La presencia de Haruka ha motivado a los alumnos a querer aprender matemáticas en San Isidro, Cabañas.
Los alumnos de tercer grado saludan en japonés a Haruka Kido, una especialista en educación primaria del Programa de Voluntarios japoneses para la Cooperación con el extranjero (JOCV). Ella vive desde hace un año en el municipio de San Isidro, Cabañas.
A sus 24 años de edad, la voluntaria ha cautivado el corazón de los estudiantes del Centro Escolar San Isidro y ha motivado a los docentes.
En una clase dinámica, la docente extranjera les muestra a los niños el tema de la división, inculcándoles la participación y el respeto.
La clase de Haruka es divertida porque los alumnos aprenden jugando.
“Los niños en Japón son muy disciplinados hacen caso muy fácil, porque es una costumbre de Japón; entonces es muy fácil enseñar, pero aquí no, muy difícil, por eso, a veces hablo muy fuerte”, dice con la sonrisa que la caracteriza.
Haruka Kido imparte clases de matemáticas a 140 niños de primero a sexto a grado, además de dar talleres por las tardes en el centro escolar integrado.
Para la japonesa enseñar a los niños salvadoreños ha sido un reto, “a veces, soy muy estricta porque en Japón son muy educados, entonces maestros somos muy estrictos”, explicó.
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A los alumnos les gusta la experiencia de tener un instructor de otro país porque “el enseña, toma interés en darte la clase, además es amable”, expresa Claudia Maradiaga, alumna de quinto grado.
Para el director del centro escolar, Guillermo Fabricio Sáenz, tener la ayuda del voluntariado les permite ser una escuela de referencia para los demás centros escolares de la zona, incluso personal de otras escuela ha llegado para observar la forma en que la extranjera despierta el interés de los alumnos.
Para los docentes la experiencia de tener la ayuda de la voluntaria los inspira a tratar de motivar a los alumnos, “contar con ella es un apoyo bastante bueno porque, a veces como seres humanos nos desanimamos y ella siempre está animándonos, a hacer o tratar de imitarla en cuanto a preparar el material didáctico con el cual ella despierta el interés en los niños”, comentó Nora Mejía Escalante, docente de educación básica.
“Ella siempre tiene algo adecuado para captar el interés del alumno y tener esa atención sólo en ella, abre la expectativa de los niños en pensar en que vamos hacer y ahora que trae”, añade.
Para los docentes este tipo de intercambio cultural les permite tener otra expectativa acerca de los métodos de enseñanza, “mostrar ese ánimo, venir todo el tiempo con una cara alegre para los niños”, expone Mejía.
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El cambio en la actitud e interés de los alumnos a las matemáticas es evidente, entre los estudiantes desde primero a sexto grado, según los profesores.
“Antes que ella viniera eran como renuente … (ahora) ellos muestran ese interés”, dice la docente de básica.
Los proyectos de la Agencia de Cooperación de Japón (JICA) permite que haya capacitación y retroalimentación entre los maestros de la zona y los voluntarios especialistas. Para Haruka no ha sido fácil enseñar, “desde el inicio yo enseñe a los niños a no tirar la basura en la escuela; recoger la basura es también una educación, el valor de la moral, en costumbre de Japón”, manifiesta la voluntaria. Luego añade: “en Japón no hay basura en la calle, porque hay disciplina. Ellos (alumnos japoneses) saben que hay que recoger la basura, entonces también quiero enseñar el corazón de japonés”, explica la voluntaria.
El cariño de los estudiantes le ha permitido a la docente extranjera superar la falta de sus familiares, “cuando decidí venir a El Salvador, yo no tenía idea, porque no había mucha información; quería conocer cómo eran los niños; en Japón no hay la costumbre de besito y abrazar, por eso me alegro mucho”.
Fuente: http://www.elsalvador.com/articulo/comunidades/japonesa-ensena-que-las-matematicas-pueden-ser-divertidas-131021
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