Por: Sergio Clavijo / Diario La República
Aunque a nivel global ha continuado mejorando el acceso a la educación, existe la paradoja de estarse generando mayores brechas sociales y regionales. Por ejemplo, en la región del África subsahariana más de un quinto de los niños con edades entre los 6 y 11 años y dos tercios de los jóvenes entre 12 y 14 años están por fuera del sistema educativo. Asimismo, casi 60% de los jóvenes entre los 15 y 17 años no asisten al colegio. Diferenciando por género, la educación en las niñas es aún inferior (9 millones de ellas nunca van al colegio comparado con los 6 millones de niños).
Por tal motivo, en algunos países del África se han implementado nuevas estrategias para superar estas brechas, donde la tecnología ha cumplido un rol fundamental. En efecto, compañías como Bridge International educan 100.000 alumnos de la región, a través de clases presenciales en las que los maestros deben leer las lecciones completas que aparecen en sus tablets. A través de herramientas tecnológicas se monitorea continuamente el progreso de los estudiantes y sus docentes (ver The Economist, “Assembly line”, enero 28 del 2017).
Estas estrategias han ayudado a combatir la gran problemática del ausentismo docente. Por ejemplo, 47,3% de los profesores públicos en Kenia estaban ausentes cuando se suponía que debían estar enseñando, mientras que en dichos colegios privados esta tasa tan solo llegó a 1%. Igualmente, la calidad educativa ha mejorado gracias a las continuas evaluaciones.
En Colombia, aunque se han hecho esfuerzos y avances importantes en materia de cobertura, continúa existiendo una enorme brecha en materia de calidad educativa (ver gráfico). Al respecto, la calidad de los maestros muestra progresos tan solo marginales. Esto ocurre, entre otros factores, por las políticas de “captura” del Estado que ha impulsado de tiempo atrás Fecode. Por ejemplo, retrasando el positivo impacto que deberían tener las evaluaciones de los maestros sobre la calidad educativa; también se ha opuesto Fecode al natural “marchitamiento” generacional que debería estar dando paso a educadores más motivados, mejor formados y, obviamente, mejores pagos.
Con relación al ausentismo docente en el país, el último paro educativo de maestros implicó la pérdida de 37 de los 190 días hábiles que tiene el año académico, afectándose 8,5 millones de estudiantes, quienes, aparentemente, verán compensada a final del año esta pérdida del casi 20% de sus clases. Dos años atrás, el paro nacional de maestros había afectado 6% de las clases. Pero, como ha sido usual en la cadena de protestas que violan el principio constitucional que prohíbe los paros en los servicios públicos fundamentales, las vías de hecho han demostrado que en Colombia: i) logran reajustes salariales adicionales (hasta de 12% real en los próximos cinco años, según lo pactado); ii) no reponen el tiempo perdido plenamente; y iii) nadie de los cesantes sale sancionado.
En esta oportunidad, el Gobierno se comprometió a continuar con la nivelación salarial de los maestros, en el marco de la reforma del Sistema General de Participaciones, además de la creación de una nueva bonificación para los docentes. Así, el Gobierno tendrá que realizar, adicionalmente, esfuerzos fiscales por cerca de 0,14% del PIB. Situación que es agravada por los problemas de corrupción en el sector estudiantil relacionado con los docentes y alumnos “fantasmas”. En total, el Ministerio de Educación reportó, a inicios de 2016, que la nómina de los profesores inexistentes le costaba al Estado $150.000 millones anuales. De igual manera, las matrículas de 182.642 estudiantes inexistentes le valían al país $160.000 millones. Además, el Ministerio logró comprobar que 32.671 docentes no cuentan con el acto administrativo que certifica su escalafón y que otros 3.839 no tienen título formal o soportes válidos.
En estas graves problemáticas, la tecnología puede tener un papel clave a la hora de mejorar la calidad educativa y combatir la corrupción. Por ejemplo, diversas investigaciones han concluido que los maestros que se beneficiaron del programa pedagógico de Computadores para Educar mejoraron su desempeño en un 10,6% y aumentaron en un 7,5% el ingreso de sus estudiantes a la educación superior. Por otro lado, las sedes beneficiadas vieron una disminución de 3,6% en la tasa de repitencia escolar y del 4,3% en la deserción (162.000 estudiantes permanecieron en el sistema educativo). Asimismo, con herramientas tecnológicas se puede monitorear el verdadero número de docentes y estudiantes.
En síntesis, en Colombia aún existen grandes retos para mejorar la calidad docente y educativa, además de la transparencia presupuestal. Hacia el futuro inmediato, el reto más urgente es seguir mejorando la calidad del sistema educativo, donde las enseñanzas internacionales muestran que: i) la tecnología puede tener un papel clave en el desarrollo del sistema educativo; ii) la autonomía de los colegios debe estar acompañada de estándares de rendimiento; iii) el liderazgo organizacional es clave; y iv) es importante la retroalimentación a los profesores, las tutorías, y el seguimiento del rendimiento de los alumnos.
Fuente:https://www.larepublica.co/analisis/sergio-clavijo-500041/educacion-y-oportunidades-tecnologicas-2545712