, impera el sentido común de docentes y familias que saben dónde está el punto justo y la medida, pero al mismo tiempo hay otros que se exceden estresando y hartando a los niños. Si se regulan los deberes es de esperar que al menos los deberes abusivos se acaben.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de deberes abusivos?
Y con deberes abusivos, nos referimos a los que suponen que un alumno pase horas y horas sentado en una silla después de su jornada lectiva, los que impiden disfrutar de un puente, de un fin de semana o de unas vacaciones, los que acaban con el gusto por aprender, con las ganas de ir a la escuela al día siguiente.
Mi idea de regular los deberes, busca evitar los abusos, evitar esa situación de desamparo en la que nos vemos muchos padres que, por no restar autoridad al maestro, tenemos que llevar a nuestros hijos al límite de sus posibilidades, arrastrando a los hermanos pequeños y a la familia al completo.
La regulación de los deberes debería hacerse con el mayor respeto a los niños y a los docentes. No tendría sentido que en esta búsqueda de una mejora pusiéramos las cosas peor. Es decir, no tendría sentido que ahora, maestros que nunca han mandado deberes, se vieran obligados a hacerlo, o que los deberes que hasta ahora no tenían sustento legal, se conviertan justo en lo contrario de lo que queremos que sean.
¿Y cómo queremos que sean?
Queremos que sean motivantes, que sean justos y proporcionados a la edad de los alumnos, que los docentes se coordinen entre ellos para tener un plan que seguir, que estén personalizados para cada niño, que tengan en cuenta su realidad personal, su situación familiar, sus necesidades educativas. Queremos que sean estimulantes y creativos, que no sean punitivos, que se hagan por voluntad propia, por interés de aprender, y no por miedo al castigo, al negativo, a las consecuencias.
Regular los deberes pasaría por dejar de plantearlos como la opción por defecto, como algo que ineludiblemente hay que hacer todos los días al salir de clase; significaría que dejaran de ser evaluables, algo que sin base legal, se hace de hecho, incluso suspendiendo a aquellos que no los hacen o penalizando a estudiantes por más que sean capaces de sacar sobresalientes en los exámenes. ¿Te imaginas que un mes no hicieras horas extra y te rebajaran la nómina? Sería un abuso, ¿a que sí? Pues así de injusto es que a un estudiante se le baje la nota por no hacer los deberes, o por haber olvidado hacerlos algunos días.
Las prácticas educativas seguidas en el aula se ven totalmente reflejadas en el tipo de deberes que se mandan hacer en casa. Los deberes escolares son el reflejo de un sistema educativo, tal y como anunciábamos Ignacio Polo (inspector de Educación del Gobierno de Aragón) y yo misma en este artículo. Creo que no es posible conseguir que la regulación de los deberes sea efectiva sin hacer una revisión profunda de las metodologías empleadas en el aula. Y para que las metodologías avancen hacia una educación que llegue a un mayor número de alumnos, para que las escuelas cesen de actuar como embudo, dejando a muchos alumnos atorados en los centros educativos hasta que se rinden, es necesario hacer grandes y profundos cambios.
El día de Todos los Santos, el gran Francisco Mora, @morateruel, tuiteaba sobre lo que es ahora mismo la piedra angular de muchos de los problemas en educación: la falta de consenso y los continuos cambios de ley educativa.
Francisco Mora, además, ponía de relieve la importancia de mejorar la carrera docente desde su origen para que el Pacto de Estado tenga éxito. Y es que si solo nos centramos en tapar agujeros, en poner un parche allí donde se nos está desinflando la rueda, no vamos a solucionar mucho. Es urgente evitar los abusos, es urgente que los niños vayan al colegio con alegría y ganas de aprender. Es primordial recuperar la fe en la escuela como institución, desterrar las escuelas-embudo. Pero no nos podemos quedar aquí, necesitamos mejorar el sistema de pies a cabeza. Y para ello no podemos olvidarnos de la formación de los futuros maestros y maestras.
Solo con el compromiso de todos los actores conseguiremos que la educación en nuestro país mejore. Hay más implicados de los que parece, desde las Facultades de Educación, pasando por los equipos directivos, los claustros, las AMPAs, la Inspección de Educación, Consejerías de Educación, con sus Direcciones Generales correspondientes, y como no, docentes, familias y alumnos. Todos tenemos la obligación de informarnos, de preocuparnos y de si no luchar, al menos no poner trabas, para que la educación ocupe el puesto que se merece. Y ya que la Educación es uno de los mayores retos de una sociedad, el puesto que se merece no es otro que en el pódium.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/11/02/mamas_papas/1478086459_908122.html