En esta ocasión comparto a ustedes una humilde opinión acerca de un apasionante libro de la autoría del pedagogo brasileño Paulo Fraire, el cual se titula “La Pedagogía de la Autonomía”.
Pedagogía de la autonomía es un libro que enseña a enseñar partiendo del ser profesor. En un lenguaje accesible y didáctico se reflexiona sobre saberes necesarios para la práctica educativo-crítica con base en una ética pedagógica y en una visión del mundo cimentada en el riesgo, la humildad, el buen juicio, la tolerancia, la alegría, la competencia, la generosidad, la disponibilidad bañadas por la esperanza.
Este apasionante libro pedagógico está constituido por tres capítulos empezando por: no hay docencia sin discencia, seguido de enseñar no es transferir conocimiento y finalmente enseñar en una especificidad humana.
Dentro de las ideas que en éste libro se expresan nos podemos encontrar que enseñar exige investigación; es aquí que Freire expresa que no hay enseñanza sin investigación y viceversa, pues a medida que se enseña se indaga y se investiga para comprobar, y comprobando se interviene e interviniendo se educan tanto el discente como el docente.
Así mismo para Paulo Freire la Enseñanza no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción. Un dato no menos importante es aquel en el que se resalta como saber necesario en la práctica el respeto a la autonomía del ser del educando.
También el autor dice que como educadores se debe estar alerta con relación al respeto, que implica igualmente el que se debe tener por sí mismo. Manifiesta que no se puede hablar de respeto a la dignidad del educando si se trata con ironía, si se catalogó de irresponsable, si se minimiza; el docente que realiza esto transgrede los principios fundamentalmente éticos de la existencia.
Otra de éstas ideas expresada, es aquella en la que se menciona que enseñar es una especificidad humana, ya que enseñar exige seguridad, competencia profesional y generosidad, donde manifiesta, “El profesor que no lleve en serio su formación, que no estudie, que no se esfuerce por estar a la altura de su tarea no tiene fuerza moral para coordinar las actividades de su clase”, dejando claro que la incompetencia profesional descalifica la autoridad del maestro.
Es fundamental para la pedagogía de la autonomía, la Alegría y esperanza; ya que permiten enfrentar con alegría la posibilidad de creación de nuevos conocimientos transformadores y la esperanza de construir con ellos alternativas para resistir obstáculos que se oponen a su búsqueda, a su praxis y a la libertad de los alumnos.
Es por ello, que la pedagogía ayuda a construir nuevo conocimiento que los alumnos pueden resignificar gradualmente y esto hace posible una mayor autonomía; en este proceso de posibilitar la autonomía a los otros, se implica también la mayor autonomía del profesor como profesional.
Por lo tanto enseñar y/o aprender no se restringe a la relación con los alumnos; implica también la participación con sus pares en la lucha en defensa de sus derechos y de su dignidad; lucha política que no es ajena a la propia profesionalidad dado que los docentes necesariamente “deben verse como profesionistas idóneos, pues es en la competencia que se organiza políticamente donde tal vez radica la mayor fuerza de los educadores.
Estimado lector, agradezco de antemano la atención prestada al presente. Nos leemos la próxima y espero que haya sido de su agrado. ¡Viva la Vida!
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