Por: Joanna Kelin/New York times/20-01-2017
Las cosas que compramos y consumimos pueden conllevar consecuencias mortales para la vida silvestre del planeta. Una serie de mapas muestra dónde se está ocasionando el mayor daño.
Daniel Moran, ecologista industrial de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega, junto con su colega Keiichiro Kanemoto de la Universidad Shinshu en Japón, elaboró estos mapas para un artículo publicado el 4 de enero en la revista Nature Ecology & Evolution, con el objetivo de ilustrar el impacto de lo que llaman huella de la biodiversidad.
Moran considera que esta idea es un primer paso hacia la creación de herramientas que permitirán algún día a las naciones regular la biodiversidad mediante tratados comerciales, como ahora ocurre con las emisiones de carbón.
Sin duda nos gustan las cosas; sin embargo, el origen insostenible de estas cosas ha estado dañando la biodiversidad del planeta. Hasta ahora se sabe que mil animales han pasado a ser extintos durante los últimos 500 años, sobre todo debido a la destrucción de su hábitat. Las estimaciones varían, pero actualmente la velocidad de extinción es entre cien y mil veces mayor que la que había cuando no existían los humanos, explican los científicos.
Para visualizar la conexión entre el comercio internacional y su impacto ecológico, estos mapas conectan las cadenas de suministros de los bienes de consumo comercializados en 187 países con la presencia geográfica de 6803 animales clasificados como vulnerables, en peligro de extinción o en peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y BirdLife International.
Se analizaron 166 amenazas originadas por la actividad humana que afectan a cada uno de estos animales, y se les dio seguimiento hasta llegar al destino último de los bienes de consumo que resultaban de dicha actividad.
Las regiones con mayor impacto fueron Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. La Unión Europea y Estados Unidos representan amenazas especialmente importantes para la vida marina en el sureste asiático.
En las áreas que están bajo mayor amenaza, la abundante biodiversidad coincide con una gran actividad económica. En lo general, esto deja fuera a Estados Unidos y Europa, pues la biodiversidad en estas regiones ya se encuentra muy mermada por el impacto de las poblaciones humanas.
Para ayudar a mitigar el daño, Moran sugiere que los consumidores exijan bienes originarios de fuentes más sustentables, con un etiquetado apropiado. La mayor parte del impacto viene de los productos alimenticios y textiles, como aceite de palma, café y té producidos de manera poco sustentable, así como el papel, la madera y el algodón.
No obstante, el mapa tiene sus limitaciones, pues no sigue la pista de la concentración de amenazas sobre alguna especie en particular en relación con algún sitio de producción específico.
*Información de la imagen: Un mapa que muestra el impacto en la biodiversidad de la actividad comercial mundial. El morado indica las áreas donde las especies terrestres están en peligro de extinción, y el azul, donde peligra la vida silvestre marina. Cuanto más oscura es el área, más grave es la amenaza. Credit Daniel Moran y Keiichiro Kanemoto