23 de diciembre de 2016 / Fuente: https://www.isep.es/
Por: Maribí Pereira
Solo un 20% de individuos diagnosticados como superdotados son mujeres en España. Por su parte, en Estados Unidos, la cifra se incrementa en un 40% de niñas frente a un 60% de niños. ¿Pudiéramos acaso pensar que estas cifras indican que las niñas superdotadas fracasan más que los niños? Es muy probable que sí, ya que su identificación y detección resulta más difícil y, por tanto, muchas de ellas ni siquiera se conocen como tal y no se les puede ofrecer una educación acorde a sus características y necesidades (Berché, 2000).
En las primeras etapas de la vida, las chicas tienen ventajas evolutivas sobre los chicos: de algún modo, son bebés más robustos, aprenden a hablar muy temprano y saben contar antes que los niños. Suelen obtener mayores puntuaciones que los chicos en los test de inteligencia durante los años de preescolar y están preparadas para la escolarización a una edad más temprana (Berché, 2000).
Las chicas suelen superar a los chicos en la Educación Primaria y sus resultados son más satisfactorios; se retiran menos y no tienen tantos fracasos, sin embargo, el número de mujeres superdotadas parece declinar con la edad. De hecho, hacia el tercer curso de primaria, estas niñas que aparecían como superdotadas, pierden su liderazgo y no muestran ningún avance particular sobre sus iguales (Berché, 2000).
Cuando se llega al Bachillerato, hay claramente más chicos que chicas superdotadas y, posteriormente, sigue bajando el número de niñas superdotadas, excepto en aquellas áreas que son tradicionalmente femeninas. Al graduarse de la escuela, el número se reduce todavía más (Berché, 2000).
Pese a los datos revelados previamente, las mujeres superdotadas son una especie en peligro de extinción. De hecho, aquellas que han escapado al tradicional proceso femenino de socialización tienen mayores oportunidades de mantener su superdotación. Muchas de ellas lo han evitado siendo hijas únicas o la primera hija de una familia con solo niñas o la primera hija nacida con muchos años de diferencia sobre un hijo varón. En estos casos, los padres tienen mayores expectativas para sus hijas y muchas fueron traviesas de niñas y jugaban más con chicos que con chicas (Silvermann, cp. Berché, 2000).
Los modelos de “rol” han sido cruciales, especialmente en madres que trabajan fuera de casa. Abuelos, tíos, guías y otras personas significativas componen un sistema de soporte esencial para el desarrollo del talento en las mujeres, quienes tienden en estos casos a identificarse con su padre.
Muchos cambios pueden darse con garantía de que el gran potencial de la población de mujeres superdotadas no se ha perdido. El primero de estos cambios puede involucrar la información y perspectiva de los padres sobre la importancia de fomentar las aspiraciones y habilidades de sus hijas. Es importante para el padre, involucrarse en la educación ya que ocupa un lugar muy importante en el desarrollo del talento de su hija (Silvermann, cp. Berché, 2000).
Una gran involucración, con un padre tolerante, puede contribuir a una experimentación más temprana de actividades atípicas en el sexo femenino. Cuenta en gran medida en ánimo paternal por el trabajo de una niña en un proyecto científico, en un problema de matemáticas, etc.; experiencias que le sirven a esa niña para sentirse segura de que sus habilidades se ajustan a las del sexo contrario (Silvermann, cp. Berché, 2000).
La fuerte influencia del padre, de los profesores de sexo masculino, maridos y novios, pueden proveer a la mujer la certeza que las aptitudes de los esfuerzos masculinos no necesitan arriesgar las metas heterosexuales. En este sentido, las experiencias tempranas con padres tolerantes pueden “inocular” a esas mujeres contra las presiones tardías para tener el sexo apropiado, y predisponerlas para buscar compañía en hombres unidos por sus intereses inusuales (Silveramann, cp. Berché, 2000).
Algunos aspectos de la conducta del padre que son fundamentales para el desarrollo de lasuperdotación en niñas se citan a continuación (Berché, 2000):
– Elevadas expectativas para el trabajo.
– No adquirir juguetes diferenciados para niños y niñas.
– Evitar ser extremadamente protectores.
– Animarla a que tenga un alto nivel de actividades.
– Permitirle ensuciarse.
– Creer en sus capacidades.
– Apoyar sus intereses.
– Identificar a sus hijas superdotadas en los años de preescolar.
– Encontrar compañeros de juegos superdotados para que se identifiquen con ellos.
– Fomentar el interés por las matemáticas fuera de la escuela.
– Alentarla para que siga todos los cursos de matemáticas posibles.
– Introducirla en diferentes salidas profesionales.
– Tener una madre que trabaje, por lo menos, media jornada fuera de casa.
– Pasar algo de tiempo libre con el padre realizando actividades “masculinas”.
– Participar en tareas domésticas igual que los padres.
– Asignar faenas sin basarse en el sexo.
– Reprimir el uso de lenguaje sexista y bromas en casa.
– Ver programas de televisión que estereotipados para ambos sexos y discutirlos con los niños de ambos sexos.
– Enseñar a tratar a los demás equitativamente, ya que, de acuerdo a los estereotipos tradicionales, el papel que representan ambos sexos, que ellos ven fuera de casa, es distinto.
Como docentes, saber distinguir aquellas niñas que presentan características de superdotación puede ser esencial para su desarrollo. En ISEP, el Máster en Educación Especial, incluye formación específica en altas capacidades intelectuales.
Fuente artículo: https://www.isep.es/actualidad-educacion/el-papel-del-padre-en-la-superdotacion-femenina/