16 Abril 2017/Fuente: El País/Autor: ADRIÁN CORDELLAT
Hoy en día los padres tenemos mucha información para prevenir (o al menos intentarlo) el acoso escolar. “10 claves para detectar si tu hijo sufre bullying”, “cinco consejos para saber si tu hijo es un acosador escolar” y titulares sucedáneos se repiten en blogs y medios de comunicación. Pero, ¿qué pasa con los niños? ¿Cómo podemos concienciarles sobre las consecuencias del acoso escolar? ¿Cómo podemos enseñarles en qué consiste para que desde fuera, quizás a través de unos personajes, puedan ser conscientes de situaciones que es posible que vivan a diario sin reparar en ellas? En la editorial nubeOCHO han querido dar respuesta a estas preguntas con dos libros dirigidos al público infantil que abordan de forma directa del acoso escolar: un álbum ilustrado, ¿Qué le pasa a Uma?, escrito por Raquel Díaz Reguera, y un libro para niños más mayores, ¿Qué le pasa a Nicolás?, ilustrado por la propia Raquel y escrito por Juana Cortés.
“Los niños tienen una permeabilidad increíble y para nosotros, como editores, es una obligación darles ejemplos equilibrados de igualdad de género, de no al machismo, de respeto y de tolerancia. Estamos formando a las nuevas generaciones, y como editores tenemos un compromiso en darles herramientas”, explica Luis Amavisca, miembro fundador de nubeOCHO. Existen muy pocos libros en el mercado que aborden esta temática de forma directa, quizás porque como dice Raquel Díaz Reguera, es una propuesta “arriesgada y difícil de vender” en librerías: “No sé cuántos padres le regalarán a sus hijos un libro que trate tan claramente el acoso sin utilizar piruetas ni metáforas”. Para Amavisca, no obstante y más allá de la rentabilidad económica, es necesario hablar de estos temas, “porque cuando no se habla de ellos, no existen. Y la realidad es que el acoso escolar sí existe”.
¿Qué les pasa a Uma y a Nicolás?
En ¿Qué le pasa a Nicolás? conocemos la historia de un niño pelirrojo que va perdiendo sus colores a medida que es sometido a acoso escolar por parte de sus compañeros. Juana Cortés tardó varios meses en tener la idea que finalmente plasmó sobre el papel para expresar el acoso. “Sabía que era fundamental encontrar algo lo suficientemente atractivo para sostener un texto que si no podía resultar extremadamente duro o aburrido. Y mi idea de la literatura infantil es otra. El cuento tiene que tener magia, garra, fuerza, no vale cualquier cosa. La pérdida de colores de Nicolás, sin dejar de ser dramática, me permitía trabajar desde la fantasía, con gran libertad, utilizando en algunos casos el absurdo”, reflexiona.
Y parece que su idea cala entre el alumnado, como pudo comprobar en una preciosa experiencia que tuvo al contar el cuento en la clase de 3º B del colegio Mesonero Romanos de Vallecas (precisamente el mismo curso en el que estudian Nicolás y el resto de protatonistas de la historia). Cuando acabaron de leer el libro, todos los alumnos al unísono rompieron en aplausos. “Me comentaron en el colegio que no es lo habitual, sino que fue algo espontáneo”, afirma antes de añadir que no valora tanto el hecho de que el libro gustase más o menos, sino cómo éste logró unirlos a todos: “Despertó algo en ellos, algo a lo que no sé poner nombre, pero que quizás les sirva a estos chicos para ver las cosas de otra manera”.
En el caso de Raquel Díaz Reguera, el tener un hijo adolescente y una hija preadolescente le sirvió para dar forma a la historia de Uma: “El mundo sigue igual, no ha mejorado nada. Siguen existiendo las pandillas con un líder, los marginados, los “raros”. Y de esos “raros” nace Uma, una niña que es sometida a un acoso menos visible, porque no lleva asociado golpes e insultos, pero igual de dramático: el acoso excluyente. “Es un tipo de acoso que se da a todas las edades y que mina la autoestima de quien lo sufre”, explica Raquel. También una forma de bullying más fácil de explicar a los niños porque todos, desde edades muy tempranas, pueden identificarse con Uma y con sus compañeros, a los que su maestra les da una lección preciosa sobre la necesidad de ser únicos y no parte de “todos los demás” que la autora no duda en recalcar: “Hay que potenciar la individualidad, las singularidades que nos hacen únicos, el amor propio y la seguridad en uno mismo”.
Libros para abordar el acoso escolar en casa y en el aula
Para Pilar Serrano, maestra de educación infantil, es necesario trabajar el tema del acoso escolar desde edades tempranas porque “identificar y reconocer situaciones parecidas a las que aparecen en los libros en el aula debe ser una prioridad para atajar esos comportamientos”. En ese sentido, considera que “empatizando con situaciones y sentimientos de los otros”, los niños podrán ser conscientes en el futuro de “si tienen o mantienen ciertas conductas que pueden causar un gran daño a un igual”.
Y en ese aspecto la literatura puede jugar un papel fundamental porque como explica la docente, “leer nos despierta emociones, recuerdos y vivencias y a través de la lectura buscamos similitudes con nuestra vida, vamos comparando situaciones y empatizando con los personajes, por eso somos capaces de emocionarnos”. En el caso de los más pequeños, el álbum ilustrado se presenta como una herramienta “muy poderosa” por la riqueza visual que ofrece: “Los niños leen las imágenes (algo que a medida que crecemos vamos perdiendo). Puede que no sepan leer solos pero al leérselo nosotros serán capaces de asociar esas imágenes a la historia y poder después recordarlo, contándoselo incluso a ellos mismos. El álbum ilustrado creo que es la forma perfecta de iniciar a los niños en el gusto por la lectura, y más si cabe si es para abordar temas complicados como el acoso”.
Para la psicóloga y orientadora escolar Ángeles Cabezas, por su parte, historias como las de Uma y Nicolás “pueden ser el puente o la herramienta para hablar con naturalidad” con los hijos del tema del acoso escolar, ya que permiten a los niños “comprender los hechos de un modo sencillo y empatizar con los sentimientos de los otros”. En palabras de Ángeles, todos los valores que trasmiten y potencian este tipo de libros (escucha y empatía, identificación y expresión de emociones, control emocional, habilidades sociales y de comunicación o resolución de conflictos) se pueden empezar a trabajar “desde edades muy tempranas, ya desde los 3 años. De hecho, sería muy positivo que así se hiciera ya que fomentar la convivencia positiva y el desarrollo de todos estos aspectos ahorraría muchos problemas posteriores”.
En ese sentido, la psicóloga considera que todos los padres, como tales, “formamos parte de la comunidad educativa”, una comunidad en la que nadie puede mantenerse al margen del acoso escolar y en la que, por tanto, “han de participar e inculcar a sus hijos el respeto hacia los demás”. Un mensaje que coincide con el que traslada el editor de nubeOCHO Luis Amavisca: “no podemos sentirnos afortunados porque nuestros hijos no sufran acoso y pensar que el tema no va con ellos porque mañana puede tocarle a nuestros hijos y necesitamos a todos los niños y adultos implicados”. Al final, como concluye Juan Cortés, el problema del acoso escolar es grande, pero contra él “cada pequeña acción sirve y cada uno de nosotros somos importantes por lo que no hay que subestimar la capacidad de actuar de las personas para desmontar los complejos mecanismos que lo sostienen”.
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