Entrevistamos con Gustavo Entrala, experto en redes sociales sobre el impacto de este fenómeno en la sociedad. ¿Han perdido los jóvenes la capacidad de crear relaciones duraderas? Para Entrala, es urgente incorporar este debate en las escuelas.
Gustavo Entrala es periodista. Trabajó durante los años noventa creando los primeros periódicos online de nuestro país -incluyendo Expansion.com- y posteriormente montó junto a Carlos García-Hoz una agencia de márketing digital llamada 101. La empresa acaparó la atención internacional en 2012, al crear el Twitter del Papa. La cuenta @pontifex superó los 6 millones de usuarios en tres meses, la mitad de lo que habían previsto. En Instagram, rebasaron el millón de seguidores en sólo 24 horas, batiendo todos los récords hasta la fecha.
La relación de Entrala con el Vaticano se remonta a 2010. «Un amigo me contó que el Papa había dicho que la Iglesia tenía que modernizarse. Decidimos enviar una carta al portavoz de la Santa Sede, explicando a qué nos dedicamos y en qué creíamos que podríamos ayudarles, y a los cinco meses nos llamaron por teléfono para solicitarnos que les impartiéramos una semana de formación intensiva en Roma. A partir de ahí iniciamos una relación que duraría hasta diciembre de 2016», explica Entrala.
- «El Papa no tuitea directamente, pero sí comunica a su equipo de Comunicación qué mensajes quiere transmitir. Los escribe en un papel y se los hace llegar. Yo diría que cerca de la mitad de los tuits son suyos».
MENSAJES DE ODIO
Entrala reconoce que uno de los motivos por los que el Vaticano no dio antes el salto a las redes sociales fue por miedo a los mensajes de odio. Y no iba desencaminado. «Jamás había visto tantos insultos dirigidos contra alguien».
Para Entrala, «el odio en las redes sociales siempre ha existido», aunque no siempre esos comentarios se hacen de forma plenamente consciente. «En las redes revelamos una parte de la personalidad que no siempre mostramos en otros ámbitos. Hay personas que dicen lo primero que piensan y además lo exageran para provocar una reacción o para hacerse oír ante tanto ruido. Se exagera la gracia que nos hace cualquier comentario, añadiendo diez o veinte emoticonos, y también se exagera la repulsa que te provoca algo o alguien. Se están banalizando el afecto y el desprecio, y eso tiene consecuencias en la sociedad, en especial entre los más jóvenes», asegura.
«Al eliminar el cara a cara de la ecuación, empatizamos menos. Todos deberíamos ser conscientes de que al otro lado de la pantalla hay una persona de carne y hueso».
SOLUCIONES
Para Entrala, el odio en las redes sociales tiene varios posibles remedios. El primero consiste en alertar a las plataformas de aquellos contenidos inapropiados, para que los eliminen o, en su caso, reporten a las autoridades. «La inteligencia artificial puede ayudar mucho a filtrar los comentarios, pero siempre será necesaria la actuación humana. Facebook, por ejemplo, prevé contratar a 30.000 personas para combatir el bullying y el odio», comenta.
El segundo remedio, más lento, implica al sistema educativo. «Los jóvenes deben ser conscientes de que lo que publican en Internet queda ahí para siempre, y deben aprender a distinguir la publicidad encubierta», sostiene Entrala.
Además, las redes estarían influenciando la capacidad de interacción social de los jóvenes. «En las redes nos volvemos más impacientes. Y eso afecta a las relaciones personales porque esperamos conexiones inmediatas y transitorias. Los millennials entablan muchas relaciones superficiales, pero les cuesta hacer amigos de verdad. Resulta paradójico que, cuanto más conectados están, más solitarios parecen volverse. Son temas que deberían abordarse en las escuelas», defiende.
Los millennials entablan muchas relaciones superficiales, pero les cuesta hacer amigos de verdad. Resulta paradójico que, cuanto más conectados están, más solitarios parecen volverse»
«Las redes no son buenas ni malas en sí mismas, pero su mal uso puede tener graves consecuencias», concluye.
Fuente entrevista: http://www.expansion.com/economia-digital/protagonistas/2017/09/16/59b6d1b6ca47416a038b4695.html