Por: José Luis Rodríguez R. | Aporrea
El 26 de Enero se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental (EA) vinculado al Seminario Internacional sobre ese tema, realizado en 1975, Belgrado, capital de Yugoslavia (ahora Serbia). En él, se concretaron los objetivos de esa educación; en cuanto, ayudar a las personas y grupos a que adquieran conciencia, conocimiento, actitud, aptitud, capacidad de evaluación y participación; para que comprendan la totalidad del ambiente, lo mejoren y lo protejan. Aquellos propósitos fueron fortalecidos por otro similar, en 1977, Tbilisi (Georgia). Esos eventos mundiales, representan dos, de los numerosos, sobre Educación y Ambiente, que se han llevado a cabo, desde 1972 en Estocolmo (Suecia) hasta el 2015 (COP21, Paris). Los cuales no han tenido mucho impacto en el buen comportamiento de muchos de los ciudadanos del mundo hacia la preservación de la madre Tierra. Por ejemplo, la problemática mundial (guerra, hambre, adicciones, contaminación, extinción de seres vivos y otros problemas) refleja la ausencia de esa educación. Un indicador de esa situación en Venezuela, lo representa la megaminería en las cuencas de los ríos Guasare y Socuy, al noroeste del Estado Zulia; el Arco Minero del Orinoco (AMO) en el escudo guayanés, donde van a participar 150 empresas mineras, de ellas son de 35 países. Por esa razón, esas regiones pueden considerarse como un ambiente antieducativo.
En el art. 34 de la Ley Orgánica del Ambiente (LOA) establece que «la EA tiene por objeto promover, generar, desarrollar y consolidar en los ciudadanos y ciudadanas conocimientos, aptitudes y actitudes para contribuir con la transformación de la sociedad, que se reflejará en alternativas de solución a los problemas socioambientales…»; ese cambio social, inducido por la educación, también está contemplado en el art. 102 de la Constitución. Dichos artículos, junto con los derechos ambientales constitucionales (arts: 127; 128 y 129) no se cumplen en la región guayanesa, porque la explotación de minerales está eliminando y fragmentando ecosistemas. Esa actividad se realiza para adquirir divisas que conduzca a resolver un problema social del país, el cual lo hará de manera temporal; lo que traerá como consecuencia, de modo permanente, la propagación de múltiples problemas ambientales (eliminación de flora y fauna, contaminación de aire, agua y suelo, desintegración cultural indígena y otros). Por ese motivo, se introdujo en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) una demanda de nulidad contra el decreto 2.248 (Gaceta Oficial 40.855 del 24/2/2016), referido al AMO, que conlleve a su suspensión para que los ecosistemas del escudo guayanés continúen su ciclo evolutivo. Dicho recurso fue admitido por la Sala Política Administrativa de esa Institución, el 21 de junio de 2016; hasta ahora no hay decisión al respecto.
Por cierto, la EA toma en cuenta la complejidad del ambiente, la cual no se ha considerado en los ecosistemas donde se va a implantar el AMO; aquellos, desde el precámbrico (hace miles de millones de años), la madre Tierra ha venido tejiéndolos de instante a instante bajo la integración de tramas de relaciones de factores ambientales (ecológicos, económicos, éticos, estéticos, políticos, sociales, costumbres y otros). Menos aún, se han contemplado las secuelas que van a tener lugar, las intervenciones de esa megaminería en lo local, regional, nacional, internacional y planetario. Al respecto, Moreas (s/f) dice, «en verdad nos enfrentamos a tiempos inciertos y fluidos con herramientas intelectuales de otras épocas, de otros tiempos, en que se observaba la realidad como estable, homogénea y determinada»; es decir, que tenemos percepciones fragmentarias y deformadoras de la realidad. De esa complejidad ambiental, se han derivado muchas corrientes de EA; de ellas, Sauve (2004) ha descrito 15. Pero, el ambiente es un todo; por lo tanto, la educación debe ser una sola, sin apellido.
Así pues, se necesitan estudios complejos para realizar un apropiado diagnóstico de la situación ambiental de la región guayanesa, que permita diseñar un plan de ordenamiento ambiental de ella, lo cual requiere de equipos transdisciplinarios apoyados en diálogos de saberes (científicos, humanísticos, ecotecnológicos, tradicionales, vivenciales y otros) para aproximarse un poco, a una adecuada interpretación del comportamiento de los diferentes ecosistemas existentes en el escudo guayanés. Dicho plan es condición necesaria y suficiente para orientar los Estudios de Impacto Ambiental (EIA) de cada proyecto minero; los cuales, de llegarse a ejecutar, van a demostrar la inviabilidad de realizar los proyectos, por la alta sensibilidad natural y cultural de los ecosistemas. Al mismo tiempo, aquellos (EIA) mostrarían la gran inversión requerida para aplicar medidas en la rehabilitación de las zonas intervenidas, que posteriormente serían incompatibles con el resto de ecosistemas que pudieran salvarse de esa megaminería. En ese sentido, Moreas (s/f) expresa que para «cualquier ser humano le es difícil comprender el orden siendo parte del desorden».
Por otro lado, el AMO puede dar lugar a una crisis ambiental, que en cualquier momento podría asumir proporciones catastróficas, no sólo por la pérdida de la biodiversidad , la contaminación, agotamiento de minerales, … sino también por las contradicciones entre diversos actores (indígenas, campesinos, mineros, funcionarios, empresarios y otros), transformándose en conflictos permanentes. Lo anterior estaría sujeto a varias emergencias para las cuales no estamos preparados. Así que, con el deterioro de la madre Tierra, de la que somos parte, ocasionamos nuestra propia desaparición como especie. Por ese motivo, se necesita de una acción educativa para construir no para destruir.
Ante todo, la EA debe ser permanente para que la comunidad planetaria tome conciencia de la Tierra como un sistema ambiental; es decir, comprender las diversas relaciones que los humanos establecen entre sí y con la naturaleza hacia la preservación de la VIDA. Al respecto Morín y otros (2003, p122) dicen que «la misión de la educación es fortalecer las condiciones de posibilidad de la emergencia de una sociedad-mundo compuesta por ciudadanos protagonistas, consciente y críticamente comprometidos en la construcción de una civilización planetaria». De igual modo, Lacroix, M (1995, p10) cita que «la moral planetaria propone como valor ético fundamental la supervivencia de la especie humana la cual exige que todos los habitantes de la Tierra sin excepción aúnen sus fuerzas para asegurarla» , asimismo Capriles, Elías (2000, p7) afirma que «una Revolución Total que comience por la conciencia humana, se extienda a los paradigmas del conocimiento y transforme radicalmente la organización humana en los planos económico, social, político y ambiental» .
En síntesis, la Educación Ambiental no sólo es para trasmitir información que abunda en documentos (libros, revistas, informes,…), medios de comunicación social, buscadores de internet y otras fuentes; sino que tiene como objetivos principales: motivar, estimular en las personas a la toma de conciencia de valores de responsabilidad y compromiso para su evolución espiritual y autonomía; como también en la participación reflexiva, crítica, creativa e innovadora; en sincronía con los valores de solidaridad y comunicación para fortalecer la organización social y la compresión holística de la realidad: Todo ello, con el fin de aplicar con propiedad los conocimientos y sabidurías en los instrumentos de planificación (políticas, planes, programas, proyectos), con el propósito de transformar la sociedad hacia el mejoramiento (solución de problemas) y protección (prevención de problemas) del ambiente, para una mayor convivencia con otros seres vivos y en armonía con la dinámica de la Madre Tierra, que permita mantener la especie humana por mucho tiempo.
Referencias
1.Capriles, Elías (2000). La crisis ecológica: ¿una respuesta educativa? Revista: Educación, Participación y Ambiente, Año 4, Nº 10, Agosto 2000.MARN. Caracas.
2.Lacroix, Michael (1995) El Humanicidio. Ensayo de una moral planetaria. Ediciones Sal Terran. España.
3.Moraes, María Cándida (s/f) Complejidad, transdisciplinariedad y educación: algunas reflexiones. PUC/SP/Brasil. Disponible en www.encuentros-multidisciplinares.org/Revistanº25/María%20Cándida%20. Consulta el 9/1/17.
4.Morín, E; Ciurana, E, R y Motta, R (2003). Educar en la era planetaria. Gedisa editorial. España.
5.Sauvé, Lucie, (2004) Una cartografía de corrientes en educación ambiental. Université du Québec á Montréal Disponible enhttp://www.sostenibilitatbcn.cat/attachments/article/870/Lucie%20Sauv%C3%A9.pdf