Por: Ángel Pérez Martínez
Así que para esta época, todos los años, los gobernantes, el Ministerio de Educación Nacional, MEN, los medios de comunicación y quienes pertenecemos al sector salimos a repetir frases trilladas sobre la profesión y el hacer de los docentes: la más importante y bella del mundo; ninguna como ella contribuye al desarrollo de la vida y del nuevo país anhelado y; sin los docentes es imposible pensar en el ideal de ese nuevo colombiano: buen ser humano, ciudadano, comprometido con el medio ambiente y coparticipe del desarrollo económico y social. Además, en condiciones normales las secretarías de educación y los colegios celebrarán el día maestro en recintos cerrados con fiestas y entregarán diplomas, reconocimientos y hasta algunos incentivos. Sin embargo, este año los docentes oficiales no celebrarán, una vez más están en paro porque como Estado y sociedad no les cumplimos y no les valoramos su profesión.
En Colombia no se conocen a fondo las dificultades diarias de los docentes y no se valora la profesión docente, la mayoría de los bachilleres y jóvenes de Colombia no quieren, ni sueñan con ser docentes. Por ello, en el día para honrar a los maestros y reconocer su enorme contribución a la vida, no habrá campañas multimillonarias por los medios de comunicación, financiadas por el Estado (como Ser Pilo Paga), para sensibilizar a la padres de familia y a la sociedad sobre la soledad en la cual trabaja el docente en el aula escolar, donde a diario es responsable de formar a 20, 25 o más niños o adolescentes a los cuales conocerá como ninguno y sufrirá porque con algunos, por las circunstancias de sus vidas y el tipo de problemas no tendrá posibilidades reales de ayudarlos. No siempre los estudiantes tienen problemas económicos o de pobreza, también tienen dificultades de salud, familiares y del alma que llegan a afectar al docente.
La mayoría de padres de familia y la sociedad se imaginan siempre que el trabajo del docente se reduce a estar en el aula 5 o 6 horas con los estudiantes, y más que a educar a cuidar a los niños, lo cual ya es un gran reto, sin embargo para que nos hagamos una idea desde lo institucional sobre que hace un docente, el artículo 4º del decreto 1278 de 2002 define que la profesión docente implica la realización directa de los procesos sistemáticos de enseñanza-aprendizaje, lo cual incluye el diagnóstico, la planificación, la ejecución y la evaluación de los mismos procesos y sus resultados, y de otras actividades educativas dentro del marco del proyecto educativo institucional de los establecimientos educativos.
También, sostiene el mencionado decreto que la función docente, además de la asignación académica, comprende las actividades curriculares no lectivas, el servicio de orientación estudiantil, la atención a la comunidad, en especial de los padres de familia de los educandos; las actividades de actualización y perfeccionamiento pedagógico; las actividades de planeación y evaluación institucional; otras actividades formativas, culturales y deportivas, contempladas en el proyecto educativo institucional; y las actividades de dirección, planeación, coordinación, evaluación, administración y programación relacionadas directamente con el proceso educativo.
Para complicar más los retos de la profesión docente, el filósofo y escritor Umberto Eco narra que un estudiante preguntaba a un profesor: “disculpe, pero en la época de Internet, usted, ¿para qué sirve?» Podemos ampliar un poco más frente al mundo de la radio, la televisión, el Internet, las redes sociales y de conocimientos que existen hoy: ¿De qué sirve el profesor?, Eco sostiene que la “información que Internet pone a la disposición de los estudiantes es inmensamente más amplia e incluso más profunda que aquella de la que dispone el profesor”, pero el estudiante “omitía un punto importante: que Internet le dice «casi todo», salvo cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar toda esa información”, es decir cómo hacer preguntas inteligentes, tener la capacidad de encontrar respuestas que nos satisfagan y asumirlas con sentido crítico y ético para nuestra vida, el bienestar y el desarrollo de la sociedad, eso jamás lo enseñará el Internet.
Así mismo, los docentes colombianos, a pesar de las adversidades y complejidades de su profesión, investigan, innovan y aportan a la calidad de la educación y a los procesos pedagógicos, basta analizar el contenido por el cual otorga la Fundación Compartir los premios a los maestros o las experiencias publicadas por el IDEP en Bogotá. Sólo menciono como homenaje a los maestros de Colombia al gran profesor Oscar Mogollón y su contribución a consolidar el modelo de aula multigrado y escuela nueva para el sector rural. Mogollón fue un maestro de colegio oficial que creó y puso en práctica la metodología de Escuela Nueva, en el municipio de Pamplona, Norte de Santander. Así mismo, él se encargó de manera personal de llevar su innovación a Guatemala (Escuela Unitaria), a Nicaragua (Escuelas Activas), a Perú y Nueva Guinea, su propuesta pedagógica para trabajar con niños pobres y del sector rural se aplica en Colombia, América Latina y África. Colombia ha sido injusta con el profesor Mogollón al no reconocer su trabajo e innovación, sin olvidar a su esposa y compañera de trabajo, la maestra Marina Solano Martínez.
Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/el-dia-del-maestro-o-lo-mismo-de-siempre-por-angel-perez/245351