La educación, la gran olvidada de los comicios en Francia

Francia/24 abril 2017/Fuente: El Mundo

En el país de la Ilustración hay 2,5 millones de personas analfabetas tras ir al colegio

Así son los programas de los cuatro favoritos

«Tengo la sensación de estar en la primera línea de batalla de los problemas que hay en Francia, a fin de cuentas los niños son el reflejo de un país». El que habla es Xavier, un profesor francés, de origen español, que lleva más de 20 años trabajando en la educación pública francesa. El retrato que plantea es desolador pero hay poco espacio para la invención: la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sitúa la escuela francesa como la más desigual de sus 27 miembros. Los alumnos con dificultades encuentran cada vez más problemas, según la organización, mientras que los más aventajados siguen mejorando.

«Los franceses tenían una idea del sistema educativo muy positiva, pero quedó rota a partir del 2000 con los estudios PISA que mostraron que su sistema escolar era muy mediocre», opina Peter Gumbel, periodista y profesor británico, autor de varios libros sobre el sistema educativo francés. En ‘Elite Academy: investigación sobre la Francia enferma de sus grandes escuelas’, Gumbel habla incluso de un «darwinismo social»: «Si crecemos y vamos a la escuela en una zona desfavorecida es muy difícil hacer una carrera de éxito».

La Agencia Nacional de lucha contra el analfabetismo (ANLCI, por sus siglas en francés), asegura que hay 2,5 millones de personas en Francia que no saben leer, después de haber asistido a la escuela hasta la edad obligatoria. De ellos un 10% tiene capacidades de comprensión de la lectura «débiles o inexistentes» hasta el punto que resulte un obstáculo para acceder a un trabajo, enfrentarse a cuestiones administrativas o comprender los documentos del banco.

El país presume de dedicar un 6,8% de su PIB a la Educación. En 2015 fueron precisamente 147,8 millones de euros, concentrando 42,5 en la educación primaria, 53,8 en la secundaria y 30,1 en la superior.

«Habría que hacerlo al revés, invertir en la primaria porque es ahí donde se estructura el lenguaje y se cimentan las bases, y hay que hacerlo lo antes posible», advierte Catherine Morin-Desseilly, presidenta de la comisión de educación en el Senado y miembro de la Unión de Demócratas Independientes. La senadora lamenta que los distintos gobiernos hayan entrado en un bucle de reformas partidistas que se acaban cuando el Gobierno cambia de color, y aboga por un pacto nacional para enfrentar el problema.

Las fallidas escuelas prioritarias

En los 80, el Gobierno de François Mitterrand se salió del camino trazado por la escuela pública para crear las llamadas Zonas de Educación Prioritaria (ZEP), posteriormente rebautizadas como REP. Con ellas, se pretendía dar más a medios a los colegios de poblaciones desfavorecidas para conseguir un mayor éxito. Treinta años después, estos centros se muestran en colapso.

Las clases están masificadas de alumnos que en su mayoría provienen de familias con problemas económicos y otros resultados de la miseria. Georgina tiene 23 años, acabó sus estudios a mediados de 2016 y tiene un contrato de un año en un instituto REP+, del distrito 15 de París. «Me contrataron un viernes y el lunes empecé. No tenía ningún tipo de consigna sobre cómo tratar con los alumnos o qué hacer si no se comportaban. Me he encontrado con problemas que no estoy preparada para gestionar», entre ellos, un chaval heroinómano.

El recurso a profesores con contratos temporales para cubrir los puestos en este tipo de centros sigue aumentando y son además perfiles con poca experiencia, menores de 30 años. «¿Quién querría trabajar en estas condiciones?», se pregunta Xavier. «Todos los alumnos que tienen dificultades están juntos, las dificultades se acumulan, y no hay suficiente autonomía para adaptarse a las necesidades», dice por su parte Morin-Desseilly.

Xavier, entró en esta profesión convencido de su tarea. Pasó ocho años trabajando en un colegio de enseñanza secundaria en Clichy-sous-Bois. «El problema es que tienes ciudades que acogen un 40 o hasta 60% de viviendas sociales, mientras que en el pueblo de al lado hay un 4%. Cada localidad tiene que alojar un mínimo de 25% de viviendas sociales pero hay lugares que prefieren pagar la multa antes que cumplir la ley», cuenta. Xavier trabajaba sabiendo que aquella situación acabaría por explotar, pero nunca imaginó que Clichy-sous-Bois se convertiría en el foco de esta enorme falla social, cuando uno de sus alumnos, Bouna Traoré, murió en 2005 durante una persecución policial, junto a otro estudiante del centro, Zyed Benna.

«La situación mejoraría si obligaran a los ayuntamientos a cumplir la ley, con multas mil veces superiores. ¿Cómo quieres que estos niños crezcan sintiéndose franceses si no están en contacto con el país?», reclama. Los padres que pueden permitírselo meten a sus hijos en centros privados, se mudan a barrios mejores o hacen trampas para que sean trasladados a escuelas corrientes, o como las llama este profesor «escuelas de blancos». «Es muy duro ver a chavales de 14 años aburridos de la vida, es un contexto favorable a que caigan en la violencia, la delincuencia o peor aún, la radicalización», zanja. Cada año, 100.000 alumnos abandonan la educación sin haber adquirido los conocimientos oportunos, sin perspectivas de futuro. Directos al paro.

La academia de las élites

Una caída en picado que contrasta con las famosas ‘Grandes Écoles’ del país a la que sólo entra un 5% de los alumnos de cada año. Si estás dentro, tienes con toda probabilidad la vida resuelta: el 80% de los directivos de las empresas más importantes del país salen de ellas; también como Altos Funcionarios, cuando en torno al 60% de los equipos ministeriales se conforman de estudiantes de la École Normale Superieur o ENA, los llamados ‘enarcas’.

Otros países, como Inglaterra, se han preocupado por abrir sus administraciones y la tendencia es claramente a la baja, con una proporción bastante repartida en la actualidad. Para Peter Gumbel, el problema no es sólo la uniformidad de las élites de estos centros, que ni siquiera están en los ránking de las mejores universidades del mundo en la que Francia queda casi ausente, sino unas élites que se conocen, se ayudan y se protegen entre sí para continuar en el sistema más desigual en la cuna de la Ilustración.

Fuente: http://www.elmundo.es/internacional/2017/04/23/58fbb2e7e2704e89568b45ef.html

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